En este momento crítico de la historia de Guatemala en el que muchos casos de corrupción están siendo expuestos ante la opinión pública, nos dimos a la tarea de analizar el tema desde una perspectiva académica y de largo plazo para poder comprender el daño que este fenómeno hace a la sociedad.
En sociedades con altos niveles de corrupción los Estados son capturados para estar al servicio de intereses que lucran con los fondos públicos de forma ilimitada, poniendo en riesgo la gobernabilidad y la viabilidad política de los países.
La corrupción ha existido a lo largo de la historia de la humanidad, causando miseria y desesperanza. Sin embargo, es con el inicio de la democracia moderna y el respeto de los derechos individuales que los ciudadanos tienen la oportunidad de exigir transparencia a sus respectivos gobiernos. En las democracias más avanzadas, la transparencia es uno de los elementos más exigidos y valorados por la ciudadanía Los actos de corrupción no son tolerados y los funcionarios que incurren en ella usualmente son llevados a la cárcel y su carrera política es enterrada para siempre. |
Por el contrario, en las democracias incipientes o poco desarrolladas, los ciudadanos usualmente tienen niveles muy altos de tolerancia hacia la corrupción. Aun cuando esta resulta evidente, los funcionarios públicos continúan ejerciendo el poder, dañando seriamente la legitimidad del Estado e imposibilitando el desarrollo de los países. La indolencia de la ciudadanía antes tales actos de corrupción se debe en parte al poco nivel educativo de la mayoría, pero también a la creencia que nada que se realice logrará cambiar el sistema. La ciudadanía cae en la desesperanza y la desmoralización, lo cual contribuye a perpetuar el círculo vicioso de corrupción y subdesarrollo.
“El precio de la transparencia es la eterna vigilancia de la ciudadanía.”
Lograr un Estado transparente que se encuentre al servicio de toda la ciudadanía no es tarea fácil. Requiere que una proporción considerable de la población tome consciencia de la importancia de no seguir tolerando la corrupción como una característica inherente al Estado. |
Esto se debe traducir en una constante vigilancia a la ejecución del presupuesto público, considerando que cada quetzal que se pierde en corrupción, tendrá como consecuencia menos educación, salud y seguridad para toda la ciudadanía. Con los recursos limitados que cuenta un país pobre como Guatemala, no podemos darnos el lujo de perder un solo centavo en actos de corrupción.
El precio de la transparencia es la eterna vigilancia de la ciudadanía. Si la población no ejerce una ciudadanía activa y responsable, el Estado difícilmente llegará a ser transparente. Es hora que aprendamos la lección que nos han dado otras naciones. No podemos seguir siendo indiferentes ante la corrupción y los efectos desastrosos que está teniendo sobre nuestra incipiente democracia.
Para analizar este tema estuvieron con nosotros: Daniel Hearing, profesor universitario; Cristhians Castillo, analista político; Enrique Maldonado, investigador de ICEFI; Edgar Ortiz, Director Ejecutivo del CEES y Manfredo Marroquín, presidente de Acción Ciudadana. |
Sintoniza el programa completo este domingo a las 10 p.m. por Canal 3 o encuéntralo aquí a partir del sábado por la tarde: