¿Tiene posibilidades reales de asumir la investidura?
Antes de analizar el 10E2025, revisemos algunos conceptos clave de teoría política:
En oportunidades anteriores, hablamos de la soberanía, que en términos realistas es el nomos de la tierra, es decir, la capacidad de establecer un orden político de mando-obediencia sobre un territorio, idealmente a través del derecho. Esta concepción de soberanía (Hobbes, Bodino) se aleja de la idea liberal de "soberanía popular" (Suárez, Rousseau), antecedente iluminista de la legitimidad democrática a través de elecciones que asumimos contemporáneamente como incuestionable y eterna.
En Venezuela, lamentablemente, la situación actual muestra la manifestación más trascendental y ahistórica de lo político: el poder reside en quien tiene el control efectivo del Estado-territorio. En este contexto, la “soberanía popular” del pueblo venezolano, al estar confiscada en la práctica, pasa a un segundo plano frente a quien ejerce el mando real del espacio político.
Con esto claro, ¿Qué significa el 10 de enero de 2025 para González Urrutia?
Analicemos dos escenarios:
Escenario 1: Toma de posesión simbólica desde el exilio
- Una investidura simbólica, similar a la de la Segunda República Española en los años 30, le brindaría una "legitimidad" en el ámbito internacional, pero sin control del territorio venezolano. Este escenario implicaría emprender cuanto antes un trabajo político de largo aliento en varios países con el objetivo de que nos brinden un apoyo efectivo (económico, presión con sanciones, inteligencia, etc.) para restituir nuestra soberanía popular, más allá de declaraciones diplomáticas de salón.
Escenario 2: Intento de ingresar a Venezuela para la toma de posesión
- Este escenario presenta retos que pondrían a prueba el compromiso de varios gobiernos con la defensa de la democracia venezolana:
- Pérdida del estatus de asilado político de González Urrutia en España: Según la Convención de Ginebra de 1951, si el asilado regresa al país del que huyó, pierde automáticamente su estatus de asilo en el país que se lo otorgó. Y aunque Edmundo González asuma el costo de perder el asilo en España, colocando a ese gobierno en un impasse con el régimen chavista debido a las negociaciones que tuvieron lugar para permitir su exilio, nos enfrentamos a otro escenario a continuación.
- Las autoridades venezolanas pueden bloquear su ingreso por rutas aéreas, como ha sucedido en otras oportunidades con ex presidentes de la región (Fox, Quiroga, Moscoso y Rodríguez este año), e incluso con presidentes en funciones (Giammattei en 2019), que han querido ingresar a territorio venezolano y les ha sido negada la entrada. Y en el caso de que se intente ingresar por vía terrestre, habría una posible profundización de la tensión diplomática con los gobiernos de Colombia y Brasil (de por sí ya distanciados de Maduro) por permitirle a Edmundo González el acceso a Venezuela a través de sus fronteras.
Además de lo antes descrito, juega en contra otro factor y es el desfase entre los tiempos de la crisis venezolana con los tiempos de la transmisión de poder en Estados Unidos. Básicamente, gane quien gane la elección presidencial en la potencia del norte, todo apunta a que no disminuirá la polarización en ese país y habrá una transición de mando compleja el 20 de enero de 2025. Hasta esa fecha, 10 días después de la toma de posesión en Venezuela, Estados Unidos no revisará su postura hacia el país y eso le compra tiempo a Nicolás Maduro para que pueda imponerse por todas las vías y tener controladas las variables que necesita para gobernar.
De manera que, a poco más de 2 meses, las probabilidades de que Edmundo González Urrutia logre tomar posesión como presidente de la República en territorio venezolano el 10 de enero de 2025 son escasas, por no decir nulas.