En el programa de esta semana, analizamos la falta de pensamiento crítico en un mundo sobre informado.
Dionisio Gutiérrez comenzó planteando la pregunta: “¿cuántas de las decisiones que toma cada día están basadas en emociones o impulsos? ¿Dónde quedan el análisis racional o la justificación económica?” Señaló que, en un mundo con fácil acceso a la información, a menudo falsa o cuestionable, es común que grupos e intereses intenten manipularnos para influir en nuestras decisiones.
Como consecuencia de la sobreinformación y su manipulación, la ignorancia, un “rasgo común en la naturaleza humana, que ha sido siempre un virus presente en la historia de las naciones, se ha convertido en epidemia en el mundo de hoy”. Vencer esta situación es complejo, pues “lo fácil es creer lo que nos cuentan o hacer lo mismo que hacen los demás”.
Además, Gutiérrez destacó que otra amenaza son las burbujas generadas por las redes sociales: “En cada una, se consume y se cree la misma información que, por lo general, es distinta en cada burbuja y casi ninguna pasa los filtros de la verdad o la objetividad. Lo grave es que así se refuerzan la desinformación y la mentira, que cada día se cuestionan menos y, por eso, se refuerzan el fracaso, la derrota y la decepción”.
Por esta razón, subrayó la importancia de recordar que “la información no siempre conduce a la verdad. El poder no es sinónimo de sabiduría, ni da la razón, y mucho menos es dueño de la verdad. Por eso, la importancia de cuestionar, de dudar y desarrollar un pensamiento crítico”. Gutiérrez recordó cómo la manipulación de la información y del discurso ha causado daño y destrucción en la historia, como en el caso del nazismo y el estalinismo, y cómo el daño sigue siendo provocado por “distintas versiones del populismo autoritario, que son más de lo mismo con empaque distinto”.
Para concluir, Gutiérrez hizo un llamado a recordar que “la libertad política y la libertad económica son inseparables, y que un sistema judicial independiente y eficiente garantizan nuestros derechos”, instando a no caer en la sumisión ni en la esclavitud.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a Nelson Rauda, periodista y editor de contenido digital, y a Juan Ignacio Ardón, psicólogo clínico y catedrático universitario, sobre la indiferencia en las sociedades actuales y el impacto social de la desinformación.
Rauda explicó que la razón por la cual vivimos en sociedad divididas en burbujas de información se debe a que esta se “prioriza para retener a la gente la mayor cantidad de tiempo posible”. Al haber un alto flujo de información, dijo, el intercambio comunicativo se complica.
Sobre por qué prevalecen los movimientos populistas y cómo sus discursos se propagan a través de las redes sociales, Rauda señaló que considera que “la gente ve a los populismos como más efectivos”. En el caso específico de El Salvador, subrayó que este fenómeno se ha dado, pero a largo plazo terminará “dañando a los salvadoreños”.
Por otro lado, Rauda destacó que “cada vez es más difícil distinguir qué es verdad y qué es mentira”, y que los chismes y las mentiras se propagan con mayor facilidad. A esto agregó que,por esta razón, es más fácil hacer “los titulares más cortos, frases más cortas, que explicar lo que [realmente] pasa en el mundo”. También mencionó que es responsabilidad de los periodistas “hacer que lo importante sea interesante” y, sobre todo, informar correctamente a la población.
Para finalizar, Rauda enfatizó que enfrentar la desinformación y la mentira es “una responsabilidad individual”. Es necesario “tratar de cuestionar todo, de ejercer mentalidad crítica y tener escepticismo con todo lo que vemos en redes sociales”.
Por su parte, Ardón explicó que el consumo de contenido negativo, falso y manipulador tiene un efecto emocional en las personas: “No nos permite hacer buenos razonamientos, juicios correctos. Nos pone en una situación alejada del conocimiento y más apegada a riñas entre personas, entre opiniones. Por ende, nos lleva a aspectos mucho más emocionales y más aptos para dividirnos y más apto para manipulaciones que nos dividen entre buenos y malos”.
Respecto a los efectos de la ansiedad y la incertidumbre sobre el futuro, y cómo estas nos predisponen a aceptar soluciones fáciles y radicales, como las propuestas por los populistas y autoritarios, Ardón señaló que, en términos psicológicos, esto se debe a la falta de autoestima y la susceptibilidad a ser influenciado: “El populismo, por ejemplo, genera dos condiciones psicológicas. Primero, una connotación de evasión, me permite evadir la realidad, la cual creo que no puedo lidiar con ella. Segundo, genera una connotación de salvación, en donde otros van a hacer el trabajo por mí”.
Además, Ardón destacó que es fundamental promover el pensamiento crítico desde la infancia para evitar caer en manipulaciones. Este tipo de pensamiento implica entender que “toda la verdad debe ser probable, que se debe revisar la calidad de la evidencia, que una autoridad no necesariamente dice la verdad y, por último, que requiere de un esfuerzo individual y una mente activa para distinguir entre lo que es correcto y lo que no”.
Por último, Ardón señaló que los altos niveles de estrés y la crisis que esto genera en las personas tienen una incidencia directa en la atracción que genera el populismo, así como en las salidas radicales y violentas. Aseguró que tanto la sensación de malestar como la falta de juicio propician el populismo, que “es a la política lo que la comida rápida es a la alimentación: una respuesta rápida, que requiere poco esfuerzo y que genera la fantasía de que va a resolver el problema”.
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