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Un estudio reciente realizado por la Universidad del Sur de California concluyó que la mala nutrición en los primeros años de vida puede provocar comportamientos agresivos y antisociales durante la niñez y la adolescencia.
La desnutrición y la violencia son dos problemas latentes en países como Guatemala; sin embargo, poco se conoce de la relación que puede existir entre ambas. Estos problemas, íntimamente ligados a condiciones de pobreza y desigualdad de oportunidades, afectan a una importante proporción de la población del país.
Se ha avanzado bastante en el estudio de la desnutrición crónica, en los efectos que tiene en el ser humano y en las sociedades que no realizan esfuerzos importantes por erradicarla. No obstante, parece que todavía hay mucho que la ciencia puede aportar sobre el tema.
Hoy en día se sabe que la desnutrición crónica tiene severos efectos físicos y sociales. Por un lado los efectos físicos de la desnutrición infantil según Reynaldo Martorell[1] incluyen baja estatura, menor masa muscular, menor desarrollo del cerebro, mayor riesgo de obesidad y enfermedades crónicas.
Además de los efectos físicos, la desnutrición crónica impacta de forma importante y permanente en el desarrollo social de la persona: el bajo desarrollo cerebral provoca un bajo desarrollo cognitivo, dificultad para aprender, limitaciones en lectura y vocabulario, entre otros. Algunas de las consecuencias claras de estos efectos son el aumento de la posibilidad de abandono escolar y la limitación de las aspiraciones profesionales y de desarrollo de cualquier persona.
Una persona adulta que sufrió de desnutrición crónica en su niñez difícilmente podrá aspirar a un trabajo que le permita generar ingresos suficientes para salir de la pobreza, además de que sus limitaciones físicas también le dificultarán realizar labores que requieran de motricidad fina o demasiada fuerza. En palabras de Martorell: “La desnutrición crónica perpetúa el círculo de pobreza”.
Además de los efectos ya conocidos de la desnutrición, la Universidad del Sur de California presentó en 2014 un estudio[2] que presenta los primeros hallazgos que demuestran que la mala nutrición en la niñez temprana, antes de los 3 años, predispone a las personas a presentar problemas de comportamiento a los 8, 11 y 17 años. Estos comportamientos, según el estudio, se presentan independientemente de las adversidades psicosociales que enfrenta la persona, además se demuestra que la relación existente entre nutrición y problemas de comportamiento es mediada por el cociente intelectual.
Los resultados del estudio indican que los niños que sufrían deficiencias nutricionales mostraban un incremento de 41% en el comportamiento agresivo a los 8 años; un incremento del 10% en agresividad y comportamiento delictivo a los 11 años; y un incremento del 51% en comportamiento agresivo y antisocial a los 17 años.
El nivel socioeconómico al que pertenecían los sujetos de estudio no parecía jugar un papel importante en el comportamiento, sin embargo el nivel de inteligencia sí. Según uno de los autores del estudio, la mala nutrición en las primeras etapas de la niñez, caracterizada por la deficiencia de zinc, hierro, vitamina B y proteínas; provoca un bajo cociente intelectual lo que más adelante resultaría en comportamiento antisocial. Los investigadores también encontraron que a mayores indicadores de mala nutrición, más pronunciado era el comportamiento antisocial.
Según los investigadores estos hallazgos también tienen implicaciones en países con mejores índices de desarrollo, pues la mala nutrición que provoca condiciones como la deficiencia de hierro no es exclusiva de sociedades con bajo nivel de desarrollo.
La conclusión más interesante del estudio es que el comportamiento antisocial podría ser prevenible. Sería posible cambiar la predisposición biológica al comportamiento agresivo o antisocial. Esto presenta una posibilidad importante en materia de prevención de violencia, especialmente en un país como Guatemala, que se encuentra entre los más violentos del mundo.
“Guatemala tiene la tasa de desnutrición crónica más alta de América Latina y séptima a nivel mundial.”
Guatemala tiene la tasa de desnutrición crónica más alta de América Latina y séptima a nivel mundial. Prácticamente 1 de cada 2 niños menores de 5 años sufre de este mal. Estudios como el que presenta la Universidad del Sur de California hacen aún más evidente que la desnutrición es el tema que debe preocupar a la sociedad guatemalteca si algún día se desean revertir los penosos indicadores de desarrollo.
1. Martorell, Reynaldo (2007). Efectos de la desnutrición en la salud y desarrollo humano y estrategias efectivas para su prevención. Instituto Nacional de Salud Pública de México. Cuernavaca, México. Disponible en línea en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10649061
2. Para consultar el estudio visite: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1570126/ Para consultar un artículo sobre el estudio visite: http://news.usc.edu/24161/Nutrition-Key-to-Aggressive-Behavior/