La situación de Colombia es preocupante y se ha ido complicando muchísimo con el paso de los días.
El detonante de este estallido social ha sido el proyecto de reforma tributaria presentado el 28 de abril por el Gobierno del presidente Duque, que desataría un clima social de enorme tensión y malestar. A pesar de la retirada del proyecto de ley el 2 de mayo, los ciudadanos volcados en las calles se han mantenido realizando otros reclamos.
¿Cómo llegó Colombia a esta situación? Repasando algunos antecedentes, recordemos que el presidente Iván Duque asumió en 2018 en medio de unas condiciones difíciles. El contexto en el que tenía que operar era complicado porque ha tenido que luchar contra una izquierda creciente que se divide en dos vertientes: una vertiente muy radical, representada por Gustavo Petro y los reductos de las FARC que aceptaron los acuerdos de paz; y una vertiente de centro-izquierda moderada que tiene control de capitales importantes como Bogotá y Medellín, y que en su oposición al gobierno central, muchas veces han actuado muy poco leales al sistema democrático, y en términos objetivos han beneficiado a la izquierda radical.
Evidentemente este escenario se agrava con la pandemia. En un primer momento, la gestión de Duque fue buena, pero los confinamientos estrictos terminaron repercutiendo en la dinámica productiva del país, y arrojaron una caída del PIB en 2020 de un 7%, la mayor caída de su historia, y un aumento del desempleo del 16%. También la pobreza por ingreso aumentó en un 6.8%, ubicándose en un 42.5% lo que se traduce en que 21.2 millones de colombianos no tienen suficiente ingreso para suplir sus necesidades básicas, viviendo con menos de 90 dólares al mes, según las estadísticas reveladas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
A todo esto hay que añadir la desestabilización permanente desde Venezuela. Duque sabemos que ha legalizado la situación de los refugiados venezolanos que son varios cientos de miles, pero de todas maneras existe la convicción en Colombia de que Venezuela ha infiltrado agentes que están causando desestabilización. Para colmo, algunos líderes de las FARC que supuestamente se habían incorporado a los procesos de paz, han vuelto a la anti-democracia y han encontrado refugio en territorio venezolano bajo la protección del tirano Nicolás Maduro.
Hasta ahora el saldo de estas manifestaciones y paros nacionales es más profundización de la crisis. De acuerdo con cifras de Fenalco, las empresas del país han registrado caídas en ventas por más de 90%. Y la crisis del Covid-19 sigue haciendo de las suyas. Por ejemplo en Bogotá, después de una meseta en la curva de contagios, se volvió a un pico como consecuencia de las movilizaciones en la ciudad, y la ocupación de UCI está en un máximo histórico del 96%, lo que relentiza aún más la reactivación económica.
Si bien Duque convocó a un gran diálogo nacional entre diferentes sectores políticos, económicos y sociales el día 5 de mayo —iniciándose las conversaciones y acercamientos el 10 de mayo—, hasta el momento no hay acuerdos.
El problema esencial es que en este contexto no hay mucho más que Duque pueda hacer desde el punto de vista de las reformas, etc., para contener la crisis. Y la izquierda colombiana, en sus dos vertientes, está aprovechando esto para desgastar su liderazgo tremendamente. Frente a todo esto no surge una figura de recambio en el centro liberal y la derecha colombiana, entonces lo que se prevé es que esta izquierda moderada de “buenas maneras”, que en principio está alejada de la extrema, pueda ser el reemplazo de Duque. El problema es que el comportamiento de esta centro-izquierda en los últimos días ha sido muy cercano a la extrema, en un momento en donde lo que hay que hacer es unirse por el país.
La salida puede ser que estas conversaciones que han comenzado efectivamente lleven a la consolidación de un gran pacto de centro donde las fuerzas moderadas de la sociedad colombiana avancen en una agenda conjunta de reformas que le den viabilidad al país otra vez. Y sólo lo lograrán deslantrándose ambas partes de liderazgos polarizantes que impiden acuerdos y viven del conflicto.
Definitivamente el país se encuentra en una encrucijada histórica: o toman el camino de los acuerdos y las reformas, o el camino de la polarización y la anti-política.