Jóvenes ¿la generación perdida?

Jóvenes ¿la generación perdida?
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
12 Ago 2015

#ActualidadAnalizada

 

El momento crítico en el que se encuentran los jóvenes en cuanto a oportunidades laborales y los efectos que esto genera.

 

Los  jóvenes están viviendo un momento sumamente crítico.  La falta de oportunidades laborales, un mal que se asociaba principalmente a los países en desarrollo, también está presente en las economías más desarrolladas del mundo. En el primer trimestre de 2008, el desempleo juvenil en la Unión Europea se encontraba en 15.2%, el nivel más bajo alcanzado en la década pasada. Sin embargo, desde esa fecha el desempleo juvenil se incrementó en este bloque económico y se ha ubicado entre 23% y 22% en los últimos tres años. Los casos más graves son Grecia y España, en donde el desempleo juvenil supera actualmente el 50%; mientras que en Croacia e Italia supera el 40%.

 

En Estados Unidos si bien las cifras no son tan dramáticas, también revelan una situación difícil para los jóvenes. En el año 2010 el desempleo juvenil alcanzó el 19.5% y luego ha descendido gradualmente hasta ubicarse actualmente en 12.3%. Esta reducción en el desempleo se debe al mayor dinamismo del mercado laboral de Estados Unidos, en comparación con el mercado laboral de Europa, que tiene mayores rigideces.  Pero también se debe a que muchos jóvenes han decidido salir del mercado laboral  o bien se han conformado con trabajos de medio tiempo, que ofrecen condiciones precarias. 

 

 

La generación de jóvenes de los países avanzados que están entrando al mercado laboral bajo estas circunstancias, corren el riesgo de afrontar consecuencias negativas por muchos años. La primera es en cuanto al nivel de salario que obtienen. Las personas que entran al mercado laboral en un episodio de recesión económica, tenderán a gozar de un salario menor a lo largo del tiempo, que aquellos que entran en un momento de expansión económica. Esto se debe a que la base salarial inicial es menor y también a que es poco probable que los salarios aumenten cuando las condiciones económicas son adversas.

 

El segundo efecto es respecto a la duración del desempleo. Algunos estudios sugieren  que, después de diez años, aquellas personas que  estuvieron desempleados por más de seis meses, tendrán en promedio un salario inferior en 32% que aquellas personas que nunca estuvieron desempleadas. Esta diferencia salarial tenderá a mantenerse incluso  después de veinte años. Pero aún  si el desempleo no dura más de seis meses, se tendrá efectos negativos de largo plazo. Después de diez años, aquellas personas que pierden sus empleos, tendrán en promedio un salario inferior en 9%, que aquellas personas que nunca perdieron sus empleos. 

 

32%

INFERIOR EN PROMEDIO, SERÁ

EL SALARIO DE AQUELLAS PERSONAS QUE ESTUVIERON

DESEMPLEADOS POR MÁS DE SEIS MESES

Los efectos del desempleo también impactan decisiones de vida importantes como el momento de contraer matrimonio o el número de hijos que desea procrear. Cuando se registran recesiones económicas las personas tienen a postergar el matrimonio y/o a restringir el número de hijos que tienen. En la actual crisis que afrontan los países avanzados, muchos jóvenes se han visto en la necesidad de vivir con sus padres bien entrados los treinta años, lo cual repercute en la edad que contraerán matrimonio o el número de hijos que tengan en el futuro. 

 

Al final, ya son más de siete años que  varios países avanzados están afrontando un estancamiento económico crónico, lo cual podría marcar a toda una generación de jóvenes en estos países. En el caso de Guatemala, la situación es mucho más crítica. La economía del país es incapaz de crear la cantidad de empleos que se necesita todo los años. El efecto ha sido que la mayoría se tienen que conformar con trabajos sumamente precarios en la informalidad, otros optan por abandonar el país para probar suerte en Estados Unidos y unos cuántos más deciden entrar al mundo criminal. 

 

Ya sea en los países desarrollados o acá en Guatemala, la evidencia muestra que para  que los jóvenes tengan un futuro promisorio, lo que se necesita es que tengan acceso a empleos de alta calidad. Eso es lo que determinará,  decisiones tan vitales como la familia que formarán. En el mundo desarrollado se habla de la generación perdida en la actual década. Pero, ¿cuántas generaciones perdidas estamos dispuestos a tener en Guatemala?