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Mitos y realidades en torno a la lucha contra la corrupción
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
29 Ago 2017

Es importante dejar de reproducir los mensajes de agentes desinformadores, ese es el reto en la era de la información.

La crisis provocada por el presidente Jimmy Morales, en un intento desesperado por quitar del camino a Iván Velásquez, jefe de la CICIG, ha sido apoyada con narrativas que pretenden desinformar y atacar el trabajo de la lucha contra la corrupción.

Dedico estas líneas a algunas de estas narrativas:

- No debemos permitir que vengan extranjeros a decirnos qué hacer con nuestro país.

La soberanía nacional no puede entenderse como se hacía a inicios del siglo pasado; prácticamente ningún país se encuentra aislado del mundo. La mayoría de países de esta región son parte del sistema de Naciones Unidas y firman tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, cooperación y comercio que usualmente les obligan a establecer ciertas políticas basadas en principios y valores universalmente aceptados.

Guatemala firmó en 2006 el Acuerdo que dio vida a la CICIG y ahora la comunidad internacional le invitará a respetarlo. Los países que no respetan los acuerdos y tratados internacionales son aislados por la comunidad internacional, sujetos de condenas y sanciones, un ejemplo cercano es Venezuela y su dictadura.

No se debe confundir soberanía con expresiones de nacionalismo exacerbado.

- La CICIG y el MP no han respetado la presunción de inocencia y han litigado en los medios de comunicación.

CICIG y MP han organizado conferencias de prensa para informar a la población sobre los casos de alto impacto que están desarrollando. La presunción de inocencia es un derecho inalienable y explicar a los medios de comunicación las razones por las cuales se acusa a una persona no viola este derecho. ¿Qué deben hacer MP y CICIG cuando los medios les preguntan sobre las capturas y los casos? ¿Quedarse callados y no aclarar?

En países desarrollados no es extraño ver conferencias de prensa en donde las autoridades presentan a la opinión pública los casos que pueden generar interés en los medios de comunicación.

- No hemos visto resultados de los casos de CICIG en tribunales.

Los casos avanzan lentamente, esto es correcto, sin embargo hay una explicación: el sistema de justicia en el país está sobrecargado y por lo tanto es ineficiente. Los jueces tienen a su cargo la resolución de múltiples casos y pocos recursos para resolverlos. La mora judicial es alta y cerca del 50% de las personas que están en las cárceles del país guardan prisión preventiva.

A esto debemos agregar las estrategias de litigio malicioso que las defensas de los acusados utilizan para retrasar los procesos. Citando dos ejemplos: Otto Pérez Molina ha interpuesto 6 acciones legales en contra de su proceso y Roxana Baldetti ha pasado algún tiempo en hospitales para evitar presentarse ante el juez. En este escenario, es difícil que veamos una rápida resolución de los casos y este problema no puede atribuirse a la CICIG o al MP.

- La justicia de Iván V. y Thelma A. es selectiva, solo gente de derecha está siendo acusada.

Esa afirmación difícilmente se sostiene, entre los casos presentados por CICIG y MP se puede ver a un variopinto grupo de personas que van desde quien fuera el secretario privado de Álvaro Colom, hasta el hijo del presidente Morales. Cada caso es distinto y con distintas implicaciones.

Es verdad que los casos más grandes y sonados, hasta hoy, involucran principalmente al gobierno “de derechas” del PP y la relación que tenía con empresarios contratistas del Estado y financistas de partidos políticos, pero esto no responde a una agenda ideológica, sino principalmente al momento en que Velásquez y Aldana comenzaron a trabajar, que coincide con el surgimiento de movimientos internacionales en contra de la corrupción.

Si no hemos visto mayores casos e investigaciones contra gobiernos anteriores, es válido deducir dos cosas: primero, mientras más lejano está el caso del momento de la investigación, más complejo es desenterrar la evidencia; segundo, las personas que dirigían la CICIG y el MP en esos momentos no hicieron esfuerzos suficientes por mover dichas investigaciones.

- Las personas pasan y las instituciones quedan. Hay que pelear por instituciones.

Las instituciones no funcionan en el vacío, no tan independientes de las personas, son normas jurídicas, pautas de comportamiento y organizaciones complejas que caminan y cambian al ritmo de las personas que operan en ellas. De allí que se insista tanto en la formación de capital humano para la función pública.

En ese sentido, hoy tenemos suficiente evidencia para demostrar que la CICIG de Iván Velásquez y el MP de Thelma Aldana han presentado resultados en contra de la corrupción, que sus predecesores nunca presentaron. Nada nos asegura que otras personas podrán mantenerse ajenas a los intentos de coacción del sistema político como Velásquez y Aldana. Tocará seguir muy de cerca el proceso de elección de Fiscal General en 2018.

- Jimmy Morales puede sacar a Iván Velásquez.

La discusión nunca debió ser el tema jurídico pues es más importante preguntarse cuáles fueron las razones que provocaron que el Presidente tomara la decisión de expulsar a Iván Velásquez. ¿Tendrá algo que ver que tanto él como su hermano y su hijo han sido acusados por distintos delitos?

Morales no nos ha dado una explicación convincente y es válido asumir que puso sus intereses personales por encima de los intereses nacionales.

Con estas líneas le invito a dejar de reproducir los mensajes de los agentes desinformadores, construir país pasa por hacer un esfuerzo por separar la información de la basura. Ese es el gran reto que tenemos en la era de la comunicación.

Sicariato digital
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
28 Jul 2017

Lo único que el sicario digital realmente necesita, es insertar en su incauto receptor una duda lo suficientemente razonable sobre una persona o causa para lograr una reacción.

En la era de la información la batalla política se está librando también con la desinformación. Los victimarios son sicarios digitales, mercenarios o auténticos activistas; y las víctimas son reputaciones y causas. Sus efectos en países empobrecidos como Guatemala ciertamente aún no llegan a las masas, pero es que el objetivo no es necesariamente la masa, los objetivos suelen ser las élites.

Identificar al sicario no es difícil. No todos son anónimos, pero sí comparten características: tienden a ser muy insistentes con sus temas, reciben retroalimentación de cuentas anónimas, sus opiniones orbitan en torno a mensajes generados por cabezas visibles y suelen tener información rebuscada que, descontextualizada, apoya sus ataques.

Muchos los consideran todavía irrelevantes pero con suficiente esfuerzo y paciencia las balas de los sicarios digitales pueden penetrar hasta las cabezas preparadas y bienintencionadas. Las estrategias son variadas y van desde sutiles mensajes lanzados al aire, hasta sofisticadas campañas digitales que incluyen una minuciosa planificación, recursos y defensa frente a posibles retaliaciones legales.

Lo único que el sicario digital realmente necesita, es insertar en su incauto receptor una duda lo suficientemente razonable sobre una persona o causa para lograr una reacción. Con campañas de distintos alcances se han paralizado importantes discusiones de política pública y se han minado reputaciones.

Por supuesto que estas estrategias no son nuevas. Simplemente se han beneficiado de la tecnología para crecer exponencialmente en número y estridencia, además de ser cada día más difíciles de rastrear. Su existencia presenta un doble peligro, pues además de destruir, también dan razón a políticos oportunistas que saltan ante cualquier intento de callar a sus críticos.

La medicina puede salir más cara que la enfermedad sí permitimos que, en aras de callar a los sicarios, nos callen a todos.

Por eso la respuesta ante los mercenarios digitales no debe ser la censura sino la transparencia, los atacados no deben escudarse en el miedo sino enfrentar a los mentirosos y calumniadores dando la cara y desarmando el discurso simplón. Una foto sacada de contexto o editada, un parentesco incómodo o una mentira flagrante pueden enfrentarse, tomando una actitud honesta y valiente.

En el engaño quedará el “comodón” que prefiera creer al sicario; contra el incauto y crédulo no se puede hacer mucho. El honesto revisará fuentes, analizará mensajes y averiguará intenciones. Al final no hay mentira que aguante más de dos rounds contra el peso de la verdad.

El dedo acusador sobre los sicarios digitales no distingue colores o banderas. En muchos sectores de la sociedad hay deshonestos invirtiendo tiempo y recursos en preparar ataques digitales. Los netcenters son una realidad, se disfrazan de empresas formales y sus empleados usualmente son jóvenes sin malicia pero con ganas de trabajar.

Estas estrategias han llevado la discusión pública al suelo. Toca a los decentes recoger los pedazos del debate público y reconstruirlo en nuevos espacios de discusión,para que ya no se desperdicien esfuerzos y recursos en mercenarios digitales y se inviertan en espacios físicos o virtuales de convivencia que promuevan el debate político honesto.

Como espectadores nos toca distinguir la sátira política del ataque político; la discusión sana del acoso y la fiscalización del asesinato de reputaciones. No seamos reproductores del sistema insano que alimenta a los sicarios digitales. La nueva política tendrá que discutirse de frente, por más incómodos que sean los temas.

Texto original en: http://republica.gt/2017/07/27/sicariato-digital/

Instituciones formales e informales: problemas y posibles salidas
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Jesús María es el Director del Área Institucional en Fundación Libertad y Desarrollo. Es catedrático universitario y Doctorando en Derecho por la Universidad Austral.
14 Ago 2014

El discurso sobre la importancia de las «instituciones» no es falso, pero oculta algunos matices que conviene poner de manifiesto, como el descuido por la conceptualización de «instituciones» como tal, así como la importancia de la moral y la cultura.

Uno de los discursos predominantes en Guatemala y en algunos países de América española, es el de la inexistencia de instituciones modernas que permitan el «Estado de Derecho», la democracia política y la economía de mercado. La región en su mayoría no cuenta con países altamente industrializados derivado de que las estructuras económicas y políticas se conciben como en vías de desarrollo[1].

La eficacia de las «instituciones» depende de: códigos de conducta auto-impuestas; represalias (castigos) y; sanciones sociales o coercitivas impartidas por parte el Estado. Es la aplicación de estas sanciones efectivas, un paso importante para evitar la impunidad. Sin embargo, no todas las normas válidas se establecen de manera institucional.

Las «instituciones» formales e informales son un factor inevitable en el desempeño económico, social y jurídico de cualquier comunidad política, pues reducen los costos de las transacciones sociales[2], favoreciendo con ello mayor prosperidad material. Una nación con sólidas «instituciones» favorecerá el cultivo de las ciencias y las artes, que también son necesarias para propiciar la industrialización.

La cuestión está en asumir, que en América española, el discurso ha estado focalizado en las «instituciones» formales, no haciendo debido hincapié en otras relaciones, situaciones, condiciones y factores igual de importantes como las ciencias, las artes, la moral, la tecnología y la educación en general.

Dado que las «instituciones» formales son claves pero no suficientes, es menester destacar que la otra cara está en la necesaria internalización moral de las reglas por parte de los destinatarios. En efecto, más allá del hecho de que institucionalmente se prevén mecanismos de control al poder político, las mismas solo tendrán eficacia en la medida en que los actores del sistema asuman que la Constitución no es solamente un documento aspiracional, sino que encierra una decisión política y una intención normativa de control al poder.

Por ello, las normas de comportamiento, convenciones y códigos de conducta auto-impuestas socialmente revisten importancia. La no adopción de las premisas morales que subyacen a las «instituciones» formales ha generado todo tipo de trampas, como el discurso falaz según la cual no tienen sentido las instituciones occidentales, por lo que habría que inventarse otras o sencillamente que todas deben ser re-diseñadas desde cero.

La existencia de una institucionalidad pre-moderna en América española es un hecho. Existen normas jurídicas arcaicas, ineficaces, que no gozan del respaldo moral de los destinatarios, no se ajustan a las exigencias sociales, económicas y políticas del país y son imposibles normativas. Por ello, en el ámbito anglosajón, se ha sostenido que la región está signada por golpes de Estado, inseguridad, violencia generalizada, poca cultura del trabajo, malos gobiernos, poca cultura de lo público, corrupción administrativa, retraso económico y escasa industrialización[3].

En el desespero por cambiar las cosas sin comprenderlas previamente, se ha favorecido la improvisación como regla general. En este sentido, el problema capital no es la existencia de Constituciones racionalistas a la francesa, tampoco que no hayan sido conquistados los pueblos americanos por normandos, ingleses o escandinavos. El problema básico está en la cultura política, social y jurídica pre-moderna, sostenida por el escapismo consistente en eludir los hechos, la libertad y la individualidad.

Al margen del debate occidental, en América española, y en Guatemala en particular, el discurso predominante insiste lamentablemente en personalizar los problemas o de moralizar toda cuestión política. De lo que se trata es de comprender que las instituciones importan tanto como la educación, debido a que ésta última puede generar la imaginación necesaria para el porvenir. Por ello, resulta valioso fomentar la conversación como instrumento que favorece hábitos intelectuales y morales, requeridos en medio de una democracia ausente y por realizar; tal y como sucede en los países industrializados.

Ahora bien, decir que las «instituciones» importan es como decir que el sol sale de día.La cuestión está en realizar investigaciones que identifiquen aquellas «instituciones» (reglas) concretas, tanto formales como informales, que atentan contra el paradigma de instituciones políticas y económicas inclusivas.Son éstas últimas las que crean incentivos y oportunidades para la mayoría de la gente.

Por último, pese al voluntarismo irreflexivo de hacer sin saber qué hacer, luce importante apelar al arte de la política civilizada. Eludir que es el ámbito político donde se forjan las bases de la estructura económica de las sociedades, es tratar de construir la casa por el tejado. Una política pre-moderna genera instituciones pre-modernas(jurídicas, económicas y sociales). Una moral tribal sepulta los anhelos de libertad, responsabilidad, igualdad ante la ley y prosperidad material. De ahí la importancia del «cambio de guardia» y la asunción de valores en la sociedad .

El mensaje de mal funcionamiento que ofrecen las «instituciones» se ha hecho evidente en la crisis política, económica y social que atraviesa el país desde hace mucho tiempo. Frente a tal hecho, luce prioritario fomentar diagnósticos y evaluar posibles arreglos a la crisis. Es el tiempo de que las élites eleven su cabeza enterrada como el avestruz y puedan guiar en medio de la oscuridad, tomando en cuenta el margen de error significativo que toda acción política tiene, pues es una cuestión diferente a pensar que toda reforma es buena por el simple hecho de ser un cambio.


Referencias:

[1] Los neologismos son típicos en las discusiones económicas. Antes se hablaba en vías de desarrollo, ahora no se sabe cómo denominarlos y se va a buscar otrahttp://blogs.worldbank.org/opendata/2016-edition-world-development-indic...

[2] COASE, Ronald, «The Problem of Social Costs» en Journal of Law and Economics, n° 3. October, 1960, pp. 1-44.

[3] LANDES, David S., The Wealth and Poverty of Nations. Why Some Are So Rich and Some So Poor, W.W. Norton & Company New York, 1998, p. 313

¿Los "cuida carros" son el problema?
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Directora de Comunicación y Prensa de la Fundación Libertad y Desarrollo. Comunicadora Social graduada de la Universidad Rafael Landívar. 
07 Jul 2017

Los guatemaltecos nos incomodamos por la existencia de los "cuida carros", pero olvidamos que son un efecto de la realidad en la que vivimos.

Cada vez que un guatemalteco tiene alguna diligencia en la ciudad de Guatemala, se enfrenta con varios problemas. Seguramente el primero será el tráfico, seguido por la inseguridad en las calles y el poco estacionamiento que hay en diversos sectores. Este último punto es aprovechado por varias personas que aparecen con trapos y silbatos en la vía pública, ofreciendo el servicio de “cuida carros”.

Este servicio no se encuentra regulado bajo ningún reglamento municipal. Ninguna persona está autorizada por la municipalidad para cobra u ofrecer espacio de estacionamiento en la calle (a diferencia de aquellos autorizados para brindar este servicio en propiedad privada). El problema es que los guatemaltecos hemos apoyado este tipo de transacciones informales por el miedo a que los mismos “cuida carros” nos dañen el vehículo o roben nuestras pertenencias. Incluso, hemos aceptado tarifas de hasta Q30 para reducir los daños a nuestra propiedad por la inseguridad de la zona.

Ahora bien, es importante entender la magnitud del problema de los “cuida carros”. Ellos son el efecto visible de una sociedad con una fragilidad institucional grande, que no ha podido ofrecer buenos servicios a nivel municipal y mucho menos fomentar la inversión para aumentar los empleos en Guatemala.

Por un lado, la municipalidad ha fallado en brindar calles con buena iluminación, espacios públicos dignos, seguridad y espacios para estacionarnos de manera ordenada. Y por el otro, la falta de ofertas laborales y de oportunidades hace que los “cuida carros” se refugien en la informalidad buscando una respuesta a su necesidad de ingresos.

A todo esto se le suma la ausencia de regulación sobre el uso de las vías. Es más, la única legislación en relación a la forma de cobro en las calles es el Acuerdo Municipal 46-2001[2] que regula el uso del espacio en la vía pública (especialmente aquel que tiene poca duración), en lugares autorizados, bajo el sistema de parquímetros por la Municipalidad de Guatemala. Sin embargo, también es un sistema que se encuentra rezagado y que sufre daños constantes por los mismos “cuida carros” o por los conductores para evitar pagar por el servicio.

Otras ciudades del mundo como Madrid y Washington han vuelto sofisticados los sistemas de parquímetros, con aplicaciones móviles que facilitan el pago al momento de estacionarse en la vía pública. Además, se implementaron políticas de seguridad para mejorar la experiencia en distintos sectores de estas ciudades; incentivando así, el uso correcto de este sistema.

En nuestro país falta mucho por alcanzar este tipo de tecnología y organización. Incluso se desconocen servicios como el marbete que ofrece la Municipalidad para parquearse frente al área de parquímetros el tiempo que se desee, pagando una cuota mensual. [3] Pero para que esto tenga el efecto esperado en la Ciudad de Guatemala, es importante que la Municipalidad tome acciones más fuertes para educar a los conductoressobre sus derechos en el espacio público, el uso del parquímetro y las áreas en donde es o no permitido parquearse. Además de brindar los servicios básicos que se necesitan en esos espacios.

Es un esfuerzo necesario para mejorar la experiencia de los conductores. Pero hasta que esto suceda, las calles seguirán teniendo las reglas del juego que conocemos: Personas sin trabajo formal, dedicadas a cuida carros, aprovechando el poco ordenamiento vehicular y la inseguridad de nuestra ciudad.


Referencias:

1. http://www.mintrabajo.gob.gt/index.php/salariominimo.html

2. http://old.congreso.gob.gt/Legislacion/Ver_acuerdo.asp?id=4979

3. http://diariodigital.gt/2016/08/estacionate-frente-parquimetros-sin-nece...

El futuro de Centro América, las élites y la política
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

04 Jul 2017

Los centroamericanos no hemos sido capaces de edificar una cultura política con fundamentos democráticos sólidos, que faciliten la construcción de un modelo de desarrollo basado en una visión de Estado de largo plazo, con valores, con objetivos y con resultados.

Las élites centroamericanas están cometiendo un grave error de cálculo al pretender que desde los pocos eventos positivos que suceden en sus países pueden construir una región próspera, democrática, con crecimiento económico y respeto a la propiedad privada.

En Guatemala, El Salvador y Honduras, la pobreza, la desigualdad y el atraso social; la enorme carga ideológica y la polarización; la debilidad del sistema de partidos políticos y la falta de rumbo les mantienen en una cuerda floja desde la cual en cada proceso electoral podrían caer en un oscuro abismo del que les costaría mucho reponerse. El Salvador está ahí. Venezuela es un alarmante ejemplo.

La corrupción es el cáncer de la democracia y sumada a la incompetencia de los políticos ha provocado un comprensible y preocupante rechazo y desprestigio a la política y a la democracia.

En las élites de estos países no hay liderazgos ciudadanos de peso, su experiencia cívica es débil y la juventud no tiene interés en la política. Lo que hay es activismo en las redes sociales pero eso no construye naciones ni quita el sueño a los corruptos e incapaces que nos gobiernan.

Nicaragua es una finca privada donde las palabras democracia y libertad son una quimera. Guatemala y Honduras están asfixiadas por una clase política corrupta, rancia y enquistada en el poder. El Salvador sigue los pasos de Venezuela pero más despacio y con menos presupuesto. Por eso, no se embarca en la locura completa.

Costa Rica y Panamá pueden ser la excepción en la región pero tienen tareas pendientes para consolidar un modelo de desarrollo con la estabilidad política suficiente para diferenciarse de una vez por todas de sus patéticos vecinos.

A la corrupción, la impunidad, la incapacidad de las élites para articular un modelo de desarrollo y la incompetencia de los políticos se suman la desigualdad, la falta de certeza jurídica, la comodidad y la indiferencia de la mayor parte de la juventud y la sobrecarga ideológica que tiene contaminada a nuestras sociedades.

Este escenario tiene los elementos y los actores perfectos para hacer de la amenaza populista una obra de la vida real sobre la que ya conocemos sus consecuencias.

“Lo sorprendente es que las élites, a pesar de lo obvio del panorama, están haciendo poco o nada para prevenir y corregir.”

Los ricos alivian su conciencia dando centavos para apoyar proyectos cívicos que no pasan de ser marginales e insuficientes o realizar shows y eventos cuyos efectos duran 24 horas. Y en estos “esfuerzos” se excusan para no apoyar Proyectos de Estado serios y de largo plazo. Apuestan en cada proceso electoral a que el improvisado de turno no será tan malo y les permitirá seguir con el status quo, pues según ellos, nada sucederá. Hasta que suceda. Gravísimo error.

Es evidente que los centroamericanos no hemos sido capaces de edificar una cultura política fuerte con fundamentos democráticos sólidos que faciliten la construcción de un modelo de desarrollo basado en una visión de Estado de largo plazo, con valores, con objetivos y con resultados.

No podemos seguir inventando excusas para no asumir la responsabilidad histórica que las élites de hoy tenemos con nuestros países. Si no somos nosotros, otros lo harán. Y es muy probable que no nos guste el resultado.

“El disgusto con la política no puede seguir siendo el pretexto para estar lejos de ella.”

La política no puede ni debe seguir en manos de los peores, de los impresentables, de los ignorantes, de los corruptos o en manos de quienes tienen un proyecto ideológico desconectado de la verdadera democracia liberal y republicana, y del desarrollo.

La salvación y el futuro de Centro América dependen precisamente de que los ciudadanos de hoy, especialmente los jóvenes, tomen la decisión de involucrarse en la política para rescatarla, honrarla y hacerla el instrumento que debe ser. ¿Cuándo empezamos?

País descabezado
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
21 Jun 2017

Tenemos políticos y dirigentes sectoriales pero no tenemos líderes.

Nadie puede negar que Guatemala atraviesa una importante crisis política e institucional. Si bien la crisis es del sistema político, de instituciones y corrupción; el fondo de la crisis es eminentemente social y está íntimamente ligado a un problema de liderazgo.

Aclaro que no me refiero al tipo de liderazgo que comercializa la industria del coaching, sino al verdadero liderazgo político y social. Y es que ciertamente tenemos políticos y dirigentes sectoriales pero no tenemos líderes. No tenemos líderes porque el liderazgo exige representatividad, exige ideas, propuestas y capacidad de diálogo. Todas características que nuestros dirigentes políticos y sociales no tienen.

Una tesis relativamente aceptada sobre nuestra falta de liderazgo es que hemos sido un país descabezador, principalmente porque la política de los años de la guerra fue acabar física o políticamente con los líderes que tenían una mínima visión de país, tanto de izquierdas como de derechas.

En el contexto de la guerra se hicieron inaceptables las voces disidentes o rebeldes que podían plantear alternativas moderadas. El riesgo era que estos líderes entendieran la necesidad de diálogo y eso no fue tolerado. El resultado fue una sociedad sin disidencia de ideas en donde las facciones se atrincheraron escudándose en el miedo y en donde solo se aplaudían o escuchaban las voces más extremistas que se apegaban al discurso dominante de su sector.

El lugar de estos líderes fue ocupado por tres tipos de personas: los corruptos que se enquistaron en las instituciones públicas, los mercenarios que venden sus voces y posiciones al mejor postor y las tímidas dirigencias sectoriales que apenas se atreven a subir el volumen de su voz.

Con la firma de la paz cesó el fuego, pero no la estrategia de cortar cabezas. Hoy ya no se aniquila físicamente a quien levanta la voz, pero se le acaba moralmente. Se le ve con desconfianza, se envenena su reputación, se le ponen etiquetas y se le señala lo suficiente como para insertar dudas razonables en las personas que al menos le escuchaban. Somos una sociedad miserable empecinada en destruir a las voces que se salen del montón.

De allí que nuestra dirigencia “no corrupta” sea cobarde. ¿Cómo no van a tener miedo, si a la hora de la batalla nadie les apoyará? Son un reflejo de lo que la sociedad está dispuesta a darles. Es más fácil ejercer liderazgo tímido en pequeños espacios, que adoptar un discurso más amplio y luego enfrentarse a la ola de críticas y ataques en total soledad.

Ejemplificar el problema de liderazgo no es difícil, solo veamos el escueto respaldo que ha tenido el movimiento reformista en el país. Pocos se animan a tomar la papa caliente de las necesarias reformas institucionales y por defecto se termina depositando la confianza para mover la agenda reformista en el oportunismo político de algunos diputados. Todas las reformas planteadas parecen haberse engendrado con cierto apoyo social, pero cuando es momento de que vean la luz del día, nadie les da la paternidad y mueren huérfanas, sepultadas por el Congreso.

Cambiar esta realidad requerirá principalmente dos cosas: valentía y tolerancia. Los líderes potenciales tendrán que armarse de valor para enviar nuevos mensajes y separarse del montón. Esto requiere políticos con verdaderas ideas reformistas, diputados dispuestos a desmarcarse de sus colegas corruptos, dirigentes sociales invitando al contrario a salir públicamente de la trinchera y un verdadero esfuerzo para dejar de lado la desconfianza y buscar acercamientos.

Este país no será viable si no apoyamos y promovemos un verdadero liderazgo político. No necesitamos líderes perfectos, con quienes tengamos total coincidencia de ideas; sino disponibilidad, apertura y transparencia. El momento para ocupar nuevos espacios dentro del sistema político se está acercando y la ausencia de nuevas cabezas deja la vía libre para que los corruptos y oportunistas retomen el espacio perdido.

“¿Quién se apunta?”

Desigualdad
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
13 Jun 2017

Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2016, Chile y Costa Rica son tan desiguales como Guatemala y sin embargo, presentan un desarrollo humano muy superior al de nuestro país. ¿A qué se deben estos resultado tan diferentes?

Guatemala es el décimo octavo país más desigual del mundo, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2016. El informe también señala que Guatemala es el tercer país con el Índice de Desarrollo Humano más bajo de América Latina, sólo por encima de Honduras y Haití. En este sentido, la relación entre desigualdad y los magros resultados en desarrollo humano parecieran muy evidentes. Sin embargo, esta relación debe examinarse a profundidad, ya que la solución simplista de aumentar impuestos, no nos conduce necesariamente a un mejor nivel de desarrollo.

Según el mismo informe, Chile y Costa Rica son tan desiguales como Guatemala y sin embargo, presentan un desarrollo humano muy superior al de nuestro país. ¿A qué se deben estos resultado tan diferentes? Las razones están en el tipo de instituciones que han desarrollado a lo largo de su historia y en su consiguiente política de educación pública.

Chile comenzó a construir una democracia relativamente estable desde inicios del siglo pasado, que se vio interrumpida temporalmente por el desastre que significó Allende y la posterior dictadura de Pinochet. Sus instituciones han sido mucho más funcionales y estables que las de Guatemala.

En el caso de Costa Rica, han tenido una democracia ininterrumpida desde los años cincuenta, mientras Guatemala atravesaba por una guerra civil totalmente inútil. Fue una guerra que no solo tuvo costos en vidas, sino además provocó un profundo daño en nuestras instituciones y en el tejido social.

La estabilidad política, en un ambiente de libertad individual, es fundamental para que la economía funcione adecuadamente; pero también lo es la transparencia. Mientras que Costa Rica y Chile se encuentran entre los tres países menos corruptos de América Latina, según el Índice de Percepción de Corrupción, Guatemala se encuentra entre los cinco más corruptos. No hay política pública que pueda funcionar adecuadamente, si las instituciones están plagadas de corrupción. El dinero público se drenará entre sindicatos mezquinos, malos funcionarios y contratistas del Estado inescrupulosos.

Otra diferencia fundamental, ha sido la apuesta por la educación. En 1900 la tasa de alfabetización en Chile era de 31.5%; en Costa Rica de 40.3% y en Guatemala solo de 14.2%. Para 1950, tanto Chile como Costa Rica habían llevado la tasa de alfabetización a 80%, mientras que en Guatemala sólo había alcanzado el 29.1%. Hoy en día, el analfabetismo es casi inexistente en Chile y Costa Rica, mientras que en Guatemala sigue afectando al 20% de la población.

En Guatemala hemos perdido tiempo en una discusión frívola sobre si la educación es fundamental o no para el desarrollo. La discusión que debemos tener es cómo lograr un sistema de educación de calidad, con mayores tasas de cobertura y libre de la influencia de un sindicato que ha resultado nefasto para la educación pública. Sin embargo, se debe pasar de la retórica a la acción.

Los casos de Chile y Costa Rica nos enseñan que el auténtico desafío que tenemos como sociedad es cómo logramos construir una institucionalidad distinta a la que hemos tenido hasta ahora. La desigualdad no es mala, si está inmersa dentro una institucionalidad adecuada y se tiene inversión en educación y salud pública que facilite la movilidad social.

El concepto simplista de que los ricos son malos y peligrosos para la democracia, puede resultar nocivo para un país. Una retórica de ese tipo solo termina dañando aún más la confianza que se tenga en una economía. La política fiscal tiene impacto en las decisiones de inversión. Lo han aprendido los países europeos en las últimas décadas y por eso han reducido consistentemente sus tasas impositivas.

Guatemala necesita fortalecer su Estado con más ingresos. Pero no es a través de mayores tasas impositivas que se logrará, sino con una mejor labor de recaudación que ponga su vista en los negocios grandes que operan en la informalidad y en el contrabando, que hasta ahora han sido ignorados.

Venezuela: libertad y democracia 2017
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

06 Jun 2017

¿Cuáles son hoy los posibles escenarios para Venezuela?

Se cayó el velo de la dictadura chavista. La convocatoria a una constituyente “del pueblo” recuerda a las tiranías más rancias y sanguinarias. Los criminales que se creyeron dueños de la cuna de Bolívar entraron en su laberinto final.

Maduro pasará a la historia como un déspota ignorante, corrupto e incompetente. Tuvo varias oportunidades para salir del fango en que se encuentra y las desperdició. Felipe González, José María Aznar y otros líderes respetables del mundo expusieron el engaño que es la democracia en Venezuela y la falta de voluntad de quienes la tienen secuestrada. Lamentables fueron las intervenciones del Papa, que de política sabe poco, o de Zapatero, quien podría tener un poco más de vergüenza; que fueron utilizados por la dictadura para intentar seguir engañando al mundo.

El venezolano puede estar muy jodido pero no pierde el coraje para luchar. Hoy vemos cómo su creatividad y el valor le ayudan a enfrentar la dictadura.

Además de los cientos de miles de ciudadanos en las calles, hemos visto desde un hombre desnudo con una biblia en la mano, una valiente joven que se paró frente a un tanque y lo detuvo, un violinista tocando el himno y madres recibiendo de frente las bombas lacrimógenas, hasta grupos de jóvenes vaciando cloacas para llenar sus bazucas improvisadas para bañar con excrementos a policías represores.

El pueblo venezolano decidió salir a la calle a pelear por su democracia. Y en la calle encontrará la victoria pues no hay poder que pueda con un pueblo en las calles.

El venezolano es un pueblo al que la dictadura no ha logrado someter pero ya le llevó a la desesperación. Y éste momento se debe aprovechar. Ojalá los pueblos libres del mundo se unan a la lucha del valiente pueblo venezolano.

Maduro y sus socios también están desesperados, pero, porque les llegó la hora de reconocer que su adefesio político es un absoluto fracaso y que el único futuro que tiene es el oscuro basurero de la historia.

En 18 años, el chavismo destruyó uno de los países más ricos del mundo, y hoy, Maduro y su gobierno, están perdiendo el control.

Es cierto que, como otros países, Venezuela tenía, antes del chavismo, problemas sociales, corrupción y falta de Estado de Derecho. Pero los problemas de la democracia se resuelven con más democracia y con más justicia, no con la instalación de una locura totalitaria que no ha sido más que la excusa de una pandilla de rateros, matones y narcotraficantes.

¿Cuáles son hoy los posibles escenarios para Venezuela?

1.- El pueblo en las calles convence al gobierno para que llame a elecciones libres y democráticas y se logra una transición pacífica del poder. Deseable pero poco probable.

2.- Los niveles insoportables de hambre, violencia y represión dividen al gobierno y el ejército decide tomar el poder y convocar a elecciones libres. Poco probable pero no imposible. El ejército está comprometido con el modelo y su corrupción, sin embargo, se habla de un número importante de oficiales jóvenes entre quienes crece el descontento y la decepción con Maduro.

3.- El pueblo enardecido arrasa con un gobierno en desbandada, el ejército se disuelve y cada uno busca salvar su pescuezo. La oposición toma el poder haciendo valer su mayoría en el Congreso, instala un gobierno provisional y convoca a elecciones. Maduro y sus cómplices son llevados a la cárcel para ser juzgados. Este escenario es más probable que los anteriores, pero sobre todo, muy deseable.

Al final, lo que veremos es una combinación con variantes de los escenarios 2 y 3, pero en los 3 escenarios hay un alto costo en vidas y sufrimiento para los venezolanos. Pero tristemente, éste es el costo de la libertad.

2017 debe ser el año de la libertad y la democracia para Venezuela.

La caída de la dictadura es imparable y Maduro es insostenible. Siempre supimos que era cuestión de tiempo y éste llegó.

¡Viva Venezuela libre!

El lado correcto de la historia
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
11 Mayo 2017

Hoy el lado correcto de la historia es el reformista.

El proceso de reformas, que se pensaba vendría como resultado natural de la cruzada contra la corrupción, ha desnudado una vez más que la polarización ideológica, la ausencia de liderazgos y la incapacidad de generar espacios de diálogo honestonos están condenando a seguir metidos en el lodazal.

Ambos lados están cometiendo errores. Los sectores que se ubican más a la izquierda presionaron con demasiada fuerza por temas que estaban destinados a volver irreconciliables las discusiones, como el pluralismo jurídico en el caso de la reforma al sistema de justicia y la paridad de género en el caso de la reforma electoral. También creyeron que ganando por mayoría una votación en las mesas técnicas se habían logrado los consensos y cerraron la discusión. Por otro lado, los sectores que están más a la derecha se empeñaron tanto en combatir esos temas que olvidaron ser propositivos y hacer énfasis en que hay acuerdos sobre la necesidad de reformar.

Pareciera que nunca se entendió realmente el espíritu de las reformas actuales y en algunos casos se apostó por hacer avanzar, aunque sea de a pocos, ciertas agendas políticas sectoriales. La polarización generada terminó entrampando las reformas o permitiendo que fueran manoseadas por el sistema político corrupto. Los beneficiarios han sido aquellos a quienes la cruzada contra la corrupción afectó directamente, los corruptos.

Claro que este beneficio está lejos de ser casuístico. Haciendo uso de sus abundantes recursos, los corruptos contrataron o potenciaron a mercenarios de la opinión. La mayoría de estos, ubicados en los extremos más radicales del espectro ideológico. Estos lograron exitosamente abonar conflicto a la discusión, banalizando las propuestas, descalificando personas y mintiendo. Todo con el propósito de inmovilizar cualquier intento por reformar el sistema del cual se benefician solo ellos.

El error de los reformistas de izquierdas y derechas fue haberse dejado utilizar por los mercenarios y los corruptos. Debieron haberse desmarcado desde el principio y dejado en claro que tienen un interés porque este país salga del atolladero. No se vale apostarle siempre al inmovilismo por miedo, como tampoco se vale empujar irracionalmente por el cambio, sin permitir un espacio para la duda, el disenso y la reflexión.

Reconozcamos con honestidad que en materia de diseño institucional no existe la receta perfecta para el éxito. Todos los modelos son potencialmente cooptables, pero estamos en un momento en que la lucha contra la corrupción no ha terminado de asentarse y necesitamos presentarle alternativas al sistema político para que se reconfigure. La opción de no reformar debería estar fuera de la mesa y si usted se opone a estas reformas tiene la obligación de proponer una alternativa que sea políticamente viable.

Para lograr estos acuerdos, hacen falta cabezas frías que tengan capacidad de convocatoria y puedan sentar a actores de distintos sectores a discutir. Liderazgos conciliadores que actualmente no existen en el Congreso y mucho menos en el Ejecutivo. Aquí hay que hacer un pacto de convivencia, señalar a los corruptos como únicos enemigos y comenzar a tender puentes entre sectores que permitan sanar las heridas del pasado.

Hoy el lado correcto de la historia es el reformista. Pero necesitamos reformistas que estén dispuestos al diálogo y que moderen sus expectativas. ¿De qué lado de la historia quiere estar usted?

Enfoques incorrectos sobre la discriminación
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
24 Jul 2017

Como guatemaltecos, debemos hacer una reflexión profunda sobre la discriminación. Desde una ángulo responsable y evitando los extremismos que a nada nos conducen.

La discriminación es una realidad. No solo en Guatemala, sino en diversos países del mundo. El tratar de forma despectiva al que es distinto a nosotros, parece ser algo inherente al ser humano. Ya sea por razones étnicas, religiosas, de género u otras, la discriminación ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad.

La discriminación se manifiesta de múltiples formas. Ataques verbales, evitar el contacto con el grupo discriminado, negación de acceso a servicios básicos o derechos fundamentales, violencia física contra las personas o su propiedad y el caso más extremo es la búsqueda del exterminio de dicho grupo, como ocurrió con los judíos en la Alemania Nazi.

En el caso de las mujeres, no es sino hasta el siglo XIX y XX que comienzan a gozar del ejercicio de sus derechos básicos en los países occidentales, como el derecho a la propiedad privada, a votar y a integrarse plenamente en el mercado laboral. No obstante, las mujeres aún continúan sufriendo diversos tipos de violencia, generalmente infringidos por su círculo familiar más cercano. Y en muchos países árabes, africanos y asiáticos muchas mujeres prácticamente tienen anulados sus derechos fundamentales.

Guatemala no escapa a esta realidad y sin duda existen diversos tipos de discriminación. Si bien se han realizado avances muy significativos, lo cierto es que aún se tiene mucho camino por recorrer. La población indígena y las mujeres presentan rezagos sociales significativos que se deben de abordar desde una política de Estado bien articulada. Y como sociedad debemos romper con los estereotipos mentalesque históricamente hemos construido.

Fuente: http://www.prensalibre.com/

Sin embargo, se debe ser muy cuidadoso al momento de calificar lo que es y lo que no es discriminación. El caso de la tienda de ropa María Chula es un ejemplo de cómo un abordaje inadecuado del tema solo genera más polarización. El hecho que la dueña de esta tienda se llame María, al igual que su madre y su abuela debería haber sido razón suficiente para que los argumentos de discriminación perdieran total validez.

¿Acaso no tiene derecho una persona a utilizar su nombre en la marca o en la empresa que decide fundar? Y si decide agregar a su nombre, una palabra que tiene connotación positiva para el guatemalteco urbano promedio ¿Es eso un delito?

Sin duda este caso hace reflexionar sobre lo cuidadoso que se debe ser al momento de calificar lo que constituye un auténtico acto de discriminación. Porque flaco favor se le hace a esta causa, cuando se comenten errores de este tipo.

Pero además debemos aprender a discutir de este tema de forma responsable. Hay aquellos que simplemente pretenden negar que exista discriminación en Guatemala, como si este fuera un país de ángeles y no de seres humanos. También está el otro extremo que pretende encasillar a Guatemala como un caso único en el mundo en donde se ha registrado discriminación, obviando por completo la historia de la humanidad y el contexto mundial. Ninguno de los dos extremos ayuda en nada.

A propósito de la tienda María Chula, también han surgido posiciones que indican que los trajes típicos deben ser preservados tal cual y que cualquier sincretismo con la “cultura occidental” es un acto de irrespeto. ¿Acaso esta posición no es racista? La interacción y la mezcla cultural es parte de cómo se supera el racismo. Hablar de “purismos” no ayuda en nada cuando lo que se pretende es luchar contra la discriminación.

Como guatemaltecos, debemos hacer una reflexión profunda sobre la discriminación. Desde una ángulo responsable y evitando los extremismos que a nada nos conducen. Superar la discriminación requiere de un ejercicio mental que nos aleje de nuestros instintos humanos más básicos. Y eso requiere un esfuerzo por comprender “al otro” y dejar atrás los estereotipos.

Nuestro ideal debe ser que todos los ciudadanos, independientemente de su identidad étnica, gocen de los mismos derechos y obligaciones.

Texto original publicado en: https://elperiodico.com.gt/domingo/2017/07/23/enfoques-incorrectos-sobre...