Las actividades ciudadanas de las semanas pasadas fueron exitosas, principalmente porque nos ayudaron a darnos cuenta que no estamos solos y que podemos darnos la mano en temas importantes sin traicionar nuestros principios.
Dos eventos importantes marcaron la agenda de la discusión pública nacional de las últimas semanas; el primero fue la convocatoria al Frente Ciudadano contra la Corrupción y el segundo, el Tercer Encuentro Ciudadano de la Fundación Libertad y Desarrollo.
Ambos eventos tenían como propósito dar un apoyo valiente, público y sonoro a los esfuerzos de la lucha anticorrupción, abanderada por el Ministerio Público de Thelma Aldana y la CICIG de Iván Velásquez. Ambos eventos lograron su objetivo.
Dos cosas llaman la atención de estas actividades ciudadanas:
La primera es que los guatemaltecos seguimos siendo una sociedad tribal. No superamos esos años escolares en los que teníamos un grupo cercano de amigos e infantilmente celamos a quienes se relacionaban con el grupo que consideramos contrario.
Basta ver los comentarios de rechazo que se lanzaron en contra de quienes valientemente se pararon en la tarima del Frente contra la corrupción o se sentaron a discutir en el Encuentro Ciudadano.
Ejemplos de esta actitud tribal hay muchos, veamos los casos de Lenina García y varios activistas de izquierdas que fueron y están siendo criticados por presentarse al lado de los empresarios; también esos mismos empresarios recibieron críticas por sentarse al lado de los líderes indígenas, supuestos enemigos naturales del sector privado. Lo interesante es que las críticas no venían únicamente de sus detractores, como sería de esperar, también vinieron de personas cercanas a su misma tribu.
Ojo que el problema no es la crítica, sino la mezquindad disfrazada de crítica con la que se cuestiona a quienes se atreven a asumir el costo político de ser moderados y participar en una discusión multisectorial. Pareciera que hay quienes se alimentan del conflicto y son más felices cuando pueden seguir viendo al país en la incertidumbre y desconfianza; mientras pregonan que el país debe cambiar, pero solo si cambia a su manera.
El segundo punto que llama la atención, es el debilitamiento que el discurso anti CICIG ha sufrido en las última semanas. Ya queda muy poco de aquellos vociferantes opositores de la lucha anticorrupción. El “para cuándo este o aquel” y las quejas de justicia selectiva se fueron diluyendo con los casos presentados, no les ha quedado más que recluirse en quejas sobre la forma como se desarrolla el proceso, las conferencias de prensa y las fotos de los capturados en los medios son el nuevo objetivo.
Llegará el día en el que los opositores bienintencionados, que todavía existen, se darán cuenta que sus preocupaciones y miedos están siendo utilizados por la mafia, los corruptos y sus mercenarios para entorpecer un importante proceso de limpieza institucional. Ojalá lo vean a tiempo y su tozudez no les impida ponerse del lado correcto de la historia. Sus dudas y críticas sobre un proceso que es perfectible, pueden ser de mucha utilidad; pero primero, debemos lograr un acuerdo mínimo sobre el apoyo que se necesita para que esto llegue a las últimas consecuencias.
Esta puede ser una oportunidad para que quienes tienen dudas legítimas, pero apoyan la lucha anticorrupción, puedan separarse de quienes jamás estarán de acuerdo porque sus intereses o los de sus conocidos se ven afectados con el fortalecimiento de la justicia.
Como decía el comisionado Iván Velásquez en la entrevista presentada durante el Tercer Encuentro Ciudadano, la verdad puede ser liberadora para quien está dispuesto a aceptar su culpa. Las personas que han cometido errores pueden salir redimidas de este proceso y ayudar en el camino de reconstrucción institucional que vamos a necesitar. Ejemplos hay y se vale soñar.
Lo que no se vale es continuar apañando corruptos por el miedo a la incertidumbre y sostener un sistema con políticos y funcionarios que se hacen ricos a costa de la pobreza de otros. El diálogo entre actores de la sociedad puede servir para diluir esa incertidumbre y ojalá comenzar el proceso de reconstrucción.
Las actividades ciudadanas de las semanas pasadas fueron exitosas, principalmente porque nos ayudaron a darnos cuenta que no estamos solos y que podemos darnos la mano en temas importantes sin traicionar nuestros principios. Debemos afrontar cualquier situación con honestidad, como se hizo en la actividad del Frente contra la corrupción y en el Encuentro Ciudadano, eso inevitablemente apartará a los deshonestos del camino.
Publicado originalmente en República.