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Desigualdad, pobreza y… política
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

25 Oct 2016

La izquierda se pregunta por qué es tan difícil para los empresarios hablar de desigualdad y política. Los empresarios se preguntan por qué a la izquierda le cuesta entender la economía.

Analistas e intelectuales de izquierda se preguntan frecuentemente por qué es tan difícil para los empresarios hablar con profundidad de desigualdad, pobreza y política, y más aún, por qué les cuesta tanto hacer propuestas que solucionen los graves problemas que tienen nuestros países en estos campos. Y los empresarios se preguntan por qué a la izquierda le cuesta tanto entender el proceso económico y por qué no logran aclarar la dicotomía entre crecimiento económico y desarrollo social, y el hecho de que uno no puede existir sin el otro.

En general, para los empresarios, de cualquier tamaño, es fácil analizar y discutir sobre inversión y crecimiento económico; y saben, más o menos, que los problemas de pobreza y desigualdad se resuelven por ese camino. Sin embargo, en nuestros países, especialmente en los tres del norte de Centroamérica y en la dictadura de la región (el régimen de Nicaragua, que al fin tiró el pedazo de disfraz que le quedaba de democracia), los problemas sociales y políticos son grandes y el crecimiento económico es a todas luces marginal e insuficiente. Hay crecimiento pero solo beneficia a los sectores de la sociedad que participan de él. Ese crecimiento no es capaz de aliviar el subdesarrollo a una velocidad suficiente para evitar la inestabilidad social y los constantes ciclones políticos y la violencia que provocan la pobreza y la desigualad. Esto se hace más grave por el hecho de que muchos dirigentes, en lugar de tratar estos problemas con seriedad y responsabilidad, escogen un discurso populista y de confrontación, y lejos de resolver, complican más la crisis; y los empresarios se esconden en sus trincheras. Este fenómeno y las graves consecuencias que provoca, lo hemos visto en varios países de América Latina a través de la historia. Algunos siguen pagando un altísimo costo que afectará a más de una generación de ciudadanos.

Las crisis políticas, la inestabilidad y la falta de certeza alejan la inversión y no permiten que las economías crezcan e integren de manera efectiva a un número mayor de personas, especialmente a quienes se quedaron atrás.

La desigualdad ha existido siempre, y aunque a nivel mundial bajó, en los países desarrollados ha aumentado, y por eso, se convirtió en tema de discusión mundial. Sin duda, es un problema al que se debe encontrar explicación y solución, pero con responsabilidad y sin carga ideológica. El objetivo es subir el nivel de vida y combatir la pobreza. Expertos en el tema de la desigualdad la comparan al colesterol. Hay de la buena y de la mala. La clave es preservar la motivación, la iniciativa, la excelencia y la competencia, virtudes esenciales para el crecimiento económico y el desarrollo. La igualdad de oportunidades es crucial. La igualdad ante la ley es indispensable. Y la libertad y el Estado de Derecho son condiciones imprescindibles para alcanzar el desarrollo.

Como siempre, las elites juegan un papel esencial. Tienen que enterarse del problema y de sus riesgos. Y aquí está el dilema. Los partidos políticos están desprestigiados, disminuidos y sin rumbo. Su ideología es vacía y oportunista. No tienen propuesta de Estado. La elite económica está demasiado concentrada en sus empresas y no ven que sus países se les vienen encima. La academia, encerrada en sus librerías y la sociedad civil, despersonalizada y sin dirigentes relevantes. América Latina vive años peligrosos, pero también son años en los que la juventud debe comprender que es su momento y que llegó la hora de que una nueva generación tome el poder político de sus países, corrija el rumbo y salve su futuro. Y para tener éxito, debe prepararse y rescatar los partidos políticos para refundar la política.

Derecho a manifestar vs. derecho a la libre locomoción
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
28 Oct 2016

La discusión sobre las manifestaciones o bloqueos se ha convertido en parte de la eterna guerra política e ideológica que los guatemaltecos libramos en redes sociales y medios de comunicación.

El derecho a manifestar es vital para la democracia y la ciudadanía. Si tuviera que ordenar los derechos por importancia, sin pensarlo lo ubicaría bastantes puestos arriba del derecho a la libre locomoción. A pesar de su importancia, es bueno recordar que no existen derechos absolutos, todos los derechos tienen límites.

Los límites de ambos derechos son sutiles y difícilmente pueden delimitarse a la perfección en una ley. Por ejemplo, el derecho a manifestar o reunirse pacíficamente está garantizado en la Constitución y en tratados internacionales de Derechos Humanos, pero también existe legislación en el país que lo limita. El objetivo de esta legislación es procurar que todas las manifestaciones se lleven a cabo dentro de ciertos términos socialmente aceptados. Por supuesto que esto es subjetivo y estará sujeto a una diversidad de factores, como el momento político que atraviesa el país.

Una marcha o un plantón de cualquier tamaño pueden dificultar el paso por una o varias calles. Hay momentos en la vida política de un país en donde una manifestación puede crecer bastante y eso obstaculizará total o parcialmente el tránsito de vehículos o personas. En esos momentos las autoridades, que pueden estar bajo fuertes presiones, deben tomar decisiones para tratar de mantener el orden. Lo cual siempre es delicado pues cualquier movimiento mal calculado puede resultar en heridos.

Sin embargo es precisamente en estos casos en donde el derecho a la locomoción pierde frente al derecho a manifestar. En una manifestación de cualquier tipo, incluso las que son coordinadas con la autoridad y en donde es casi imposible mantener las vías totalmente despejadas, las personas tendrán que buscar alternativas de paso o unirse a la manifestación. En estos casos no hay mucho que hacer, a pesar de las buenas intenciones que tenga la autoridad de facilitar el paso “no queda otra que aguantarse”.

Hay momentos también en los que el derecho de manifestación se topa con los límites establecidos por la legislación y por lo que una sociedad está dispuesta a aceptar. Esto sucede cuando un grupo de personas, sin importar su procedencia o motivación, decide obstruir el paso en una o varias de las principales vías de comunicación del país por un importante período de tiempo. Esto es un abuso y un delito. Las autoridades están obligadas a reestablecer el orden público y para esto deben existir protocolos que permitan a las fuerzas de seguridad acercarse a los manifestantes sin recurrir a la violencia.

Las diferencias entre ambas “violaciones al derecho de locomoción” son sutiles pero importantes. En el primer caso la manifestación crece a tal punto que termina, sin intención o con previo aviso a los ciudadanos, obstaculizando el paso. En el segundo, la manifestación intencionalmente pretende afectar a los otros ciudadanos para llamar la atención sobre sus demandas; la protesta es en sí, un bloqueo malintencionado. Regular esto sin caer en arbitrariedades o cometer errores es complicado, pero necesario. Las autoridades no pueden hacerse de oídos sordos frente a la situación por el miedo a la opinión pública. La misma opinión pública y los manifestantes harían bien en diferenciar una manifestación pacífica, a un bloqueo abusivo en el que ni siquiera se permite el paso de una ambulancia.

Dicho esto, considero que lo importante es mantener un sano balance. Cualquier manifestación política, religiosa o cultural, por pequeña que sea, provocará molestias para alguien. Sin embargo, es necesario tener una actitud de tolerancia frente a lo que sucede porque algún día puede que seamos nosotros los que nos veamos en la necesidad de manifestar. No siempre vamos a estar de acuerdo con las demandas del otro, pero debemos respetar el derecho que tiene de gritarlas a los cuatro vientos.

La discusión sobre las manifestaciones o bloqueos se ha convertido en parte de la eterna guerra política e ideológica que los guatemaltecos libramos en redes sociales y medios de comunicación. Pero así como no se vale justificar ciertos bloqueos sistemáticos y abusivos porque “es la única forma que tienen para ser escuchados”, tampoco se vale criminalizar o ridiculizar cualquier protesta pacífica, por más descabelladas que puedan sonar sus peticiones. El tema de fondo es de respeto y empatía entre ciudadanos que deben comprender que existen diferentes realidades dentro del territorio guatemalteco.

Personalmente espero que algún día, las personas que utilizan medidas de hecho como estrategia desesperada para ser escuchadas, puedan ver sus problemas aliviados. Debemos aprender a resolver nuestros conflictos con inteligencia, dejar de dar largas a los problemas con las famosas “mesas de diálogo” que rara vez llegan a algún lado y prestar un poco de atención a lo que las personas nos están diciendo. Aún en la demanda más disparatada se puede encontrar una necesidad muy real que tiene años de esperar una respuesta de alguien.

Las ciencias económicas y el fútbol
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Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
30 May 2018

La revolución en el estudio del deporte.

El mundo del deporte vive una revolución. La ciencia y el juego se han fusionado para potenciar a los atletas, mejorar el análisis de los resultados y rentabilizar al deporte como negocio. Todo empezó en el béisbol, cuando un grupo de matemáticos integró la Sociedad SABR, que aspiraba a un “conocimiento objetivo sobre el deporte”. El uso de la estadística para analizar las interioridades del juego alteró las estrategias durante los partidos y los métodos para identificar talento. La película Moneyball recoge esa fusión de estadística y deporte.

Esta revolución se expandió al fútbol con la publicación de Soccernomics en el 2007. Sus autores, Simon Kuper y Stefan Szymanski, recurren a la estadística y la economía para analizar el deporte. Algunos de sus hallazgos resultan interesantes en el marco la Copa Mundial de Fútbol, Rusia 2018.

Por ejemplo, las selecciones más exitosas son aquellas que mantienen el balance entre exportaciones e importaciones. Es decir, países que exportan jugadores a otras ligas, al tiempo en que sus propias ligas mantienen altos niveles de competitividad. He ahí el caso de Alemania, España, Argentina, Brasil e Inglaterra. En cambio, países con ligas basadas principalmente en importaciones –como las de los países árabes o la liga china- o en exportaciones –como muchas latinoamericanas- no tienen resultados tan positivos.

Otro hallazgo incluye la anomalía estadística entre la polémica arbitral e Inglaterra, selección cuya eliminación de mundiales tiende a estar asociada a decisiones arbitrales cuestionadas, tales como goles fantasma y expulsiones. No obstante dicha anomalía estadística, el estudio sobre decisiones polémicas arroja una conclusión contra-intruitiva: en el largo plazo, a mayor universo de casos, las decisiones polémicas que favorecen o perjudican a un equipo tienden a balancearse entre sí, por lo que las teorías conspirativas sobre buscar “beneficiar” o “castigar” a un equipo particular no tiene asidero estadístico. El punto anterior se demuestra tanto a nivel de selecciones como con clubs. Esto rompe la tesis que el Real Madrid o Barcelona reciben beneficios de parte del arbitraje.

En cuanto al desempeño, Brasil y Costa Rica son equipos que históricamente superan sus expectativas, en la relación entre posición en Ranking FIFA y resultados en mundiales. En cambio, las selecciones africanas, México y Estados Unidos tienden a ser eliminadas antes de lo esperado.

A nivel de fanaticada, los países que más disfrutan del deporte son aquellos en los extremos de calidad. Las fanaticadas en Alemania, Brasil y Argentina son fuertes dado el éxito de sus selecciones; pero países débiles futbolísticamente, como Noruega, Islas Faroe, Guatemala, Mali y Aruba también tienen una población con alta afición por el fútbol.

Un hallazgo que no augura un buen futuro para Rusia es el efecto económico de un Mundial. Contrario a la creencia, para los países en desarrollo no es buen negocio organizar mundiales, pues la relación costo-beneficio ha sido cada vez más negativa. Las economías de México después del Mundial 86, Portugal tras la Euro 2004, o Sudáfrica tras el Mundial 2010, cayeron en recesión y fueron incapaces de recuperar la inversión en infraestructura. Mientras que Brasil, en 2014, vivió los efectos sociopolíticos de una clase media descontenta por los gastos onerosos asociados a la organización del evento deportivo, mientras que los réditos esperados no llegaron.

La predicción más atrevida es la tesis sobre el cambio en el balance de poder. Kuper y Szymanski arguyen que el fútbol caerá presa de la misma tendencia de las Olimpiadas, en donde los países con grandes poblaciones y riqueza, destacan. No obstante, de los países propuestos, China, India o Estados Unidos ni siquiera clasificaron a la fase final de la competición; mientras que Japón (la última potencia que encaja en las variables identificadas) no ha despegado en cuanto a su calidad de fútbol. Lo anterior evidencia que si bien la estadística y la economía facilitan el análisis del deporte, utilizar dichas herramientas para realizar estudios prospectivos aún resulta muy atrevido.

Columna originalmente publicada en El Periódico.

Nuevas propuestas políticas
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

11 May 2016

¿Qué tienen en común las nuevas propuestas políticas que se ven emerger en muy diferentes puntos del mundo?

Cuando escuchamos nombres como Trump o Sanders en Estados Unidos, Trudeau en Canadá y Morales en Guatemala. Cuando intentamos comprender la aparición de grupos como Syriza en Grecia, Podemos en España, el AFD en Alemania y el Frente Nacional en Francia. Cuando aparecen ideas rupturistas en Inglaterra, Cataluña y Escocia, y cuando revisamos las circunstancias que facilitaron la llegada al poder de Hugo, Evo y Rafael en Venezuela, Bolivia y Ecuador, es obligado el análisis sobre las cosas que estos grupos y personas tienen en común, los riesgos que representan y también las oportunidades.

El común denominador es que son outsiders y antiestablishment; desprecian la política tradicional y han sabido conectar con la población; algunos de ellos, ofreciendo cosas que saben que no cumplirán, y otros, aprovechando la frustración ciudadana para llegar al poder, en algunos casos, para destruir y hacer más daño del que hicieron sus antecesores.

América Latina pasa por un momento delicado. La caída en la demanda y los bajos precios de las materias primas han provocado un frenazo en sus economías. Brasil está sumido en una crisis política y económica de la que todavía no sabemos cómo saldrá. Venezuela, devastada por el chavismo y aunque el inevitable final se acerca, tomará años reconstruirla. Bolivia y Ecuador tienen que rescatar sus democracias o no llegarán muy lejos y Centroamérica sigue perdida en su laberinto.

La esperanza en América Latina está en Chile, Uruguay, Perú, Colombia y Panamá, que intentan hacer las cosas bien a pesar de la situación económica mundial. Y ahora, se suma Argentina con su nuevo gobierno, sobre el que hay grandes expectativas. El riesgo más grande de América Latina es sufrir retrocesos políticos y pérdida de libertades civiles a causa del estancamiento económico, el cual podría ser aprovechado por movimientos populistas y extremistas.

“Es evidente que la política pasa por un mal momento en el mundo. El gran desafío de nuestro tiempo es rescatarla y devolverle clase y brillo con líderes capaces y honestos.”

Europa no logra enderezar el rumbo. Alemania, Francia, Italia y España son los países llamados a salvar el proyecto europeo pero están aturdidos por la larga recesión, la falta de liderazgo y sus crisis internas. A esto se suman la presión que han puesto los refugiados y la amenaza terrorista.

Es evidente que la política pasa por un mal momento en el mundo. El gran desafío de nuestro tiempo es rescatarla y devolverle clase y brillo con líderes capaces y honestos; con visión de Estado de largo plazo. Los riesgos por la forma en que se gestiona la política en el mundo de hoy son inmensos, pero es importante encontrar luz en tanta oscuridad.

Para empezar, identifiquemos dos oportunidades: la primera es que los políticos tradicionales se den cuenta de que su tiempo terminó y que la vieja política es cosa del pasado. Los ciudadanos de hoy están más informados, son más exigentes y participan más. Y aunque puedan estar equivocados (que lo están con frecuencia) así es el proceso de aprendizaje que lleva a los pueblos a la verdadera democracia y al desarrollo. Así ha evolucionado la raza humana.

La segunda oportunidad está en que se ha hecho evidente que las cosas mejorarán cuando los mejores ciudadanos decidan participar en la política. Como técnicos, como funcionarios y en puestos de elección popular. Formando equipos y dando continuidad a verdaderos proyectos de Estado.

Vivimos un cambio de era. Los desafíos y amenazas en el mundo tienen hoy más complejidad. La responsabilidad de la actual generación de dirigentes es estar a la altura de los retos y encontrar salida y solución a los anhelos y esperanzas de los ciudadanos. No olvidemos lo más importante: la clave está en la política.

Tres aproximaciones a la construcción de instituciones occidentales
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Jesús María es el Director del Área Institucional en Fundación Libertad y Desarrollo. Es catedrático universitario y Doctorando en Derecho por la Universidad Austral.
08 Nov 2016

Tres académicos nos invitan a entender, con lentes diferentes, el papel de las instituciones en el mundo occidental.

Tres académicos en los últimos años han aportado al mercado de las ideas, sólidas obras académicas y de divulgación con una singular importancia para la comprensión de la civilización occidental. Los académicos referidos son: Ian Morris, Steven Pinker y Niall Ferguson. Morris es profesor Stanford University, Pinker es profesor en Harvard University, al igual que Ferguson.

Las credenciales de estos hombres son conocidas, pero quizás la sola mención de algunas de sus ideas de manera sucinta, pueden evidenciar, cuán importante es tomarlos en cuenta en el mundo actual, cuando se trata de comprender los problemas institucionales en largos períodos históricos, evitando con ello posiciones unilaterales.

Morris ha venido a plantear como la moral occidental ha variado a lo largo del tiempo, quedando condicionada al uso y extracción de la energía en determinada época. Partiendo de que existen tres grandes sistemas en la civilización occidental: i) valores de cazadores-recolectores, ii) valores agrícolas o campesinos y iii) valores de los combustibles fósiles, el autor disecciona cómo se dan las relaciones entre libertad, igualdad y coacción en estos estadios.

Ian Morris

Ian Morris
Fuente: Stanford News

En el (i) se valora la igualdad y se tolera la violencia; en el (ii) se valora la jerarquía por encima de la igualdad y no se tolera del todo la violencia; y en el (iii) se valora la igualdad por encima de casi todos los tipos de jerarquía y no se tolera la violencia. Es precisamente en esta edad civilizatoria en la que nos encontramos.

 

Dado que los tres estados civilizatorios dejan resquicios en nuestra civilización, se puede llegar a la conclusión que las tres pueden encontrarse en muchas partes del mundo, aun cuando la última a nivel general sea la predominante en occidente. De hecho, bastaría viajar por buena parte de la América latina para observar como aun encontramos “valores de cazadores-recolectores” y “valores agrícolas o campesinos”.

Ello explica en buena medida los contrastes abismales en nuestros propios países, cuando se trata de sistemas morales e institucionales que rivalizan entre sí.

El elemento político-institucional en Morris, aun no siendo su preocupación central, no deja de tener un lugar especial. De hecho muestra como la necesidad por preservar el poder ha llevado paradójicamente a que los gobiernos permitan la paz. Este elemento del papel decisivo del gobierno, se relaciona en parte con los otros autores que se mencionarán, dado el énfasis que colocan en el papel de las instituciones en occidente.

En lo que se refiere a Steven Pinker[1], vale destacar que ha abordado el tema de lareducción de la violencia en occidente, con datos significativos que persuaden como nuestra época está signada por una condena férrea a todo trato cruel e infamante en comparación con otros estados de la historia.

Morris y Pinker recuerdan, pese a las críticas que formulan, a la célebre obra de Thomas Hobbes, al punto de que coinciden con este en el hecho de que la necesidad del gobierno se da por el hecho de que el hombre abandona el “estado de naturaleza”precisamente por el miedo a la muerte prematura.

Ahora bien, más centrado en el propio hombre, Pinker muestra como la “revolución humanitaria”, el “doux commerce” de Montesquieu y la irrupción de ideas ilustradas nos civilizó. Es decir, somos herederos de estas transformaciones y en cierto modo cautivos del progreso.

Steven Pinker

Steven Pinker
Fuente: Wikipedia

 

Pinker sugiere que el hombre moderno está impregnado de una “naturaleza humana”, la cual si bien está plagada de instintos violentos, no excluye que también tenga sus instintos "angelicales".

En el caso de Niall Ferguson[2], vale destacar que ha aportado con creces al debate contemporáneo en lo que se refiere al ascenso pero riesgoso proceso de decadencia de la civilización occidental. Ha mostrado la importancia que ha tenido para occidente el imperio de la ley, la competencia entre los países y dentro de los países, la revolución científica, el gobierno representativo, la medicina moderna, la sociedad de consumo y la ética del trabajo.

Niall Ferguson

Niall Ferguson
Fuente: Getty Images

Procurando mostrar siempre las virtudes de la civilización, pero a la vez, mostrando sus riesgos, ha enfilado sus críticas a la situación institucional en occidente, con el objetivo de mostrar la situación estacionaria que se vive en el mundo moderno. Al igual que Adam Smith, en quien se inspira, ha sostenido como la “degeneración” tiene su causa en la poca atención a las leyes e instituciones en el mundo moderno.

 

En The Great Degeneration (2014) el autor muestra algunas “cajas negras que han permanecido selladas durante largo tiempo”, a saber: “democracia”, “capitalismo”; “imperio de la ley” y “sociedad civil” como componentes centrales de la civilización que están en riesgo de degeneración.

Esta perspectiva pretende alertar cuán peligroso sería ese “estado estacionario” que hablaba Smith, entendido como un país anteriormente rico que deja de crecer. En el caso de América latina, el debate intelectual y político ha girado en torno a la pregunta de por qué somos países pobres en su gran mayoría. Sin embargo, la preocupación de Ferguson está en el hecho de qué hay países ricos que pueden volver a la pobreza.

La obra de estos tres pensadores nos invita con perspectivas singulares y fructíferas a mirar el papel de las instituciones en el mundo occidental con lentes diferentes. De la misma manera, nos muestran como ha sido ese largo proceso de gestación de instituciones, sus fundamentos, sus características, sus aportes e incluso los peligros que enfrentan en un mundo a veces alejado de la necesidad de conocer nuestro pasado.

Si bien el papel de las instituciones ha sido relevante en los tres, la perspectiva humana tiene un papel central en los autores. La idea de que las instituciones sociales o políticas pueden alterar los rasgos esenciales del ser humano sería rechazado por Pinker especialmente, pero los tres pueden dar cuenta como el ser humano con sus rasgos más intrínsecos se ven condicionados de cierta manera por el contexto histórico que les toca vivir.


Referencias:

[1] Autor de obras significativas como The blank slate: the modern denial of human nature (2003); The language instinct: how the mind creates language (2007); How the Mind Works (2009) y The better angels of our nature: why violence has declined (2012).

[2] Autor de obras significativas como The ascent of money: a financial history of the world (2009); Civilization: the west and the rest (2012); The great degeneration: how institutions decay and economies die (2014) y Kissinger: 1923-1968: the idealist (2016) entre otras.

La oposición al cambio
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
04 Jun 2018

El proceso de lucha contra la corrupción que experimenta Guatemala ha generado incertidumbre sobre el futuro del país.

Una parte de la sociedad guatemalteca ve con mucha suspicacia y desconfianza el proceso que está atravesando el país. Su temor es que se caiga en una espiral de ingobernabilidad que podría dejarnos en una situación peor que la que históricamente hemos vivido. Además se cuestionan las motivaciones de los actores que están detrás de este proceso de cambio y por último se señalan ciertas irregularidades o errores que se han cometido.

La primera reacción ante estos argumentos es obviarlos o bien tildarlos de formar parte del pacto de corruptos. Claro, no se puede negar que hay un pequeño grupo muy estridente que se dedica a desprestigiar la lucha contra la corrupción por intereses obscuros y perversos. Pero también hay personas que están genuinamente preocupadas por las repercusiones que podría traer este proceso, por lo que es importante establecer un diálogo constructivo entre éstos y quiénes apoyan decididamente la transformación del país.

El punto de partida debe ser visualizar la situación en la que se encontraría el país hoy en día, si no se hubiese renovado el mandato de CICIG en 2015. ¿Quién sería el presidente en estos momentos? En los meses previos a las elecciones de 2015, las encuestas daban como posibles ganadores a personajes que claramente pretendían aumentar la voracidad de la corrupción a niveles que nos hubiesen llevado rápidamente al colapso. De hecho estábamos muy cerca de ese punto, como lo han revelado los procesos judiciales actuales. Fue la intervención de CICIG lo que motivó un despertar cívico en la ciudadanía que impidió que estas personas alcanzaran el poder. ¿Podemos negar este hecho?

El segundo punto es reconocer que sin CICIG, hubiese sido imposible iniciar la lucha contra la corrupción. Ningún sector o grupo de personas del país tenía (o tiene) la fuerza para enfrentarse a todo el entramado de corrupción que tenía (o sigue teniendo) cooptado al Estado. Es ilusorio e ingenuo decir que solo nosotros como sociedad podemos acabar con las mafias incrustadas en el Estado. ¿Acaso lo habíamos podido hacer antes? ¿Acaso no la corrupción había tomado control de todas nuestras instituciones, afectando a todos los sectores de la sociedad?

El tercer punto es también admitir que en este proceso se han cometido serios errores. Por ejemplo, no se puede negar que hay personas en prisión preventiva que no deberían estar allí. Son personas a las que difícilmente se les puede llamar criminales y que tuvieron el infortunio de no comprender los alcances de lo que estaban firmando. La justicia también es saber diferenciar entre unos y otros. Pero muy distinto es tomar estos errores, que no son poca cosa, para tratar de frenar el proceso entero de transformación del país. Eso tampoco es válido. Se deben señalar los errores para que se corrijan, no para tratar de estropear la lucha contra la corrupción.

Por último, si logran sacar a CICIG. ¿Cuál será el futuro del país? Lo más probable es que se inicie un proceso de descomposición institucional que terminaría con grupos abiertamente mafiosos y criminales controlando todas las instituciones del Estado. Ante la comunidad internacional y los inversionistas quedaríamos como un país sin remedio, en donde el Estado de Derecho está totalmente ausente. ¿De verdad creemos que lograremos atraer la inversión y generar crecimiento económico con esa imagen del país?

No cabe duda que el proceso que experimenta Guatemala genera incertidumbre. Esto hace que muchas personas bien intencionadas se opongan al cambio o incluso, que estén dispuestas a tolerar los actos desvergonzados de corrupción y opacidad que realizan actualmente varios funcionarios públicos en el Organismo Ejecutivo y en el Congreso. Pero se tiene que tener claro que la tolerancia a dichos actos, es lo que nos tiene sumidos en la miseria y en las crisis recurrentes. Como bien dice la sabiduría popular “no se pude hacer lo mismo y esperar resultados diferentes”.

Artículo originalmente publicado en El Periódico.

Final de año con incertidumbre
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

13 Dec 2016

¿Cuáles son las fuerzas que están marcando el momento complejo que vive el planeta?

El mundo está enredado en conflictos geopolíticos en cada continente. El desencanto con la política sigue generando movimientos populistas de izquierda o derecha en todas las latitudes; el comercio mundial se ha debilitado; la posibilidad de emigrar y las oportunidades de trabajo presentan sombras cada día más grandes y la globalización -y sus promesas- llegan a finales de 2016 con grandes signos de interrogación.

¿Cuáles son las fuerzas que están marcando el momento complejo que vive el planeta? ¿Cuáles son las verdaderas causas de la resistencia de ISIS, del BREXIT, de los abusos de China, Rusia o Corea del Norte y su carrera armamentista o el descaro de grupos cercanos al poder en Irán y Arabia Saudí para financiar organizaciones terroristas? ¿Cuáles son las causas de la caída en el petróleo y la incapacidad de los países productores para ponerse de acuerdo y bajar producción? ¿Qué impacto tendrá en el mundo el cambio en la matriz energética, la autosuficiencia de EE.UU. y los riesgos que tendrán las nuevas tecnologías para generar energía limpia? ¿Cuántas pruebas más necesitamos para tomar medidas drásticas para enfrentar el cambio climático, a pesar de que en la naturaleza humana no está el pensar en los humanos que tendrían que pagar las consecuencias más graves dentro de 100 años?

“Los seres humanos no estamos siendo capaces de digerir los cambios que la velocidad de esta era exponencial nos impone.”

Y en fin, ¿cuáles son las causas de que América Latina, a pesar de los grandes avances que ha tenido en los últimos 25 años, se vea hoy atrapada en una economía basada en los bajos precios de sus materias primas a las que da poco valor agregado por su falta de desarrollo tecnológico? ¿Por qué permitimos que América Latina siga atrapada en un brutal subdesarrollo político y con los efectos que provoca vivir como el péndulo, de izquierda a derecha? ¿Por qué no logramos dar continuidad a un modelo de desarrollo basado en el Estado de Derecho y políticas publicas coherentes, basado en el crecimiento consistente y con políticas sociales que permitan que avancen quienes se han quedado rezagados?

¿Por qué a la libertad económica, al respeto a la propiedad privada, a políticas económicas que incentivan el crecimiento y la creación de oportunidades, y a políticas fiscales que promueven la inversión les cuesta tanto ser aceptadas por amplios sectores sociales y políticos, a pesar de que la historia y la evidencia confirman que así es como los países que alguna vez fueron pobres, alcanzaron bienestar?

Y por si esto fuera poco, cada día se hace más evidente que los seres humanos no estamos siendo capaces de digerir los cambios que la velocidad de esta era exponencial que vivimos nos impone. Desde 2007 arrancamos una revolución tecnológica de la que se habla poco por la crisis que estalla en 2008, pero desde aquellos días, los avances en comunicación, transporte, medicina, nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial, robótica, impresión 3D y genética son extraordinarios y afectarán nuestras vidas de muchas formas que hoy todavía ignoramos.

¿Cómo afectará esta era exponencial los empleos, la migración, la educación, la inversión y el crecimiento en América Latina? ¿Cómo nos afectará la debilidad en las instituciones y por estar tan atrasados respecto al mundo desarrollado? ¿Por qué EE.UU. empieza a dar señales claras de que cambiará su política migratoria? ¿Cuánto desempleo provocará el avance tecnológico?

¿Qué debemos hacer en América Latina para enfrentar esta era y hacerla nuestra aliada? ¿Debemos revisar nuestro modelo educativo? ¿Debemos ponerle más atención a la política y a la calidad moral y académica de quienes nos gobiernan? Estas disyuntivas o dilemas no buscan ser optimistas o pesimistas, son simples reflexiones de fin de año.

#FuerzaGuatemala
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Directora de Comunicación y Prensa de la Fundación Libertad y Desarrollo. Comunicadora Social graduada de la Universidad Rafael Landívar. 
14 Jun 2018

Una catástrofe, lo malo, lo bueno y un llamado a la conciencia. Es momento de solidarizarnos con el país a largo plazo.

Otro acontecimiento dramático inundó nuestras noticias. Otra tragedia que lloramos los guatemaltecos y que nos recuerda lo frágil que somos como humanos y como sociedad. La erupción del Volcán de Fuego es un llamado a la conciencia colectiva.

Por un lado, tenemos a las millones de víctimas que están sufriendo las consecuencias de la mala prevención por parte del Gobierno. Según varios medios, el INSIVUMEH realizó los informes correspondientes solicitando la evacuación de las comunidades más vulnerables de desatarse alguna catástrofe. Pero CONRED actuó hasta que fue demasiado tarde y el material piroclástico cobró las vidas de residentes de las Aldeas El Rodeo y la Colonia San Miguel los Lotes.

Luego, tuvimos una conferencia de prensa donde el Presidente en vez de darnos consuelo como población, nos dijo que no contaba con los suficientes fondos para sobrellevar la crisis. Su deber en estos momentos era demostrarnos, que si bien no ha podido ser un buen líder para el país, es una persona interesada en la vida de los guatemaltecos. Debió fomentar la calma y comprometerse a conseguir la ayuda necesaria. Lo mismo pasó con nuestros diputados, cuando días después, el Congreso nos demostró su indiferencia, utilizando la crisis como una cortina de humo, para poder favorecer el transfuguismo.

El otro lado de la historia son los héroes sin capa que no han descansado desde el 3 de junio. Los bomberos que dieron su vida salvando a los sobrevivientes en los escombros. Los soldados del ejército que se sumaron al rescate. Los médicos que atendieron las emergencias. Los medios de comunicación que pusieron en riesgo su vida para contarnos qué es lo que estaba sucediendo. Los miembros de Naciones Unidas que llegaron a la zona cero para asegurar una buena respuesta al desastre. Los líderes comunitarios que organizaron a las personas para habilitar los albergues. Los empresarios que donaron dinero o productos para llenar los centros de acopio. Los guatemaltecos que pusieron su vehículo para transportar los víveres recolectados de sus amigos o familia. Los extranjeros que sintieron el dolor como si fueran de Guatemala. La lista puede seguir.

El guatemalteco se caracteriza por ser demasiado solidario en este tipo de situaciones y estas últimas semanas, lo demostró. Todo esto es un ejemplo de cómo, bien enfocados, el esfuerzo en conjunto puede traer abundancia en cualquier situación. ¿Podríamos replicar esto mismo con la política y el resto de problemáticas sociales que olvidamos día a día? Este tipo de tragedias se pueden prevenir con un buen plan territorial, con buenas políticas de prevención y con políticos consientes que fomenten una tecnocracia capaz en puestos de alta jerarquía, en vez de continuar con el sistema clientelar al que estamos acostumbrados.

Es momento de solidarizarnos con el país a largo plazo. A un año de las elecciones, comencemos a sumar también propuestas políticas que busquen trascender intereses personales. La vida de estas personas nos recuerda lo mucho que Guatemala necesita de institucionales sólidas, que sean lideradas por personas capaces. Hace unos años fue el Cambray, hoy fue el Volcán de Fuego ¿qué más estamos esperando? Si las vidas perdidas de los guatemaltecos no nos hace despertar, el sistema político que tenemos continuará acabando con nosotros.

Constitución y poder judicial
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Jesús María es el Director del Área Institucional en Fundación Libertad y Desarrollo. Es catedrático universitario y Doctorando en Derecho por la Universidad Austral.
17 May 2016

La función de los magistrados y jueces no es democrática, sino que es republicana, pues están llamados a defender el “imperio de la ley” de los tentáculos del poder político e incluso de las ambiciones de diversos sectores sociales.

La Constitución de Guatemala toma para sí el modelo de control jurisdiccional de la Constitución como requisito para posibilitar la existencia de una Constitución normativa. Desde el célebre caso Marbury contra Madison (5 U.S. 137 1803) de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, si los jueces no están dotados del poder de desaplicar cualquier acto u actuación contrario a la Constitución, la misma devendría en una mera hoja de papel sin efectividad política y jurídica.

La justicia impartida por los jueces, debe basarse exclusivamente en la Constitución y en las leyes de la República (art. 203), promoviendo el máximo apego a la Constitución, entendida ésta como lex superior. La necesidad por establecer mecanismos jurisdiccionales de protección de la Constitución -hábeas corpus (263), amparo (265), inconstitucionalidad de leyes de carácter general (267) y concretos (266)-, está absolutamente relacionada con la noción de Constitución que se asume mayoritariamente en el constitucionalismo moderno.

Esta idea se basa esencialmente en el argumento del juez John MARSHALL:

La existencia de Constitución como establecieron los revolucionarios de 1798 (Revolución Francesa), solo es posible si la misma establece la garantía de los derechos y la separación de los poderes (art. 16 de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789). Dicha Constitución es el resultado de la “juridificación” de la soberanía, en tanto el pueblo al escribir el documento constitucional se somete a ésta irremediablemente, así como se someten todos los “organismos” creados por ella desde el punto de vista formal, para que pueda darse un “gobierno de leyes y no de hombres”.

En Guatemala, la Constitución dispone que el pueblo es titular de la soberanía, pero su ejercicio está sometido y regulado por la propia Constitución. Por ello, si el pueblo quisiera cambiar la Constitución, debe acudir a los procedimientos de reformaprevistos en la lex superior (arts. 277-281).

Si bien la organización del poder establecida en la Constitución está dirigida a garantizar a sus habitantes el goce de sus derechos y de sus libertades, “afirmando la primacía de la persona humana” y haciendo al Estado “responsable de la promoción del bien común, de la consolidación del régimen de legalidad, seguridad, justicia, igualdad, libertad y paz”, estos fines deberán ser garantizados por los jueces, en aras de que alguien dentro de la estructura constitucional permita que el documento que se ha dado a una comunidad política sea respetado. En efecto, si bien existen los organismos Legislativo, Ejecutivo y Judicial, además de los órganos con autonomía funcional (Contraloría General de Cuentas, Ministerio Público, Tribunal Supremo Electoral entre otros), es menester destacar, que el judicial tiene una importancia inusitada.

La existencia de una Constitución normativa, solo es posible, si los jueces y magistrados cumplen con su delicada y responsable labor. Su función no es democrática, sino que es republicana, pues están llamados a defender el “imperio de la ley” de los tentáculos del poder político e incluso de las ambiciones de diversos sectores sociales. Para la concreción de tan delicada tarea, los magistrados y jueces deben contar con sólidas garantías institucionales, no solo en la Constitución, sino también en un desarrollo legislativo inteligente, pues sin eso será imposible lograr el ideal de un “organismo judicial”, independiente e imparcial (205), necesario para que prevalezca la justicia.

Por deber de independencia se entiende el control que se debe tener sobre los móviles del juez frente a influencias extrañas al Derecho provenientes desde fuera del proceso jurisdiccional. Esta independencia se predica frente a organismos del Estado, iglesias, organizaciones sociales, partidos políticos, corporaciones, prensa, televisión etc. (arts. 52 y 60 Ley del Organismo Judicial). Por otra parte, en relación al deber de imparcialidad, se entiende a los mecanismos de control sobre los móviles del juez, frente a influencias extrañas al Derecho provenientes desde dentro del propio proceso jurisdiccional, es decir, frente a las partes en conflicto y/o frente al objeto de litigio (arts. 56 y 123 a Ley del Organismo Judicial).

Sin estas dos garantías, será difícil que exista Constitución, libertad individual y política, propiedad privada y prosperidad material, algo que necesita América Latina en su conjunto, aun cuando sea en unos países más que otros; tal y como refiere el “The World Justice Project (WJP) Rule of Law Index”.

Año determinante para la región
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

11 Jan 2017

Latinoamérica deberá jugarse en 2017 para conquistar su estabilidad e institucionalidad.

La gran recesión que afectó al mundo a partir de 2008 perdonó a América Latina por las mismas razones que le afectan desde 2014. La crisis que revienta en 2008 sacudió a las grandes clases medias, clases medias altas y al gran consumo del mundo desarrollado, que motivados por la extraordinaria liquidez y el financiamiento en oferta, produjo burbujas gigantes que explotaron; y el resto de la historia todos la conocen.

América Latina, que de clases medias altas y gran consumo sabe poco, depende económicamente de los precios de las materias primas que produce y de economías, más o menos básicas según el país, con poco valor agregado. De 2007 a 2014, los precios de los commodities fueron buenos, y esto permitió que América Latina navegara bien por la gran recesión. Pero a partir de 2014, las cosas cambiaron pues cayeron los precios y nuestro continente se puso en jaque.

Hay una coincidencia perversa que nubla la visión de los pueblos menos informados, y ésta es que en países como Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia y otros por rebote, como Nicaragua, se instalaron gobiernos populistas y de corte dictatorial, que aprovechando, hasta 2014, los altos precios de sus materias primas y sus extraordinarios ingresos, se dedicaron a desfigurar su institucionalidad democrática, a comprar elecciones a base de grandes estructuras clientelares y a desarrollar una cultura dependiente y destructiva en los pueblos.

Venezuela es el caso más dramático. Hoy tienen una democracia asfixiada, una economía en ruinas, y a pesar de su riqueza, sufre hambruna, desempleo, extrema violencia y desesperación. Los otros países miembros de este club, al ver el desastre del vecino, moderaron sus proyectos y se enfocaron más en perpetuarse en el poder, lo cual también les ha fallado, excepto en Nicaragua, donde tenemos a un dictador experimentado y probablemente al pueblo más incauto. No es la primera vez que caen en lo mismo. Con los cambios de gobierno en Brasil y Argentina llegan también los precios bajos de materias primas. Y como sabemos, economías débiles, falta de oportunidades y una creciente desigualdad, provocan inestabilidad política y amenaza populista.

Desde 2000 se ha visto en los pueblos del mundo un creciente rechazo a la clase política tradicional y un peligroso desgaste al sistema democrático. Por eso, Podemos en España, Syriza en Grecia, Le Pen en Francia, Morales en Guatemala, el Brexit en Inglaterra y Trump en EE.UU. entre otros, basan su crecimiento y en algunos casos su llegada al poder, en el desencanto y la frustración con el stablishment político. Y por buenas razones: la epidemia de corrupción, incompetencia y élites distraídas ha labrado el camino al vacío político. En 2017 se pondrán a prueba, en cada país, su fortaleza democrática y solidez institucional. Las economías del mundo seguirán complicadas, sobre todo China y la UE, y hay incertidumbre en EE.UU. Se necesitarán audacia y creatividad para tener un buen año.

La política migratoria del Occidente desarrollado apunta a un cierre de fronteras. El Estados Unidos de Obama y la mayor parte de la UE están definiendo como política de Estado el cierre de sus fronteras a la migración ilegal. En Washington DC se escucha con frecuencia que en algunos países de Centroamérica no ha habido revolución porque hay migración.

“Cada día está más claro que el occidente desarrollado siente que llegó la hora de que nosotros resolvamos nuestros problemas.”

DIONISIO GUTIÉRREZ

2017, como todos, será un año de desafíos y oportunidades, pero debemos estar conscientes que el mundo de hoy exige más compromiso, disciplina, audacia y acción. Virtudes que en América Latina necesitan brillo y sustancia. Como siempre, está en nuestras manos construir el continente que queremos. Feliz 2017.