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¿Qué dice el Informe de la Misión Especial de la OEA para Guatemala?
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Daphne Posadas es Directora del Área de Estudios Internacionales en Fundación Libertad y Desarrollo. Participa en espacios de análisis político en radio, televisión y medios digitales. Está comprometida con la construcción de un mundo de individuos más libres y responsables.
31 Jan 2021

Luego de las protestas del 21 de noviembre  de 2020, el presidente Alejandro Giammattei invocó la Carta Democrática Interamericana. Esto lo hizo, luego de asegurar que la estabilidad política e institucional del país “estaba en riesgo” y que se buscaba “forzar un golpe de Estado”. En respuesta, la Organización de Estados Americanos, cuyo Secretario General es Luis Almagro, dispuso una Misión Especial para evaluar la situación. 

Desde el 27 de noviembre hasta el 2 de diciembre de 2020, los miembros de la Misión Especial, encabezada por Fulvio Pompeo, exSecretario de Asuntos Estratégicos de Argentina, se reunieron con miembros de diferentes sectores para evaluar la situación política, social e institucional del país. El 12 de enero de 2021 se remitió un informe que recoge las observaciones. 

En 14 páginas, el jefe de la Misión Especial presenta las principales preocupaciones y recomendaciones para Guatemala en materia de instituciones, seguridad, justicia y corrupción. ¿Qué dice el informe? 

En resumidas cuentas, el informe detalla la debilidad de las instituciones políticas en nuestro país. Desde la percepción de corrupción e impunidad, la falta de transparencia en el gasto público, la preocupación que existe por las instituciones encargadas de garantizar Justicia en el país; hasta temas puntuales sobre el uso de la fuerza por parte de las autoridades en las protestas del 21 y 28 de noviembre de 2020. 

Una de las aristas que explora el informe es respecto al estado del sistema de justicia en el país. La no renovación de Cortes de Apelaciones y Corte Suprema de Justicia es una lamentable violación al Estado de Derecho. Pero más allá de eso, expone con preocupación la futura renovación de la Corte de Constitucionalidad y hace un llamado a la transparencia en el proceso. 

Con este informe es poco probable que la forma en la que se hace política en Guatemala se modifique. Mucho menos que los principales responsables del estado de las cosas se sientan aludidos. Pero lo cierto es que expone ante las Américas y el mundo el lamentable estado de las instituciones y la necesidad de hacer cambios profundos de manera urgente; entre ellos la Reforma a la Ley Electoral y la Ley de Servicio Civil. Ojalá que las autoridades de gobierno lean las palabras como un llamado de atención para asumir su responsabilidad de representar y responder a los ciudadanos. 

En el corto plazo es probable que el presidente Alejandro Giammattei evite de manera directa hacer declaraciones en relación al informe. El Canciller, Pedro Brolo, por su parte aseguró que se “tomó nota de las recomendaciones” y que se trabajará en una agenda conjunta con la OEA para resolver los problemas que nos persiguen desde hace décadas. 

El reto que enfrentamos autoridades, ciudadanos y sociedad civil es grande. En el largo plazo, el continuo detrimento de las instituciones políticas tiene por consecuencia la no garantía de nuestros derechos y libertades. Lo que es peor aún, que pone al país la bajo amenaza del populismo del Siglo XXI.

Al invocar la Carta Democrática Interamericana el gobierno del presidente Alejandro Giammattei pretendía justificar la terrible y lamentable forma en la que se ha hecho política en el país. Sin embargo, el informe terminó -no solo revelando los profundos daños institucionales que tiene el sistema- sino recetando varias medicinas para corregir el rumbo del país. 

Moto and the 82 “purgeables”
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
31 Jan 2021

No lo olvidemos: 82 diputados rompieron la ley para juramentar a marchas forzados a un cuestionado juez como magistrado de la Corte de Constitucionalidad. ¿Qué intereses tan poderosos movieron a estos 82 diputados a hacerlo? Saque usted sus conclusiones. No hace falta darle muchas vueltas al asunto.

 

El martes, 26 de enero de 2021 es una fecha que debe quedar en la memoria de los guatemaltecos. Ese día, 82 diputados al Congreso de la República consumaron una ilegalidad grosera y dieron un golpe a la poca institucionalidad que aún queda en el país. Repasemos los hechos.

Mynor Moto resultó ganador en una elección para ser magistrado titular de la Corte de Constitucionalidad para completar el periodo que vence el 14 de abril próximo. Sin embargo, esa elección recibió al menos 6 impugnaciones en el Colegio de Abogados y que aún se deben resolver.

El artículo 156 de la Ley de Amparo nos dice que en cuanto a la elección del Colegio de Abogados que “mientras se resuelven las impugnaciones continuarán actuando los Magistrados titulares y suplentes que deben ser sustituidos”. En tal sentido, el Colegio aún no enviaba los resultados de la elección de Moto al Congreso porque las impugnaciones no están aun resueltas.

No obstante, toda la operación del 26 de enero fue fruto de un plan muy bien orquestado. Primero, una Sala de Apelaciones otorgó un amparo a favor de Moto y le ordenó al Congreso que en un plazo de 4 horas enviara los resultados de la elección al Congreso.

Esta Sala se integró por personajes cuestionables, un magistrado que tuiteó a favor de Mynor Moto hace unos meses con lo cual debió abstenerse de conocer el caso y un magistrado suplente que “misteriosamente” integra todos los tribunales que revocan los casos que lleva la FECI contra personajes corruptos.

Mientras corría el plazo para que el Colegio de Abogados enviara los resultados de la elección al Congreso, los diputados se encontraban reunidos para celebrar una sesión en la que debían interpelar al Ministro de Gobernación por la brutalidad policial que empleó durante las protestas de noviembre.

Al llegar los resultados, la Junta Directiva del Congreso decidió anteponer la juramentación de Mynor Moto a la interpelación del Ministro de Gobernación. Encima, para evitar “molestias”, resolvieron por mayoría limitar a 5 minutos el uso de la palabra para evitar que existiera debate sobre la juramentación de Moto.

La ilegalidad no se agota ahí. El oficio que remitió el Colegio de Abogados efectivamente reflejaba los resultados de la elección, pero también hacía ver que había 6 impugnaciones que aún no eran resueltas. La Junta Directiva hizo caso omiso de lo que se le informó y de forma ilegal procedió a abrir a votación el acuerdo que resolvía juramentar a Mynor Moto como magistrado de la CC.

82 diputados votaron a favor de dicho acuerdo cometiendo una ilegalidad manifiesta y descarada y a marchas forzadas consumaron su fechoría. Si fuésemos un país decente, en primer lugar, los miembros de la Junta Directiva ya estarían procesados por cometer semejante y crasa ilegalidad.

Mientras tanto sobre Moto pesan muchas sombras. Como juez ha favorecido a personajes de la corrupción como Felipe Alejos. Resolvió archivar un caso contra Mirza Arreaga pese a que existía un video donde ella misma confesaba sus crímenes y se rehúso a dictar una orden de captura contra el ex ministro Benito permitiendo su fuga para que luego el Ministerio Público hallara caletas con Q122 millones.

El juez Moto además apoya abiertamente al abogado Mario Cano para su elección como presidente del Colegio de Abogados. Esto constituye una falta grave a la ética si tomamos en cuenta que Cano es abogado defensor y puede tener interés en casos que se ventilan en el juzgado de Moto. Sin dejar del lado que Cano está imputado por lavado de dinero. Para colmo de males, sobre Moto pesan 3 solicitudes de antejuicio por imputaciones como prevaricato y obstrucción de justicia.

No lo olvidemos: 82 diputados rompieron la ley para juramentar a marchas forzados a un cuestionado juez como magistrado de la Corte de Constitucionalidad. ¿Qué intereses tan poderosos movieron a estos 82 diputados a hacerlo? Saque usted sus conclusiones. No hace falta darle muchas vueltas al asunto.

Moto y los 82 “depurables”
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
31 Jan 2021

No lo olvidemos: 82 diputados rompieron la ley para juramentar a marchas forzados a un cuestionado juez como magistrado de la Corte de Constitucionalidad. ¿Qué intereses tan poderosos movieron a estos 82 diputados a hacerlo? Saque usted sus conclusiones. No hace falta darle muchas vueltas al asunto.

 

El martes, 26 de enero de 2021 es una fecha que debe quedar en la memoria de los guatemaltecos. Ese día, 82 diputados al Congreso de la República consumaron una ilegalidad grosera y dieron un golpe a la poca institucionalidad que aún queda en el país. Repasemos los hechos.

Mynor Moto resultó ganador en una elección para ser magistrado titular de la Corte de Constitucionalidad para completar el periodo que vence el 14 de abril próximo. Sin embargo, esa elección recibió al menos 6 impugnaciones en el Colegio de Abogados y que aún se deben resolver.

El artículo 156 de la Ley de Amparo nos dice que en cuanto a la elección del Colegio de Abogados que “mientras se resuelven las impugnaciones continuarán actuando los Magistrados titulares y suplentes que deben ser sustituidos”. En tal sentido, el Colegio aún no enviaba los resultados de la elección de Moto al Congreso porque las impugnaciones no están aun resueltas.

No obstante, toda la operación del 26 de enero fue fruto de un plan muy bien orquestado. Primero, una Sala de Apelaciones otorgó un amparo a favor de Moto y le ordenó al Congreso que en un plazo de 4 horas enviara los resultados de la elección al Congreso.

Esta Sala se integró por personajes cuestionables, un magistrado que tuiteó a favor de Mynor Moto hace unos meses con lo cual debió abstenerse de conocer el caso y un magistrado suplente que “misteriosamente” integra todos los tribunales que revocan los casos que lleva la FECI contra personajes corruptos.

Mientras corría el plazo para que el Colegio de Abogados enviara los resultados de la elección al Congreso, los diputados se encontraban reunidos para celebrar una sesión en la que debían interpelar al Ministro de Gobernación por la brutalidad policial que empleó durante las protestas de noviembre.

Al llegar los resultados, la Junta Directiva del Congreso decidió anteponer la juramentación de Mynor Moto a la interpelación del Ministro de Gobernación. Encima, para evitar “molestias”, resolvieron por mayoría limitar a 5 minutos el uso de la palabra para evitar que existiera debate sobre la juramentación de Moto.

La ilegalidad no se agota ahí. El oficio que remitió el Colegio de Abogados efectivamente reflejaba los resultados de la elección, pero también hacía ver que había 6 impugnaciones que aún no eran resueltas. La Junta Directiva hizo caso omiso de lo que se le informó y de forma ilegal procedió a abrir a votación el acuerdo que resolvía juramentar a Mynor Moto como magistrado de la CC.

82 diputados votaron a favor de dicho acuerdo cometiendo una ilegalidad manifiesta y descarada y a marchas forzadas consumaron su fechoría. Si fuésemos un país decente, en primer lugar, los miembros de la Junta Directiva ya estarían procesados por cometer semejante y crasa ilegalidad.

Mientras tanto sobre Moto pesan muchas sombras. Como juez ha favorecido a personajes de la corrupción como Felipe Alejos. Resolvió archivar un caso contra Mirza Arreaga pese a que existía un video donde ella misma confesaba sus crímenes y se rehúso a dictar una orden de captura contra el ex ministro Benito permitiendo su fuga para que luego el Ministerio Público hallara caletas con Q122 millones.

El juez Moto además apoya abiertamente al abogado Mario Cano para su elección como presidente del Colegio de Abogados. Esto constituye una falta grave a la ética si tomamos en cuenta que Cano es abogado defensor y puede tener interés en casos que se ventilan en el juzgado de Moto. Sin dejar del lado que Cano está imputado por lavado de dinero. Para colmo de males, sobre Moto pesan 3 solicitudes de antejuicio por imputaciones como prevaricato y obstrucción de justicia.

No lo olvidemos: 82 diputados rompieron la ley para juramentar a marchas forzados a un cuestionado juez como magistrado de la Corte de Constitucionalidad. ¿Qué intereses tan poderosos movieron a estos 82 diputados a hacerlo? Saque usted sus conclusiones. No hace falta darle muchas vueltas al asunto.

Courts and ideology
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
31 Jan 2021

La lucha por el futuro del sistema de justicia es la lucha por el país. Es imposible, e incluso poco deseable, impedir que las personas que ocupan los más altos cargos en el poder judicial se identifiquen con determinadas ideas políticas, pero sí debemos impedir que estas personas estén afiliadas a las mafias y que su trayectoria profesional esté impregnada de conflictos de interés que estorben la independencia judicial.

 

El conflicto desatado por la elección de magistrados para las más altas Cortes del país no es ideológico, aunque muchas personas estén empeñadas en hacerlo parecer así. Es claro que a la alianza criminal que busca dirigir el país no la mueve la ideología, sino la búsqueda de impunidad.

Hasta hoy, el conflicto ideológico ha sido la herramienta utilizada para mantener un ambiente de tensión entre distintos actores sociales. Esta tensión es útil para los intereses de la alianza criminal porque mantiene vivos los pleitos del pasado y nubla la posibilidad de ver el problema actual, mete mucho ruido en las conversaciones.

La ideología tiene total relevancia en la política y en la interminable tarea de construir un proyecto de país, pero en el contexto actual resulta superficial; el conflicto de fondo es una pugna sostenida por fuerzas oscuras que intentan tomar control total del sistema de justicia, para usarlo en su beneficio y evitar que se repita el extraordinario movimiento que llevó al país a discutir sobre la necesidad de luchar contra la corrupción, proceso que inició en 2014 y hoy se encuentra en pausa.

Actualmente el foco del problema es la Corte de Constitucionalidad, este órgano de naturaleza jurídico-política ha jugado un papel relevante e indispensable en distintos momentos de la historia política de este país. El breve período que duró el proceso de lucha contra la corrupción no fue la excepción.

El controversial rol de árbitro político adoptado por la Corte, la ha convertido en un apetecido botín de las fuerzas que quieren tomar el mando del país y apoderarse lentamente del presupuesto nacional. Lo fue cuando Ríos Montt logró impulsar exitosamente su candidatura inconstitucional y también cuando Sandra Torres fracasó en hacer lo mismo.

Hoy nuevamente estamos presenciando un intento desesperado por manipular el balance de la Corte, no para darle un enfoque político-ideológico distinto, como algunas personas creen, sino para impedirle ser un obstáculo para los objetivos de la alianza criminal.

Las pruebas de esto están a la vista. Primero, es bastante obvio que el inexcusable retraso del Congreso en la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones, está relacionado a la necesidad de evitar que la CC impida que la alianza criminal coloque en puestos claves a personas señaladas por el MP en el caso Comisiones paralelas 2020. Segundo, la prisa de colocar a una persona señalada por varios delitos en una posición tan relevante como una magistratura en la Corte de Constitucionalidad, llevó al Congreso a cometer varios abusos y posibles ilegalidades que le restan cualquier legitimidad al proceso.

Hoy la alianza criminal apostó por el todo y quedó al descubierto con sus planes, generando reacciones bastante vocales de relevantes y diversos actores políticos internos y externos. También logró que la discusión ideológica quedara en segundo plano, al menos por un tiempo.

La lucha por el futuro del sistema de justicia es la lucha por el país. Es imposible, e incluso poco deseable, impedir que las personas que ocupan los más altos cargos en el poder judicial se identifiquen con determinadas ideas políticas, pero sí debemos impedir que estas personas estén afiliadas a las mafias y que su trayectoria profesional esté impregnada de conflictos de interés que estorben la independencia judicial.

Estamos en un momento de mucho riesgo.

Cortes e ideología
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
31 Jan 2021

La lucha por el futuro del sistema de justicia es la lucha por el país. Es imposible, e incluso poco deseable, impedir que las personas que ocupan los más altos cargos en el poder judicial se identifiquen con determinadas ideas políticas, pero sí debemos impedir que estas personas estén afiliadas a las mafias y que su trayectoria profesional esté impregnada de conflictos de interés que estorben la independencia judicial.

 

El conflicto desatado por la elección de magistrados para las más altas Cortes del país no es ideológico, aunque muchas personas estén empeñadas en hacerlo parecer así. Es claro que a la alianza criminal que busca dirigir el país no la mueve la ideología, sino la búsqueda de impunidad.

Hasta hoy, el conflicto ideológico ha sido la herramienta utilizada para mantener un ambiente de tensión entre distintos actores sociales. Esta tensión es útil para los intereses de la alianza criminal porque mantiene vivos los pleitos del pasado y nubla la posibilidad de ver el problema actual, mete mucho ruido en las conversaciones.

La ideología tiene total relevancia en la política y en la interminable tarea de construir un proyecto de país, pero en el contexto actual resulta superficial; el conflicto de fondo es una pugna sostenida por fuerzas oscuras que intentan tomar control total del sistema de justicia, para usarlo en su beneficio y evitar que se repita el extraordinario movimiento que llevó al país a discutir sobre la necesidad de luchar contra la corrupción, proceso que inició en 2014 y hoy se encuentra en pausa.

Actualmente el foco del problema es la Corte de Constitucionalidad, este órgano de naturaleza jurídico-política ha jugado un papel relevante e indispensable en distintos momentos de la historia política de este país. El breve período que duró el proceso de lucha contra la corrupción no fue la excepción.

El controversial rol de árbitro político adoptado por la Corte, la ha convertido en un apetecido botín de las fuerzas que quieren tomar el mando del país y apoderarse lentamente del presupuesto nacional. Lo fue cuando Ríos Montt logró impulsar exitosamente su candidatura inconstitucional y también cuando Sandra Torres fracasó en hacer lo mismo.

Hoy nuevamente estamos presenciando un intento desesperado por manipular el balance de la Corte, no para darle un enfoque político-ideológico distinto, como algunas personas creen, sino para impedirle ser un obstáculo para los objetivos de la alianza criminal.

Las pruebas de esto están a la vista. Primero, es bastante obvio que el inexcusable retraso del Congreso en la elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones, está relacionado a la necesidad de evitar que la CC impida que la alianza criminal coloque en puestos claves a personas señaladas por el MP en el caso Comisiones paralelas 2020. Segundo, la prisa de colocar a una persona señalada por varios delitos en una posición tan relevante como una magistratura en la Corte de Constitucionalidad, llevó al Congreso a cometer varios abusos y posibles ilegalidades que le restan cualquier legitimidad al proceso.

Hoy la alianza criminal apostó por el todo y quedó al descubierto con sus planes, generando reacciones bastante vocales de relevantes y diversos actores políticos internos y externos. También logró que la discusión ideológica quedara en segundo plano, al menos por un tiempo.

La lucha por el futuro del sistema de justicia es la lucha por el país. Es imposible, e incluso poco deseable, impedir que las personas que ocupan los más altos cargos en el poder judicial se identifiquen con determinadas ideas políticas, pero sí debemos impedir que estas personas estén afiliadas a las mafias y que su trayectoria profesional esté impregnada de conflictos de interés que estorben la independencia judicial.

Estamos en un momento de mucho riesgo.

Elections in Ecuador 2021: correísmo on the prowl
113
Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
26 Jan 2021

Con 16 candidatos presidenciales, varias candidaturas en impugnación y profundas tensiones políticas, el país se divide entre los seguidores del ex presidente Rafael Correa, inhabilitado y con varios procesos por corrupción a cuestas,  y sus detractores, entre quienes se encuentran el actual presidente Lenín Moreno y la centro-derecha amalgamada en la figura del banquero Guillermo Lasso.

 

El próximo 7 de febrero Ecuador elige presidente y vicepresidente de la república. Además, en esa primera vuelta, los ecuatorianos elegirán Asamblea Nacional y Parlamento Andino.

Con 16 candidatos presidenciales, varias candidaturas en impugnación y profundas tensiones políticas, el país se divide entre los seguidores del ex presidente Rafael Correa, inhabilitado y con varios procesos por corrupción a cuestas,  y sus detractores, entre quienes se encuentran el actual presidente Lenín Moreno y la centro-derecha amalgamada en la figura del banquero Guillermo Lasso.

Rafael Correa, quien hace cerca de una década formó parte del coro de gobiernos populistas afines al Foro de Sao Paulo y al llamado “socialismo del siglo XXI”, ahora con la alianza de izquierda llamada Unión por la Esperanza, pretende aplicar la misma fórmula de Evo Morales para regresar al poder en Bolivia: postular a un delfín “moderado” con un background de “tecnócrata”, como es el caso del joven economista Andrés Arauz, quien promete recuperar la devastada economía del país a causa de desequilibrios fiscales y déficits que vienen arrastrando desde hace varios años y, además, de la crisis que trajo consigo la pandemia del Covid-19. Y quien según la encuestadora Market, no llega al 40% para ganar en primera vuelta, sin embargo, lidera la intención de voto con un 36%.

Por su parte, Guillermo Lasso, con una intención de voto del 30%, es el candidato de oposición por la centro-derecha y lo que algunos medios de comunicación han denominado la “alianza conservadora” entre su partido CREO y el Partido Social Cristiano, ofrece la misma receta de prácticamente toda la derecha latinoamericana que cree ingenuamente que al discurso populista se le ataca solamente con números fríos: un plan económico seguramente bien diseñado y con las mejores intenciones para hacer crecer la economía, pero que no conecta con la mayoría de la población que no ve solución concreta a sus problemas del día a día.

Además de Arauz y Lasso, otro aspirante está llamando la atención de la opinión pública y sobresaliendo entre los tantos nombres en campaña. Se trata de Yaku Pérez, del movimiento indígena, con un 13% de intención de voto. Detrás de él, tenemos una oferta política completamente fragmentada con candidaturas que no superan el 3% de intención de voto. Esto —como sabemos por experiencia en países como Guatemala— lo más seguro es que llevará a tener un Poder Legislativo profundamente atomizado sin una bancada fuerte, lo cual es poco favorable para quien termine ocupando la primera magistratura del Ejecutivo.

Por otra parte tenemos el curioso caso del candidato Álvaro Noboa, postulado por el movimiento Justicia Social, cuya candidatura surgió a mitad de la precampaña como una suerte de candidato de consenso, o tercera vía, alejada de las fuerzas del correísmo y de la derecha representada por Lasso. Al parecer, a pesar de la resolución favorable del CNE sobre su candidatura extemporánea, aún sigue en el limbo si correrá en las elecciones por lo ajustado de los plazos del cronograma electoral y la impresión de papeletas.

Ante tal fragmentación del sistema, las preferencias de los electores se inclinan hacia la total indecisión. Según otra encuesta presentada hace pocos días por la firma Cedatos, en el área rural es mayor la indecisión que llega al 70%, mientras que en el área urbana es del 60%. Además, si lo segmentamos por edad, la mayor indecisión se observa en los jóvenes menores de 25 años. El 67% dice que todavía está indeciso; de 25 años a 45 años la indecisión es del 62% y en los mayores de 46 años llega al 58%.

La encuesta de Cedatos es reveladora porque pone en relieve los graves problemas del sistema, como que a escasos 12 días de a elección, la población está muy poco informada sobre los binomios. Apenas conocen de tres a seis candidatos a las elecciones y sólo el 30% de los encuestados “al menos tuvo una idea” del debate presidencial y de los planes de gobierno de los aspirantes presentados al país en aquella oportunidad.

Toda esta descripción apunta a que el correísmo tiene altas —por no decir todas— las posibilidades de imponerse. La presidencia de Lenín Moreno (otrora también delfín de Correa, pero posteriormente apartado de su persona), habrá pasado sin pena ni gloria, sin haber podido dejar siquiera un sucesor y con la incapacidad de haber completado cambios necesarios en materia tributaria y laboral y sin haber podido mitigar los efectos devastadores de la pandemia en términos de mortalidad y caída de la economía.

 

 

A glimpse of the upcoming CC integration
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
26 Jan 2021

Cinco órganos electores con cinco dinámicas diferentes

 

La madre de las batallas de este 2021 será la integración de la Corte de Constitucionalidad para el período 2021-2026. Vaya si no. La siguiente magistratura deberá resolver impugnaciones sobre la estancada elección de cortes (donde se juega la impunidad de cientos de personajes poderosos). También deberá resolver acciones constitucionales en casos penales; o amparos respecto de la cancelación de partidos políticos señalados por anomalías en financiamiento. O qué decir de la inscripción de candidatos para la elección 2023 (Zury Ríos siendo el caso paradigmático). Sin olvidar el rol de “árbitro de última instancia” que hace de la CC el actor que disipa -en última instancia- todos los conflictos políticos judicializados.

En este contexto, la reciente elección en el CANG para culminar el período de Bonerge Mejía (q.e.p.d.) fue una primera medición de fuerzas. Las alianzas, los apoyos extra-gremiales, el resultado de la votación y el cantado desenlace judicial son pequeños adelantos de lo que está por venir.

Del CANG he indicado las similitudes y semejanzas entre las elecciones político-partidarias y las elecciones gremiales. Aquí son tres variables que decidirán la elección: 1) las redes de movilización; 2) las alianzas gremiales; y 3) el apoyo de instituciones públicas que emplean a buen número de abogados. De ahí que resulte clave la capacidad de acercamiento con grupos que aglutinan egresados de la USAC y de las Universidades han facilitado la graduación de profesionales. En la elección de enero, vimos a las redes de abogados del interior decantarse por Estuardo Gálvez; mientras la mayoría de instituciones del sector público movieron sus piezas en apoyo de Mynor Moto.

En cuanto al Consejo Superior de USAC, aunque dividido en tres, la correlación de fuerzas dependerá de la articulación desde la Plaza de los Mártires. De ahí que se mantenga abierta la posibilidad de designar tanto a magistrados afines al poder político como a magistrados con una agenda de tipo “contra-poder”. La capacidad de las facciones independientes de acordar candidatos comunes y mantener el ejercicio del veto frente a Rectoría definirá el resultado de esta elección.

En el Congreso, la llave claramente está en manos de la alianza oficialista y sus 85 votos. Ahí la voz del oficialismo tendrá peso; pero también la de Valor que ve en la próxima CC el trampolín para la postulación de su candidata. Sin duda, la clave será el cumplimiento de forma y fondo. Con un Congreso que descaradamente desoye al poder norteamericano, la esfera de influencia de la Reforma parece limitada. Sin embargo, con el balance intacto en la CC saliente, las acciones de control de constitucionalidad servirán -aunque temporalmente- para bloquear designaciones de personajes impresentables.

En el Ejecutivo, la designación será una decisión unilateral del Presidente, refrendada por el Consejo de Ministros. Aquí es donde más pesará la demanda del “nuevo” Washington de asegurar designaciones de abogados independientes, honorables e idóneos. Aunque los corridos de pasillo aseguran que “los dados ya se jugaron”, esta elección es la que parece más abierta a sorpresas positivas.

Sobre la CSJ es difícil pronunciarse. En condiciones ceteris paribus, será el pleno saliente que designe. Sin embargo, los cuestionamientos sobre la legalidad y legitimidad de nombramientos de segundo grado por una magistratura suprema “prorrogada” empiezan a ganar tracción en círculos académicos y de poder regional. Pensar que el Congreso acelere la elección de CSJ para viabilizar la integración de magistratura constitucional, suena a locura, pero aún no descartable. Tampoco es descartable que la Reforma tenga margen de maniobra en esta elección; paradójicamente con la magistratura suprema saliente, dado que algunos de sus miembros encabezan listados potenciales para quedarse sin el privilegio de visitar a Mickey. Todo ello deja demasiadas variables por resolver, y por ende, muy abierta la puerta a sorpresas.

Elecciones en Ecuador 2021: correísmo al acecho
113
Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
26 Jan 2021

Con 16 candidatos presidenciales, varias candidaturas en impugnación y profundas tensiones políticas, el país se divide entre los seguidores del ex presidente Rafael Correa, inhabilitado y con varios procesos por corrupción a cuestas,  y sus detractores, entre quienes se encuentran el actual presidente Lenín Moreno y la centro-derecha amalgamada en la figura del banquero Guillermo Lasso.

 

El próximo 7 de febrero Ecuador elige presidente y vicepresidente de la república. Además, en esa primera vuelta, los ecuatorianos elegirán Asamblea Nacional y Parlamento Andino.

Con 16 candidatos presidenciales, varias candidaturas en impugnación y profundas tensiones políticas, el país se divide entre los seguidores del ex presidente Rafael Correa, inhabilitado y con varios procesos por corrupción a cuestas,  y sus detractores, entre quienes se encuentran el actual presidente Lenín Moreno y la centro-derecha amalgamada en la figura del banquero Guillermo Lasso.

Rafael Correa, quien hace cerca de una década formó parte del coro de gobiernos populistas afines al Foro de Sao Paulo y al llamado “socialismo del siglo XXI”, ahora con la alianza de izquierda llamada Unión por la Esperanza, pretende aplicar la misma fórmula de Evo Morales para regresar al poder en Bolivia: postular a un delfín “moderado” con un background de “tecnócrata”, como es el caso del joven economista Andrés Arauz, quien promete recuperar la devastada economía del país a causa de desequilibrios fiscales y déficits que vienen arrastrando desde hace varios años y, además, de la crisis que trajo consigo la pandemia del Covid-19. Y quien según la encuestadora Market, no llega al 40% para ganar en primera vuelta, sin embargo, lidera la intención de voto con un 36%.

Por su parte, Guillermo Lasso, con una intención de voto del 30%, es el candidato de oposición por la centro-derecha y lo que algunos medios de comunicación han denominado la “alianza conservadora” entre su partido CREO y el Partido Social Cristiano, ofrece la misma receta de prácticamente toda la derecha latinoamericana que cree ingenuamente que al discurso populista se le ataca solamente con números fríos: un plan económico seguramente bien diseñado y con las mejores intenciones para hacer crecer la economía, pero que no conecta con la mayoría de la población que no ve solución concreta a sus problemas del día a día.

Además de Arauz y Lasso, otro aspirante está llamando la atención de la opinión pública y sobresaliendo entre los tantos nombres en campaña. Se trata de Yaku Pérez, del movimiento indígena, con un 13% de intención de voto. Detrás de él, tenemos una oferta política completamente fragmentada con candidaturas que no superan el 3% de intención de voto. Esto —como sabemos por experiencia en países como Guatemala— lo más seguro es que llevará a tener un Poder Legislativo profundamente atomizado sin una bancada fuerte, lo cual es poco favorable para quien termine ocupando la primera magistratura del Ejecutivo.

Por otra parte tenemos el curioso caso del candidato Álvaro Noboa, postulado por el movimiento Justicia Social, cuya candidatura surgió a mitad de la precampaña como una suerte de candidato de consenso, o tercera vía, alejada de las fuerzas del correísmo y de la derecha representada por Lasso. Al parecer, a pesar de la resolución favorable del CNE sobre su candidatura extemporánea, aún sigue en el limbo si correrá en las elecciones por lo ajustado de los plazos del cronograma electoral y la impresión de papeletas.

Ante tal fragmentación del sistema, las preferencias de los electores se inclinan hacia la total indecisión. Según otra encuesta presentada hace pocos días por la firma Cedatos, en el área rural es mayor la indecisión que llega al 70%, mientras que en el área urbana es del 60%. Además, si lo segmentamos por edad, la mayor indecisión se observa en los jóvenes menores de 25 años. El 67% dice que todavía está indeciso; de 25 años a 45 años la indecisión es del 62% y en los mayores de 46 años llega al 58%.

La encuesta de Cedatos es reveladora porque pone en relieve los graves problemas del sistema, como que a escasos 12 días de a elección, la población está muy poco informada sobre los binomios. Apenas conocen de tres a seis candidatos a las elecciones y sólo el 30% de los encuestados “al menos tuvo una idea” del debate presidencial y de los planes de gobierno de los aspirantes presentados al país en aquella oportunidad.

Toda esta descripción apunta a que el correísmo tiene altas —por no decir todas— las posibilidades de imponerse. La presidencia de Lenín Moreno (otrora también delfín de Correa, pero posteriormente apartado de su persona), habrá pasado sin pena ni gloria, sin haber podido dejar siquiera un sucesor y con la incapacidad de haber completado cambios necesarios en materia tributaria y laboral y sin haber podido mitigar los efectos devastadores de la pandemia en términos de mortalidad y caída de la economía.

 

 

Vistazo a vuelo de pájaro a la próxima integración de CC
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
26 Jan 2021

Cinco órganos electores con cinco dinámicas diferentes

 

La madre de las batallas de este 2021 será la integración de la Corte de Constitucionalidad para el período 2021-2026. Vaya si no. La siguiente magistratura deberá resolver impugnaciones sobre la estancada elección de cortes (donde se juega la impunidad de cientos de personajes poderosos). También deberá resolver acciones constitucionales en casos penales; o amparos respecto de la cancelación de partidos políticos señalados por anomalías en financiamiento. O qué decir de la inscripción de candidatos para la elección 2023 (Zury Ríos siendo el caso paradigmático). Sin olvidar el rol de “árbitro de última instancia” que hace de la CC el actor que disipa -en última instancia- todos los conflictos políticos judicializados.

En este contexto, la reciente elección en el CANG para culminar el período de Bonerge Mejía (q.e.p.d.) fue una primera medición de fuerzas. Las alianzas, los apoyos extra-gremiales, el resultado de la votación y el cantado desenlace judicial son pequeños adelantos de lo que está por venir.

Del CANG he indicado las similitudes y semejanzas entre las elecciones político-partidarias y las elecciones gremiales. Aquí son tres variables que decidirán la elección: 1) las redes de movilización; 2) las alianzas gremiales; y 3) el apoyo de instituciones públicas que emplean a buen número de abogados. De ahí que resulte clave la capacidad de acercamiento con grupos que aglutinan egresados de la USAC y de las Universidades han facilitado la graduación de profesionales. En la elección de enero, vimos a las redes de abogados del interior decantarse por Estuardo Gálvez; mientras la mayoría de instituciones del sector público movieron sus piezas en apoyo de Mynor Moto.

En cuanto al Consejo Superior de USAC, aunque dividido en tres, la correlación de fuerzas dependerá de la articulación desde la Plaza de los Mártires. De ahí que se mantenga abierta la posibilidad de designar tanto a magistrados afines al poder político como a magistrados con una agenda de tipo “contra-poder”. La capacidad de las facciones independientes de acordar candidatos comunes y mantener el ejercicio del veto frente a Rectoría definirá el resultado de esta elección.

En el Congreso, la llave claramente está en manos de la alianza oficialista y sus 85 votos. Ahí la voz del oficialismo tendrá peso; pero también la de Valor que ve en la próxima CC el trampolín para la postulación de su candidata. Sin duda, la clave será el cumplimiento de forma y fondo. Con un Congreso que descaradamente desoye al poder norteamericano, la esfera de influencia de la Reforma parece limitada. Sin embargo, con el balance intacto en la CC saliente, las acciones de control de constitucionalidad servirán -aunque temporalmente- para bloquear designaciones de personajes impresentables.

En el Ejecutivo, la designación será una decisión unilateral del Presidente, refrendada por el Consejo de Ministros. Aquí es donde más pesará la demanda del “nuevo” Washington de asegurar designaciones de abogados independientes, honorables e idóneos. Aunque los corridos de pasillo aseguran que “los dados ya se jugaron”, esta elección es la que parece más abierta a sorpresas positivas.

Sobre la CSJ es difícil pronunciarse. En condiciones ceteris paribus, será el pleno saliente que designe. Sin embargo, los cuestionamientos sobre la legalidad y legitimidad de nombramientos de segundo grado por una magistratura suprema “prorrogada” empiezan a ganar tracción en círculos académicos y de poder regional. Pensar que el Congreso acelere la elección de CSJ para viabilizar la integración de magistratura constitucional, suena a locura, pero aún no descartable. Tampoco es descartable que la Reforma tenga margen de maniobra en esta elección; paradójicamente con la magistratura suprema saliente, dado que algunos de sus miembros encabezan listados potenciales para quedarse sin el privilegio de visitar a Mickey. Todo ello deja demasiadas variables por resolver, y por ende, muy abierta la puerta a sorpresas.

What profile of magistrates do we want for the Constitutional Court?
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Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
25 Jan 2021

El 14 de abril deberá instalarse la nueva magistratura de la Corte de Constitucionalidad (CC). Para mediados de marzo dicha elección debe estar definida por los órganos que designan a los cinco magistrados titulares y sus respectivos suplentes.

Los órganos que designan a los magistrados del tribunal constitucional son: 1) el pleno de la Corte Suprema de Justicia; 2) El pleno del Congreso de la República; 3) el Presidente en Consejo de Ministros; 4) el Consejo Superior Universitario de la USAC y 5) la Asamblea del Colegio de Abogados.

Ni la Constitución ni la Ley de Amparo establecen procedimientos concretos para la selección de magistrados a la CC. La Constitución se limita a establecer requisitos que para ser magistrado: 1) ser guatemalteco de origen, 2) ser abogado colegiado activo, 3) ser de reconocida honorabilidad y 4) tener por lo menos quince años de graduación profesional.

Por supuesto, estos son los requisitos para ser magistrado, pero no quiere decir que deban ser los únicos parámetros para designar a los magistrados de tan importante tribunal. Por eso es importante que todos los órganos que tienen la capacidad de designar magistrados implementen procesos de selección adecuados.

No olvidemos que tanto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 14) como la Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 8) establecen que todos tenemos derechos a ser oídos públicamente y con las debidas garantías por un “tribunal competente, independiente e imparcial”. En igual sentido va nuestra Constitución.

De este modo, nuestros derechos no pueden estar garantizados y ni protegidos si el Estado guatemalteco no nos garantiza tribunales independientes e imparciales. Y no cabe duda de que la única manera de lograr esos objetivos es adoptar procesos de selección que garanticen que los magistrados designados reúnan condiciones de mérito e idoneidad suficientes.

En el año 2016 algunos órganos intentaron implementar procesos que iban en esta dirección. El Congreso, por ejemplo, creó una comisión especial conformada por un diputado de cada bloque legislativo para evaluar los expedientes de los aspirantes bajo los principios de la Ley de Comisiones de Postulación y proponer una nómina final sobre la cual el pleno eligió a los magistrados titular y suplente.

La Corte Suprema de Justicia hizo algo muy parecido. Organizó un proceso de postulación pública, evaluaron los expedientes de los aspirantes a partir de una serie de requisitos que se listaron en la convocatoria, se hicieron pruebas psicométricas, entrevistas, se asignó un punteo a cada aspirante y se procedió a votar.

En el Colegio de Abogados se limitaron a inscribir candidatos y organizar la elección entre agremiados. El entonces presidente, Jimmy Morales, fue una de las notas negativas de la designación, pues fue el único que hizo la designación de forma secreta y unilateral.

En medio de todo, el proceso de 2016 representó un avance en comparación con procesos anteriores al menos en cuanto a la publicidad del proceso. En el fondo, se repitió el vicio de las comisiones de postulación en cuanto a que la evaluación de fondo consiste en dar punteo a una colección de diplomas que no nos dicen mucho sobre las aptitudes de los aspirantes.

Por eso el proceso de designación de magistrados en 2021 debe ser distinto si los actores involucrados quieren dar oxígeno y legitimidad el tribunal constitucional. Es indispensable que la ciudadanía le exija al presidente y demás órganos un proceso de designación serio, basado en evaluación de mérito, transparente y público. Es la única manera de arrojar un poco de luz en medio de la oscuridad en la que se encuentra el país a nivel institucional.