El costo de la vida creció, pero hubo estabilidad
Llegamos al final del año y es un buen momento para examinar cómo se desempeñó la economía de Guatemala. ¿Fue un buen o un mal año para la economía del país?
Primero, veamos el incremento de precios, que es lo que más afecta a las familias guatemaltecas. En 2022 y 2023 los precios crecieron 6.7% en promedio, aunque algunos precios crecieron mucho más y algunos un poco menos. Fueron dos años muy duros para el bolsillo de los guatemaltecos.
Durante el presente año el incremento de precios ha seguido, pero a un ritmo menor, de 3.1% en promedio. En octubre, la inflación interanual se ubicó en tan solo 1.16%, la cifra más baja desde 2020.
Los precios no volverán a ser los mismos que hace 4 años, pero es una buena noticia que la inflación está en los niveles más bajos desde hace muchos años. Esperemos que así siga.
Por otra parte, se espera que la economía cierre el 2024 con un crecimiento de 3.5%, el promedio de los últimos 10 años. Es decir, la economía de Guatemala no tuvo un desempeño sobresaliente, pero tampoco estuvo mal, a pesar de los múltiples problemas que hubo en la infraestructura del país.
No cabe duda de que los guatemaltecos somos bastante resilientes, pero también es cierto que las remesas siguen siendo un motor de crecimiento importante del país. La estabilidad de nuestra economía en la última década y media se debe al incremento incesante de las remesas y no al buen desempeño de los gobiernos.
Por último, es interesante que el crédito otorgado por los bancos sigue con un crecimiento robusto y la Inversión Extranjera Directa llegará a $1,800 millones según estimaciones del Banco Central.
En conclusión, no fue un mal año para la economía de Guatemala, pero seguimos con los problemas de siempre. Veremos que nos espera en 2025.
Columna publicada originalmente en Nuestro Diario el 5 de diciembre.