Rusia y Ucrania dividen a América Latina

Rusia y Ucrania dividen a América Latina
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Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
04 Mar 2022

Tal parece que la estrategia de Putin de cooperación técnica-militar, venta de armamento, relaciones comerciales, diplomacia de vacunas y corresponsalías de agencias de noticias rusas, ha rendido frutos en la región.

 

Contrario a otros momentos de la historia latinoamericana en el siglo pasado, a la hora de fijar posición en torno a los conflictos entre las potencias de Europa y Estados Unidos, América Latina nunca había estado tan fragmentada como ahora. A través de los años, las posturas de la mayoría de los países de la región casi siempre se habían cohesionado en torno a la posición de los Estados Unidos, en un principio, apelando a la vieja Doctrina Monroe y luego, ya en un bloque agrupado, a partir de la creación de la OEA. Tal vez con la sola excepción de México, cuya neutralidad ante conflictos externos es histórica, y luego Cuba, a partir de la revolución del 59.

2022 pareciera haber roto esa unidad histórica y está comenzando a emerger un panorama heterogéneo de actitudes diversas, e incluso ambivalentes, en relación a la invasión de Vladimir Putin a Ucrania, el pasado 24 de febrero.

A vuelapluma, podemos caracterizar las posturas de los gobiernos latinoamericanos en tres grandes grupos y algunos outliers:

Las manifestaciones de condena tajante a la invasión rusa por parte de los gobiernos de Chile, Paraguay, Guatemala, Colombia y Costa Rica. En el caso de Colombia, por ser cercano a la OTAN y uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región, y Costa Rica, por su histórica tradición de no tener ejército y de rechazar la vía armada para resolver conflictos.

Luego están Cuba, Venezuela y Nicaragua, que se han declarado a favor de Putin. En el caso de Cuba, por sus relaciones históricas desde los tiempos de la URSS y Venezuela, por la venta de armamento y el apoyo técnico ruso con ejercicios militares a sus Fuerzas Armadas venezolanas, pero también por sus relaciones comerciales. También recordemos que una semana antes de la invasión, el viceprimer ministro ruso, Yuri Borízov, hizo gira por estos tres países y se reunió con Díaz-Canel, Maduro y Ortega.

Por su parte, Perú, Ecuador, Honduras, México, Uruguay, Panamá, Bolivia y Argentina llamaron al cese de hostilidades y al diálogo entre las partes. México continuó con su histórica posición neutral y criticó las sanciones a Rusia, incluso enfrentándose a las presiones de Estados Unidos, su vecino y principal socio comercial.

Por otra parte, también se evidencia que la estrategia de Putin en el subcontinente van más allá de lo ideológico ya que Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, en un principio se declaró neutral en el conflicto, pero ante las declaraciones de rechazo de su vicepresidente y de su representante en la ONU, tuvo que moderar su posición. Recordemos que Bolsonaro se ha acercado bastante a Putin en los últimos meses, y le ha dispensado toda clase de elogios públicamente. Otra actitud inusual ha sido la de Alberto Fernández, presidente de Argentina, quien a pocos días de la invasión realizó un viaje a Moscú a reunirse con Putin y estrechar lazos de cooperación entre ambas naciones sobre todo para agradecerle la venta de vacunas Sputnik V a inicios de la pandemia. El encuentro entre Fernández y Putin no pareciera ser una desafortunada coincidencia ni un error de cálculo, ya que las fuentes informan que Fernández deliberadamente desoyó las advertencias de Estados Unidos de que Putin ya tenía tropas preparadas en la frontera con Ucrania y, aún así, acudió al encuentro.

El 25 de febrero, un día después de la invasión, la Organización de Estados Americanos redactó una declaración conjunta, y países como Uruguay, Jamaica, Argentina y Brasil, no la suscribieron. Uruguay luego se defendió sacando un comunicado desde su cancillería en donde explicaban que ya en su intervención en la Asamblea de Naciones Unidas del 23 de febrero, habían dejado claro su rechazo frente a las amenazas de Rusia hacia Ucrania, pero después de una fuerte presión mediática, el presidente Lacalle Pou pidió revisar el voto en la OEA para luego adherirse a la declaración e incluso, en otro gesto importante, retiró la señal de RT de Uruguay.

Durante la Asamblea General de la ONU del 2 de marzo, en la que se discutió una resolución que insta a Rusia a detener su ataque a Ucrania, solamente Venezuela criticó la resolución, pero no se le permitió votar por no estar al día con sus pagos. Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua se abstuvieron. Sobre esto, también ha sorprendido la posición de El Salvador y varios analistas refieren que se debe al enfriamiento de las relaciones entre Nayib Bukele y Washington, y el interés de Bukele en que los oligarcas rusos sancionados por Occidente, inviertan en los bonos de deuda en bitcoin, que el gobierno salvadoreño está próximo a emitir.

Tal parece que la estrategia de Putin de cooperación técnica-militar, venta de armamento, relaciones comerciales, diplomacia de vacunas y corresponsalías de agencias de noticias rusas, ha rendido frutos en la región.