Guatemala en la encrucijada

Guatemala en la encrucijada
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
21 Jul 2015

 Es claro que el momento que vive Guatemala es sumamente complejo. Hay luces de esperanza que nos indican que si se continúa con los procesos de depuración de la política, el país puede tomar el camino de la consolidación de las instituciones democráticas. Pero también existen riesgos latentes.

 

Es innegable el rol que está jugado la CICIG en la develación de los casos de corrupción que tanto nos han indignado. Tenemos que reconocer que nada de lo que actualmente estamos viviendo hubiera sido posible sin la intervención oportuna y eficaz de este órgano de las Naciones Unidas. En este sentido, se puede decir que ha sido un factor externo el que ha sacudido a nuestro corroído sistema político y si se le quita del escenario, seguramente el país volvería a la senda que nos conduce al precipicio.

Si el camino hacia la consolidación institucional lo tuviéramos que comparar con una carrera de maratón, sin duda alguna nos encontraríamos tan sólo en el calentamiento. Para que la carrera realmente “comience” tendríamos que ver que los casos que se han presentado hasta el momento logren prosperar en las cortes. Esa será la verdadera prueba de fuego del sistema. En el pasado se han presentado casos de corrupción, pero estos han sido desestimados en los juicios y las personas inculpadas han quedado libres. De esta cuenta, sabremos que realmente estamos avanzando cuando veamos la primera sentencia en firme. 

 

“Sabremos que estamos en el camino correcto cuando veamos moverse el engranaje de la justicia”

 

Por supuesto, esto es un proceso y tenemos que comprender que los cambios no ocurren de la noche a la mañana. Sin embargo, es importante colocar la actual coyuntura en la perspectiva correcta. El “talón de Aquiles” de nuestra democracia ha sido precisamente la ausencia de un sistema de justicia realmente independiente y funcional. En este sentido, podremos decir que estamos en el camino correcto cuando veamos moverse el engranaje de la justicia que por tantos años ha estado atrofiado. 

Y esto nos lleva a un punto que no debemos perder de vista. Las reformas que hoy se discuten en el congreso son todas importantes. Es necesario contar con una nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos que regule y haga transparente la actividad de los partidos. Eso queda muy claro después del informe de CICIG presentado recientemente. Asimismo es de vital importancia las reformas a las Ley de Servicio Civil y a la Ley  de Contrataciones del Estado. Sin embargo, la aplicación en el futuro de estas leyes dependerá de que contemos con un “árbitro” independiente y eficiente. Este “árbitro” claramente es el Sistema de Justicia. 

Es importante que recordemos que actualmente existen muchas leyes que podrían hacer que el Estado funcione mejor, pero éstas no se aplican debido a que tenemos un Sistema de Justicia sumamente frágil. Si no hacemos las reformas que corresponden al Sistema Judicial del país, para evitar que sea cooptado por la política, las reformas a las otras leyes caerán en saco roto. 

Por el momento toda nuestra indignación está concentrada en la clase política. Sin embargo, no debemos olvidar que la batalla que actualmente está librando la sociedad guatemalteca tarde o temprano se concentrará en los tribunales. Es allí donde veremos si realmente nuestra democracia avanza. Por ese motivo, las reformas al sistema judicial del país no deben quedar en un segundo plano. El peor escenario es que la CICIG abandone el país y el sistema judicial quede intacto. Ese sería el camino directo  hacia el precipicio.