Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado.
Cuando el poder ha despojado al ciudadano de sus libertades, ha pisoteado su dignidad y le ha forzado a llegar a extremos infrahumanos por la carencia de todo, los ciudadanos se levantan.
Es posible que cuando salgan estas letras a la luz pública, Nicolás Maduro ya no sea el dictador de Venezuela. Podría haber renunciado y huido al exilio a Cuba, Irán o Corea del Norte. Es también posible que le hayan dado un golpe de Estado y que le pongan en la cárcel para luego ser juzgado por los crímenes que ha cometido. O incluso, es posible que se dé un levantamiento popular, una revolución o incluso una guerra civil, en la que Maduro pierde o pierde.
No estoy pronosticando, auspiciando, anunciando, ni siendo ave de “buen o mal agüero". Simplemente estoy siendo consecuente con la historia. Así es, a través de la historia de la humanidad, cuando el poder político y militar ha despojado al ciudadano de sus libertades, ha pisoteado su dignidad y le ha forzado a llegar a extremos infrahumanos por la carencia de todo, los ciudadanos se levantan, el poder militar se divide y el poder del pueblo se hace sentir.
Cuando se han violentado todos los derechos naturales y legales del ciudadano se cumple aquel refrán que dice que “no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo aguante”. Una y otra vez, las naciones se han sublevado, han reivindicado su dignidad y rescatado su libertad. Es cuestión de tiempo; y a Venezuela le llegó.
“-Solo el pueblo salva al pueblo- y esto, en la Venezuela de hoy, es mas verdad que nunca.”
Hoy en el mundo hay más naciones libres y democráticas que nunca en la historia. Y la tendencia es esa. Quedan algunos pueblos que viven bajo la bota de la tiranía, el crimen y la locura. Pero cada día esto es más absurdo e insostenible. Y después de 17 años del secuestro de la democracia en Venezuela, esto es evidente.
La historia reciente de Venezuela tendrá varios capítulos que serán la vergüenza del mundo occidental y una ofensa a los verdaderos valores democráticos. Se puede entender que un pueblo se equivoque, incluso varias veces; especialmente, cuando en una nación con altos niveles de pobreza, corrupción e incompetencia, como era la Venezuela antes del “chavismo”, aparece un gritón populista, de estos que mienten y ofrecen lo que saben que no cumplirán, y engañan al pueblo para llegar al poder.
Una vez en el poder, asfixian y capturan las instituciones y convierten al pueblo en prisionero, lo ponen de rodillas, lo humillan, lo reprimen y lo llevan a extremos como los que hoy vive Venezuela.
Lo que no se puede entender es la hipocresía, el silencio y la cobardía de las naciones del mundo occidental o la complicidad de organizaciones como la Organización de los Estados Americanos, la OEA, que hasta ahora, tímidamente, empieza a reaccionar; y así, tantas otras que han dejado solo y a la deriva al pueblo venezolano. En un mundo ideal, debiéramos estar viendo un levantamiento internacional de naciones protestando por la profunda y grave crisis a la que Maduro ha llevado a Venezuela (el país rico más pobre del mundo), exigiendo una salida pacífica y democrática.
Los pronósticos hoy indican que el costo en vidas y derramamiento de sangre podría ser muy alto si se deja solo al pueblo venezolano. Un pueblo que, a pesar de la soledad, triunfará y rescatará su democracia y su libertad. Pero las vidas perdidas y la sangre derramada pesarán sobre las naciones que callaron.
Es cierto que en el mundo hay voces que se escuchan para protestar contra Maduro y su organización criminal pero son aisladas y escasas. La evidencia y la historia no perdonarán el silencio y la complicidad. Estamos a tiempo de que se escuche la voz de todos los que queremos libertad y democracia para Venezuela. Es posible que cuando salgan estas letras a la luz pública, no se haya dado el gran cambio en Venezuela, pero de que está cerca, no tengo duda alguna.