Lo que Piketty no profundiza en su libro es que al mismo tiempo que ha aumentado la desigualdad dentro de los países desarrollados, también se han dado dos tendencias importantes en el mundo. La primera es que la desigualdad entre países desarrollados y varios países en desarrollo, se ha reducido significativamente. El movimiento de capitales que perjudicó a los países avanzados, representó una oportunidad sin precedentes para varios países en desarrollo.
Mientras que los siete países más industrializados del mundo (G7) multiplicaron, en promedio, por catorce su PIB per cápita de 1970 a 2014; los países del Este Asiático y el Pacífico, lo multiplicaron por treinta. Esto evidencia que la brecha económica entre los países más industrializados y los países del Este Asiático se redujo en las últimas cuatro décadas.
Si se toma en consideración sólo los Tigres Asiáticos, la reducción de la brecha es mucho más dramática. En 1970 el PIB per cápita promedio de estos países era de $ 725, lo que representaba el 23% del PIB per cápita promedio de los países más industrializados. En la actualidad, el PIB per cápita promedio de los Tigres Asiáticos representa el 93% del PIB per cápita promedio del grupo de países más industrializados. Estos países asiáticos son considerados hoy en día parte del mundo desarrollado.
Por supuesto, esto no es una tendencia generalizada y varios países son más pobres, en relación a los países avanzados, de lo que eran hace treinta años. No obstante, varios países han logrado reducir la brecha económica con los países avanzados.
La otra tendencia importante, es que la desigualdad ha disminuido en varios países en desarrollo. Debido al crecimiento económico robusto que experimentaron en la última década, varios países de América Latina redujeron sus niveles de desigualdad. Contrario a la tesis de Piketty, en este caso el crecimiento económico no se tradujo en un incremento de la desigualdad. Por supuesto, varios países de la región implementaron programas sociales que ayudaron a este resultado. Pero la fuerza que impulsó una reducción importante de la desigualdad fue la creación de empleos formales y el incremento de los salarios, debido a los mayores niveles de inversión que reportaron estos países.
“En casi todos los países de América Latina se redujo la desigualdad en los últimos quince años.”
En casi todos los países de América Latina se redujo la desigualdad en los últimos quince años. Además, la pobreza se redujo de forma significativa en la región, al pasar de 48% en 1990 a 28% en 2014. Estos datos sugieren que para reducir la desigualdad es indispensable lograr mayores niveles de crecimiento económico, acompañado de programas sociales que ayuden a aquellos que cuentan con un capital humano tan escaso, que no le permita incorporarse al mercado laboral de forma exitosa.
Lo cierto es que, contrario a la visión pesimista de Piketty, el mundo realizó grandes avances en las últimas cuatro décadas. Millones de personas salieron de la pobreza, la clase media se expandió en diversos países, se mejoraron considerablemente los indicadores sociales y la desigualdad se redujo entre países y a lo interno de varios países.
A la luz de esta evidencia, resulta contradictorio que se piense que el capitalismo es el responsable de los males que aquejan al mundo o que este sistema conduce inexorablemente a niveles excesivos de desigualdad. El aumento de la desigualdad en el mundo desarrollado tiene que ver con cambios tecnológicos y con una pérdida de competitividad, en términos relativos, que ha causado que las inversiones emigren hacia los países en desarrollo.
Sin duda, los países avanzados tendrán que introducir reformas que les permitan superar la crisis que actualmente están atravesando; mientras que los países en desarrollo deberán profundizar sus niveles de industrialización para continuar con la reducción en los niveles de desigualdad. En ambos casos, es importante mejorar el capital humano, para garantizar que las personas puedan adaptarse a los cambios vertiginosos de la tecnología. Si en algo tiene razón Piketty, es que mejorar el capital humano es fundamental para reducir los niveles de desigualdad y facilitar la movilidad social.