Una narración que ofrece a los lectores un escalofriante viaje a una Guatemala alternativa, un país distópico caracterizado por la corrupción desenfrenada, la avaricia y un sistema legal quebrado
El concepto de "ojo por ojo" es uno de los principios más antiguos conocidos por la humanidad, que se remonta a miles de años en la antigua Mesopotamia, concretamente al famoso Código de Hammurabi. Estos códigos legales, inscritos en tablas de piedra, prescribían castigos específicos para diversos delitos, haciendo hincapié en que el castigo correspondiera a la naturaleza y gravedad de la ofensa. Este principio, también conocido como la “ley del talión”, pretendía disuadir de la comisión de delitos y promover un sentido de proporcionalidad y justicia en la sociedad.
En el presente, la ley del talión se considera una rémora de la barbarie ya que en nuestro ordenamiento jurídico estatal moderno, el principio del "ojo por ojo" se sustituyó por un enfoque humanista y liberal de la justicia. No obstante, pareciera que cuando el Estado falla en ser ese árbitro neutral que administra justicia, la sociedad recurre nuevamente a eso que el filósofo francés René Girard llamaba venganza destructiva, que es aquella que se produce en sociedades primitivas que no tienen un mecanismo eficiente de reparación que ponga fin a la “violencia interminable”, concepto éste último, equivalente a la “guerra permanente” en el estado de naturaleza hobbesiano.
Este es uno de los temas torales de la reciente novela de Francisco Pérez de Antón, El Crimen de la Magistrada. Una narración que ofrece a los lectores un escalofriante viaje a una Guatemala alternativa, un país distópico caracterizado por la corrupción desenfrenada, la avaricia y un sistema legal quebrado. Ambientada en un futuro no muy lejano, la historia nos introduce en un mundo donde los altos tribunales y los jueces, han descendido al abismo de la decadencia moral, vendiendo sus sentencias al mejor postor. Los bufetes de abogados se han transformado en proveedores de impunidad, atendiendo exclusivamente a criminales que buscan torturar la ley para su beneficio. Y por si fuera poco, en esta ficción, las iglesias evangélicas sirvien de fachada para las tramas de blanqueo de dinero, completando una bien aceitada tríada de corrupción.
El protagonista de la novela, Rodrigo Láynez, un abogado joven e idealista, se embarca en una búsqueda de la justicia tan peligrosa como necesaria. Intenta descubrir la verdad que se esconde tras la misteriosa muerte de su mentora, la magistrada Rosalía Albayeros, quien a pesar de ciertas sombras en su carrera judicial, se mantuvo como un faro de honradez e integridad en un mundo descarriado. A medida que Láynez se adentra en la red de engaños y crimen, se hace evidente que su mentora se había visto envuelta en una compleja trama delictiva que la obligaría a tomarse la justicia por su mano, aunque ello supusiera sacrificar su reputación y, en última instancia, su vida.
La fuerza de El crimen de la magistrada reside no sólo en su fascinante historia, sino también en su vívido y pesadillesco retrato de una sociedad totalmente a la deriva. Pérez de Antón crea con maestría una atmósfera que introduce al lector en un mundo en el que el bien y el mal se han difuminado hasta hacerse irreconocibles. Sobre este punto, vale la pena rescatar las crudas palabras de uno de los personajes hacia el final del libro:
“La venganza es uno de los impulsos primarios más poderosos del hombre que la civilización y el Estado de Derecho no han logrado suprimir. No hay persona que no haya sentido alguna vez la compulsión de restaurar su equilibrio existencial y emocional cuando la justicia de los hombres está distraída o ausente (...) Todo ser humano tiene derecho a la venganza civilizada, llamada por otro nombre: justicia. Pero cuando la justicia se vuelve venal y corrupta, lo común es que las personas recurran al más primitivo desquite”
Saliendo de la ficción y regresando a la realidad, en 2021 el 45% de los guatemaltecos manifestaba que no le tenía nada de confianza al Ministerio Público, 54% lo dijo sobre la Corte Suprema de Justicia y 56% de la Corte de Constitucionalidad [1]. Esto debe llamar a la reflexión sobre la necesidad de reformas profundas en el sistema de justicia y en la carrera judicial, así como en la formación y en la práctica jurídica en las universidades del país.
Esta novela, sin duda, es una dura advertencia que debemos tomar en serio como sociedad.
[1] Encuesta Cid-Gallup. Agosto 2021.