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En el programa de esta semana, analizamos el impacto de la agenda woke en la academia.
Dionisio Gutiérrez señaló que la llamada “agenda woke" fue creada para “promover inclusiones, igualdades, favores y privilegios a una parte de la sociedad americana, con secuelas para todos”. Añadió que su imposición “ha generado fuerte rechazo en las sociedades más tradicionales, liberales y conservadoras del mundo”.
Gutiérrez afirmó que los objetivos del wokismo son inaceptables, pues resultan en “una imposición ideológica en la cultura, la educación y la política” que suprime el debate. En este sentido, comentó: “El wokismo censura y persigue a quienes piensan diferente. Su hipocresía y doble estándar han quedado en evidencia porque muchos de ellos usan el activismo para obtener dinero y poder, sin aplicar lo que predican”.
Asimismo, subrayó que, para muchos, la agenda woke representa un “ataque a los valores tradicionales de la familia, la religión y la identidad cultural”, y destacó que, actualmente, incluso se utiliza con fines políticos.
Finalmente, Gutiérrez reflexionó sobre cómo “el activismo que pasa de defender derechos a imponer una visión única y castigar a quienes no la comparten ofende la dignidad humana y amenaza la libertad individual”. Por ello, enfatizó la importancia de defender la libertad y el respeto a la ley: “Cualquier ser humano puede hacer con su vida lo que mejor le parezca y merece todo el respeto de los demás, mientas no quiera imponer sus criterios, violar la ley o pasar sobre los derechos de los demás”.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a Eduardo Fernández y a Daniel Rodríguez Carreiro, doctores en Ciencia Política y profesores universitarios, sobre los efectos de la agenda woke en la academia.
Fernández comenzó destacando la importancia de recuperar las élites y generar una cultura de “respeto a la democracia liberal, la propiedad privada y los derechos para poder resolver en un futuro los problemas que enfrentan las sociedades”.
Añadió que las “universidades han dejado de ser espacios de discusión y libertad y se han convertido en espacios de puritanismo de extrema izquierda”. También subrayó que las universidades “deben ser un espacio de libertad de expresión, de discusión y de pensamiento crítico con valores”, no un centro de adoctrinamiento.
Por otro lado, resaltó la necesidad de “espacios de discusión, de cooperación y de intercambio de ideas civilizados”. Fernández indicó que es crucial crear estos espacios “para recuperar la política y construir buenas democracias liberales”.
Por su parte, Carreiro comenzó definiendo la cultura woke como “un conjunto de ideas que ponen en cuestión valores tradicionales de la cultura Occidental”. Además, señaló que muchas de estas ideas “proceden del marxismo occidental y del posmodernismo”, lo que lleva a creencias como la de que la verdad no es objetiva, así como a una versión de “lucha de clases cultural, en donde ciertos valores de Occidente se consideran negativos por ser impuestos por una clase opresora”.
Carreiro señaló que la agenda woke ha logrado influir en el contenido educativo. En cuanto a si las universidades están promoviendo el adoctrinamiento en lugar de una educación objetiva y crítica, indicó que algunas “promueven activamente la idea de que solo un conjunto de ideas se puede utilizar y que hay principios y autores de los cuales solo se puede hablar de forma negativa, cuando hay autores que tradicionalmente se consideran fundacionales para la cultura Occidental”.
Para finalizar, Carreiro señaló que, para fomentar que los estudiantes cuestionen sus propias creencias de manera constructiva, se debe fortalecer el pensamiento crítico y la capacidad de análisis: “Todos podemos descubrir la verdad. Para eso, es fundamental el debate y la libertad de expresión”.
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