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La independencia atomizada
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Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
17 Sep 2018

“Si en todos los países y edades la unión es la fuerza de los pueblos, en el presente es más que en todos los tiempos precisa y necesaria (…) Que haya divisiones cuando la ley misma divide en dos sociedades a los individuos de una sociedad, que las haya cuando la ley eleva a unos pueblos sobre la ruina de otros; pero en un gobierno libre, en un gobierno que debe ser instituido por la voluntad misma de los representantes de los pueblos, deben cesar los motivos de división, triunfar la unión y desaparecer la causa de los partidos…” 1

- Acta de Independencia de Guatemala. 15 de septiembre de 1821.

La atomización es un proceso químico mediante el cual la materia se divide en partículas sumamente pequeñas. Sin embargo, a pesar de ser este un término propio de las ciencias naturales, es apropiado a la hora de describir el fraccionamiento de los procesos políticos latinoamericanos en el contexto de creación de los Estados-nación a inicios del siglo XIX, es decir, de las llamadas independencias.

En vísperas de un año más de celebración independentista en Centroamérica es necesario volver a los textos fundacionales de la república. Tal vez mirar el pasado con ojos críticos y agudos pueda arrojar luces sobre ciertas interpretaciones de un presente que se muestra cada vez más vertiginoso e ininteligible.

Sobre esta balcanización, son esclarecedoras las ideas del prócer de la independencia centroamericana, José Cecilio del Valle, con respecto a la falta de unidad y de una dirección clara y de largo plazo en las élites nacionales en la consolidación las nacientes repúblicas de la América Española, tan sumidas en discrepancias internas (incluso guerras como en Suramérica), que hacían inviable cualquier proyecto republicano:

“La unidad de tiempo es en los grandes planes la que multiplica la fuerza y asegura el suceso; la que hace que dos tengan más poder que un millón. Cien mil fuerzas obrando en períodos distintos sólo obran como una. Diez fuerzas obrando simultáneamente obran como diez” 2

Las raíces de esta desintegración en toda América Latina se hallan en la propias élites nacionales y son, a nuestro juicio, estructurales y transversales a todos los procesos de continuación y ruptura desde la conquista hasta la actualidad. El historiador británico John Lynch habla de una independencia “por defecto” al referirse a Centroamérica,3 pues si bien la élite criolla quería reformas económicas y fiscales, se mostraba dividida ante la cuestión del cambio político.

En Guatemala, tenemos que para ese momento aparecían al menos dos grupos evidentes: los que eran favorables al gobierno central y a la monarquía, formado por actores de las capas medias ilustradas y peninsulares pudientes; y los partidarios de la independencia, formados por miembros de la aristocracia nacional e intelectuales de las capas medias de la sociedad. 

En los inicios de la república (hacia 1825), estas posiciones se cimentan en dos facciones (que modernamente podríamos considerar partidos políticos) que iban de lo moderado a lo radical. Según el propio Del Valle el espectro político de aquellos años se componía de aquellos más cercanos al antiguo régimen, los afectos a “doctrinas envejecidas”, temerosos a lo novedoso y al nuevo orden de las cosas, al cual denominó oposición retrógrada. Y otro grupo que quería un movimiento más rápido, una “convulsión más activa”, afectos a “doctrinas exageradas” y con “necesidad de sangre” a quienes llamó oposición por exceso.4 No obstante, para Del Valle, ambos bandos convergían en el aislamiento de lo que sucedía en Europa, América del Norte y Suramérica.

Prosigue Del Valle:

“los retrógrados quieren poder sin libertad y los exagerados, libertad sin poder; y ambos estados, además de ser imposibles en las naciones cultas y civilizadas, son resultados del triunfo efímero de una facción; y no constituyen la situación constante y permanente de la sociedad…” 5

Con esto se refiere a que no existía una formulación de proyecto nacional,6 es decir, no había un plan de Estado con grandes líneas estratégicas que todos los actores políticos del gobierno (independientemente de los partidos) acordaran seguir y cumplir, como sí lo hubo en Norteamérica.7 Probablemente una respuesta a esta miopía histórica de las élites se refiera a lo que se ha denominado absolutismo originario,8 que tiene que ver con la permanencia y continuidad en el tiempo de ciertas instituciones, patrones de comportamiento y actitudes que tienen sus orígenes en el pasado colonial9 y también a las condiciones materiales tan dramáticas (pocos pobladores, economías de subsistencia, además del tema indígena), que hacían impensable pensar en el largo plazo; de manera que, históricamente, las decisiones tendieron a lo inmediato y a la improvisación:

“Esta indecisión, que es un mal durante la lucha, es un verdadero bien si se atiende a que el momento de la convulsión, no es más a propósito para tomar una resolución prudente. Desgraciada la nación que se decide con ligereza. Es verdad que ninguna se decide, sino cuando la atacan en lo más vivo de su existencia…” 10

En ese sentido, si no hay una idea de Estado, ni un proyecto nacional con líneas estratégicas independiente de líneas partidistas, ni un pacto en las élites; la política estará destinada a servir exclusivamente intereses individuales, extractivos y de corto plazo. Sobre esto, Del Valle es elocuente:

“De aquí se infiere que todo partido puede contar que labra su propia ruina cuando su delirio llega al punto de comprometer los intereses más amados de la nación. No hay fuerza ni poder sino cuando se defienden intereses nacionales” 11

Para el historiador John Lynch “no existía una nación”12. Centroamérica para ese momento tenía una idea vaga de identidad nacional con élites “atomizadas” en regiones e intereses. Sin la unidad impuesta por España no había cohesión alguna y sin el absolutismo español no había ninguna autoridad central. En el período colonial la Corona había sido una fuente de legitimidad política y sus agentes habían arbitrado las disputas entre las élites. Ahora, las redes de familias regionales luchaban simultáneamente por hegemonía, recursos e inmunidad. Tampoco había Estado en el sentido de que entre 1823 y 1826 el gobierno central se abstuvo de actuar como tal, al no reclutar un ejército ni cobrar impuestos,13 características esenciales del Estado moderno.

Estas son las razones por las que no había un gobierno que pudiera hacer frente a ambas lides. Y mientras esta dialéctica se daba en el seno de las élites:

“existe la gran masa nacional, como un escollo eminente e inmoble, contra el cual vienen a estrellarse las olas encontradas que quieren dominarlo. Esta masa sosegada y, por así decirlo, inerte, ve las agitaciones, los furores, las injusticias de los partidos; estudia en silencio los hombres, las instituciones y los acontecimientos…” 14

En ese sentido, básicamente doscientos años de historia republicana no son más que una dilatada recopilación de intentos fallidos de lograr consensos y de acuerdos frustrados. La pregunta es cuándo se logrará ese anhelado concierto de intereses que establezca reformas de Estado tan urgentes como necesarias.


Referencias:

[1]  “Acta de Independencia de Guatemala”. Pensamiento político de la emancipación. Tomo II. Caracas. Biblioteca Ayacucho. Pp. 243-247

[2] DEL VALLE, José Cecilio. “Soñaba el Abad de San Pedro y yo también sé soñar”. Ibídem. Pp. 253. En este texto, Valle expone su proyecto de unidad americana. El título alude a una difundida obra del abate de Saint Pierre, escrita a principios del siglo XVIII, en la que proponía la formación de una federación europea.

[3] LYNCH, John. “Centroamérica, la independencia por defecto”. Las revoluciones hispanoamericanas. Barcelona. Editorial Ariel. 2001. Pp. 325

[4]  DEL VALLE, José Cecilio. “Gobierno representativo y oposición”. Obra Escogida. Caracas. Biblioteca Ayacucho. Pp. 54-55

[5] DEL VALLE, José Cecilio. Ibídem. Pp. 57

[6] Esta es una categoría del historiador Germán Carrera Damas que se refiere a los arreglos políticos, jurídicos y sociales que se fundaron esencialmente en la noción de soberanía nacional durante los procesos de independencia y la creación de repúblicas en América Latina. (CARRERA DAMAS, Germán (coord..) Formación histórico-social de América Latina. Caracas. UCV-CENDES. 1982. Pp. 193-194)

[7] El caso de los Estados Unidos de Norteamérica es elocuente porque ellos sí se plantearon −más allá de los intereses partidistas entre federalistas y anti-federalistas− qué nación querían ser y cómo lograrlo. En relación a lo primero, lo cual tiene que ver con los fines y objetivos, está la doctrina del “Destino Manifiesto”, que se basa en la creencia de que Estados Unidos de América era una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico, de allí la forma de Estado federal y la expansión territorial. Y en segundo lugar, en relación a los medios para alcanzar esos fines, están las ideas de Alexander Hamilton sobre la industrialización en su famoso Informe sobre manufacturas de 1790.

[8] Más allá de las continuidades y rupturas, la sociedad latinoamericana se conforma bajo el ámbito socio-político y espiritual de la modalidad colonial de la monarquía absoluta (CARRERA DAMAS, Germán. Ibídem. Pp. 122-123)

[9] STANLEY, J. / STEIN, Barbara. La herencia colonial de América Latina. Madrid. Siglo XXI Editores. 1993. Pp- 7-29

[10] DEL VALLE, José Cecilio. Ob. Cit. Pp. 58v

[11] Ídem. 

[12]  LYNCH, John. Ob Cit. Pp. 329

[13]  LYNCH, John. Ibídem. Pp. 331

[14]  Ídem.

Una independencia conservadora
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Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
18 Sep 2018

Era preciso cambiar, para que todo siguiera igual.

El 1 de enero de 1820, el teniente coronel Rafael de Riego protagonizó un levantamiento militar contra la monarquía absolutista del Rey Fernando VII, que culminó con la instauración del Trienio Liberal. España se convirtió en una monarquía constitucional bajo la Constitución de Cádiz, en la que se subordinaba el poder del monarca a las Cortes, se decretaba el laicismo, la libertad de culto y se implementaron medidas anticlericales. Al mismo tiempo, los Artículos 10 y 11 de la Constitución reconocían a las colonias americanas como provincias del reino, pero limitaba cualquier ejercicio de autonomía efectiva.

Entre tanto, en México y Centroamérica, los movimientos y rebeliones independentistas fenecían ante un reconstituido Ejército español. No obstante, el giro hacia el liberalismo en la Madre Patria generaba resquemor entre una élite y un clero conservador. Dicho resquemor se manifestó principalmente en la reticencia local a aceptar la restaurada Constitución de Cádiz.

En este contexto, las autoridades peninsulares, la elite criolla, el alto clero y los oficiales del Ejército real –simpatizantes del absolutismo y fervientes antiliberales– organizaron una serie de reuniones secretas para declarar la independencia de México y Centroamérica. Su ideal era restablecer la monarquía bajo la dirección de un infante español, que rechazara el laicismo y las instituciones constitucionales de Cádiz.

Ese espíritu fue el que dio origen al Plan de Iguala, proclamado por Agustín Iturbide, comandante del Ejército español en México. Sus tres principios materializaban el sentir de la época: unidad entre peninsulares y criollos, independencia y adscripción a la religión católica.

La venida a Guatemala de Vicente Filísola, delegado de Iturbide, aceleró el sentir de la elite de proclamar la independencia de las Provincias de Centroamérica, la cual se suscribió en papel sellado de la corona. Los notables que participaron de la junta nombraron como primer Jefe de las Provincias Unidas a Gabino Gaínza, quien hasta el 14 de septiembre ejercía el cargo de Capitán General y Comandante del Ejército español en Centroamérica.

La independencia, y posterior anexión a México, habrían de confirmarse en un Congreso Constituyente convocado para el 1 de marzo de 1822. No obstante, el Plan de Iguala fracasó. La invitación a un infante español para asumir la corona de un independiente Reino de México fue rechazada por la familia Borbón. Ante el vacío, Iturbide fue proclamado Emperador.

La independencia de Guatemala no representa un sueño de libertad, ni la materialización de las ideas de la Ilustración, como sí ocurrió en América del Sur. Por el contrario, la emancipación fue una reacción al liberalismo español, al temor por el laicismo y al deseo de mantener la subordinación a un monarca absoluto. En pocas palabras, era preciso cambiar, para que todo siguiera igual.

La ideología del crimen organizado y la parálisis de las élites.
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

03 Oct 2017

Este es un momento en el que esta nación necesitaría y apreciaría líderes contundentes y capaces de aclarar y orientar el camino.

Después de la caída del muro de Berlín y la implosión del Imperio Soviético, las ideologías totalitarias buscaron refugio en la discusión del medio ambiente, la desigualdad económica, el sindicalismo politizado y oportunista, la religión –aunque esta viene contaminada desde hace un milenio– o aberraciones como el Socialismo del Siglo XXI.

Por supuesto que estamos soportando las consecuencias del calentamiento global, agravado en una medida indefinida por la forma brutal en que los humanos contaminamos y calentamos el medio ambiente. Y aunque la desigualdad será siempre una realidad en las sociedades libres, también sufrimos la conflictividad política y social derivada de la falta de crecimiento económico, la ausencia de oportunidades, élites indiferentes y un número cada vez mayor de políticos deshonestos e incapaces. Estos son algunos de los problemas que no queremos resolver.

Por unas y por otras, Centro América ha ido quedando atrapada en Estados cada día más disfuncionales y con élites cada día más incapaces de articular, proponer y liderar esfuerzos que den rumbo, sentido y resultados positivos a los desafíos de nuestro tiempo.

El primer desafío es la corrupción; palabra desgastada y aburrida, pero que en la práctica tiene capturados a varios Estados de la región, a extremos que, analistas y tanques de pensamiento serios les llaman Narco Estados o Estados criminales. Este fenómeno tiene como una de sus causas la manipulación ideológica, de derecha o de izquierda, y la pérdida total de valores en la política y en el ejercicio del poder.

El segundo desafío es la inexistencia de partidos políticos institucionales y de largo plazo, con cuadros idóneos para ganar elecciones y gobernar con honradez, capacidad y resultados, de forma continua, alternándose en el poder y respetando la democracia y el Estado de Derecho.

Lo habitual es ver a corruptos “de derecha” que hacen lo posible por robarse la mayor parte del presupuesto nacional y hacer todos los negocios turbios posibles durante los cuatro años que ostentan el poder. Esto, cuando no se caen antes del mareo que les provoca el verse frente a tanto dinero y sentir que no les alcanzará el tiempo para robar.

Y los corruptos “de izquierda” que llegan al poder por la vía electoral pero su objetivo es robarse el país entero y para siempre.

Como reflexión, hay que preguntarse si existe tal cosa como corruptos de derecha y de izquierda, o son simples criminales que se aprovechan de pueblos incautos y élites acomodadas que se enteran hasta que ya perdieron su país.

Guatemala pasa por una grave crisis política en la que, desde el mismo Estado, se intenta dañar la democracia y violentar el Estado de Derecho. Los tres poderes del Estado tienen un alto grado de contaminación, pero son los poderes Ejecutivo y Legislativo desde donde se persigue la captura de las instituciones y la consolidación de Guatemala como un Estado criminal.

La sociedad guatemalteca está enfrentada e incomunicada. Este es un momento en el que esta nación necesitaría y apreciaría líderes contundentes y capaces de aclarar y orientar el camino.

CACIF, entidad de la cúpula empresarial de Guatemala, está dividida, sin propuesta y sin discurso. Sus posiciones públicas ante la crisis son débiles y ambiguas. Y esto le provoca una mala imagen dentro y fuera del país. Lo mismo sucede con las otras élites, y por eso, la palabra que resulta común denominador en la sociedad guatemalteca es: parálisis.

Dentro de 19 meses se tendrá elecciones para presidente, alcaldes y congreso. La oferta política es pobre y las condiciones están dadas para que, en esa próxima elección, en vez de que gane un grupo improvisado y corrupto “de derecha”, esta vez lo logre uno “de izquierda”.

¿Será Guatemala la próxima víctima de su propia indiferencia y falta de liderazgo?

La extrema izquierda o el crimen organizado: ¿Quién está tomando más control de Centroamérica?
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

17 Jul 2016

Una cultura criminal muy arraigada, la debilidad crónica de sus instituciones y la indiferencia política de las élites tienen a este país en un callejón sin salida.

El título de esta columna presenta una forma demasiado simplista de explicar lo que sucede en el Istmo centroamericano. Sin embargo, sí se puede hablar de un fortalecimiento de movimientos de extrema izquierda en cada país y de un aumento en actividad, poder e influencia de grupos criminales en la región.

A pesar de los esfuerzos que hacen en Guatemala la CICIG (Comisión contra la impunidad financiada por Naciones Unidas) y la valiente Fiscal General por combatir el monstruo criminal que tiene secuestrado al Estado guatemalteco, no logran avanzar lo suficiente para pensar que, al menos en el mediano plazo, la guerra contra el crimen organizado se pueda ganar. Una cultura criminal muy arraigada, la debilidad crónica de sus instituciones y la indiferencia política de las élites tienen a este país en un callejón sin salida.

El sector privado es el responsable visible de todos los males ante los ojos de la izquierda y una parte importante de la comunidad internacional. Esta visión es alimentada y promovida por los grupos criminales que participan de la economía ilegal. Así, ha ido creciendo la tesis de que el problema de Guatemala es la empresa privada pues paga malos salarios y no paga impuestos. No invierte y tiene monopolizada la economía. La fortuna de los grandes viene de privilegios y negocios con los gobiernos de turno y otros prejuicios y descalificaciones similares. En realidad, quienes sostienen esta visión están envenenados de ideología, son ingenuos o ignorantes, son burócratas que jamás han generado una plaza de trabajo, tienen mala fe, envidia o una combinación de las gracias anteriores.

Por supuesto que hay fortunas que son origen de la corrupción y la vergüenza. Por supuesto que hay empresarios que evaden, explotan y abusan. En el sector económico pasa lo mismo que en cualquier otro sector. Hay oportunistas y delincuentes.

Esta dinámica mantiene altos niveles de polarización y confrontación en Guatemala, y por eso, el país está paralizado.

El Salvador sufre un severo retroceso político y económico que está afectando a todos sus ciudadanos. Más que parada, la economía está en un franco deterioro. Esto es a causa de que la política está perdida en la farsa del laberinto ideológico en el cual todos los cruces son hacia la izquierda.

Hoy en día, y después de la caída del muro de Berlín, Cuba y Venezuela, sabemos que lo que buscan los populistas es perpetuarse en el poder, aprovecharse de él, vivir de él y hacer del país su botín.

Honduras tiene problemas similares a los de Guatemala, incluida la amenaza populista. De izquierda o de derecha.

En el caso de Nicaragua, ¿cómo es posible que después de más de 80 años siga siendo la finca de una familia? Lo único que ha cambiado es el apellido. Por favor…

En general, en la región, la incompetencia política y el nivel de corrupción no son muy distintos, con la diferencia de que en Costa Rica y Panamá es una infección y en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua es cáncer. Y lo que sucede es que queremos tratar estos males con aspirina. Razón evidente por la que las cosas no cambian, sobre todo, en los últimos 4.

Centroamérica necesita, antes que nada, consolidar su democracia y las instituciones que le dan vida. Necesita fortalecer sus Sistemas de Justicia y el Estado de Derecho. Y en simultaneo y de alguna manera, Centroamérica necesita embarcarse en un crecimiento económico dinámico y vigoroso, libre y consistente. Solo así logrará librarse de los grupos de izquierda que le quieren regresar a la época de las cavernas y de los grupos criminales que han encontrado en ella tierra fértil para hacerla una de las regiones más violentas y atrasadas del planeta.

Solo las élites, en especial la intelectual y la económica, pueden planificar, organizar y ejecutar un proyecto de esta dimensión. Pero no se enteran.

La palabra CRISIS
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Jesús María es el Director del Área Institucional en Fundación Libertad y Desarrollo. Es catedrático universitario y Doctorando en Derecho por la Universidad Austral.
01 Oct 2015

Y los retos políticos de Guatemala en el siglo XXI.

#BlogsFLyD

La sociedad civil guatemalteca ha venido enfrentando una severa crisis, cuyas causas han venido siendo analizadas, ignoradas y banalizadas a lo largo de varias décadas[1] , sin que se intente seriamente desde el poder político subsanarlas.

La crisis se manifiesta en varias dimensiones (social, económico, político y jurídico etc.), las cuales se traducen en la ausencia de Estado de Derecho, la inexistencia de democracia formal, el agravamiento de la corrupción administrativa, el precario crecimiento económico, la desafección política, así como la elevada violencia criminal.

Con la palabra crisis se pretende designar una situación compleja, centrada por ahora, en el ámbito político-constitucional por ser el elemento más visible, aun cuando ello esconda una crisis mucho más profunda que es menester también tomar en cuenta.

La crisis a treinta años de vigencia de la Constitución adquiere significación, ya que con ella se pretende aludir al momento y a los retos que encara la sociedad civil guatemalteca, la cual ha venido enfrentándose enérgicamente a una clase política bastante indiferente para con los requerimientos de la sociedad civil.

Esta indiferencia, ha sido en parte el resultado de un sistema electoral y de partidos políticos, que si bien tenía su razón de ser en 1985 en la fase de apertura democrática, no lo tiene en pleno siglo XXI. La razón estriba, en que las demandas por una auténtica democracia sujeta al ideal político del Estado de Derecho, son las que permitirán superar la fase de “apertura”, para llegar a estadios de “desarrollo” y “consolidación”, lo cual pasa irremediablemente por abrir espacios de participación ciudadana y de ejercicio de la libertad política.

La existencia de una clase política en desmedro de la sociedad civil, ha sido el resultado de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, cuyos privilegios a los partidos políticos[1] son manifiestos, al concebir a estas organizaciones como únicas y exclusivas en el ámbito político y electoral. Tales privilegios legales, han creado una auténtica casta que impide la modernización de la vida social, económica, política y jurídica del país.

Ahora bien, pese a la indiferencia por parte de la clase política, existen muestras de una sociedad civil guatemalteca comprometida. De hecho, en medio de graves problemas ha expresado su malestar en una de las áreas del mundo más violentas, y en medio de un terreno pantanoso y minado de problemas acumulados por décadas.

A tal efecto, la Guatemala del siglo XXI, bastante profesionalizada en sus clases medias, ha desmitificado el lugar común, de la supuesta apática e indiferencia ciudadana, al punto de arrebatar simbólicamente a los partidos políticos la dirección exclusiva de los acontecimientos políticos futuros.

Es cierto, que de la crisis actual no se puede vaticinar ni esperar muchas cosas por azar, debido a que no se puede saber con precisión si se mejorará o empeorará la situación. Pero también es cierto, que las acciones colectivas e individuales serán decisivas en el recambio político que requiere el país, por lo que el empleo de la palabra crisis resulta exacta en tanto apropiación del léxico médico al léxico de la política.

“La crisis no puede conllevar a pesimismos extremos, aunque tampoco a ilusiones o fantasías.”

La crisis no puede conllevar a pesimismos extremos, aunque tampoco a ilusiones o fantasías. Ya FREUD, sostenía que los hombres tendemos a engañarnos con ilusiones y fantasías, sustituyendo los deseos por los hechos, llegando con frecuencia al extremo de dar por completo la espalda a una realidad que nos perturba, entregándonos sin crítica al espejismo que nos reconforta.

Sin embargo, una actitud y una acción realista no impide la lucha por el ideal político del Estado de Derecho y la democracia formal y política representativa como indica la Constitución. Al contrario. Será ésta una vía que permitirá superar la visión de la ley constitucional de 1985 (art. 18)[3], centrada en la estatalización del sistema de partidos, caracterizado por su divorcio con respecto a la sociedad civil y por la corrupción gracias a indebidos privilegios legales.

El reto de la Guatemala del siglo XXI es colosal. Por ello, las batallas en el ámbito político-electoral serán decisivas, en tanto la sociedad civil se enfrentará a una casta política auspiciada con privilegios legales, centrada en los intereses que el espíritu de cuerpo le dicte en detrimento de la sociedad, mientras que la casta tratará de minimizar esos cambios, como lo ha hecho por años, conculcando el paso de una apertura democrática a una democracia consolidada.

Este modelo, fruto de una lamentable actitud de determinados actores políticos, se ha traducido en una incomprensión de los actores políticos de la propia obra realizada en 1985, gracias a que han interpretado conveniente para ellos, la primera fase del proceso de democratización como eterna. Por ello, es que aún pervive ese secuestro de la política por parte de los partidos políticos, los cuales eran actores importantes que podían democratizar al país, por lo cual se requiere una reforma si se quiere lograr una ejemplar democracia centrada en el ejercicio de la libertad política.

La necesidad de partidos políticos renovados, con sólidos principios y estructuras flexibles, altamente descentralizados que le permitan llegar a las necesidades de la ciudadanía, pasa por superar el esquema de Estado de Partidos, introduciendo reformas necesarias que permitan superar la eufemística fase de apertura democrática, evitando con ello una crisis terminal del sistema político-constitucional.

Lo anterior no es exageración, máxime si se tiene presente el descontento y presión social de la sociedad civil para con el sistema político-constitucional en su integridad, gracias a los anticuerpos sociales que ha desarrollado la sociedad civil en relación a las malas prácticas que imperan en la partitocracia inaugurada en 1985.

En efecto, el reto para superar la crisis es colosal. La necesidad de democratizar el sistema pasa irremediablemente por deponer a la clase dirigente, y evitar la instauración de otras castas, ya que el problema no es solo de hombres, sino también de instituciones, ya que es iluso pensar que el gobierno puede ser ejercido por ángeles como bien ironizaban los creadores de la gran primera República moderna al norte del gran continente americano.


1. Véase los estudios del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) y del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) entre otros. Además de los estudios que emanan de las Universidades más importantes del país.

2. ALVARADO ANDRADE, Jesús María & FERNÁNDEZ LUIÑA, Eduardo, Diagnóstico de la Ley Electoral y de Partidos Políticos de Guatemala: situación y alternativas para su reforma en Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), Guatemala, 2015; y del mismo modo, FERNÁNDEZ LUIÑA, Eduardo, “El problema de la oferta política en el sistema guatemalteco” en Tópicos de Actualidad, n° 1051, Año 55, Agosto de 2015, Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), Guatemala, 2015.

3. GARCÍA LAGUARDIA, Jorge Mario (1988) “Constitución y partidos políticos en Guatemala dictadura y democratización” en Estudios en Homenaje al Dr. Héctor Fix-Zamudio, Tomo I, Derecho Procesal, Madrid, Universidad Nacional Autónoma, pp. 289-314.

Linchamientos ¿La solución a la impunidad?
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
14 Oct 2014

El linchamiento ocurrido el fin de semana en Sololá, ha desnudado nuevamente la precariedad del Estado de Derecho en Guatemala.

Linchar a un ser humano es una de las expresiones más salvajes que puede manifestar cualquier sociedad. Significa retroceder siglos en la evolución de la civilización, ya que desatiende principios básicos como la presunción de inocencia de cualquier acusado, así como el derecho a la legítima defensa y a un proceso libre de vicios. Una turba decide, guiados más por emociones primitivas que por razones válidas, que la persona acusada debe morir.

Algunos defienden este tipo de actos, argumentando que la violencia ha llegado a niveles insoportables y que por tanto la población no tiene más remedio que tomar cartas en el asunto. Aducen que si entregan a los supuestos criminales a la policía o al sistema judicial, muy pronto saldrán libres, por lo que la única opción es tomar la justicia por las propias manos, como un acto de legítima defensa.

No dudo que estos argumentos hacen eco de la desesperación de la población, ante la impunidad con la que actúan los criminales en el país. Efectivamente, contamos con un Estado que no ha cumplido con la función básica de proteger la vida y la propiedad de las personas, lo que puede llevar a que la población tome medidas extremas.

“El linchamiento es una venganza, pero bajo ningún término significa justicia.”

Sin embargo, los linchamientos tienen efectos nocivos para una sociedad. En primer lugar, se presta para que personas inocentes sean víctimas de turbas enardecidas. En medio de un linchamiento no se escuchan razones. Las personas pueden acusar injustamente a un individuo de cometer actos criminales, sin que éste tenga el derecho de defenderse. ¿A cuántas personas inocentes se habrán linchado en este país?

En segundo lugar, aun cuando una persona sea culpable de un delito, éste debe ser juzgado por un sistema de justicia que le garantice un proceso adecuado, y también debe recibir una condena acorde al delito cometido. ¿Qué legitimidad tiene un grupo de personas cegadas por la furia de juzgar a un conciudadano? ¿Podrán ser justos y ecuánimes cuando lo que guía su actuar son las emociones? El linchamiento es una venganza, pero bajo ningún término significa justicia. Ésta última debe cumplir una serie de requisitos que garanticen ciertos derechos básicos al acusado y que al mismo tiempo atienda prontamente a las víctimas.

En tercer lugar, apoyar los linchamientos significa promover el caos. En una sociedad avanzada, el Estado es el único que debe tener el monopolio de la fuerza. Si cada quién busca la justicia por su propia mano, más pronto que tarde, tendremos matanzas indiscriminadas. Cualquiera podría ser víctima de un linchamiento, promovido por enemistades, más que por delitos cometidos.

Por último, los linchamientos pueden dañar seriamente la salud emocional de los individuos y afectar los tejidos sociales. Las personas que presencian un linchamiento pierden sensibilidad hacia el dolor del prójimo. Muchos niños han presenciado cómo una persona es quemada viva, con el jolgorio de las turbas que le rodean. ¿Qué traumas pueden dejar estas imágenes en la mente frágil de un niño? ¿Qué es lo que está aprendiendo de ese acto? ¿Cómo afectará esta experiencia su forma de relacionarse con el prójimo y la sociedad?

Fortalecer el sistema de justicia puede resultar un proceso demasiado complejo y demorado para muchas personas. Sin embargo, la convivencia pacífica depende en que sigamos ciertos principios y procesos que se aplican en sociedades más avanzadas que la nuestra. Nada justifica que una persona sea linchada. Eso es un crimen, jamás un acto de justicia.

Centroamérica, punto de inflexión
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

21 Oct 2015

El escaso crecimiento, la falta de solución a los problemas más sentidos de la población, la fragilidad democrática, mantienen una “espada de Damocles” sobre la región.

A las elites centroamericanas les cuesta reconocer que en sus países hay problemas estructurales serios y porcentajes muy altos de población en condiciones de pobreza. Mientras esto no cambie, son millones de seres humanos los que se mantendrán así porque la región tiene un problema crónico de crecimiento económico insuficiente y sistemas políticos corruptos y disfuncionales. Las clases altas de la región dan la impresión a la sociedad civil de centro y centro izquierda y a la comunidad internacional, de que por ellos estar bien, no ven la realidad social de sus países. La extrema izquierda usa ese argumento con fines muy distintos a construir sociedades democráticas.

“Las clases altas de la región dan la impresión a la sociedad civil de centro y centro izquierda y a la comunidad internacional, de que por ellos estar bien, no ven la realidad social de sus países.”

El problema de fondo es que las elites, sobre todo la económica, hacen poco para cambiar esa percepción, y los proyectos e iniciativas que apoyan y promueven, aunque algunos sean valiosos, son a todas luces insuficientes, y por eso, su imagen es de superficialidad y poco compromiso. Si la situación no cambia en la región y si no se empieza a gobernar de manera distinta a la forma improvisada y deshonesta como hoy se hace, estos millones de pobres centroamericanos tienen probabilidades muy bajas de dejar de serlo en los próximos 25 años.

El escaso crecimiento, la falta de solución a los problemas más sentidos de la población, la debilidad institucional y por lo tanto la fragilidad democrática, mantienen una “espada de Damocles” sobre las libertades civiles y la estabilidad política de la región.

El Salvador parece un país en guerra. Su gobierno no encuentra el camino para dar rumbo, sentido y confianza a su gestión. La economía está paralizada y no se ven esfuerzos serios por rescatar el sistema, el proceso democrático y el futuro del país.

Honduras presenta problemas similares a los de Guatemala. La corrupción desbordada, la violencia, la debilidad institucional y la desconfianza han llevado a sectores de la sociedad hondureña a pedir una comisión internacional auspiciada por la ONU, como la que opera en Guatemala, y hoy, con resultados extraordinarios.

Nicaragua, sin democracia no tiene futuro y contamina con el virus autoritario a otros políticos de la región que creen que al llegar al poder les corresponde quedarse con él.

“Es cierto que su proyecto es uno improvisado, sin plan de gobierno y sin equipo. No muy distinto a los demás.”

Guatemala, desde abril, está en un despertar cívico. Los ciudadanos luchan por liberar el Estado de la compleja organización criminal que le tiene secuestrado. El 25 de octubre se disputarán el poder en segunda vuelta electoral, un partido que ya hizo gobierno y fue un desastre, y Jimmy Morales, un desconocido en la política que atrae el voto de protesta y rechazo a la clase política dominante. Según las encuestas es muy probable que el próximo presidente de Guatemala sea Jimmy Morales. Es cierto que su proyecto es uno improvisado, sin plan de gobierno y sin equipo. No muy distinto a los demás. Pero así como esto es un problema y una amenaza, también es una oportunidad. Si Morales incluye en su proyecto a técnicos capaces y honestos, si se une al clamor nacional y promueve y apoya las reformas que el país necesita, y si hace un gobierno basado en la honradez, la transparencia y el trabajo responsable por sacar adelante al país, podría pasar a la historia como un gran Presidente y el que permitió la transición a una nueva era para Guatemala.

Centroamérica está en un punto de inflexión. Guatemala tiene una oportunidad histórica a la que deben sumarse los países de la región para articular propuestas, lograr consensos mínimos y ejecutar acciones que liberen, ordenen y den rumbo a la Centroamérica próspera, libre y democrática que todos queremos vivir.

¿Nada cambió?
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
28 Oct 2015

“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia.”

No culpo a los pesimistas por su pesimismo porque, en parte, tienen razón, la corrupción, el tráfico de influencias, los abusos y los malos políticos siguen alojados en las instituciones públicas, más bien quiero invitarlos a combatir el derrotismo y el determinismo con el que a veces analizan la realidad nacional. Ni todo está tan malo ni todo está tan bueno, estamos en un momento de inflexión y no blasfemamos los que consideramos este período político como una oportunidad.

Hay un término que he escuchado varias veces y que me gusta para estos casos:, practiquemos el “optimismo inteligente”. Y es que ser optimista no necesariamente es ser tonto, estar mal informado o ser iluso. Ser optimista, en este caso, es tener la disponibilidad de analizar los factores que nos llevaron al momento que estamos viviendo y notar los cambios positivos, aun los más sutiles, por los que está atravesando el país. Aquí van unas notas positivas:

1. A DIFERENCIA DE SUS PREDECESORES Y SUS CONTRINCANTES JIMMY MORALES ESTÁ DEMOSTRANDO QUE SERÁ PRUDENTE CON SUS DECISIONES POLÍTICAS, CASI TEMEROSO.

Alguien podría decir que esto es negativo porque tenemos la idea de que necesitamos un líder fuerte, carismático y seguro de sí mismo. Morales sin duda tiene algunas de estas características de personalidad, sin embargo está caminando de puntillas con sus decisiones políticas, eligiendo cuidadosamente a la gente que le va a acompañar, escuchando y buscando en la opinión pública cuáles son los temas más sentidos para la población, sabe que su mayor fortaleza es y será la gente.

 

También sabe que como político “nuevo” que se presentó como un “impoluto” en un momento sensible sus errores, por más pequeños que sean, no serán perdonados.

 


2. LA FISCALIZACIÓN Y LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN SON EL TEMA NÚMERO UNO EN LA AGENDA DEL PAÍS

Pareciera que estamos dejando atrás los días en que le exigíamos al gobierno todo tipo de soluciones a cualquier costo. Estamos tomando conciencia de que si queremos instituciones efectivas primero debemos pasar por un proceso de limpieza que incluye incluso austeridad y prudencia en las finanzas nacionales. Las organizaciones de la sociedad civil lo piden de forma seria y parece que el mensaje comienza a calar en el sistema político, los medios de comunicación y la población. Este no es un momento de gastos desmedidos, es un momento de desacelerar y balancear el motor del vehículo.

 

3. EL CONGRESO SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN EL PRINCIPAL BLANCO DE LA ATENCIÓN Y MANIFESTACIÓN CIUDADANA.

Estamos reconociendo la importancia del Congreso en el sistema político y la necesidad de prestar atención a las acciones individuales y colectivas de los representantes del pueblo. Ya no nos pasan inadvertidas las acciones de los diputados, por el contrario comienza a permear la idea de la depuración del Congreso, la cual parece que podría materializarse con ayuda del Sistema de Justicia, el Ministerio Público y la CICIG en los próximos meses. El Presidente electo podría subirse en esta ola y usarlo esto en su favor para promover las reformas que la población exige y que él parece estarse comprometiendo a apoyar.

¿Cómo la sociedad civil y los centros de investigación pueden fiscalizar al #CongresoGUA? participación, control,acceso,rendición de cuentas

4. LAS INSTITUCIONES PARECEN ESTAR RESPONDIENDO ADECUADAMENTE SIN NECESIDAD DE SUFRIR CAMBIOS RADICALES.

El principal ejemplo es el Sistema de Justicia, no hubo necesidad de desconocer a todos los jueces y magistrados por la forma perversa como fueron electos para que algunos de ellos comenzaran a responder adecuadamente a los esfuerzos del Ministerio Público y la CICIG. ¡Hay presión! Saben que están siendo observados por la gente, la CICIG, el MP y la prensa nacional e internacional. ¿Cuándo se sumarán la Contraloría General de Cuentas y el Congreso en esta labor fiscalizadora?

 

El reto de promover reformas institucionales seguirá estando pendiente y es muy necesario, pero no deja de ser importante notar que aún en las instituciones más corruptas, el buen trabajo de algunas pocas personas puede hacer la diferencia.

Como nota curiosa, me pareció interesante que la población se han encargado de recompensar el buen actuar de algunos funcionarios con palabras de admiración y respeto, ¿Comenzarán los funcionarios públicos a interesarse por su legado?

Apoyemos todos al Juez Gálvez quien estará ligando a proceso y dictando prisión preventiva al "1" en pocas horas! pic.twitter.com/AMbLQPF0Vl

 — Podemos Guatemala (@GuatePodemos) 8 de septiembre de 2015

 

 

— Publinews Guatemala (@Publinews_GT) septiembre 6, 2015 

 

5. TENEMOS LA GANA DE SALIR A MANIFESTAR METIDA ENTRE CEJA Y CEJA.

Queremos salir a manifestar, queremos que los políticos nos den excusas para decirles lo mal que lo están haciendo y esto es muy positivo. Hay quienes temen porque consideran que podemos caer en una lógica de “despedir” presidentes a diestra y siniestra pero este es un fenómeno que vale la pena analizar también desde fuera de una lógica institucionalista rígida o muy conservadora, a través de la permanente vigilancia podemos crear políticos temerosos de las instituciones mientras construimos unas más sólidas y funcionales.

 

Cuidado también con la Plaza porque hasta algo que nos gusta mucho puede terminar aburriendo si lo comemos demasiado. Ni tanto que los políticos se acostumbren ni tan poco para que se confíen.


“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia.” Que la sombra del pesimismo no caiga sobre nuestros hombros, en toda esta crisis política/institucional hay oportunidades que debemos tomar.

Los fenómenos sociales y políticos se caracterizan porque pueden ser fácilmente analizados desde distintas perspectivas, ser optimista ante la situación política que atraviesa el país no significa sentarse a esperar que las cosas pasen porque “van por buen camino”.

Todo lo contrario, significa estar siempre pendientes, siempre vigilantes y siempre positivos porque, entre todo lo malo, todavía tenemos algo con qué luchar.

5 cosas que aprendí de Guatemala en los últimos 5 meses
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
09 Sep 2015

No recuerdo en mi tiempo de vida momentos tan convulsos en la política nacional como los que hemos tenido en los últimos meses. A estas alturas ya casi olvidé cómo es un día normal y tranquilo en las noticias políticas del país.

Y es que de abril para septiembre hemos atravesado una serie de turbulencias políticas que han cambiado el panorama político e institucional del país, el tiempo nos dirá si estamos logrando aprovechar esta ventana de oportunidad.

Les dejo en estas líneas las 5 cosas que aprendí de Guatemala en los últimos 5 meses.

1.

El interior del país no vive en total aislamiento de lo que sucede en la arena política como se suele creer. En definitiva el creciente nivel de urbanización y la penetración de la tecnología sumadas a la comunicación de boca en boca han comenzado a cambiar el paradigma de la comunicación en el país. Todavía tenemos grandes rezagos en muchas regiones, sobre todo las más aisladas pero en las cabeceras departamentales y las poblaciones aledañas la información pareciera estar fluyendo con mayor eficiencia.

De ahí que los escándalos de corrupción que enfrentó el gobierno de Otto Pérez Molina y la evidente relación que tenía el gobierno con Líder y Manuel Baldizón terminara afectando a este último en su intento por llegar a la presidencia, las encuestas serias lo mostraban bajando a pesar de que algunas personas afirmaran que esto no era posible porque se tenía la impresión de que la gente no se enteraba de lo que estaba pasando.

 

2.

Las redes sociales son cada vez más importantes y tienen influencia en la vida política del país pero también son una burbuja y pueden distorsionar la percepción que tenemos de la realidad. Esto se puede apreciar en el poco impacto que tuvo la campaña de rechazo al sistema a través del voto nulo o la petición de que se aplazaran las elecciones. Ideas que, en redes sociales y algunos medios de comunicación, daban la impresión de tener una aceptación importante sin embargo la gente salió a votar, de hecho la participación electoral del 2015 (71.24%)[1] subió ligeramente en comparación con la del 2011 (69.38%).

El voto nulo y en blanco también disminuyó, en 2011 el porcentaje de votos nulos y en blanco fue de 11.85% mientras que en 2015 se calcula que fue de 9.21%[2].

 

3.

Los gastos millonarios exorbitantes no son la única forma de hacer una campaña política exitosa pero todavía tienen mucho peso. No estoy de acuerdo con las aseveraciones que se hacen de que el paradigma de la política guatemalteca ha cambiado y que ya no se necesitan campañas millonarias para ganar. Es cierto que hoy tenemos ejemplos de políticos que resultaron exitosos como Luis Grijalva, alcalde electo de Quetzaltenango por Encuentro por Guatemala; Neto Bran, alcalde electo de Mixco por el Movimiento Reformador; algunas campañas de diputados al Congreso de la República; y el mismo Jimmy Morales quien llegó a segunda vuelta presidencial con el partido FCN Nación. Pero cabe preguntarnos si estos casos no son más el resultado de una serie de eventos externos que el resultado directo de un cambio de paradigma.

No hay que olvidar que tanto la UNE como Líder obtuvieron en conjunto casi el 40%[3] del total de votos, un voto altamente clientelar y caro. Según cifras oficiales, entre mayo y julio la UNE gastó 25.6 millones de quetzales; Líder 61.4 millones y FCN Nación 4.5 millones. En estos datos no se incluyen los gastos que algunos de partidos hicieron en campaña anticipada de forma ilegal.

Lo que sí tuvimos en estas elecciones son algunos interesantes casos de estudio para la Ciencia Política guatemalteca, por ejemplo el de Neto Bran, quien con muy poco dinero se enfrentó a dos candidatos que contaban con mucho dinero para hacer campaña pero que también cargaban con el desgaste de sus partidos y de sus propias gestiones. Hablo de Amilcar Rivera quien se lanzaba con Líder y ya había sido alcalde de Mixco y de Otto Pérez Leal de quien no tengo que decir mayor cosa para dar a entender el punto.

El caso de Morales es bastante particular porque él no comenzó su campaña de cero, si bien es cierto que su única experiencia con la política se reduce a haber obtenido el tercer lugar para la alcaldía de Mixco en 2011, Jimmy era ya una figura conocida en muchas regiones del país pues tiene más de 15 años de ser el protagonista de un programa de televisión de comedia que se transmite todos los domingos en horario estelar por uno de los canales de mayor rating del país. En ese sentido, el candidato ya tenía ganada la primera batalla, ser un personaje conocido.

 

4.

La sociedad guatemalteca está fuertemente polarizada pero puede unirse cuando entiende que hay enemigos comunes, en este caso en particular fue la corrupción el enemigo a vencer. Ejemplos hay muchos pero me gustaría resaltar a los estudiantes de la USAC, URL, UVG y UFM que marcharon juntos y contagiaron al país para que se uniera en un paro nacional que muchos veían con recelo.

Esperemos que la segunda vuelta electoral no resulte en el rompimiento de esa confianza que se ha empezado a construir pues otro que se había perfilado como el enemigo en común, Manuel Baldizón, ya fue sacado de la contienda y la segunda vuelta será disputada por candidatos que parecieran tener marcadas diferencias ideológicas. Habrá que analizar la forma como estas personas se han comportado en el pasado y la capacidad que pueden tener de lograr ciertos consensos. Cuidado con las caras amables que luego dejan la máscara tirada por ahí.

 

5.

Todos estamos de acuerdo con que Guatemala tiene problemas profundos y que muchos de esos problemas están en sus instituciones pero las soluciones a esos problemas no tienen por qué ser radicales. Thelma Aldana y la excelente labor que su equipo está realizando en su “cruzada contra la corrupción” ejemplifica muy bien este punto.

Para hacer lo que están haciendo no necesitaron cambios estructurales profundos en el Ministerio Público. Fue la invaluable ayuda de CICIG al mando de Iván Velásquez y la voluntad de hacer que las cosas caminen lo que provocó el cambio. Esto generó un efecto de bola de nieve que terminó contagiando a la población e incluso a algunos personajes de la Corte Suprema de Justicia que han tomado la decisión de mover los engranajes para bien.

Con esto no estoy diciendo que no necesitemos cambios y reformas en legislaciones específicas, por supuesto que podemos reformar y mejorar, un cambio de actitud en todos los funcionarios públicos es utópico. Lo que sugiero es que nos alejemos de esos discursos que sugieren cambios radicales al sistema pues suelen ser discursos superficiales que se toman a una distancia considerable de la especificidad de los problemas que tiene la administración pública. Cada institución es distinta y requiere de especial atención.

 

Estas son las lecciones más importantes para mí, me interesaría mucho saber ¿qué aprendió usted de Guatemala en estos últimos 5 meses?


1. Datos de las elecciones generales 2015 de Guatemala en www.tse.org.gt

2. Datos obtenidos en www.tse.org.gt (Nota: Al momento de escribir este artículo el TSE todavía no había entregado resultado oficiales por lo que el resultado podría presentar alguna variación mínima)

3. Datos en www.tse.org.gt

Lo que sigue
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Karen es Directora Ejecutiva de Fundación Libertad y Desarrollo. Productora de televisión por más de 15 años. Ha realizado estudios en Historia y fue beneficiaria de una beca Fulbright.
04 Nov 2015

Por demás está decir que el 25 de octubre marca para nuestro país una fecha memorable, para bien o para mal.

¿Memorable? Sí, no tengo la menor duda. Fue la culminación de un proceso electoral marcado por importantes eventos que no son poca cosa (Presidente y Vicepresidente ligados a procesos y en prisión por corrupción, varios diputados con procesos de antejuicios, candidaturas inhabilitadas por el TSE, y por supuesto un vigoroso movimiento ciudadano que salió a las calles a exigir justicia y transparencia). También marca el inicio de otro proceso para el país, todavía más complejo y trascendental, que puede definir el futuro.

Tan sólo hace unos meses, a inicio de año por señalar un punto de partida, pocos dudábamos que el próximo Presidente del país sería el candidato que encarnaba todos los males con los que tristemente ya nos hemos acostumbrado a convivir en la cultura política guatemalteca. Manuel Baldizón representaba la trampa y la transa, el irrespeto a la ley, las prácticas clientelares, el abuso, la compra de voluntades y la ofensa a la inteligencia ciudadana. Pero la ciudadanía le dijo NO.

Por el sufragio la ciudadanía también le dijo NO a quien representaba también los abusos en el ejercicio del poder, la falta de transparencia y la ausencia de escrúpulos en el intento por llegar a la primera magistratura. La ciudadanía le dijo NO a Sandra Torres.

Contra todo pronóstico, la asistencia a las urnas fue una de las más altas de la historia y contra todo pronóstico el voto nulo y en blanco se mantuvo dentro de los parámetros de elecciones pasadas y hoy tenemos un presidente electo legítimo.

Pero una vez finalizado el proceso electoral, hay otro proceso que debe seguir su curso y que para mí, tiene que ver con la lucha contra la corrupción, la depuración del sistema político y una nueva cultura en el quehacer del ejercicio público.

Aunque el TSE, el MP de la mano de la CICIG y la ciudadanía a través de las manifestaciones en la plaza y a través del voto han aportado para depurar el sistema político, es importante que ese proceso de limpieza continúe. Falta ver en qué terminan los procesos que se están llevando a cabo en contra de algunos diputados. Y es necesario además, que se profundice en toda la administración pública y en todo el país, empezando desde el poder local -donde los presupuestos municipales son derrochados en cualquier ocurrencia que nada tiene que ver con las necesidades de la población- pasando por el Congreso y el Ejecutivo e instituciones autónomas y semiautónomas.

El Presidente electo sabe que la lucha contra la corrupción DEBE ser su cruzada y que no le quede duda que la ciudadanía le apoyará en ello; como tampoco le debe quedar duda que esa misma ciudadanía está dispuesta a ser implacable en vigilarle a él y a su gobierno. De hecho, ya empezó. El Presidente electo no puede mandar mensajes equivocados de su compromiso con la transparencia y con una nueva forma de hacer gobierno.

¿Qué sigue?

Es importante que luego de las elecciones, las expectativas se ordenen. Los retos del país son de tal magnitud que sería ingenuo creer que un nuevo gobierno será capaz de revertir por completo la situación actual del país. Pero lo que sí es posible para el nuevo gobierno con Jimmy Morales a la cabeza es “inaugurar” una nueva forma de conducir la administración pública

“Los guatemaltecos necesitamos y añoramos que la decencia sea la marca del nuevo gobierno.”

Los guatemaltecos necesitamos y añoramos que la decencia sea la marca del nuevo gobierno. Que los funcionarios incorruptibles ya no sean una especie de criaturas extrañas incrustadas en las instituciones.

Necesitamos que el nuevo gobierno lidere la depuración de las instituciones estatales, respaldados por una ciudadanía que en los últimos meses demostró que ya no está dispuesta a tolerar más abusos y sinvergüenzadas por parte de los políticos y los funcionarios públicos.

Lo que sigue es que la euforia por el triunfo electoral de paso a la sensatez en la integración del mejor equipo de gobierno posible.

Lo que sigue es que el nuevo gobierno con total claridad nos informe en enero el estado en que recibe el gobierno en las diferentes áreas y que no demore en empujar con decisión las tres o cuatro reformas que en estos cuatro años podrán marcar una diferencia para la posteridad: las reformas a la Ley de Servicio Civil, a la Ley de Compras y Contrataciones del Estado, la Ley Electoral y de Partidos Políticos y las reformas al sector justicia.

Lo que sigue es que a partir del 14 de enero el Presidente Jimmy Morales no deje lugar a dudas que su lema de campaña “ni corrupto, ni ladrón” será el sello de su administración. Y nosotros los ciudadanos debemos encargarnos de recordárselo todos los días.

Quiero pensar que el 25 de octubre será memorable, para bien, porque marcará para la historia el inicio de una nueva forma de hacer las cosas en el país.

Será para mal si Jimmy Morales pasa a la historia como un Presidente más, a los que les faltó voluntad política para empujar e iniciar los cambios que este sufrido país demanda. Será para mal, si aquí pasó de todo, para que finalmente no pase nada.