Con este resumen del año pareciera que todo fueron malas noticias. Pero si bien Guatemala, cada tanto, camina en la cuerda floja y está a punto de caer al precipicio; es un país con una capacidad asombrosa de recuperarse de las crisis. Su resiliencia ante la adversidad no es nueva.
Un parte es un documento de carácter oficial donde se "da cuenta" de un suceso casi siempre sobre una condición médica o los decesos en una guerra. En estos momentos parece adecuado usar el término para referirnos al balance de 2020, cuyo recuento es más bien un inventario de daños.
El 2020 puso a prueba a la humanidad en todo su conjunto. Desde la irrupción de la pandemia del Covid-19, con sus subsecuentes secuelas económicas, no ha habido un solo lugar del globo que no haya experimentado crisis. Guatemala no fue la excepción pues la pandemia, la crisis económica, los casi 300mil desempleados y las tormentas Eta e Iota, hicieron que este año fuese particularmente aciago para el país.
Sin embargo, si comparamos con el resto de la región, pudo haber sido peor. De hecho, de acuerdo con datos de la Cepal, Guatemala (junto con Uruguay y Paraguay) caerá menos que el promedio de Centroamérica y mucho menos que el de América Latina. Igualmente, Guatemala tampoco lidera los índices de mayor mortalidad por Covid-19 en la región. Aunque vale acotar que si bien somos de los países con mejor desempeño del continente; eso no significa que hayamos salido ilesos de la crisis sanitaria y económica que trajo consigo la pandemia.
Estas crisis pusieron en relieve, y en muchos casos agudizaron, problemas y disfuncionalidades que el país venía arrastrando desde hacía varios años. Prueba de ello fueron las protestas del 21 y 22 de noviembre, por la aprobación del presupuesto 2021 por el Congreso entre gallos y medianoche que provocó la invocación de la Carta Democrática Interamericana por parte del presidente de la República y que concluyó en una serie de recomendaciones que el ejecutivo se comprometió a cumplir.
Con este resumen del año pareciera que todo fueron malas noticias. Pero si bien Guatemala, cada tanto, camina en la cuerda floja y está a punto de caer al precipicio; es un país con una capacidad asombrosa de recuperarse de las crisis. Su resiliencia ante la adversidad no es nueva.
Recordemos por ejemplo, que en la última gran pandemia, hace 102 años, Guatemala perdió cerca del 10% de su población entre 1918 y 1919. Además, en ese mismo período, la capital sufrió tres fuertes terremotos (uno en 1917 y dos en 1918) que devastaron a la ciudad[1]. Y por si fuera poco, esos terremotos produjeron grietas en el volcán Pacaya y derrumbes en el cono del volcán de Fuego que generaron fuertes erupciones poco después. Sin olvidar que para ese momento, el país vivía bajo una de las tiranías más ominosas y crueles de su historia.
A los guatemaltecos de aquel momento les tocó librar esas batallas y salieron airosos. Hoy le toca a esta generación de chapines librar la suya. Los grandes retos venideros son la recuperación y reconstrucción del país y las reformas de Estado en materia electoral, justicia y servicio civil, e incluso temas mucho más ambiciosos como la integración centroamericana.
Que la crisis 2020 sea la oportunidad para hacer los acuerdos necesarios para que el país se encamine en la senda del desarrollo.
[1] Luján Muñoz, Jorge (2015) Breve historia contemporánea de Guatemala. FCE. Pp. 178