¿Está el mundo perdiendo su centro moral?
En el programa de esta semana analizamos los conflictos internacionales que enfrenta el mundo

Dionisio Gutiérrez inició advirtiendo que “vivimos una hora de la historia en la que el mundo parece perder su centro moral”. Recordó que las naciones que durante décadas sostuvieron el equilibrio global “se ven hoy exhaustas, inseguras y divididas”, mientras potencias autoritarias rompen consensos y principios que parecían intocables.
Al referirse a la guerra rusa en Ucrania, aseguró que esta “rompió los diques del respeto internacional” y que Moscú, movida por su obsesión imperial, ha demostrado al mundo que “el mal, cuando se tolera, se siente legitimado para avanzar”. Añadió que este retroceso moral y político también se manifiesta en Medio Oriente, donde se repiten “ciclos sangrientos” y “la vida se ha vuelto rehén de fanatismos y la razón, un lujo olvidado”.
Por otro lado, Gutiérrez analizó el avance del autoritarismo en Asia, señalando que China “extiende sus tentáculos más allá del Mar del Sur”, mientras su alianza tácita con Irán mantiene “vivo el fuego del odio y la inestabilidad”. Todo esto ocurre “mientras Occidente (...) se hunde en el letargo de la contradicción”, y dividido entre culpas históricas y crisis internas.
Respecto a América Latina, subrayó que “lucha por vencer al populismo autoritario que ha intoxicado a la política”. Por ejemplo, celebró que “Argentina, Ecuador y Chile están volviendo al orden liberal” y señaló que “le seguirá Colombia el año entrante”, con la esperanza de que pronto se rescaten México y Brasil.
Para finalizar, Gutiérrez indicó que “frente a los imperios del miedo y del engaño, el mundo libre necesita reencontrarse con su alma”, y que América Latina merece encontrar “la frontera del desarrollo: ese lugar al que solo se llega por el camino de la democracia, la justicia y la libertad”.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a Óscar Vara, doctor en economía y analista de política internacional, sobre los conflictos internacionales que enfrenta el mundo.
Vara inició advirtiendo que el mundo ha regresado a una lógica en la que la fuerza vuelve a determinar los intereses de las potencias. Indicó que vivimos un tiempo en el que los equilibrios del pasado se han erosionado y donde “la fuerza vuelve a ser el criterio con el que las potencias quieren imponerse a los intereses de los demás”.
Respecto de los factores que explican este resurgimiento de los conflictos, señaló que la globalización, a pesar de sus beneficios, otorgó poder económico y militar a nuevos actores, generando un resurgimiento de conflictos. Por ejemplo, aquellos en los que distintas naciones busquen resolver disputas históricas. Además, señaló que el ejemplo de la invasión rusa a Ucrania funcionó como un incentivo para que otros crean que también pueden actuar por la fuerza.
Sobre la crisis venezolana, explicó que aún no están claros los objetivos detrás de la reciente estrategia de Estados Unidos. Subrayó que, aunque algunos interpretan los movimientos de Washington como antesala de una intervención militar, existen razones de peso para pensar que el verdadero propósito podría ser forzar una negociación de la salida del régimen: “Quizá lo que está haciendo Donald Trump es dialogar con la fuerza”.
Por otro lado, Vara destacó que América Latina enfrenta una oportunidad importante para recuperar el camino del desarrollo, siempre que exista compromiso político y voluntad reformista. Indicó que países como Argentina ya muestran avances gracias a decisiones difíciles, pero necesarias, y que el éxito de estas reformas podría convertirse en un espejo para el resto de la región: “Las élites deben comprender que sus países merecen progreso y reformas profundas”.
Finalmente, Vara expresó que, aunque vivimos una etapa de transición marcada por tensiones y la emergencia de potencias intermedias, este contexto también abre la puerta a reinventar los espacios de cooperación global. Aseguró que foros internacionales como Naciones Unidas deberán transformarse para incluir nuevos actores y matizar los vetos, lo que podría fortalecer la diplomacia y los consensos. Si bien reconoció que en muchas regiones los conflictos persistirán, también afirmó que la búsqueda de acuerdos y la presión de los intereses económicos pueden ayudar a contener la fricción y abrir espacios para la estabilidad.
Para ver el programa completo, haga clic aquí.

Moncada explicó que la región vive “una situación muy grave”, con niveles de criminalidad comparables a los de “una guerra civil”. Señaló que la impunidad es “uno de los principales incentivos del crimen organizado”, pues “cuando no hay castigo creíble y las ganancias siguen subiendo, la violencia no tiene consecuencias”.
Por su parte, Breda explicó que América Latina enfrenta “una combinación letal de factores”: altos niveles de desigualdad, corrupción, ineficacia institucional y una amplia disponibilidad de armas. Señaló que las economías ilícitas, como “el mercado de las drogas, la minería ilegal y la extorsión”, ofrecen incentivos que “alientan la participación y el control de los grupos criminales”.

Horst inició reconociendo el retroceso de Chile en los indicadores políticos, económicos, de seguridad e institucionales. Sin embargo, espera que “en las próximas elecciones vuelva a primar una mirada de esperanza y de un Estado que abrace el desarrollo y que permita recuperar las bases del progreso económico y social”.
Por su parte, Cordero inició expresando que Chile no quiere continuidad, sino cambio. Por esa razón, y por la mala evaluación del gobierno de turno, las posibilidades de Jeannette Jara son muy bajas.

Pastrana inició señalando la gravedad que representa que Gustavo Petro esté señalado de colaborar con el crimen y la corrupción: “Es un presidente que hizo el pacto denominado El Pacto de la Picota, en el cual fue a hablar con narcotraficantes para pedir votos. Su hijo también denuncia que en la campaña hay recursos del narcotráfico. [Además], le han quitado la visa [de Estados Unidos] y está en la lista Clinton”. Ante este contexto, está en duda si Colombia será sancionada con tarifas, aranceles al café y a las flores, lo cual afectaría a más de 500 mil familias.
Dionisio Gutiérrez inició con una reflexión sobre la crisis que vive la región: “América Latina, tierra fecunda en historia, cultura y recursos, vive años de carencias y amenazas. Somos una región que soñó con libertad, justicia y progreso, pero hoy enfrenta autocracias disfrazadas ante la mirada cansada de élites indiferentes, ciudadanos resignados y una clase política que ha hecho del poder corrupción e impunidad”.
Salinas expresó que el contexto actual sugiere un panorama complicado para el futuro próximo de la región. Sin embargo, no descarta un optimismo cauteloso: “Vemos cómo se ha desenmascarado el autoritarismo en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
Por su parte, Arias aseguró que América Latina necesita creer y aspirar a mejores instituciones. Sin embargo, indicó que los ciudadanos también tienen un componente de responsabilidad de lo que ocurre: “Muchas veces no se elige correctamente. Por ejemplo, en el caso venezolano ha tomado más de dos décadas darse cuenta de que estamos frente a un régimen criminal”.
Dionisio Gutiérrez inició recordando que hubo un tiempo en que Argentina fue sinónimo de prosperidad. Tierra de inmigrantes y de trabajo, de universidades admiradas y de una cultura que deslumbraba. Una nación rica, moderna, que inspiraba esperanza en América Latina. Sin embargo, la fuerza del peronismo se disfrazó de justicia social y terminó siendo una maquinaria de poder y destrucción.
Ghersi inició recordando que la construcción de la democracia y el Estado de derecho es un “proceso evolutivo”, donde siempre habrá confrontación. Sin embargo, la clave es limitar el poder a través de la ley. Si logramos esto, podremos controlar el uso del poder a pesar de caudillos de izquierdas o derechas, aseguró. Además, expresó que a pesar de la evidencia que demuestra que países con gobiernos populistas registran menor PIB per cápita, más deuda e inflación a largo plazo, las personas siguen eligiéndolos por “la magia de la palabra”. Es decir que “la gente cree más en un sueño que en la realidad”.
Dionisio Gutiérrez inició recordando que cuando un gobernante “es incompetente, corrupto y cómplice de grupos criminales, no es simplemente un mal administrador: es el sepulturero de la democracia. Es quien hace la diferencia entre vivir en un Estado de derecho o en una república secuestrada”.
Raisbeck indicó que estamos presenciando el regreso de la violencia política. En Colombia, donde él participó como candidato en elecciones en los últimos años, “se pensaba que ya se había superado esto”. Sin embargo, el asesinato de Miguel Uribe Turbay hace poco meses demuestra lo contrario, añadió. Aseguró que este fenómeno se ha dado en distintos países, como en Estados Unidos.
Dionisio Gutiérrez inició alertando sobre una amenaza que trasciende fronteras: el riesgo que enfrenta la democracia en América Latina con las próximas elecciones en Bolivia. Advirtió sobre el avance de figuras autoritarias que hoy pretenden disfrazarse de demócratas.
Bajo el contexto de las elecciones en Bolivia, y la candidatura del binomio Paz-Lara, Avendaño señaló que, a su parecer, la importancia de dicho país en la región se subestima: “[Lo que pasa en] Bolivia tiene implicaciones en la seguridad hemisférica de la región, en la dispersión o contención del crimen organizado. Es un foco central del narcotráfico y se venía potenciando de la mano del MAS”. Aseguró que la única esperanza y garantía de que Bolivia sea un aliado en la lucha contra el narcotráfico en la región es que gane Tuto Quiroga.
