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Las elecciones generales de 2015 se llevaron a cabo en medio de una de las peores crisis institucionales que ha atravesado el país, desde el inicio de la era democrática. Nuestro sistema político fue sacudido por la CICIG y el Ministerio Público, lo que provocó un despertar ciudadano pocas veces visto en Guatemala. Las elecciones fueron aprovechadas por la ciudanía para depurar el sistema de algunos personajes políticos que encarnaban la corrupción, el saqueo estatal y las prácticas clientelares, que han prevalecido en el país durante las últimas décadas.
Los ciudadanos ejercieron responsablemente su derecho al voto y acudieron masivamente a las urnas. En la primera vuelta, la participación fue la más alta de la historia, superando incluso las elecciones de 1985. La participación en la segunda vuelta electoral, fue la tercera más alta de la historia, superado solamente por las elecciones de 1985 y 2011. Contrario a lo que varios analistas pronosticaban, los ciudadanos optaron por las elecciones y la democracia cómo la mejor forma de sanear nuestro sistema político.
Si se mide la cantidad de votos que obtuvo el candidato ganador como porcentaje del total de empadronados, el presidente electo sería el segundo más votado de la vida democrática moderna del país.
Estas cifras representan una responsabilidad histórica para el presidente recién electo. Los ciudadanos le han dado el mandato de eliminar la corrupción del país y sin duda serán poco tolerantes ante eventuales comportamientos ambiguos u opacos por parte de su equipo de gobierno.
Guatemala tiene una nueva oportunidad y es de esperar que no sea desaprovechada una vez más.
Esta semana en Dimensión con Dionisio Gutiérrez analizamos con expertos los retos que enfrentará el nuevo gobierno.
Sintoniza el programa completo este domingo a las 10 p.m. por Canal 3 o encuéntralo aquí a partir del sábado por la tarde: