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Centroamérica, punto de inflexión
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

21 Oct 2015

El escaso crecimiento, la falta de solución a los problemas más sentidos de la población, la fragilidad democrática, mantienen una “espada de Damocles” sobre la región.

A las elites centroamericanas les cuesta reconocer que en sus países hay problemas estructurales serios y porcentajes muy altos de población en condiciones de pobreza. Mientras esto no cambie, son millones de seres humanos los que se mantendrán así porque la región tiene un problema crónico de crecimiento económico insuficiente y sistemas políticos corruptos y disfuncionales. Las clases altas de la región dan la impresión a la sociedad civil de centro y centro izquierda y a la comunidad internacional, de que por ellos estar bien, no ven la realidad social de sus países. La extrema izquierda usa ese argumento con fines muy distintos a construir sociedades democráticas.

“Las clases altas de la región dan la impresión a la sociedad civil de centro y centro izquierda y a la comunidad internacional, de que por ellos estar bien, no ven la realidad social de sus países.”

El problema de fondo es que las elites, sobre todo la económica, hacen poco para cambiar esa percepción, y los proyectos e iniciativas que apoyan y promueven, aunque algunos sean valiosos, son a todas luces insuficientes, y por eso, su imagen es de superficialidad y poco compromiso. Si la situación no cambia en la región y si no se empieza a gobernar de manera distinta a la forma improvisada y deshonesta como hoy se hace, estos millones de pobres centroamericanos tienen probabilidades muy bajas de dejar de serlo en los próximos 25 años.

El escaso crecimiento, la falta de solución a los problemas más sentidos de la población, la debilidad institucional y por lo tanto la fragilidad democrática, mantienen una “espada de Damocles” sobre las libertades civiles y la estabilidad política de la región.

El Salvador parece un país en guerra. Su gobierno no encuentra el camino para dar rumbo, sentido y confianza a su gestión. La economía está paralizada y no se ven esfuerzos serios por rescatar el sistema, el proceso democrático y el futuro del país.

Honduras presenta problemas similares a los de Guatemala. La corrupción desbordada, la violencia, la debilidad institucional y la desconfianza han llevado a sectores de la sociedad hondureña a pedir una comisión internacional auspiciada por la ONU, como la que opera en Guatemala, y hoy, con resultados extraordinarios.

Nicaragua, sin democracia no tiene futuro y contamina con el virus autoritario a otros políticos de la región que creen que al llegar al poder les corresponde quedarse con él.

“Es cierto que su proyecto es uno improvisado, sin plan de gobierno y sin equipo. No muy distinto a los demás.”

Guatemala, desde abril, está en un despertar cívico. Los ciudadanos luchan por liberar el Estado de la compleja organización criminal que le tiene secuestrado. El 25 de octubre se disputarán el poder en segunda vuelta electoral, un partido que ya hizo gobierno y fue un desastre, y Jimmy Morales, un desconocido en la política que atrae el voto de protesta y rechazo a la clase política dominante. Según las encuestas es muy probable que el próximo presidente de Guatemala sea Jimmy Morales. Es cierto que su proyecto es uno improvisado, sin plan de gobierno y sin equipo. No muy distinto a los demás. Pero así como esto es un problema y una amenaza, también es una oportunidad. Si Morales incluye en su proyecto a técnicos capaces y honestos, si se une al clamor nacional y promueve y apoya las reformas que el país necesita, y si hace un gobierno basado en la honradez, la transparencia y el trabajo responsable por sacar adelante al país, podría pasar a la historia como un gran Presidente y el que permitió la transición a una nueva era para Guatemala.

Centroamérica está en un punto de inflexión. Guatemala tiene una oportunidad histórica a la que deben sumarse los países de la región para articular propuestas, lograr consensos mínimos y ejecutar acciones que liberen, ordenen y den rumbo a la Centroamérica próspera, libre y democrática que todos queremos vivir.

La palabra CRISIS
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Jesús María es el Director del Área Institucional en Fundación Libertad y Desarrollo. Es catedrático universitario y Doctorando en Derecho por la Universidad Austral.
01 Oct 2015

Y los retos políticos de Guatemala en el siglo XXI.

#BlogsFLyD

La sociedad civil guatemalteca ha venido enfrentando una severa crisis, cuyas causas han venido siendo analizadas, ignoradas y banalizadas a lo largo de varias décadas[1] , sin que se intente seriamente desde el poder político subsanarlas.

La crisis se manifiesta en varias dimensiones (social, económico, político y jurídico etc.), las cuales se traducen en la ausencia de Estado de Derecho, la inexistencia de democracia formal, el agravamiento de la corrupción administrativa, el precario crecimiento económico, la desafección política, así como la elevada violencia criminal.

Con la palabra crisis se pretende designar una situación compleja, centrada por ahora, en el ámbito político-constitucional por ser el elemento más visible, aun cuando ello esconda una crisis mucho más profunda que es menester también tomar en cuenta.

La crisis a treinta años de vigencia de la Constitución adquiere significación, ya que con ella se pretende aludir al momento y a los retos que encara la sociedad civil guatemalteca, la cual ha venido enfrentándose enérgicamente a una clase política bastante indiferente para con los requerimientos de la sociedad civil.

Esta indiferencia, ha sido en parte el resultado de un sistema electoral y de partidos políticos, que si bien tenía su razón de ser en 1985 en la fase de apertura democrática, no lo tiene en pleno siglo XXI. La razón estriba, en que las demandas por una auténtica democracia sujeta al ideal político del Estado de Derecho, son las que permitirán superar la fase de “apertura”, para llegar a estadios de “desarrollo” y “consolidación”, lo cual pasa irremediablemente por abrir espacios de participación ciudadana y de ejercicio de la libertad política.

La existencia de una clase política en desmedro de la sociedad civil, ha sido el resultado de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, cuyos privilegios a los partidos políticos[1] son manifiestos, al concebir a estas organizaciones como únicas y exclusivas en el ámbito político y electoral. Tales privilegios legales, han creado una auténtica casta que impide la modernización de la vida social, económica, política y jurídica del país.

Ahora bien, pese a la indiferencia por parte de la clase política, existen muestras de una sociedad civil guatemalteca comprometida. De hecho, en medio de graves problemas ha expresado su malestar en una de las áreas del mundo más violentas, y en medio de un terreno pantanoso y minado de problemas acumulados por décadas.

A tal efecto, la Guatemala del siglo XXI, bastante profesionalizada en sus clases medias, ha desmitificado el lugar común, de la supuesta apática e indiferencia ciudadana, al punto de arrebatar simbólicamente a los partidos políticos la dirección exclusiva de los acontecimientos políticos futuros.

Es cierto, que de la crisis actual no se puede vaticinar ni esperar muchas cosas por azar, debido a que no se puede saber con precisión si se mejorará o empeorará la situación. Pero también es cierto, que las acciones colectivas e individuales serán decisivas en el recambio político que requiere el país, por lo que el empleo de la palabra crisis resulta exacta en tanto apropiación del léxico médico al léxico de la política.

“La crisis no puede conllevar a pesimismos extremos, aunque tampoco a ilusiones o fantasías.”

La crisis no puede conllevar a pesimismos extremos, aunque tampoco a ilusiones o fantasías. Ya FREUD, sostenía que los hombres tendemos a engañarnos con ilusiones y fantasías, sustituyendo los deseos por los hechos, llegando con frecuencia al extremo de dar por completo la espalda a una realidad que nos perturba, entregándonos sin crítica al espejismo que nos reconforta.

Sin embargo, una actitud y una acción realista no impide la lucha por el ideal político del Estado de Derecho y la democracia formal y política representativa como indica la Constitución. Al contrario. Será ésta una vía que permitirá superar la visión de la ley constitucional de 1985 (art. 18)[3], centrada en la estatalización del sistema de partidos, caracterizado por su divorcio con respecto a la sociedad civil y por la corrupción gracias a indebidos privilegios legales.

El reto de la Guatemala del siglo XXI es colosal. Por ello, las batallas en el ámbito político-electoral serán decisivas, en tanto la sociedad civil se enfrentará a una casta política auspiciada con privilegios legales, centrada en los intereses que el espíritu de cuerpo le dicte en detrimento de la sociedad, mientras que la casta tratará de minimizar esos cambios, como lo ha hecho por años, conculcando el paso de una apertura democrática a una democracia consolidada.

Este modelo, fruto de una lamentable actitud de determinados actores políticos, se ha traducido en una incomprensión de los actores políticos de la propia obra realizada en 1985, gracias a que han interpretado conveniente para ellos, la primera fase del proceso de democratización como eterna. Por ello, es que aún pervive ese secuestro de la política por parte de los partidos políticos, los cuales eran actores importantes que podían democratizar al país, por lo cual se requiere una reforma si se quiere lograr una ejemplar democracia centrada en el ejercicio de la libertad política.

La necesidad de partidos políticos renovados, con sólidos principios y estructuras flexibles, altamente descentralizados que le permitan llegar a las necesidades de la ciudadanía, pasa por superar el esquema de Estado de Partidos, introduciendo reformas necesarias que permitan superar la eufemística fase de apertura democrática, evitando con ello una crisis terminal del sistema político-constitucional.

Lo anterior no es exageración, máxime si se tiene presente el descontento y presión social de la sociedad civil para con el sistema político-constitucional en su integridad, gracias a los anticuerpos sociales que ha desarrollado la sociedad civil en relación a las malas prácticas que imperan en la partitocracia inaugurada en 1985.

En efecto, el reto para superar la crisis es colosal. La necesidad de democratizar el sistema pasa irremediablemente por deponer a la clase dirigente, y evitar la instauración de otras castas, ya que el problema no es solo de hombres, sino también de instituciones, ya que es iluso pensar que el gobierno puede ser ejercido por ángeles como bien ironizaban los creadores de la gran primera República moderna al norte del gran continente americano.


1. Véase los estudios del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) y del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) entre otros. Además de los estudios que emanan de las Universidades más importantes del país.

2. ALVARADO ANDRADE, Jesús María & FERNÁNDEZ LUIÑA, Eduardo, Diagnóstico de la Ley Electoral y de Partidos Políticos de Guatemala: situación y alternativas para su reforma en Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), Guatemala, 2015; y del mismo modo, FERNÁNDEZ LUIÑA, Eduardo, “El problema de la oferta política en el sistema guatemalteco” en Tópicos de Actualidad, n° 1051, Año 55, Agosto de 2015, Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), Guatemala, 2015.

3. GARCÍA LAGUARDIA, Jorge Mario (1988) “Constitución y partidos políticos en Guatemala dictadura y democratización” en Estudios en Homenaje al Dr. Héctor Fix-Zamudio, Tomo I, Derecho Procesal, Madrid, Universidad Nacional Autónoma, pp. 289-314.

Claro y fuerte…
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Karen es Directora Ejecutiva de Fundación Libertad y Desarrollo. Productora de televisión por más de 15 años. Ha realizado estudios en Historia y fue beneficiaria de una beca Fulbright.
17 Sep 2015

Y si es necesario, más claro y más fuerte.

Hace apenas un par de semanas la palabra incertidumbre era la que mejor describía las elecciones 2015. Y es que si alguna característica tuvo este proceso electoral fue la incertidumbre, al punto que muchos ciudadanos incluso dudaron que las elecciones se realizaran el 6 de septiembre.

Pero vaya que las hubo, ¡y a lo grande! Asistimos a las urnas 5 millones 390 mil 005 guatemaltecos, que equivale al 71.33% del padrón electoral, lo cual supone el nivel de participación más alto desde la apertura democrática, con la excepción de la participación para la Asamblea Nacional Constituyente en 1984. Por su parte, el voto nulo y en blanco fue menor que el registrado en las elecciones de 2011.

Aunque es claro que el ejercicio de la ciudadanía debe ser una constante, una tarea del día a día, que además requiere responsabilidad y compromiso, sin duda la alta asistencia a las urnas es una buena noticia para Guatemala, y yo la celebro.

Para mí, en la particular situación política que hemos vivido en los últimos meses y especialmente en las últimas semanas, la asistencia a las urnas fue la forma en la que muchos ciudadanos dieron vida a su sentir de empoderamiento, la forma de concretar que tenían algo que decir y sobre todo algo tangible que hacer. Y a pesar de que para muchos esto suene iluso, lo que ha pasado en el país a partir de este despertar ciudadano, nos hace pensar que cada uno de nosotros todavía podemos hacer algo para incidir en la arena política.

El mensaje de la ciudadanía llegó claro y fuerte a las urnas. Tan claro y fuerte que sacudió a unos cuántos, o a muchos. Alguno por allí todavía no termina de asimilarlo y otros están tratando de buscar acomodo ante la nueva realidad.

Expresamos que estamos cansados que nos engañen queriendo comprar nuestro voto y nuestra conciencia. Estamos cansados de los políticos abusadores, los que no respetan las normas y se burlan abierta y reiteradamente de la ley. Cansados de la manipulación y desinformación. Supimos diferenciar entre las encuestas falsas y las verdaderas. Votamos por el alcalde de nuestra preferencia sin que eso necesariamente comprometiera nuestra preferencia por candidato presidencial y diputados. Intentamos oxigenar al nuevo Congreso que se estrenará en enero, y aunque no ha sido lo suficiente, algo hemos logrado.

Ya empezamos a limpiar el sistema político y eso está bien. Las protestas y la asistencia en las urnas han sido contundentes. Pero es tal el grado de infestación que como bien han dicho las consignas ciudadanas esto apenas empieza.

¿Cómo asegurar que la decencia sea la regla y no la excepción en nuestros políticos? ¿Cómo asegurarnos que los diputados se dediquen a legislar y no a transar obra pública? ¿Cómo hacerles entender que el dinero del pueblo es sagrado, que debe servir al bien común y no a sus gustos y deseos particulares y además que el Congreso de la República no es una agencia de empleo?

“¿Quién o quiénes deben ser los motores para los cambios impostergables que necesitamos en casi todas las instituciones?”

¿Cómo lograr que los diputados fiscalicen responsablemente y ejerzan una verdadera oposición política, un ejercicio de altura, el mismo que exige la grave situación que vive nuestro país en diferentes ámbitos?

El camino que nos queda es más largo todavía que el recorrido en las últimas semanas y meses, aunque en éstos hayamos alcanzado victorias que no se habían logrado en muchísimos años. La CICIG y el MP fueron los motores de esos logros que tienen que ver con desmantelar algunos focos de corrupción enraizados en el aparato de gobierno y su persecución penal.

Pero, ¿quién o quiénes deben ser los motores para los cambios impostergables que necesitamos en casi todas las instituciones?

Urge una reforma a la ley electoral, PERO no cualquier reforma. No podemos ahora permitir que se apruebe una reforma a medias. Debemos exigir con fuerza que en la reforma se restituya la propuesta del TSE en cuanto a los elementos clave para fortalecer la democratización interna de los partidos políticos y que muy convenientemente (por no decir burdamente) los señores diputados dejaron fuera.

Urge la reforma del sistema de justicia. Ya hay propuestas serias al respecto, pero lo que ha faltado una vez más es la voluntad política para hacerlo. ¿Hasta cuándo? Sin un sistema de justicia verdaderamente independiente, con las personas más honorables y capaces al frente, seguiremos dando pasos en falso.

¿Y qué decir de la reforma a la Ley de Servicio Civil? Con cada cambio de gobierno vemos cómo servidores públicos con experiencia son sustituidos por otros “allegados” al partido oficial, sin que sean los más idóneos y capaces. ¿Hasta cuándo?

El mensaje llegó claro y hasta en verso en las protestas ciudadanas: políticos corruptos, ¿están entendiendo la lección? ¡No toleraremos más corrupción!

El mensaje también llegó claro y directo en las urnas.

Pero el mensaje debe llegar aún más fuerte al Congreso. No podemos quedarnos a medias tintas ante la atención y la acción que demandan las peticiones de la población.

¿Seguimos protestando?

No nos acomodemos
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Elisa es Directora de Comunicación  en Fundación Libertad y Desarrollo, graduada de la Universidad de Navarra con una Maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
23 Sep 2015

Sigamos exigiendo...

#BlogsFLyD

Guatemala tiene sed de justicia. Entre gritos, protestas y una acérrima vigilancia ciudadana, durante los últimos meses nos hemos dado a la tarea de exigirla.

Justicia. Eso es lo que dará orden a este país. Ese es el sector que debemos cuidar antes que cualquier otro. Sin certeza de castigo, sin consecuencias, todos hacen lo que les venga en gana.

Un perfecto ejemplo de esto es la actuación de los diputados este martes 22 de septiembre. Los diputados de la bancada de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) pidieron que se retirara de la agenda del día la elección del Director (a) General del Instituto de la Defensa Pública Penal (IDPP), argumentando que los candidatos que conforman la terna tienen señalamientos. Efectivamente, es así para dos de tres candidatos pero, ¿por qué no eligen entonces a la tercera opción?

El rey de los señalados es el actual director, Remberto Ruiz, a quien la bancada UNE y demás diputados cercanos parecen querer dejar en dominio del poder indefinidamente, por lo que no eligen a nadie más.

Ruiz consolida el poderío del grupo de Blanca Stalling, quien ha sido protagonista de anomalías a la cabeza del IDPP y da paso a múltiples actores cuestionados. A Stalling se le señala de haber convertido al instituto en botín de otorgamiento de plazas a sus amigos, familia y diputados allegados, y es además la “joya” vinculada al caso Bufete de la Impunidad, en el que se encuentra procesada su cuñada Marta Sierra de Stalling por beneficiar a implicados en el caso La Línea. Además, su hijo Otto Fernando Molina Stalling, se encuentra en prisión preventiva por su vinculación al caso IGSS - PISA.

Por otro lado, el segundo candidato y actual magistrado de Apelaciones, Hugo Roberto Jáuregui, es señalado de influir en la Contraloría General de Cuentas (CGC), para que le fuera extendido el finiquito a varios candidatos que no cumplían con los requisitos de ley.

Con Jáuregui, el Movimiento Pro Justicia señala que las influencias favorecerían a diputados de la UNE, vinculados al Rey del Tenis.

La tercera candidata es la actual defensora pública, Nydia Arévalo de Corzantes. Arévalo tiene el apoyo de bancadas minoritarias del Legislativo y es la única de los tres candidatos que no tiene tachas. Sin embargo, parece ser que algunos diputados prefieren que siga Ruiz.

¡No nos acomodemos y sigamos exigiendo justicia! La última vez que volteamos la cara se nos venía abajo el país entero, y para quien quiera un país que progrese, tiene que saber que no nos podemos dar ese lujo. La justica, la verdad y el desarrollo socioeconómico cuestan. Nadie dijo que sería fácil, pero somos muchos los dispuestos a dar la batalla.

#EstoApenasEmpieza #IDPPLibreDeCorruptos

5 cosas que aprendí de Guatemala en los últimos 5 meses
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
09 Sep 2015

No recuerdo en mi tiempo de vida momentos tan convulsos en la política nacional como los que hemos tenido en los últimos meses. A estas alturas ya casi olvidé cómo es un día normal y tranquilo en las noticias políticas del país.

Y es que de abril para septiembre hemos atravesado una serie de turbulencias políticas que han cambiado el panorama político e institucional del país, el tiempo nos dirá si estamos logrando aprovechar esta ventana de oportunidad.

Les dejo en estas líneas las 5 cosas que aprendí de Guatemala en los últimos 5 meses.

1.

El interior del país no vive en total aislamiento de lo que sucede en la arena política como se suele creer. En definitiva el creciente nivel de urbanización y la penetración de la tecnología sumadas a la comunicación de boca en boca han comenzado a cambiar el paradigma de la comunicación en el país. Todavía tenemos grandes rezagos en muchas regiones, sobre todo las más aisladas pero en las cabeceras departamentales y las poblaciones aledañas la información pareciera estar fluyendo con mayor eficiencia.

De ahí que los escándalos de corrupción que enfrentó el gobierno de Otto Pérez Molina y la evidente relación que tenía el gobierno con Líder y Manuel Baldizón terminara afectando a este último en su intento por llegar a la presidencia, las encuestas serias lo mostraban bajando a pesar de que algunas personas afirmaran que esto no era posible porque se tenía la impresión de que la gente no se enteraba de lo que estaba pasando.

 

2.

Las redes sociales son cada vez más importantes y tienen influencia en la vida política del país pero también son una burbuja y pueden distorsionar la percepción que tenemos de la realidad. Esto se puede apreciar en el poco impacto que tuvo la campaña de rechazo al sistema a través del voto nulo o la petición de que se aplazaran las elecciones. Ideas que, en redes sociales y algunos medios de comunicación, daban la impresión de tener una aceptación importante sin embargo la gente salió a votar, de hecho la participación electoral del 2015 (71.24%)[1] subió ligeramente en comparación con la del 2011 (69.38%).

El voto nulo y en blanco también disminuyó, en 2011 el porcentaje de votos nulos y en blanco fue de 11.85% mientras que en 2015 se calcula que fue de 9.21%[2].

 

3.

Los gastos millonarios exorbitantes no son la única forma de hacer una campaña política exitosa pero todavía tienen mucho peso. No estoy de acuerdo con las aseveraciones que se hacen de que el paradigma de la política guatemalteca ha cambiado y que ya no se necesitan campañas millonarias para ganar. Es cierto que hoy tenemos ejemplos de políticos que resultaron exitosos como Luis Grijalva, alcalde electo de Quetzaltenango por Encuentro por Guatemala; Neto Bran, alcalde electo de Mixco por el Movimiento Reformador; algunas campañas de diputados al Congreso de la República; y el mismo Jimmy Morales quien llegó a segunda vuelta presidencial con el partido FCN Nación. Pero cabe preguntarnos si estos casos no son más el resultado de una serie de eventos externos que el resultado directo de un cambio de paradigma.

No hay que olvidar que tanto la UNE como Líder obtuvieron en conjunto casi el 40%[3] del total de votos, un voto altamente clientelar y caro. Según cifras oficiales, entre mayo y julio la UNE gastó 25.6 millones de quetzales; Líder 61.4 millones y FCN Nación 4.5 millones. En estos datos no se incluyen los gastos que algunos de partidos hicieron en campaña anticipada de forma ilegal.

Lo que sí tuvimos en estas elecciones son algunos interesantes casos de estudio para la Ciencia Política guatemalteca, por ejemplo el de Neto Bran, quien con muy poco dinero se enfrentó a dos candidatos que contaban con mucho dinero para hacer campaña pero que también cargaban con el desgaste de sus partidos y de sus propias gestiones. Hablo de Amilcar Rivera quien se lanzaba con Líder y ya había sido alcalde de Mixco y de Otto Pérez Leal de quien no tengo que decir mayor cosa para dar a entender el punto.

El caso de Morales es bastante particular porque él no comenzó su campaña de cero, si bien es cierto que su única experiencia con la política se reduce a haber obtenido el tercer lugar para la alcaldía de Mixco en 2011, Jimmy era ya una figura conocida en muchas regiones del país pues tiene más de 15 años de ser el protagonista de un programa de televisión de comedia que se transmite todos los domingos en horario estelar por uno de los canales de mayor rating del país. En ese sentido, el candidato ya tenía ganada la primera batalla, ser un personaje conocido.

 

4.

La sociedad guatemalteca está fuertemente polarizada pero puede unirse cuando entiende que hay enemigos comunes, en este caso en particular fue la corrupción el enemigo a vencer. Ejemplos hay muchos pero me gustaría resaltar a los estudiantes de la USAC, URL, UVG y UFM que marcharon juntos y contagiaron al país para que se uniera en un paro nacional que muchos veían con recelo.

Esperemos que la segunda vuelta electoral no resulte en el rompimiento de esa confianza que se ha empezado a construir pues otro que se había perfilado como el enemigo en común, Manuel Baldizón, ya fue sacado de la contienda y la segunda vuelta será disputada por candidatos que parecieran tener marcadas diferencias ideológicas. Habrá que analizar la forma como estas personas se han comportado en el pasado y la capacidad que pueden tener de lograr ciertos consensos. Cuidado con las caras amables que luego dejan la máscara tirada por ahí.

 

5.

Todos estamos de acuerdo con que Guatemala tiene problemas profundos y que muchos de esos problemas están en sus instituciones pero las soluciones a esos problemas no tienen por qué ser radicales. Thelma Aldana y la excelente labor que su equipo está realizando en su “cruzada contra la corrupción” ejemplifica muy bien este punto.

Para hacer lo que están haciendo no necesitaron cambios estructurales profundos en el Ministerio Público. Fue la invaluable ayuda de CICIG al mando de Iván Velásquez y la voluntad de hacer que las cosas caminen lo que provocó el cambio. Esto generó un efecto de bola de nieve que terminó contagiando a la población e incluso a algunos personajes de la Corte Suprema de Justicia que han tomado la decisión de mover los engranajes para bien.

Con esto no estoy diciendo que no necesitemos cambios y reformas en legislaciones específicas, por supuesto que podemos reformar y mejorar, un cambio de actitud en todos los funcionarios públicos es utópico. Lo que sugiero es que nos alejemos de esos discursos que sugieren cambios radicales al sistema pues suelen ser discursos superficiales que se toman a una distancia considerable de la especificidad de los problemas que tiene la administración pública. Cada institución es distinta y requiere de especial atención.

 

Estas son las lecciones más importantes para mí, me interesaría mucho saber ¿qué aprendió usted de Guatemala en estos últimos 5 meses?


1. Datos de las elecciones generales 2015 de Guatemala en www.tse.org.gt

2. Datos obtenidos en www.tse.org.gt (Nota: Al momento de escribir este artículo el TSE todavía no había entregado resultado oficiales por lo que el resultado podría presentar alguna variación mínima)

3. Datos en www.tse.org.gt

Asumamos nuestra responsabilidad: No al voto nulo o al abstencionismo
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
26 Ago 2015

En medio de la crisis política que atraviesa el país, algunos grupos están llamando al voto nulo o al abstencionismo como una forma de manifestar nuestra inconformidad con el actual sistema político.

En medio de la crisis política que atraviesa el país, algunos grupos están llamando al voto nulo o al abstencionismo como una forma de manifestar nuestra inconformidad con el actual sistema político. El argumento principal es que cualquier gobierno que sea electo con un alto porcentaje de voto nulo o de abstencionismo, carecería de legitimidad y por tanto se le podría forzar a emprender reformas importantes en los primeros meses del próximo año. En principio, el voto nulo sería un mensaje contundente para la clase política del país que difícilmente podrán ignorar. La idea suena bastante bien a primera vista, pero al profundizar sobre la misma, resulta que tiene el efecto contrario al deseado: solo se le entrega más poder a los partidos políticos más desprestigiados, imposibilitando con ello, cualquier intento de reforma a nuestro sistema.

“Si pensamos que con el voto nulo o el abstencionismo no participamos de este sistema estamos totalmente equivocados.”

Empecemos por aclarar que el voto nulo o en blanco en Guatemala carece de validez. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2011 se emitieron un total de 5,093,230 votos. De éstos, el 12.15% fueron votos nulos o boletas en blanco. ¿Qué se hizo con estos votos? No se tomaron en cuenta y fueron desechados. Se restaron del total de votos emitidos, dejando con ello 4,474,555 votos válidos. De entre estos votos válidos, se calcularon los porcentajes que obtuvieron los candidatos. En este sentido, un voto nulo o en blanco es un voto perdido.

Pero no solo eso. Todos sabemos que el voto en Guatemala es altamente clientelar. Este tipo de voto se ubica principalmente en las áreas rurales, en donde las personas lamentablemente tienen muy poca educación y viven en condiciones sumamente precarias. Los partidos políticos más desprestigiados son los que suelen aprovecharse de esta tragedia humana y terminan captando a estos votantes. Si en estas elecciones el ciudadano urbano vota nulo, en blanco o se abstiene de votar, el voto clientelar será el que decida quiénes serán los próximos diputados, alcaldes y el presidente de la república. Es decir, los partidos que se gastaron millones de quetzales en repartir regalos para ganar votos en las áreas rurales serán los que obtengan el control total del aparato estatal.

Bajo este escenario, ¿Qué habríamos ganado con el voto nulo o el abstencionismo? Absolutamente nada. Más bien como ciudadanos habremos provocado que el partido de gobierno no tenga mayor oposición, por lo que podrán imponer su agenda fácilmente. En vez de deslegitimar el sistema, habremos facilitado la instalación de una dictadura de facto en el país.

Contra esto, hay quienes dicen que todos los partidos son iguales y que ir a votar implica validar este sistema. Es cierto que la oferta electoral no es la mejor que podamos tener. Pero hay que ser un poco más analíticos para saber que hay opciones peores que otras. Sin duda los partidos que se han gastado millones de quetzales en campañas serán mucho más voraces al momento de gobernar. Estos partidos impedirán cualquier reforma a nuestro sistema. Ya lo hemos visto en las últimas semanas con la Ley Electoral y de Partidos Políticos.

Si pensamos que con el voto nulo o el abstencionismo no participamos de este sistema estamos totalmente equivocados. Nuestra inacción simplemente facilita la llegada al poder de los partidos más desprestigiados. Eso no tiene ningún valor moral y tampoco tiene nada de loable. Asumamos nuestra responsabilidad. Pensemos nuestro voto y participemos este 6 de septiembre en las elecciones.

Redes sociales: luces y sombras
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

18 Ago 2015

Así como las redes sociales juegan un rol central en la organización espontánea de la sociedad civil que busca manifestarse, también son utilizadas por hábiles manipuladores.

En los últimos años hemos visto una explosión de alternativas y actividad en las redes sociales; desde Facebook, YouTube, QQ, Qzone, Twitter, High5, Tagged, Google plus, Tumblr y Reddit entre otras 70 más que se consideran las importantes, tienen al ser humano más “comunicado” de la historia. El mundo cambió desde que se abrieron estos espacios de comunicación libre, horizontal e inmediata. Sucesos, noticias, alertas, contactos y organización son palabras que antes se hacían realidad con mucho tiempo y esfuerzo. Hoy, suceden prácticamente de inmediato. La “primavera árabe” que luego resultó ser un “decepcionante invierno” es un ejemplo de cómo amplios grupos en sociedades cerradas y reprimidas pudieron comunicarse y organizarse para ser protagonistas en la caída de gobiernos tiránicos y corruptos. Esta historia no terminó bien pero es un referente de lo que se puede hacer con la tecnología. Aquellos pueblos árabes que vivieron momentos de gloria y que luego fueron secuestrados por los “organizados” de siempre, saben que algún día volverán a tener la oportunidad de dar una nueva batalla por su dignidad y su libertad. Y saben también que la tecnología jugará un papel estelar. Los nuevos aires ciudadanos y el importante aumento en la participación cívica en América Latina se deben en gran medida al acceso de la juventud a la información a través de la tecnología y las redes sociales, y por estas, la oportunidad de organización. También tiene todo que ver el cansancio y la frustración que provocaron la política y los políticos de hoy, en gran parte del planeta, pues la segunda profesión más antigua de la humanidad ha sido secuestrada por oportunistas,delincuentes e incapaces.

“LA ÚNICA FORMA DE CONTRARRESTAR A LAS MAFIAS QUE USAN LAS REDES PARA CONFUNDIR ES CONTAR CON UNA CIUDADANÍA CADA VEZ MÁS EDUCADA”

Ahora bien, la tecnología y las redes sociales tienen también una cara oscura, no porque estas tengan algo negativo sino por la forma en que algunas personas o gobiernos las utilizan. Estamos viendo los efectos que causaron los Wikileaks de Julian Assange o la información secreta que divulgó Edward Snowden, el ex contratista de la CIA. Estos dos personajes evidenciaron la facilidad con que se penetran los sistemas más protegidos de información y las políticas que usan algunos gobiernos para llevar a cabo sistemas de control a personas que consideran una amenaza. Cualquiera puede ser víctima de una arbitrariedad que incluso llegue a destruir su vida. El gobierno norteamericano está poniendo límites para poder intervenir en la vida privada de la gente. Sin embargo, la amenaza real está en China y Rusia, desde donde espían y atacan con estructuras cibernéticas criminales a EE.UU. y sus aliados. Todo corre peligro; desde datos personales, patentes industriales e información financiera hasta secretos de Estado.

En las redes sociales sucede otro tipo de cosas. Se sabe, cada día más, de grupos organizados por gobiernos, partidos políticos e incluso mafias, que tienen operadores con perfiles falsos contaminando las redes sociales con ataques a personas que amenazan sus intereses, llenándolas de desinformación, calumnias y noticias falsas para confundir y ahuyentar la legítima participación. Vivimos una era de oportunidades pero también de amenazas. La única forma de contrarrestar los riesgos es con ciudadanos educados y bien informados. Es urgente que el ser humano de hoy suba al nivel que las circunstancias demandan. Mientras no llegue ese día, con eso de dar explicaciones sobre las infamias que un anónimo cobarde publica en las redes, no queda otra que decir que los amigos no las necesitan, los enemigos no las creen y los estúpidos no las entienden.

Combatir la corrupción no terminará con la pobreza
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
29 Jul 2015

Navegando por Twitter uno de estos días me encontré con una discusión muy interesante que tenían algunos amigos sobre un artículo escrito por el economista Ricardo Hausmann, Director del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard y profesor de esa misma universidad. La tesis del profesor Hausmann se resumen en el título de su artículo, que además tomé prestado para titular esta entrada: Combatir la corrupción no terminará con la pobreza.

Hausmann comienza su artículo afirmando que indudablemente los países más desarrollados tienden a ser menos corruptos que los países menos desarrollados . Sin embargo, existen países menos desarrollados con bajos niveles de corrupción como Ghana y Costa Rica que tienen economías que no crecen al ritmo de los países desarrollados. En el caso de estos países la falta de corrupción no pareciera ser un factor que les asegure el éxito económico.

La razón está lejos de ser sencilla y seguramente hay una serie de factores históricos, políticos, geográficos y económicos que impiden que estos países alcancen los niveles de desarrollo deseados, pero, dejemos ese tema para los economistas. Desde la perspectiva de Hausmann lo que sí pareciera hacer la diferencia en cuanto a los países con economías que crecen a niveles aceptables y los que no, es que tienen instituciones públicas relativamente eficientes o que han podido mejorar la eficiencia de las mismas.

Alguien podría afirmar que es precisamente la corrupción la que hace que nuestras instituciones no sean eficientes pero aquí es en donde el profesor de Harvard hace una distinción que considero es la más importante de su artículo. La corrupción es un mal, sin lugar a dudas, pero atacar este mal es muy diferente a crear el bien, entendiendo el bien como políticas públicas efectivas. La ausencia de corrupción en las instituciones de un país no asegura que éstas cumplan con el trabajo para el cual fueron creadas.

Por ejemplo: podríamos lograr que los policías dejaran de aceptar sobornos o reducir el ausentismo de maestros en las escuelas públicas pero eso no daría mejores capacidades de investigación a los policías para combatir el crimen o mejoraría necesariamente la calidad de la educación. Que una institución sea transparente en el manejo de sus fondos y activos no necesariamente la hace eficiente en el cumplimiento de sus objetivos. Se necesitan instituciones transparentes pero también eficientes.

Otro asunto que se debe cuidar al momento de tratar el tema de la corrupción son las reformas legales, el supuesto es que, a diferencia de la vieja legislación, la nueva sí será acatada. Bajo esta premisa se crean una serie de reglas y regulaciones complicadas, que generan nuevos procesos para las instituciones. Estas reformas podrían reducir los niveles de corrupción en la institución pero también podrían complicar su funcionamiento a tal punto que no le sea posible cumplir con sus objetivos. Se gana control pero se pierde efectividad.

“La sobrerregulación es vista erróneamente como la solución a cualquier problema público”

Según Hausmann, lo que la fijación por enfocar todos los esfuerzos en una agenda anti corrupción termina creando, en el mejor de los casos, son organizaciones que tienen una obsesión por cumplir con todas las regulaciones impuestas pero que difícilmente servirán para resolver la problemática social. La sobrerregulación es vista erróneamente como la solución a cualquier problema público pero la realidad es que puede convertirse en una verdadera pesadilla para la administración pública al crear un efecto contrario, promoviendo que las personas utilicen otro tipo de corrupción para agilizar los procesos.

Si aplicamos esta tesis a la creciente crisis que atraviesa el sistema político guatemalteco, principalmente causada por la corrupción, podremos ver que la mayoría de soluciones que se han planteado vienen desde la perspectiva de nuevas y supuestamente mejores legislaciones. De ser aprobadas dichas legislaciones, serían el resultado de la tregua entre el sistema político y organizaciones de la sociedad civil que se han dado a la tarea de proponer y exigir los cambios.

Seguramente estas necesarias reformas legales tendrán algunos efectos positivos pero aplicando la tesis de Hausmann, debiéramos moderar un poco las expectativas que podamos tener sobre las mismas y saber que son solamente un primer paso. El siguiente paso es construir instituciones funcionales, dos luchas distintas con el mismo nivel de importancia.

El movimiento ciudadano y la presión sobre el sistema político no deben morir cuando se logren estas reformas específicas sino dirigirse a otros espacios y a reforzar otras instituciones, el éxito no será lograr que estás instituciones tengan una importante cantidad de reglas nuevas sino que los procesos de la administración pública sean cada vez más sencillos y claros, por lo tanto más transparentes.

Lograr un nivel de desarrollo aceptable pasa primero por construir un sistema de justicia independiente que nos ayude a asegurarnos que se cumplan las reglas; un servicio civil profesional y separado del sistema político que sirva como contrapeso a los caprichos del político y ayude a consolidar las políticas públicas de largo plazo; y una estrategia de desarrollo económico que ayude a generar el empleo masivo que necesitan los guatemaltecos para subsanar su situación de pobreza. Lo que necesita el país son líderes que reconozcan la importancia de estos temas y se preparen para ponerlos en marcha desde las entrañas del sistema político.

Guatemala, una oportunidad...
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

30 Jun 2015

Hacen falta liderazgos que sean capaces de canalizar en forma positiva la energía ciudadana que estamos estrenando en el país. El momento es ahora.

Ya es noticia mundial que Guatemala sufre una de las explosiones más fuertes de la crisis permanente en la que vive. Desde la apertura democrática en 1986, Guatemala no fue capaz de articular y consolidar un sistema político democrático, institucional y garante de un estado de derecho que garantice los derechos y libertades del ciudadano.

Muy lejos de esto, se ha venido consolidando a través de los años un aparato criminal que ha secuestrado al Estado y lo ha convertido en botín de los distintos grupos que llegan al poder. Aliados con carteles de narcotraficantes y a través de una estructura de empresas de cartón, saquean la arcas del Estado y corrompen todo lo que tocan. Esto ha convertido a la política en Guatemala en un monstruo con vida propia.

Esos grupos “políticos” son capaces de financiar sus propias campañas, utilizan el sistema de justicia a su antojo y pasan por encima de quien sea para lograr sus objetivos. La costumbre a esta “cultura política” nos ha hecho escépticos, y la mezcla entre frustración e impotencia nos ha habituado a vivir con fuertes dosis de conformismo y pesimismo.

“Las reformas que el país necesita son más que urgentes. No podemos seguir dando aspirinas a un paciente con cáncer.”

Estoy de acuerdo en que hacen falta liderazgos que sean capaces de canalizar en forma positiva la energía ciudadana que estamos estrenando en Guatemala. Si estos aparecen y logran interpretar, ordenar y transmitir el sentir popular, podríamos ver hacerse realidad algunos de los milagros que hace mucho tiempo esperamos para este gran país centroamericano.

El reto es para las élites. ¿Tienen la visión, el valor y las ganas de aprovechar este momento estelar que la historia les presenta para intentar hacer los cambios que el país necesita?

Estos son cambios que solo se pueden hacer a través de un extraordinario movimiento cívico e intelectual que esté en la frontera entre la audacia y la temeridad, y que logre rescatar al país del tenebroso lugar al que el “sistema político” actual le lleva.

Guatemala, como otras naciones de América Latina, necesita con urgencia un gran movimiento cívico, una revolución ciudadana que sea capaz de cambiar el destino al que, hasta hace poco, parecía condenada. Solo el pueblo salva al pueblo. Así se cambia la historia.

Algunas preguntas necesarias son: ¿es este el momento para Guatemala? ¿Estamos dispuestos los guatemaltecos? ¿Estamos preparados?

Las reformas que el país necesita son más que urgentes. No podemos seguir dando aspirinas a un paciente con cáncer.

El despertar del pueblo guatemalteco puede ser el inicio de una nueva historia para Guatemala. El mo-mento es ahora. Sin duda, este país centroamericano pasa por un momento de inflexión. Dependiendo de cómo termine este capítulo en su vida política, marcará lo que sucederá en la próxima década.

Veremos en las próximas semanas si la juventud, la dirigencia de la sociedad civil, el sector privado y otros grupos vieron el momento y lo aprovecharon.

Estas oportunidades se presentan pocas veces en la vida de una nación. Y siempre hay muchos más arrepentidos de no haberlas aprovechado que quienes las dejaron pasar. Todos los pueblos del mundo, a través de la historia, han pasado por su proceso de aprendizaje y evolución. Esto ha tomado siglos, generaciones, costos incalculables y muchos dolores.

No siempre lo entendemos, pero saberlo, nos ayuda a tener paz en la tormenta.

En el laberinto
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
29 Jun 2015

Es evidente que las protestas ciudadanas han venido descendiendo de intensidad en las últimas semanas. La indignación de la población pareciera mantenerse, pero una buena parte ha dejado de asistir a la Plaza de la Constitución. El fenómeno preocupa, porque hasta el momento nada ha cambiado de este sistema que permite y fomenta la corrupción.

Es cierto, se han logrado renuncias importantes y por el momento la clase política tiene las barbas en remojo, pero corremos el riesgo que el tiempo pase y todo quede como antes.

Las mesas de trabajo instaladas en el congreso parecen una estrategia muy efectiva para dilatar lo más posible los procesos de reforma y nuestra proverbial dificultad para articular acuerdos mínimos entre distintos actores de la sociedad civil, está facilitando el éxito de esta táctica. Con menos ciudadanos en las calles y las usuales posiciones intransigentes, es muy probable que la clase política nuevamente se salga con la suya.

Algunos analistas sumamente optimistas indican que ha ocurrido un cambio irreversible en la conciencia ciudadana. No se puede negar que hemos sido testigos de un despertar raras veces visto en la población guatemalteca. Pero conforme pasan las semanas esa energía parece irse diluyendo lentamente entre las preocupaciones de la vida diaria, la frustración porque pareciera que el esfuerzo es en vano y por las usuales posiciones extremas que terminan alejando al ciudadano promedio. Al final, podría ser que el gigante que había despertado con gran fuerza, nuevamente caiga en su letargo eternal.

Ante esta situación el panorama se torna un tanto sombrío. Si en esta coyuntura no se logran cambios sustanciales en los cuatro ejes que se están trabajando actualmente en el Congreso, difícilmente se pueda cambiar el sistema en el futuro. Es de recordar que el Congreso ha engavetado por años muchas propuestas de reforma a las leyes que actualmente se están discutiendo. Nada les costaría a los diputados enviar nuevamente al olvido estos temas.

“El mayor enemigo para los ciudadanos en estos momentos es el tiempo.”

El mayor enemigo para los ciudadanos en estos momentos es el tiempo. Después de la primera vuelta electoral, en tan solo diez semanas, el congreso ya no tendrá la presión por hacer cambio alguno. Aquellos diputados que hayan sido reelectos tendrán asegurados cuatro años más en el poder y quiénes no hayan sido electos nuevamente, perderán total interés en la actividad parlamentaria. Cada semana que pasa los políticos respiran con mayor tranquilidad y la ciudadanía ve cómo se pierde la oportunidad de cambio, como agua entre las manos.

¿Podemos hacer algo para revertir esta situación? Lo primero es que la sociedad civil asuma con madurez el reto que tiene por delante. Las posiciones intransigentes o extremistas no abonan al cambio. Más bien terminan paralizando el proceso de reforma. Estamos ante un momento único y puede que lo perdamos si no somos capaces de interpretar correctamente lo que está pasando en el país. La gente está harta de la corrupción y lo que quiere es un gobierno transparente y funcional. Este no es un movimiento a favor de determinada ideología y aquellos que pretenden subirse con la bandera ideológica sólo terminan alejando a la gente de las calles.

El otro elemento importante es la continuidad del apoyo ciudadano. Si todos volvemos a nuestra actitud usual de no interesarnos por lo que sucede en la vida política del país, entonces el resultado será que nada cambiará. La coyuntura actual terminará con algunas sentencias, pero en el mediano plazo tendremos que los actores de la corrupción se habrán reacomodado y estarán operando nuevamente con más fuerza.

El reto que afrontamos como sociedad es grande y requiere que lo asumamos con cordura, persistencia y unidad. Este no es el momento para las vindicaciones ideológicas. Es el momento para asumir una sola causa común por la transparencia. ¿Lograremos salir del laberinto de la corrupción o quedaremos atrapados varias décadas más en el mismo?