The world that is transformed before our eyes

The world that is transformed before our eyes
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Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
21 Apr 2020

El Covid-19 nos obliga a replantearnos la forma en que trabajamos, consumimos, nos informamos, nos educamos, e incluso, en qué y cómo creemos.

 

La aldea global vive el episodio más crítico de este joven siglo XXI. La pandemia provocada por el Covid-19 seguramente acarreará transformaciones geopolíticas de mayor magnitud que las del 11 de septiembre 2011 y em impacto económico se vislumbra como más severo que el de la crisis financiera 2008. Ambos, momentos recientes que reestructuraron la sociedad moderna.

Lo cierto es que el virus global que nos obliga a guarda cuarentena y encerrarnos en nuestros hogares ya está reorientando nuestra relación con la economía, las prácticas del mercado, la relación con el gobierno, la formas en que nos informamos y comunicamos y la forma en que vemos al Gobierno. Aquí algunas reflexiones sobre cambios que se están produciendo ante nuestros ojos.

Información y fake news. Cadenas de Whatsapp con toda clase de teoría de la conspiración. Remedios caseros o medicinas que supuestamente previenen el Covid-19. Todo tipo de especulación sobre si el Gobierno levantará las restricciones, si se reabrirán los centros comerciales, si regresaremos a trabajar el lunes. A todos nos han llegado, sólo para darnos cuenta horas más tarde, que eran falsas. El debate sobre las fake news o la información no verificada ha estado durante años en el radar, pero ha sido hasta la crisis de Covid-19 que quizá entendamos el valor de esperar información de fuentes oficiales y calificadas.

Eficiencia y productividad laboral. Uno de los males de las economías basadas en servicios es la reunionitis. Cuantas horas de productividad semanal se pierden por reuniones que pudieron sustituirse por llamadas o video-conferencias. Cuántas horas se pierden en el proceso de trasladarse de la reunión A, a la reunión B. La cuarentena nos obligó a cambiar patrones laborales y quizá nos lleve a maximizar la productividad. También, aunque suene duro decirlo, obligará a reevaluar los trabajos esenciales versus los superfluos.

La educación y la religión a distancia. Las clases presenciales han sido canceladas; los servicios religiosos suspendidos. Incluso, la Semana Santa en Guatemala se canceló. El sustituto ha sido la tecnología. Misas y servicios que se transmiten por Facebook live. Las clases ahora son en línea. Y la ventaja es que el mundo está a disposición de quien tiene acceso a la red. La Universidad de Oxford ofreció clases de economía por internet. MIT dio cursos básicos de ingeniería. El tráfico de usuarios a las misas del Vaticano se incrementó exponencialmente. La educación y la religión se volvieron a distancia y al mismo tiempo, globales.

Nuevos canales de distribución. Los restaurantes y los comercios de venta al detalle son quizá de los sectores más afectados por el cierre de actividades. Para sobrevivir, todos se han visto obligados a replantear sus cadenas de distribución. La utilización en masa de servicios de delivery. Oferta de platillos de sencilla preparación en casa. Telecomercio. Desde hace varios años, los antropólogos habían identificado la preferencia muy milenial de ordenar a distancia por encima de realizar las compras físicas. El modelo Amazon y Uber Eats se basó en esa tendencia. Pero en América Latina, dicha tendencia había tardado en posicionarse. Quizá la crisis del Covid-19 obligará a replantear los canales de distribución. Quizá ahora más que nunca es momento de acelerar la agenda digital en Guatemala.

La contraofensiva de la ciencia. El siglo XXI ha sido el período de mayor avance científico de la humanidad, pero al mismo tiempo, de mayor retroceso en la aceptación de la ciencia. Cuestionar el rol preventivo de las vacunas; minimizar las alertas de científicos que señalaban que la siguiente pandemia global era inminente. Incluso hace unas semanas, Gobiernos restaron importancia al avance del Covid-19 bajo la premisa que era una herramienta al servicio de un interés geopolítico. Hoy el mundo espera ansioso el descubrimiento de la vacuna contra el virus. O la investigación para descubrir los fármacos para tratar la enfermedad. Las teorías de la conspiración rápidamente pierden validez ante investigaciones científicas que detallan el origen y comportamiento del virus. Tuvimos que sucumbir ante un patógeno de apenas unos nanómetros de tamaño para darnos cuenta que el mundo progresa y vive gracias a la ciencia.