En el programa de hoy analizamos las revoluciones en el mundo moderno, su legado transformador y sus excesos y su resurgimiento en América Latina.
En su editorial, Dionisio Gutiérrez se refirió al surgimiento de las revoluciones en el mundo moderno: “Dicen los expertos que las revoluciones de los pueblos son un fenómeno eminentemente moderno; bueno, del Siglo XVI para acá. Ya saben ustedes cómo son los filósofos. Una revolución es un cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una nación”.
Además, señaló las tres revoluciones socialistas de América Latina y su legado devastador: “En la América Latina de nuestro tiempo, las revoluciones más conocidas son la cubana, la sandinista y el Socialismo del Siglo XXI. Las tres tienen el mismo origen totalitario, aunque fueron cambiando la máscara y la excusa según el momento y las circunstancias. Las tres han causado pobreza, muerte y desolación en casi una docena de países. Las tres han significado pérdida de libertades”.
También, expresó que las revoluciones suelen ser consecuencia de graves crisis políticas donde las élites se niegan a cambiar: “Estas tragedias para la humanidad han ocurrido cuando la política no es capaz de aliviar ni resolver los problemas sociales y económicos, cuando la política se vuelve enemiga de la democracia republicana y la erosiona; estas tragedias suceden cuando la política llega a ser motivo de desesperanza, cuando los pueblos ven perdido su futuro. Es ahí cuando las revoluciones son una opción, aunque sean un fracaso”.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó al economista y escritor boliviano Juan Claudio Lechín, a propósito del estallido de las revoluciones contemporáneas en el siglo XVIII y su auge en el siglo XXI latinoamericano.
Sobre las razones que causan el estallido de una revolución, el intelectual expuso: “Las revoluciones se producen por un agotamiento del sistema y desde hace dos siglos se produce por un fenómeno muy nuevo que es el ascenso de las masas, que estaban quietas en la Edad Media. Las masas populares comienzan a reclamar su lugar en la historia desde el siglo XVIII. Estas revoluciones van a desencadenar dos grandes corrientes: una corriente modernizadora y una corriente arcaica donde se inscriben los comunismos, fascismos y yihadismos, que nos devuelven a formas de la monarquía absolutista, pero plebeya”.
Sobre los factores sociopolíticos con los que debe cumplir una sociedad para que se den las condiciones revolucionarias, el autor comentó: “Para iniciar el proceso de descomposición de la sociedad, Yuri Bezmenov un desertor de la KGB dice en el año 1984 que cuando los soviéticos entran con el manual de desmoralización de la sociedad, meten infiltrados a decir que todo lo que está bien, está mal. Es decir, si hay democracia, decir que es una democracia injusta; si hay religión, decir que es una religión oprobiosa; si hay mercado, decir que son ricos insensibles. Todo esto tardará 21 años desde ese comienzo para lograr una revolución”.
Sobre las razones por las cuales el discurso revolucionario y radical es atractivo en la sociedad a pesar de sus fracasos, el escritor afirmó: “Hace falta algo previo, y es tener un relato del liberalismo. Un relato político, no económico. El económico lo conocemos y es racional. Necesitamos un relato emocional que reivindique la historia y que busque redimir a un pueblo. El único relato que cumple con esa redención del pueblo es la revolución liberal porque es la única que le da al pueblo mejores días”.
Finalmente, en el último segmento, Edgar Ortiz moderó el panel entre la internacionalista mexicana Stephanie Henaro y el internacionalista venezolano Víctor Mijares, sobre el Vigésimo Congreso del PCCh, la consolidación de Xi Jiping en China y las implicaciones en el escenario global.
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