Ninguna sociedad puede cambiar tanto, y tan rápido, sin ver surgir en su seno conflictos, revoluciones, insurrecciones, rivalidades.
La discusión en América española en torno a la necesidad de modernizar nuestras instituciones para alcanzar el «Estado de Derecho» (rule of law), la democracia y la economía de mercado, si bien insistente en la actualidad, es de vieja data y tropieza con varios escollos que impide el ansiado cambio. A este respecto, si bien en la actualidad algunos países conforme al WJP Rule of Law Index 2016 figuran más cerca de esos ideales, desde una perspectiva histórica en este terreno a veces ha pasado que los últimos países terminen siendo los primeros o los primeros devengan en los últimos[1], derivado de la inestabilidad de la región.
Así pues, los ejemplos institucionales de hoy no eran los ejemplos de ayer. La ausencia de límites al poder, de gobiernos democráticos transparentes y de economías pujantes en la región, se ha dicho que es el resultado de que en la larga marcha hacia la consecución de «auténticas instituciones» no hemos conseguido las instituciones formales apropiadas. Con el alegado de «auténticas» se ha pretendido comparar instituciones con otras, en las cuales si se han generado las consecuencias que queremos imitar: Estado de Derecho (rule of law), democracia y economía de mercado.
Así el debate en la región persiste en defender el credo de «ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano» como destacó BOLÍVAR en 1812, con su clara visión realista. Esta obsesión ajena a la convicción de los padres fundadores de los Estados Unidos de América, escépticos de cualquier concepción «buenista» de la naturaleza humana, ha desembocado en la obsesión por la imitación acrítica, cuando no, en el claro pesimismo como destacó el presidente Gerardo BARRIOS, al igual que BOLÍVAR en 1830[2] al sostener que:
«[…] yo sé que como están ahora las repúblicas de Centroamérica están mal, porque no tienen medios de una existencia segura y digna; dígolo de una vez: son parodias de nación y sus gobiernos son parodias. Tengo derecho para decirlo porque soy jefe de estado y he andado medio mundo, tanto en Europa como en América, y sé muy bien lo que es nación y gobierno; por tanto, creo que somos el ridículo personificado ante aquellos seres políticos que ocupan el globo. Mucho ha hecho la providencia divina para salvarnos de los filibusteros, siendo visibles los milagros; temo que le canse nuestra inercia y que un día nos abandone y caigamos en el abismo».[3]
Con dicho pesimismo sistemático no exento de bases, los diversos países en América española, han reforzado dicha actitud con la persistente manía por construir instituciones por el tejado, evitando el tema más escabroso de todos: los valores. La renuncia a enfrentar el tema de los valores, se debe a la ausencia de «valores burgueses» que generaron riqueza en el mundo moderno, de allí la consabida corrupción que mina las repúblicas no virtuosas.
Obviando la importancia de la reflexión ética en política, el discurso latinoamericano ha oscilado en un marxismo cultural que insiste en que las causas de la riqueza[4] en los países desarrollados o la miseria o pobreza se deben únicamente a causas materiales, como el aprovechamiento de recursos naturales o la inexistencia de los mismos.
Esta idea defendida en la literatura, refleja el estado emocional de nuestros pueblos, reemplazando la historia como puede verse en Las venas abiertas de América Latina o el ensayo Patas arriba: Escuela del mundo al revés del escritor Eduardo Galeano. Con esta prédica unicausal y material centrada en la explotación de nuestros recursos asociados a riqueza por potencias extranjeras, se ha impedido superar la mentalidad pre-moderna existente, basada en la no asimilación de la responsabilidad de las acciones emprendidas.
Así pues, no es un secreto que fue el cambio drástico en las ideas relativas a la moral, comercio, derecho, economía e innovación lo que ocasionó un cambio radical en las condiciones materiales de las personas en occidente. La llamada «sociedad clerical militar» de orden cerrada y jerárquica dio paso a la llamada«sociedad comercial» cuando los hombre reprimieron la consigna moral tribal de que la «propiedad privada constituye un robo, y el comercio su instrumento»[5], como dan cuenta las distintas ciudades libres en expansión en Europa, Estados Unidos de América e incluso en Asia.
Con ese cambio moral, los hombres comunes comenzaron a transformar el mundo, naciendo con ello cambios, reformas o revoluciones de la cual somos deudores. Los inventos que proliferaron a partir del siglo XVIII permitieron enaltecer y cristalizar conceptos que prexistían a esos inventos, como los de dignidad[6] y libertad, los cuales fueron las palancas de la mejora en las condiciones materiales de la humanidad.
Enfocado en una visión materialista de la historia, se ha mutilado la comprensión de que la importancia de los valores de la dignidad, libertad humana, virtudes, límites del poder han sido motores de desarrollo.[7] Obviando ello, se ha insistido en imitar acríticamente instituciones del mundo moderno sin tomar en cuenta que dichas instituciones son el producto de un cambio moral en esas naciones, generándose una frustración constante producto de que no se consiguen ni las instituciones imitadas ni la prosperidad material deseada.
La distancia entre ideal y la realidad, aunada a la persistente imitación de instituciones sin tomar la moral que subyace a las mismas, ha acarreado la lamentable situación de observar que no llega el ansiado desarrollo. Así se ha descartado entender que los cambios materiales en los países prósperos fueron el resultado y no la causa del desarrollo.
Este cambio en los valores es trascendental, pues el caso de Venezuela permite comprender como pese al crecimiento económico vertiginoso –más que otros países actualmente- e incluso mayor al «milagro alemán», ocasionó un cambio fuerte en la sociedad pero con pies de barro. Por ello, un agudo observador destacó que desde el punto de vista sociológico«ninguna sociedad puede cambiar tanto, y tan rápido, sin ver surgir en su seno conflictos, revoluciones, insurrecciones, rivalidades»[9], mucho más si no están asentados determinados valores que frenen el caos.
Referencias:
[1] Para una perspectiva histórica del tema electoral y de la democracia en la región, véase Daniel ZOVATTO, Reforma Política-Electoral e Innovación Institucional en América Latina (1978-2016), Editorial Jurídica Venezolana Internacional, Caracas,-New-York, 2017.
[2] Carta de Bolívar al general Juan José Flores (1830) en la cual se afirma que: «Hágase la voluntad del Sur; y llene V. sus votos. Ese pueblo está en posesión de la Soberanía y hará de ella un saco, o un sayo, si mejor le parece. En esto no hay nada determinado aún, porque los pueblos son como los niños que luego tiran aquello porque han llorado. Ni V. ni yo, ni nadie sabe la voluntad pública. Mañana se matan unos a otros, se dividen y se dejan caer en manos de los más fuertes o más feroces […]. V. sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. 1°. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5°. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6°. Sí fuera posible que una parte del mundo volviera al caos- primitivo, este sería el último período de la América»
[3] Jorge Mario GARCÍA LAGUARDIA, «El Federalismo en Centroamérica. Integración y Desintegración» en VALADÉS, Diego y SERNA DE LA GARZA, José María (Coords.), Federalismo y regionalismo, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2005, p. 228.
[4] Adam SMITH, An Inquiry Into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, vol. I y vol. II, Liberty Fund, Indianapolis-USA, 1982.
[5] Antonio ESCOHOTADO. Los enemigos del comercio: Una historia moral de la propiedad, 3 vols., Espasa Calpe, Madrid, 2016.
[6] Deirdre N. MCCLOSKEY, Bourgeois Dignity: Why Economics Can't Explain the Modern World, University of Chicago Press, USA, 2011.
[7] Deirdre N. MCCLOSKEY, The Bourgeois Virtues: Ethics for an Age of Commerce, University of Chicago Press, USA, 2007.
[8] Moisés NAÍM, «El caso Venezuela: treinta años después» en Debates IESA, Vol. XX, núm. 3, Julio-Septiembre, Caracas, 2015, p.50.