Elections: vote fragmentation

Elections: vote fragmentation
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Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
20 Apr 2023

Lo que se vio en las elecciones de 2019, y creo veremos en 2023, es una alta fragmentación del voto. En las elecciones anteriores, los dos binomios más votados sumaron apenas el 39.4% de los votos.

 

En estas elecciones 2023 habrá 23 binomios presidenciales inscritos. Hay dos binomios más que no fueron inscritos y que han acudido a las cortes buscando participar (MLP y Podemos), aunque parece poco probable que tengan éxito en su cruzada. Esta cifra batirá el récord de 19 binomios que participaron en las elecciones de 1995 y 2019.

Hay que recordar que en 2019 se negó la participación a 4 binomios (Valor, Semilla, Fuerza y Prosperidad Ciudadana), con lo cual habríamos podido llegar a tener hasta 23 binomios.

Lo que se vio en las elecciones de 2019, y creo veremos en 2023, es una alta fragmentación del voto. En las elecciones anteriores, los dos binomios más votados sumaron apenas el 39.4% de los votos. Por si fuera poco, los votos nulos y en blanco sumaron 662,152 o el equivalente al 13.3% de votos válidamente emitidos y obtuvieron más votos que el segundo lugar, algo inédito. 

Las votaciones para diputados para 2019 también nos dejaron el Congreso con más bancadas de la historia: 19.  Por si esto fuera poco, si los votos en blanco y los nulos fueran un partido político, habrían sido los más votados en 12 de los 24 distritos electorales de 2019. En lista nacional, los votos nulos y en blanco sumaron el equivalente al 20.28%, cifra inédita nuevamente.

En este 2023 habrá 30 partidos políticos buscando un escaño en el Congreso de la República comparado con los 26 partidos de 2019. Como resultado de la fragmentación del voto, la cifra repartidora para asignar escaños en 2019 cayó en 19 de los 24 distritos electorales respecto de 2015.

Haciendo a un lado El Progreso, que pasó de tener dos escaños en lugar de uno en 2019, los distritos donde cayó en mayor medida la cifra repartidora son: Totonicapán en 9 puntos porcentuales, Izabal con 7.9 y 6.5 en Chiquimula. Todo parece indicar que veremos un comportamiento muy similar en 2023.

¿A qué se debe este fenómeno? Sin duda esto merece un análisis profundo, pero me animo a resaltar dos factores que podrían explicar en buena parte lo que ocurre.

En primer lugar, hay que recordar que en 2015 los casos de corrupción que salieron a luz y las consecuentes órdenes de captura contra varios líderes políticos, acabaron con el capital político del Partido Patriota, del partido LIDER y de más de una decena de caudillos locales. Podríamos decir que eso erosionó las estructuras partidarias verticales que ya existían y nunca volvieron a reunirse en un mismo partido.

En segundo lugar, el cambio de reglas electorales que ocurre a partir de 2016 cambia un elemento esencial del antiguo modelo: la campaña de aire. Al desaparecer la libertad de contratación de pauta en medios de comunicación, desaparece la posibilidad de posicionar a un presidenciable con una intensa pauta publicitaria en medios de comunicación tradicionales. Esto hace que tengamos una elección donde la mayor parte de candidatos son virtualmente desconocidos y tres o cuatro candidatos de más largo recorrido destaquen en el pelotón.

Sin duda este fenómeno será transitorio y en la medida que el padrón electoral se llene de jóvenes, como ocurrirá en los próximos años, las redes sociales tendrán un peso mayor a futuro. Pero al menos en 2023 veremos una elección muy similar a la de 2019 y quizás con una fragmentación aún mayor. Las encuestas serias de las próximas semanas arrojarán luz al respecto.