Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado.
La incompetencia y la corrupción de esos grupos que se dicen de derecha, de los que cada día quedan menos al mando de gobiernos, está facilitando la consolidación del nacional – populismo, siempre autoritario y principalmente de izquierda; que es hoy, el verdadero enemigo de la democracia, del Estado de Derecho y del desarrollo. El verdugo de la libertad.
El Siglo XXI está demostrando ser un tiempo distinto al que habíamos imaginado. En los apenas 22 años que lleva, vimos el brutal ataque terrorista en Estados Unidos, conocido como el 911. La gran recesión económica que explota en 2008. Las gravísimas y provocadas crisis humanitarias en Yemen, Siria, Venezuela, y ahora, Ucrania; regiones que están creando, también, las crisis de refugiados más severas desde la Segunda Guerra mundial. El cambio climático que, con sus tormentas, inundaciones y sequías está cambiando la faz de la tierra; y encima, aparece una pandemia que encontró al mundo con los calzones abajo; y mientras los subíamos, nos encerraron, con excepción de quienes trabajaban en la mañana para comer por la tarde, que no se dejaron.
A lo que se debe poner atención es que, desde los primeros días del Siglo XXI, avanzaba en demasiados países del mundo, en especial, en la mayor parte de América Latina, una plaga de políticos y de gobiernos, de izquierda y de derecha, que, en realidad, eran y siguen siendo organizaciones criminales que encontraron en la política y en pueblos fácil de engañar, las formas perfectas para llegar al poder, mal gobernar, someter, saquear y destruir naciones, ilusiones y esperanzas.
El eje transversal, el común denominador de los problemas que llegaron con el Siglo XXI está en la política; en la forma de gobernarnos y en la pérdida, casi total, de integridad, capacidades y valores. El sistema democrático, liberal y republicano por el que tanta sangre se derramó en los 80s y 90s no logra despegar.
La incompetencia y la corrupción de esos grupos que se dicen de derecha, de los que cada día quedan menos al mando de gobiernos, está facilitando la consolidación del nacional – populismo, siempre autoritario y principalmente de izquierda; que es hoy, el verdadero enemigo de la democracia, del Estado de Derecho y del desarrollo. El verdugo de la libertad.
Los ciudadanos del mundo debemos comprender que la gran batalla que se libra en los 5 continentes es entre dos sistemas: el de la democracia y la libertad, contra la cleptocracia autoritaria, de izquierda o derecha. Es una batalla entre el mercado libre, el respeto a la propiedad, la certeza jurídica y la oportunidad de superación en libertad, contra mafias delincuentes que organizan partidos políticos para ejecutar la captura criminal del Estado para convertir naciones de pueblos libres en naciones de esclavos.
Los pueblos del mundo están hartos de estar hartos de Castro, Chávez, Putín, Maduro, Jinping, Ortega, Kim Jong-un, Lukashenko, Bashar al-Assad y tantos otros. La democracia no es perfecta, pero permite cambiar gobernantes. Estos maleantes se robaron los países que gobiernan a la fuerza e intentan regar su veneno en otras regiones.
Ucrania estaba limpiando su casa y modernizando sus instituciones para ser una democracia con las credenciales suficientes para ser parte de la Unión Europea. Esta es la verdadera razón de la invasión. Putin no podía permitir que el pueblo ruso, cada día más pobre y con menos libertad, viera a sus vecinos ucranianos convertirse en una nación próspera y desarrollada. Por eso, el tirano asesino del Kremlin intenta destruirla.
Las próximas elecciones en Colombia y Brasil definirán el rumbo del Siglo XXI para América Latina. En Colombia, el presidente Duque, hombre decente y de convicciones democráticas, ha gobernado contra la corriente y contra los enemigos de la democracia que quieren capturar Colombia también. Colombia merece una mejor opción que la que un tal Petro propone. Y Brasil, estaría mejor sin Bolsonaro; pero sin duda, merece algo mejor que Lula.
El populismo nacionalista, siempre corrupto y autoritario que practican tantos cínicos déspotas en el mundo es la amenaza más grande del Siglo XXI. Un Siglo que sin duda trajo sus dolores y tormentos; el más peligroso de todos, la plaga de criminales que dicen ser políticos.