The Summit for Democracy

The Summit for Democracy
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
06 Dec 2021

Los ocho países excluidos ocupan los puestos más bajos del índice: El Salvador, Honduras, Bolivia, Guatemala y Haití (en ese orden del ranking regional) salen clasificados como regímenes híbridos. Naturalmente Cuba y Venezuela salen clasificados como autoritarismos.

 

El 9 y 10 de diciembre tendrá lugar la llamada “Cumbre por la Democracia”, una reunión de líderes mundiales organizada por Estados Unidos donde se abordarán tres grandes temas: la defensa frente al autoritarismo, el combate a la corrupción y la promoción y el respeto a los derechos humanos.

Por una columna de Andrés Oppenheimer, publicada el 13 de noviembre pasado, nos enteramos de que no serían invitados ocho países latinoamericanos: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, El Salvador, Honduras, Haití y Guatemala.

No es menor que seamos excluidos junto a tan selecto grupo de países. Pero lo cierto es que, si nos guiamos por indicadores, como el Índice de Democracia que publica la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist, no debería ser una sorpresa. Este índice clasifica los países como democracias plenas, democracias con problemas, regímenes híbridos y autoritarismos.

Los ocho países excluidos ocupan los puestos más bajos del índice: El Salvador, Honduras, Bolivia, Guatemala y Haití (en ese orden del ranking regional) salen clasificados como regímenes híbridos. Naturalmente Cuba y Venezuela salen clasificados como autoritarismos.

Si echásemos mano del informe de libertad en el mundo de la Freedom House, que usa otros parámetros para medir el respeto a las libertades políticas y civiles, veríamos que los peores calificados de la región son también Guatemala, Honduras, Nicaragua, Haití, Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Muchos se cuestionan de todas maneras los criterios para seleccionar a quiénes invitar y a quiénes no. Si bien por una parte también estarán ausentes países como Hungría, Turquía o Rusia, han invitado a México, Polonia o Irak. Ya veremos en qué resulta este ejercicio.

Al margen de las críticas y dudas que se puedan plantear a la cumbre, creo que conviene hacer autocrítica. Por ejemplo, ¿qué aspectos del índice de democracia de The Economist nos hacen un régimen híbrido? Los cinco parámetros para la medición son: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política democrática y libertades civiles.

Las notas más altas que tiene Guatemala están en el eje de proceso electoral y pluralismo (6.92/10) y de libertades civiles (5.88). Aún así, las notas no son precisamente notables. Donde peor califica Guatemala es en cultura política democrática (3.13/10) y funcionamiento del gobierno (3.3/10).

El eje de funcionamiento del gobierno responde preguntas relacionadas con la efectividad del sistema a de pesos y contrapesos, a la existencia y funcionamiento de mecanismos e instituciones de rendición de cuentas, a cuán controlada esté la corrupción, a la confianza de la gente en las instituciones y los partidos políticos. Es bastante obvio que la debilidad institucional y en franco deterioro que tenemos explica nuestra pésima calificación.

Por otra parte, la cultura política democrática se refiere a la existencia de un grado de consenso y cohesión suficiente para cimentar una democracia estable y funcional, a si la gente percibe que la democracia es buena para el desempeño económico o si la democracia es buena para mantener el orden. La última encuesta de Latinobarómetro deja claro que apenas un 37% de los guatemaltecos piensa que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.

Quién sabe si la Cumbre por la Democracia rendirá frutos. Lo cierto es que es un buen momento para mirarnos y preguntarnos hacia dónde camina el país. En menos de dos años habrá elecciones y las condiciones son bastante precarias.