Identificar los escenarios pesimistas y no hablar de propuestas para afrontar la crisis es un error. Es precisamente en estos momentos en los que es necesario ver en la historia casos de éxito para afrontar las grandes debacles económicas. Hablar de Integración Económica como solución para la desnutrición, pobreza, migración, inseguridad y tantos otros males que compartimos como región ya no es sólo un proyecto que se debe impulsar, sino parece la mejor opción para acelerar el proceso de recuperación económica después de la pandemia.
La integración económica tiene por objetivo eliminar de manera paulatina las barreras económicas que existen entre los países. La implementación de mecanismos de facilitación de comercio, se justifican porque en la medida en la que los procesos de intercambio entre los actores son más sencillos, se genera un ambiente económico más agradable y óptimo para la generación de empleos, inversiones, riqueza, bienestar y desarrollo.
Bela Balassa en 1964 lo definió como “un proceso a través del cual dos o más mercados nacionales previamente separados y de dimensiones unitarias estimadas poco adecuadas se unen para formar un solo mercado (mercado común) de una dimensión idónea”. Para el caso centroamericano, la definición se ajusta casi a la perfección. Somos 7 países con economías pequeñas, que probablemente lograríamos participar de mejor forma en el intercambio comercial global si fuéramos una única unidad económica.
Tomar pasos concretos para consolidar este proyecto ha sido parte de la historia de nuestros 7 pequeños países. Son incluso más antiguos que los esfuerzos que se iniciaron en el siglo XX para conformar lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Sin embargo, los avances en nuestra región aún se quedan escasos. Parece que hace falta voluntad política para completar los procesos y también hace falta socializar de mejor forma los beneficios que podrían producirse de ello. El Observatorio Centroamericano tiene por objetivo precisamente eso, identificar las áreas de oportunidad para impulsar la Unión Económica de la región.
En medio de la pandemia, es más relevante aún hablar de soluciones en el largo plazo para intentar minimizar los costos humanos que nos dejará el coronavirus. De acuerdo con un análisis presentado por la CEPAL, se pronostica una contracción regional promedio de 6.5 % en el PIB anual de los países de Centroamérica. Este golpe puede representar un retroceso de al menos 10 años en los niveles de ingreso de sus habitantes.
Elaboración propia con datos del Informe especial COVID19 de la CEPAL.
Pero el drama es tan económico como humano. Es falso el dilema entre economía y salud. Esto se pone en evidencia cuando las proyecciones económicas van de la mano con las proyecciones de pobreza y desnutrición. Según estimaciones de la CEPAL solo en el Corredor Seco se podría aumentar de 1.6 millones de personas con inseguridad alimentaria a 3 millones de seres humanos.
Los números presentados por las organizaciones internacionales hacen innegable el hecho de que estamos encaminados hacia un futuro con severas dificultades económicas y humanas. En términos económicos, se considera un periodo de recesión cuando la tasa de variación del PIB es negativa durante dos trimestres consecutivos. En esta fase del ciclo económico, se disminuye el consumo y la inversión y hay un aumento en la tasa de desempleo. Todas estas condiciones se han puesto en evidencia en los últimos meses.
Hablar de recesión económica es ya prácticamente una realidad en todos los países del mundo. Solo para el caso de Guatemala, se registraron caídas en el Índice de Actividad Económica (IMAE) durante los meses de marzo, abril y mayo. En el Reporte de Actividad Económica presentado por la Fundación Libertad y Desarrollo en julio, se hizo un análisis sobre los factores económicos que permiten hacer esta aseveración para nuestro país. Es más, parece que nos encontramos ante la peor crisis económica de los últimos 90 años.
El resto de nuestros vecinos también presentan escenarios poco optimistas. Para el caso de Panamá, estimaciones de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura aseguran que entre 15% y 20% de la Población Económica Activa podría verse afectada, es decir más de 400mil personas podrían quedar desempleadas. En El Salvador la tasa de desempleo, podría ascender a 200mil personas.
Identificar los escenarios pesimistas y no hablar de propuestas para afrontar la crisis es un error. Es precisamente en estos momentos en los que es necesario ver en la historia casos de éxito para afrontar las grandes debacles económicas. Hablar de Integración Económica como solución para la desnutrición, pobreza, migración, inseguridad y tantos otros males que compartimos como región ya no es sólo un proyecto que se debe impulsar, sino parece la mejor opción para acelerar el proceso de recuperación económica después de la pandemia. Tomar pasos seguros hacia mejorar nuestro perfil comercial y posicionarnos como una región solidificada ya no es -o debería de ser- algo postergable sino más bien una necesidad en el corto plazo.
El tiempo es nuestro mejor maestro y la historia nos permite evaluar los éxitos y fracasos de las políticas públicas que los gobiernos han implementado para intentar mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. La forma en la que se produjo e impulsó la Integración Económica en Europa fue precisamente en un periodo de recesión económica en la postguerra.
Aunque ya existían algunos esfuerzos por formar una zona geográfica con facilidades comerciales, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que se impulsó de manera más agresiva la unificación que tuvo sus primeros pasos con la generación de una Unión Aduanera que con los años, evolucionó hasta consolidar lo que se conoce hoy como la Unión Europea.
Esos primeros esfuerzos por construir zonas económicas unificadas se produjeron -según Balassa- en torno a 1953 -casi 10 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial- cuando se conformó la unión aduanera y posterior unión económica entre los países de la región del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo), Francia, la República Federal de Alemania e Italia. Es importante mencionar que desde 1944 los países miembros de la región del Benelux elaboraron una Convención de Aduanas que establecía una comunidad arancelaria entre los tres países y planteaba la posterior creación de una unión económica para fomentar las economías de escala. ¿En qué consiste entonces una unión aduanera como esfuerzo primario para consolidar una zona económica común?
Balassa, probablemente el referente por excelencia en materia de integración económica, identifica 5 etapas en el proceso de integración: zona o área de libre comercio, la unión aduanera, el mercado común, la unión económica y la comunidad económica o integración económica total. Para los fines de esta entrega del Observador, nos enfocaremos en las primeras dos, en otras entregas se profundizará respecto a las características de las otras etapas.
La zona o área de libre comercio es un espacio geográfico en el que se eliminan las barreras arancelarias y no arancelarias a las exportaciones o importaciones procedentes de los estados miembros, mientras que cada uno de los países mantiene sus tarifas arancelarias con el resto de los países. En este tipo de acuerdo, se mantienen los puestos de control fronterizo con el ánimo de identificar la procedencia de las mercancías y evaluar si corresponde la ventaja arancelaria.
En el Acuerdo general sobre aranceles aduaneros y comercio (GATT 94) que tiene su base en el GATT 47 y que establece la creación de la Organización Mundial de Comercio, se estipula que:
- a) se entenderá por unión aduanera, la substitución de dos o más territorios aduaneros por un solo territorio aduanero, de manera:
- i) que los derechos de aduana y las demás reglamentaciones comerciales restrictivas (excepto, en la medida en que sea necesario, las restricciones autorizadas en virtud de los artículos XI, XII, XIII, XIV, XV yXX) sean eliminados con respecto a lo esencial de los intercambios comerciales entre los territorios constitutivos de la unión o, al menos, en lo que concierne a lo esencial de los intercambios comerciales de los productos originarios de dichos territorios; y
- ii) que, a reserva de las disposiciones del párrafo 9, cada uno de los miembros de la unión aplique al comercio con los territorios que no estén comprendidos en ella derechos de aduana y demás reglamentaciones del comercio que, en substancia, sean idénticos;
En términos más sencillos, en una unión aduanera, los países establecen un área de libre comercio y comparten un arancel externo común con los países que no forman parte del acuerdo. Una de las características principales de estas primeras dos etapas mencionadas es que están limitadas únicamente al intercambio de mercancías.
La pregunta que ahora se pretenderá responder gira entorno al estatus de Centroamérica respecto al establecimiento de un área de libre comercio que establezca un arancel externo común con terceros países. ¿Cómo vamos con la unión aduanera centroamericana?
La implementación de una unión aduanera en Centroamérica es un objetivo establecido desde 1960 con la suscripción al Tratado General de Integración Económica Centroamericana. El Capítulo I, Artículo I cita lo siguiente:
Los Estados contratantes acuerdan establecer entre ellos un mercado común que deberá́ quedar perfeccionado en un plazo máximo de cinco años a partir de la fecha de entrada en vigencia de este Tratado. Se comprometen además a constituir una unión aduanera entre sus territorios.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos iniciados en aquel momento, hasta la fecha las negociaciones han tenido escasos resultados. En los últimos años se han presentado una serie de avances a través de las reuniones de presidentes bajo las directrices de SICA. En 2002 se aprobó el plan de acción para la creación de la Unión Aduanera Centroamericana. En 2004 se estableció el marco para las negociaciones para la posterior aprobación del Convenio Marco para el establecimiento de la UA en 2007.
El Convenio Marco de la Unión Aduanera establece que para el desarrollo de la Unión Aduanera se implementarán tres etapas: la promoción de la libre circulación de bienes y facilitación de comercio, modernización y convergencia normativa y el desarrollo institucional. A partir de eso, se elaboró y dio seguimiento a una hoja de ruta para establecer la Unión Aduanera en el periodo comprendido de 2015 a 2024.
A partir de los antecedentes previamente mencionados, en 2015 se firmó el Marco General de los Trabajospara el Establecimiento de la Unión Aduanera entre la República de Guatemala y la República de Honduras que establece el mandato, la base legal y la ruta a seguir para instalar la UA entre los dos países, este es el Anexo 1 del Protocolo Habilitante para el Proceso de Integración Profunda hacia el Libre Tránsito de Mercancías y de Personas Naturales entre las Repúblicas de Guatemala y Honduras. En estos documentos se define de manera más específica los términos para la integración de los procesos aduaneros entre ambos países.
Desde su implementación en junio de 2017, se crearon los puestos fronterizos integrados en El Corinto, El Florido y Agua Caliente. El comercio entre Honduras y Guatemala requiere un único instrumento para su tránsito, la Factura y Declaración Única Centroamericana). El 75% del comercio de esta zona está en libre circulación. De acuerdo con SICA, la integración aduanera de estos dos países permite mejorar las relaciones comerciales para el 50% de la población de la región y es equivalente al 52% del comercio intrarregional.
Fuente: Informe del Estado Actual de la Integración Económica Centroamericana. (Ver informe)
Según datos de la SIECA presentados en El Periódico, el intercambio comercial entre de Guatemala y Honduras generó USD 2.71 millardos entre 2017 y 2019. De estos, USD735.4 millones fueron operaciones realizadas a través de la Fyduca. Es decir, el 27% de las transacciones entre ambos países es producto de la facilitación de los procesos de intercambio que es posible a través de la unión aduanera.
En 2018, se oficializó el acuerdo de adhesión de El Salvador al proceso de unión aduanera. Se espera integrar mecanismos de facilitación de comercio en al menos 6 puntos fronterizos: El Amatillo, El Poy, La Hachadura, Anguitú, Las Chinamas y San Cristóbal. De acuerdo con SICA, integrar a las tres economías, permitirá unificar el 69% del comercio en la región.
La gráfica anterior pretende ilustrar el crecimiento porcentual por año entre Guatemala y Honduras del año 2000 a 2019. El comercio entre ambos países ha crecido en promedio 9.34% en los últimos 19 años. Entre 2004 y 2007 se produjo un crecimiento bastante significativo en el intercambio comercial entre ambos países, sin embargo, la crisis económica de 2008 provocó una caída severa. A partir de ahí la relación entre los países ha sido volátil. En los años 2017 y 2018 se produjo un crecimiento superior al promedio con 8.55% y 10.86% respectivamente, pero en 2019 se produjo una caída de -1.05%.
Como se puede observar, no se produce un incremento exponencial a partir de la implementación de la Unión Aduanera en junio de 2017. Es probable que se requiera de más tiempo para medir los efectos reales de este mecanismo de facilitación comercial, sin embargo, es muy probable que derivado de la reducción de los costos de transacción, el intercambio comercial entre ambos países aumente.
Reducir los costos de transacción para los actores de comercio intrarregionales y globales, contribuirá a mejorar el ambiente económico de la región. La Unión Aduanera entre Guatemala y Honduras, y la posterior adhesión de El Salvador es un excelente avance para consolidar el proyecto de la Integración Económica Centroamericana. La reducción de tiempos y costos en el paso fronterizo entre los países de la región, genera incentivos para promover el intercambio dentro y fuera de la región.
La pandemia es un punto de inflexión en el que es muy necesario identificar estrategias que permitirán acelerar el proceso de recuperación económica y ofrecer un futuro con oportunidades de desarrollo a los miles de centroamericanos que viven en condiciones de pobreza. La integración económica de la región ofrece beneficios tangibles en el corto plazo que son muy necesarios ante el contexto de la pandemia. Hoy más que nunca es necesario impulsar una Centroamérica unida para hacerle frente a los desafíos que se nos presentan.