La semana pasada falleció a sus 90 años el doctor Jorge Mario García Laguardia. Con su partida, Guatemala perdió a un auténtico jurista. Su obra debe ser lectura obligatoria para los guatemaltecos interesados en el estudio del derecho constitucional.
García Laguardia se licenció en Derecho en la USAC y tras la caída de Arbenz tuvo que salir al exilio. Se doctoró en Derecho Constitucional y Administrativo en la UNAM, universidad en la cual fue profesor. Publicó artículos en revistas académicas, fue autor de diversos capítulos de libros y fue autor de otros propios.
Sus estudios sobre la Constitución de Cádiz son notables. De lectura recomendada es su libro sobre la participación de Antonio Larrazábal en las Cortes de Cádiz, su capítulo titulado La Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Un aporte americano en La Constitución de Cádiz y su influencia en América y su libro en coautoría con David Pantoja Morán titulado Tres documentos constitucionales en la América española preindependiente.
Vale la pena leer la Evolución del constitucionalismo social en Centroamérica y Panamá publicada en el Boletín Mexicano de Derecho Comparado y su libro sobre la Constitución y constituyentes del 45 en Guatemala. Y para entender la evolución del derecho constitucional guatemalteco vale la pena leer su Breve historia constitucional de Guatemala donde nos ofrece una síntesis desde la Constitución de Cádiz hasta la transición democrática y nuestra actual Constitución.
García Laguardia pudo volver a Guatemala tras la apertura democrática y ocupó cargos importantes. Fue designado por la Corte Suprema de Justicia como magistrado de la Corte de Constitucional en la magistratura 1991-1996. Fue magistrado cuando Serrano Elías intentó dar el autogolpe con la promulgación de las Normas Temporales de Gobierno.
Como magistrado de la Corte de Constitucionalidad fue parte del tribunal que decidió históricamente actuar de oficio y declarar inconstitucionales dichas normas (Expediente 225-93). Un episodio complejo que el propio García Laguardia relata en su texto Transición democrática y nuevo orden constitucional. La Constitución guatemalteca de 1985 en la que califica dicha resolución como “el caso más espectacular”. Dicho sea de paso, vale la pena también leer el relato que hace de este suceso el jurista Rodolfo Rohrmoser Valdeavellano en De cómo viví el Serranazo.
Posteriormente y tras ser designado presidente el hasta entonces procurador de derechos humanos, Ramiro de León Carpio, Jorge Mario García Laguardia dejó la Corte de Constitucionalidad para ocupar el cargo de ombudsman.
No soy el más calificado para hablar de la obra de García Laguardia y he mencionado apenas una fracción de su trabajo. Espero que sirva como motivación para quienes no han explorado su obra que, a mi juicio, no ha sido apreciada en su justa dimensión. Aunque él ya no estará entre nosotros, su obra es un legado valioso para los juristas jóvenes que anhelamos entender mejor este país y su historia.