Democracy or representative government?

Democracy or representative government?
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Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
08 Jun 2023

El sistema representativo, por definición, se opone al despotismo.

 

En estos tiempos, se ha vuelto tremendamente difícil conseguir un buen texto de Política. Tanto la producción académica de las editoriales universitarias, como las editoriales comerciales que abarrotan librerías, están publicando obras de actualidad que se podrían considerar meros comentarios y notas del fenómeno político (o politizado) que esté de moda en el momento. Los clásicos se leen cada vez menos y la opinión moralista cunde cuando se trata de estudiar cualquier tema que tenga como centro el poder. 

Dentro de esa maraña de catequistas de la política actual, descollan pocos autores verdaderamente estudiosos de lo político en su dimensión más real. Pero sin dudas, uno de los más originales es Julien Freund (1921-1993), sociólogo político y polemólogo francés a quien debemos aportes fundamentales como distinción entre lo político y la política. También en su obra seminal de 1968, La esencia de lo político, profundizó en los presupuestos trascendentales de lo político: mando-obediencia, amigo-enemigo y público-privado. 

Discípulo de Carl Schmitt y Raymond Aron, Freund es de los escasos autores contemporáneos que vuelve a los orígenes del pensamiento político al analizar las formas de gobierno, un tema prácticamente abandonado por la teoría política actual. Abandono que se evidencia en las falencias de los analistas en boga y bestsellers que caen constantemente en la imprecisión de dar por sentada la infalibilidad y la permanencia ad eternum de la democracia. 

En ese sentido, en un ensayo intitulado “El gobierno representativo”, Freund comienza por explicar que “Democracia”, responde más bien a una idealización nostálgica de los ilustrados sobre el sistema político de Atenas en el siglo V a. C., y que por esta razón, él prefiere llamarlo “gobierno representativo”, para de esta forma despojar a este sistema de gobierno de toda la moralina actual en torno al antiguo vocablo. De allí que Freund hable más bien de Democratisme, traducido al español como “democracia moral”, la cual varios estudiosos del tema describen como “el temible enemigo de la democracia prosaica realmente existente”. Esto no significa que cuando nos adentramos a estudiar la realidad del poder en un gobierno representativo “todo se valga” o que sea ésta una forma de gobierno inmoral. Lo explicamos de seguidas. 

Para Freund, el gobierno representativo parte de varias premisas: 1) los representantes actúan en nombre de la colectividad, 2) el poder político representa a la colectividad, 3) la representación es una simulación de lo que representa y 4) suele asignársele una connotación positiva y laudatoria (que usualmente remite a una idea aristocrática). 

El sistema representativo, por definición, se opone al despotismo y no debe ser confundido con el parlamentarismo, ya que puede ser corporativo. Para Freund, es “moralmente mejor”, pero no porque subordine la política a imperativos neutralizadores abstractos, sino porque responde a las exigencias del comportamiento o ethos político. 

Sus principios constitutivos son: 1) poder compartido, según lo que Montesquieu definió como “separación de poderes”, 2) poder revocable, a través de sucesión electoral, 3) publicidad, es decir, acceso de los gobernados a información del poder a través de varios mecanismos: a) procesos judiciales, b) control del presupuesto y cargas fiscales, c) debate público entre representantes, d) prerrogativas del mandatario electo, e) libertad de los gobernados de consultar con otros para formarse una opinión. 

Dice el propio Freund que prácticamente, desde la clasificación aristotélica de las formas de gobierno por el número de gobernantes (monarquía, aristocracia y democracia), pasando por la teoría de la anaciclosis de Polibio y, más contemporáneamente, con los aportes de Max Weber sobre las formas de dominación (tradición, carisma, legalidad), no ha habido otra innovación en el tema. Y es aquí donde aparece otro inmenso aporte de Freund al pensamiento político y a las formas de gobierno, esta vez, desde el grado de politización: 1) Hipercracia, como omnipotencia de mando 2) Mesocracia, como el poder con medida, el cual dice Freund que sería la “política auténtica” y 3) Anarquía, como vacío de poder, que según Freund, realmente lo que encierra es la máxima politización, porque toda despolitización es en sí misma una sobrepolitización. Una idea muy profunda que merece un análisis aparte. 

De allí que para Freund la palabra más adecuada para designar al gobierno representativo sea Mesocracia. Un sistema que reconoce la autoridad política y rechaza el individualismo subjetivista. Un gobierno con “sentido de realidad” (como diría Isaiah Berlin), con reparto del poder y con límites claros en donde nadie pueda abusar de un poder ilimitado ni gozar de inmunidad permanente.