Más allá de ser una celebración del deporte, las Olimpiadas se convierten en un escenario de juego político, cultural y económico.
El 26 de julio dieron inicio los Juegos Olímpicos de París 2024, el evento multideportivo más grande del mundo, en el cual participarán 206 países y se reunirán 10,500 atletas que competirán en 45 disciplinas.
Con sus emblemáticos aros olímpicos, el evento busca reflejar la unidad entre los continentes, así como los valores de amistad y respeto. Su diseñador, Pierre de Coubertin, expresó que este símbolo también representa la disposición de los países del mundo a “aceptar sus fecundas rivalidades”. Sin embargo, ¿qué tan cierto es esto? Los Juegos Olímpicos no se salvan de jugar un papel político, geopolítico y ser una herramienta de poder blando, que no necesariamente deja de lado las rivalidades de la arena internacional.
Aspectos políticos
En términos políticos, los Juegos de París 2024 son la primera edición en la que se impusieron cuotas de género en la clasificación de los atetlas. Es decir, de los 10,500 atletas compitiendo, 5,250 son hombres y 5,250 son mujeres. Las cuotas de género, cuyo fin es aumentar la representación de la mujer en distintos ámbitos, son esencialmente políticas.
Los Juegos de París 2024 son la primera edición en la que se impusieron cuotas de género en la clasificación de los atetlas.
También podemos recordar un ejemplo más cercano. En el 2022, el Comité Olímpico Internacional ―COI― suspendió al Comité Olímpico Nacional de Guatemala por “injerencia política en el proceso de reelección del presidente.” Dicha resolución inhabilitó a los atletas guatemaltecos para competir bajo el nombre del país en competencias internacionales, y el Comité Nacional dejó de recibir financiamiento del Movimiento Olímpico. Incluso, de no haberse encontrado una solución al problema, los guatemaltecos que representan a Guatemala en París podrían haberlo hecho sin portar el nombre del país.
Aspectos geopolíticos
Por otro lado, en términos geopolíticos, en esta edición los delegados de Rusia y Bielorrusia no competirán bajo sus banderas ni sus nacionalidades. La participación de estos países en las Olimpiadas fue prohibida en 2022 tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. A pesar de que los atletas podrán participar en los eventos como Atletas Individuales Neutrales ―AIN―, las condiciones para hacerlo incluyen “competir sin banderas, emblemas e himnos de sus respectivos países” y no participaron en la ceremonia de apertura. Si ganan medallas, estas no contarán en el tablero de medallas, y la bandera que se despliegue y el himno que se toque en el podio serán los de los AIN.
Los delegados de Rusia y Bielorrusia no competirán bajo sus banderas ni sus nacionalidades.
El conflicto entre Palestina e Israel ha sido también un tema geopolítico que ha despertado emociones entre las delegaciones y los locales. La delegación palestina pidió al COI que prohibiera la participación de Israel en esta edición. Sin embargo, el Comité indicó que no sancionaría al país en cuestión, y en respuesta a su participación, se han desencadenado protestas anti-Israel en París e incluso se han recibido amenazas de bombas. Ante esta situación, los atletas israelíes cuentan con seguridad las 24 horas del día.
Poder blando
Por último, el poder blando se refiere a la capacidad de influir de un país sobre otros sin utilizar medios coercitivos. Por ejemplo, los países buscarán influir en otros por medio de ideas, valores y cultura, a través de medios como la ciencia, la música, el cine y los deportes. Asimismo, las herramientas de poder blando también suelen mejorar la habilidad de un país para expandir sus relaciones con otros países y socios.
El medallero olímpico es representativo del poder blando, ya que obtener muchas medallas refleja la capacidad de un país para desarrollar y formar a sus ciudadanos en diversas disciplinas deportivas, posicionándolos como líderes a nivel mundial y proyectando una imagen positiva del país en el escenario internacional, lo cual fortalece su prestigio.
El medallero olímpico es representativo del poder blando.
En el caso específico de los países anfitriones, los países buscan mejorar su imagen, su reputación y atraer turismo, aumentando su visibilidad global. El poder económico y cultural de un país anfitrión se refleja no solo en toda logística que conlleva el evento, sino también de manera más directa en la ceremonia de inauguración.
Otro ejemplo de la relación entre las Olimpiadas de París y el poder blando es la decisión que el Gobierno francés tomó para reforzar su imagen en estos juegos: haber “subido a miles de inmigrantes sin hogar a autobuses”, enviándolos fuera de París antes del inicio de los juegos. Esto con el fin de dar una buena imagen ante los turistas y delegados: “El presidente de Francia, Emmanuel Macron, prometió que los Juegos Olímpicos mostrarían la grandeza del país. Pero la Villa Olímpica se construyó en uno de los suburbios más empobrecidos de París, donde miles de personas viven en campamentos callejeros, refugios o edificios abandonados.”
Conclusión
Los Juegos Olímpicos son una plataforma en la cual la comunidad internacional ejerce poder blando, promoviendo la diplomacia cultural y divulgando valores como la excelencia y el respeto. Más allá de ser una celebración del deporte, se convierten en un escenario de juego político, cultural y económico. Desde la implementación de cuotas de género hasta decisiones geopolíticas que llevan a la suspensión de naciones, las Olimpiadas reflejan las complejidades y tensiones del mundo contemporáneo.