La deuda pública del país se ha incrementado fuertemente en las últimas dos décadas. De 1995 a 2014, la deuda del Gobierno Central se multiplicó por nueve, al pasar de Q 11,900 millones a más de Q 110,000 millones. ¿Es esto sostenible?
La deuda pública del país se ha incrementado fuertemente en las últimas dos décadas. De 1995 a 2014, la deuda del Gobierno Central se multiplicó por nueve, al pasar de Q 11,900 millones a más de Q 110,000 millones. Este aumento no sólo ha sido en términos nominales, sino también en términos relativos. En 1995 la deuda gubernamental representaba el 15.4% del PIB, mientras que para finales de 2014 representaba el 24% del PIB. Esto significa que, en promedio, en las últimas dos décadas el crecimiento de la deuda pública ha sido mayor que el crecimiento del PIB.
Este aumento que ha registrado la deuda pública del país debe hacernos reflexionar sobre la sostenibilidad que tendría en el mediano o largo plazo. Los países no pueden incrementar la deuda de forma indefinida, debido a que tarde o temprano se les dificultará hacer frente a sus obligaciones. A lo largo de las últimas cuatro décadas, varios países de América Latina han caído en serias crisis económicas debido a que los gobiernos no pudieron pagar las abultadas deudas que contrajeron. Por su parte, la Eurozona aún no se recupera completamente de la crisis de deuda que enfrentaron varios de sus países miembros, luego del déficit fiscal desmedido que implementaron para salvar su sistema financiero y/o para paliar los efectos de la crisis mundial de finales de la década pasada.
“De 1995 a 2014, la deuda del Gobierno Central se multiplicó por nueve, al pasar de Q 11,900 millones a más de Q 110,000 millones”
Cuando un gobierno no puede pagar la deuda contraída, los flujos de capitales e inversión se paralizan, dando paso a una crisis económica que provoca una caída de la producción y un incremento del desempleo. Los ajustes fiscales que se necesitan para pagar la deuda provocan una mayor contracción de la economía, lo que al final resulta en una crisis de grandes dimensiones. Esta es la historia abreviada de lo que han experimentado varios países europeos en los últimos cinco años. En el caso de Guatemala, no hemos experimentado crisis de deuda pública en las últimas cinco décadas, desde que finalmente se terminó de pagar la llamada “Deuda Inglesa”. En este sentido, el récord crediticio del país es impecable en el último medio siglo. Sin embargo, resulta interesante que las agencias que evalúan las deudas soberanas se rehúsan a otorgarle a Guatemala una calificación de “grado de inversión”. Es decir, consideran que invertir en la deuda soberana del país implica cierto nivel de riesgo.
Ante el incremento de la deuda del país en las últimas dos décadas y las reservas que expresan las agencias crediticias sobre la calidad de la deuda gubernamental, cabe preguntarse si los niveles de deuda en el país están sobrepasando los niveles prudenciales y han alcanzado niveles críticos.
Como se indicó anteriormente, el nivel de deuda actual del país alcanza el 24% del PIB y se ha mantenido alrededor de este número en los últimos cinco años. Algunos estudios señalan que un nivel de deuda de entre 35% y 40% del PIB representa un peligro para la estabilidad macroeconómica de los países. Sin embargo, hay algunos otros estudios que señalan que en el caso de las economías emergentes, este límite empieza a partir del 25% del PIB. De hecho el FMI publicó en el año 2003 un estudio en el que señala que el 35% de las economías que cayeron en impago entre 1970 y 2002, presentaban un nivel de deuda de entre 20% y 40% del PIB el año previo a la crisis. Contrario a la opinión de muchos analistas que consideran que Guatemala todavía tiene un amplio espacio para endeudarse, la evidencia muestra que ya estamos alcanzando un límite peligroso.
“En Guatemala la deuda sobrepasa 2.2 veces los ingresos que se obtienen cada año”
Esta idea se refuerza si se consideran otros dos indicadores importantes. El primero es el saldo de la deuda sobre el total de ingresos. Este indicador señala cuántas veces sobrepasa la deuda los ingresos que se obtienen cada año. Como se puede observar en la gráfica número 2, este indicador se deterioró considerablemente a partir del año 2009 y no ha retornado a los niveles previos. Esto se debió a la caída de los ingresos tributarios y a la expansión del gasto público que se registró en aquel año. En los últimos seis años este indicador ha tenido un valor aproximado de 2.2 veces, muy cercano al valor crítico de 2.5.
Por último es importante considerar qué proporción del ingreso total del gobierno es dedicado al pago de intereses. Este indicador se incrementó ligeramente a partir de 2009 y ha estado entre 12.6% y 13.3% en el último quinquenio; lo que implica que más del 10% de los ingresos totales que percibe el gobierno son dedicados al pago de intereses. Para poner en contexto esta cifra, en el año 2014 se pagaron Q6,583.2 millones en intereses, lo que representa Q936 millones más que el presupuesto del Ministerio de Salud vigente en el presente año, que es de Q5,647.2 millones. Sin duda alguna, el pago de intereses representa un alto costo para el país, ya que absorbe una parte importante del presupuesto público.
Los indicadores analizados nos sugieren que los niveles de deuda del país han alcanzado niveles preocupantes. Si a esto le sumamos la opacidad en el gasto público, podríamos cuestionar la contribución de dicha deuda al bienestar general de los ciudadanos. Al final tenemos que hacer frente a una deuda de más de Q110,000 millones que va en aumento, sin tener la certeza que han sido invertidos en las necesidades prioritarias de la población y con la transparencia debida.
Q110,000 millones ES LA DEUDA QUE TENEMOS QUE ENFRENTAR FUENTE: BANGUAT, MINFIN | Por esta razón es necesario implementar una estrategia de gestión adecuada de la deuda pública. Claramente se tienen que hacer los ajustes necesarios para reducir la deuda a no más de 20% del PIB, o incluso a niveles inferiores. |
Esto daría margen a los gobiernos para implementar una política anticíclica en caso de desastres naturales o de crisis mundiales extremas.
Algunos países como Chile, han experimentado con reglas fiscales que les permiten ahorrar en tiempos de crecimiento económico alto, y “desahorrar” en momentos de crisis. Esta estrategia le permitió a este país sudamericano reducir de forma dramática sus niveles de deuda pública. En el año 2007 la deuda del gobierno central representaba solamente el 3.9% del PIB. Cuando se desencadenó la crisis mundial el año siguiente pudieron realizar una exitosa política anticíclica, debido a sus ínfimos niveles de endeudamiento.
En el caso de Guatemala sería difícil pensar que el gobierno alcance un superávit fiscal en el corto plazo. Esto representaría un ajuste demasiado fuerte. Sin embargo, si se logra establecer un déficit fiscal cercano al 1% del PIB, la deuda comenzaría a experimentar una reducción gradual en relación al PIB. Esto permitiría alejarnos paulatinamente de la zona de riesgo en el que estamos actualmente y dar margen de maniobra ante futuras eventualidades.
Lo importante es que se implemente una estrategia de Estado de sostenibilidad de deuda pública en el mediano y largo plazo; y que el presupuesto público sea conducido con criterios técnicos y no políticos.
La deuda pública del país se ha incrementado fuertemente en las últimas dos décadas. De 1995 a 2014, la deuda del Gobierno Central se multiplicó por nueve, al pasar de Q 11,900 millones a más de Q 110,000 millones. ¿Es esto sostenible?