La antesala del desorden

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En el programa de esta semana, analizamos el endeudamiento y el déficit fiscal.

 

Dionisio Gutiérrez reflexionó sobre el desorden fiscal de muchas naciones y sobre la peligrosa normalización del déficit: “No es solo mala administración. Es la antesala del desorden, la plataforma de la corrupción y, en muchos casos, el prólogo de la ruina”.

Señaló que la deuda pública, más allá de ser un número “consume el futuro para sostener un presente artificial, alterando el contrato moral que [une al gobierno] con sus ciudadanos”. Además, indicó que los gobiernos populistas aumentan el gasto “no para el bien común, sino para engordar amigos y comprar voluntades” y, cuando llega el momento de pagar, nadie se hace responsable. 

Gutiérrez advirtió que el déficit, lejos de ser una solución, se vuelve un peso en el futuro de los países: “La deuda pública mal gestionada es una hipoteca sobre las espaldas de generaciones que aún no han nacido, un acto de egoísmo colectivo que disfraza de bienestar el desastre que está por venir. El ciudadano común, sin embargo, paga el precio sin comprender del todo las razones y el fondo del drama. El ajuste siempre llega y trae recortes, pobreza, inflación y desempleo”.

Al finalizar, señaló que la “salud fiscal de una nación refleja la disciplina interna de su clase dirigente” y que para ser una nación exitosa es necesario gozar de buena política fiscal. 

En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a Hugo Maul, investigador asociado del CIEN, y a Clynton López, director de economía en la UFM, sobre endeudamiento y el déficit fiscal. 

Maul indicó que, al hablar de deuda pública, es importante comprender que “siempre que la tasa de crecimiento económico supere a la tasa de interés a la cual se contrata la deuda, el país genera los medios para pagar la cuota mínima, que son los intereses”. Además, señaló que la deuda solo debería contraerse cuando esta va dirigida a proyectos que generen “capacidades adicionales de productividad, de ingresos a las personas” que se traduzcan en capacidad de tributar. De esta manera, se asegura un retorno y, a su vez, la capacidad de pago. 

Por otro lado, explicó cómo el endeudamiento público afecta la vida diaria y la economía familiar de los ciudadanos: “La deuda a uno como ciudadano lo engaña porque uno piensa que, si el gobierno gasta, pero no cobra más impuestos, es mejor para uno. Pero el problema es que no estamos viendo el futuro. Los gobiernos no crean riqueza, por lo que la deuda es una carga futura tributaria”. 

Respecto al impacto que tiene un alto pago de intereses de la deuda en países, Maul expresó que el problema se da cuando la mayor parte del presupuesto público se va a pago de intereses: “Y luego, como no alcanza para la salud, la educación, la infraestructura, tienen que recurrir a más endeudamiento y se cobran impuestos para pagar la deuda”. 

Además, subrayó la importancia de que “prevalezcan criterios técnicos en los niveles de gasto, la evaluación económica del gasto público y prioridad en su uso”. 

Por su parte, López indicó que la lógica detrás del endeudamiento de los gobiernos se debe a la burocracia, la cual “pretende hacerse crecer a sí misma, cuando debería ajustarse a las necesidades de proveer servicios básicos, sobre todo, seguridad y justicia. Sin embargo, la burocracia se hace crecer a sí misma y, por interés propio, genera grandes déficits”. Además, señaló que lo más preocupante de las deudas públicas ahora es que no se utilizan estrictamente para financiar infraestructura que genere desarrollo, sino para hacer crecer el Estado.

Sobre la posibilidad de estar cerca de una crisis de deuda similar a la de los años ochenta, López comentó que es probable: “Los gobiernos han crecido de manera desmedida sin ver la capacidad de pago real que pueden generar a partir del cobro de impuestos. Confían en que podrán usar el banco central como botín en casos de emergencia, pasando por encima la autonomía de estos bancos”. 

Para finalizar, López comentó que una alta deuda pública afecta la inversión extranjera y la confianza en la economía de los países: “Los déficits actuales encarecen la deuda privada. Es mentira pensar que la deuda interna de los gobiernos no genera distorsiones en los mercados locales de deuda. Por lo tanto, encarecen también la deuda de los privados locales e internacionales”. 

 

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