La fuga de mareros

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La confianza en las autoridades está por los suelos

 

La fuga de veinte mareros de la cárcel de Fraijanes II es el mayor escándalo que ha enfrentado este gobierno. Es un duro golpe a su imagen y credibilidad. 

La inseguridad y la violencia han crecido este año y las maras se encuentran en el centro del debate público luego que fueron declaradas terroristas por el gobierno de Estados Unidos.

No hay excusa ni explicación que justifique semejante descuido en el sistema penitenciario. Después de un año y medio gobernando, se esperaría que hubiesen tomado el control de las cárceles. 

Lo más grave es la tardanza en responder a la crisis por parte del presidente. Al momento de escribir este artículo, aún no se había pronunciado, luego de más de dos días desde que se hizo pública la noticia. Este largo silencio solo desgasta aún más su dañada imagen. 

Ahora toca plantear una nueva estrategia de seguridad con nuevas autoridades, ya que es políticamente inviable mantener a las actuales.

A la crisis en infraestructura, ahora se suma esta crisis en seguridad, lo que podría hundir aún más los niveles de aprobación del gobierno.

El presidente tendrá que redoblar esfuerzos con su equipo para poner orden en las cárceles y combatir las maras. Este tema, junto con el de infraestructura, son las prioridades que necesita resolver rápidamente.

El Congreso también debe asumir su responsabilidad, haciendo las reformas legales necesarias y aprobando los recursos para que se construyan cárceles de alta seguridad de forma urgente. 

Por su parte, el Ministerio Público debe investigar a los guardias y al director de ese centro carcelario. Los responsables deben enfrentar las penas correspondientes. Solo así se evitará que se repitan en el futuro estos hechos lamentables. 

 

*Columna publicada originalmente en Nuestro Diario el 16 de octubre. 

Newslatter

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