Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado.
El discurso de la desigualdad es una herramienta ideológica y un arma política de la izquierda populista. En lugar de producir demagogia, los políticos debieran gobernar para reducir la pobreza desde el capitalismo liberal, el único sistema que lo ha logrado.
En México, a los ricos les dicen gomelos, mirreyes o solo pinches ricos. En Guatemala, fresas o caqueros. En Perú, a los ricos les dicen pitucos. En Cuba y Venezuela, a excepción de quienes gobiernan, ya no hay. En Ecuador les dicen pelucones. En Colombia, gomitas. En Dominicana, les dicen popis…
La realidad es que los ricos honrados y productivos son imprescindibles para la inversión, la creación de oportunidades de trabajo, de riqueza y de impuestos. También hay ricos parásitos, que normalmente están ligados a los gobiernos que solo roban y reparten, y se quedan con la mayor parte.
Uno de los grandes debates de nuestro tiempo es la desigualdad económica. Ideólogos de izquierda, populistas y mal intencionados, se desgarran las vestiduras denunciando la desigualdad, cuando el problema no es la desigualdad, es la pobreza.
El debate de la desigualdad se vuelve conflicto cuando ésta es producto del abuso, la corrupción, la explotación, el subdesarrollo político, la desigualdad ante la ley, la falta de democracia, la ausencia de un mercado libre y competitivo.
El discurso de la desigualdad es una herramienta ideológica y un arma política de la izquierda populista. En lugar de producir demagogia, los políticos debieran gobernar para reducir la pobreza desde el capitalismo liberal, el único sistema que lo ha logrado.
En la naturaleza humana está el hecho de que no nos gusta la desigualdad. Aunque no lo digamos, no nos gusta que alguien sea mejor que yo, tenga más que yo o sea más guapo que yo.
El que tiene dos vacas le desea la muerte al que tiene 4. Quien tiene un Toyota envidia al del Lexus. El del BMW desea que choquen al del Mercedes.
La naturaleza humana siempre tiene espacio para evolucionar.
La paradoja de la desigualdad está en la distribución desigual de los dones naturales. Ésta es la fuente principal de la desigualdad económica. El problema de fondo está en que el creador del Universo nos hizo, a cada uno, diferentes. Al escoger un trabajo o una carrera condicionamos el estilo de vida. Las diferencias en el talento natural, además de la suerte, que existe, serán siempre fuente de desigualdad.
Ya sabemos a quién enviar el reclamo.
Solo las dictaduras pueden hacernos a todos iguales… y será en pobreza, esclavitud y desesperanza.
Por eso es importante la educación, que no es el único factor necesario para reducir la desigualdad, pero sí el más importante.
En los países subdesarrollados con democracias débiles, políticos mediocres y gobiernos corruptos hay pocos ricos, una clase media débil y pequeña, y muchos pobres.
En los países capitalistas y desarrollados hay suficientes ricos, una clase media grande, fuerte y dominante, y pocos pobres. Es cierto, hay que trabajar, y duro, pero, se sale adelante.
En los países socialistas o populistas son ricos los gobernantes, no precisamente por honrados, no hay clase media, y los gobernados son todos pobres.
¿En qué país quiere vivir usted?