El dictador que “resuelve”

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La democracia no es perfecta, pero es mejor que una dictadura

 

La democracia pasa por uno de los peores momentos. En América Latina, solo el 48 % de las personas creen que la democracia es preferible a cualquier otro tipo de gobierno.

Según Latinobarómetro, en Guatemala, solo el 29 % de las personas apoya la democracia, el 41 % es indiferente entre la democracia y una dictadura, y el 23 % prefiere abiertamente una dictadura. 

La decepción con la democracia tiene que ver con los pocos resultados que ofrecen los gobiernos en educación, salud, seguridad y nivel de vida en general.

La lógica de apoyar a un dictador es que pondrá “todo en orden” y será muy eficiente en ofrecer resultados inmediatos a las personas. 

Los venezolanos apoyaron a Chávez porque “los compró” con extensos programas sociales. A la mayoría de los venezolanos no les importó que fueran perdiendo su libertad, siempre que el dictador les resolviera la vida.

En Nicaragua pasó igual. Al inicio, todos contentos con Ortega porque estaba arreglando el país. Mientras tanto, iban perdiendo su libertad.

El Salvador pasa por la misma situación. Bukele logró resolver el problema de la inseguridad, pero a cambio ha concentrado todo el poder. Es muy probable que pase varias décadas en el poder y en algún momento su popularidad caiga. ¿Cómo actuará entonces para mantenerse en el poder?

Las dictaduras pueden ofrecen resultados de corto plazo, pero a la larga los ciudadanos pierden su libertad. 

La democracia no promete mejores niveles de vida. Para lograr salir de la pobreza se necesita de un sistema de libre mercado, mayor inversión, más empresas y trabajo duro. 

El reto está en combinar la democracia y el capitalismo para lograr el desarrollo económico y social, mientras se conserva la libertad. 

 

*Columna publicada originalmente el 7 de agosto de 2025 en Nuestro Diario

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