En el programa de hoy analizamos la psicología de los dictadores y tiranos de la región, sus perfiles y el daño que son capaces de hacer para llevar a cabo sus objetivos.
En su editorial, Dionisio Gutierrez se refirió al perfil de gobernantes que los latinoamericanos están eligiendo en las urnas: “Cuando un país está mal, es principalmente, porque está mal gobernado. Hagan su propio análisis. Será un ciclo, será el clima, la mala suerte, oferta mediocre, votantes a los que nos engañan fácil, o qué sé yo; lo que está claro es que están llegando a la presidencia, al congreso y a las cortes en demasiados de nuestros países, gente con un comportamiento, intenciones y actitudes que se identifican con los trastornos de la psicopatía”.
Además, señaló el daño severo que hacen estas personalidades en el gobierno: “El psicópata es impulsivo, manipulador e incapaz de sentir remordimiento. Toma decisiones irresponsables, crueles y despiadadas. No tiene empatía frente al sufrimiento de la gente. Los expertos dicen que los psicópatas buscan poder y control por inseguridad personal, por necesidad de reconocimiento y por la creencia de que solo ellos son capaces de gobernar. Así nacen los dictadores o quienes buscan estar siempre, de alguna manera, con poder y control, aunque el costo sea la destrucción de la democracia y sus instituciones y la cancelación del futuro de una nación”.
También, advirtió sobre las repercusiones nefastas de un dictador psicópata en el poder: “Esa ambición enferma y desmedida lleva a los psicópatas con poder a justificar su corrupción, violar derechos, suprimir libertades, perseguir a la oposición, incumplir leyes, y más. Y todo por mantener el poder. Uno de los aspectos más perturbadores de los autócratas psicopáticos es su disposición a dar órdenes para quitar vidas humanas sin que les tiemble el pulso”.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a un psicólogo clínico con maestría en Filosofía Objetivista, Juan Ignacio Ardón, sobre el perfil de los dictadores psicópatas y sociópatas y también al abogado constitucionalista y doctor en Derecho, Jesús María Alvarado, sobre el daño institucional que causan estos tiranos en sus países.
Sobre los rasgos principales que caracterizan al dictador psicópata, el especialista explicó: “El dictador psicópata es un sujeto que en su mente va creyendo que su conciencia está por encima de la existencia, y cuando hablo de existencia me refiero a las leyes, los acuerdos, la democracia y que, por supuesto, está por encima de los demás. Tampoco hay dictador sin su falseador ¿qué quiere decir eso? Las personas que tiene alrededor que lo falsean y constantemente están haciéndole creer y sentir que tiene la razón. Una persona que cree que la verdad existe de acuerdo a lo que siente y a lo que él considera que son los hechos, es muy peligrosa en el poder”
Sobre el comportamiento de las masas que llevan al poder a este tipo de individuos, el psicólogo argumentó: “¿Cómo logramos que esto se frene o que esto no siga su curso de una manera tan trágica? Debemos identificar el perfil de aquellos que hacen grande a un sociópata, que lo validan. El proceso de desarrollo de una mente así tiene que ver con las personas alrededor o con las creencias de los pueblos. Son sujetos que caen en la trampa de pensar que un país lo va a salvar a alguien, una súper persona, una superconciencia. Son sujetos que caen en la mentalidad de idealización, por eso, hay que hacer énfasis en el que alimenta al sociópata y desea que en la silla del gobernante esté un superhombre en lugar de un supersistema”.
Posteriormente, el abogado Jesús María Alvarado, diagnosticó los principales problemas institucionales en la región, a los que se suma la toma del poder por perfiles autoritarios: “En la región tenemos varios problemas: el primero, tenemos un tejido institucional muy precario. Segundo, que personas con vocación de poder se aprovechan de esas debilidades institucionales y tercero, tenemos una cultura política poco democrática que favorece el autoritarismo. Estos tres elementos hacen un cóctel terrible porque la cultura autoritaria fomenta estos autócratas y el precario tejido institucional favorece la perpetuidad en el poder”
Sobre el rol de la participación ciudadana como salvaguarda de las instituciones democráticas, el académico expresó: “No se puede tener una sociedad democrática sin que las personas participen políticamente. La participación política permite que las personas puedan dialogar, permite que las personas puedan controlar el poder, permite que las personas se hagan suyo el sistema político democrático. Una sociedad apática favorece los autoritarismos”.
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