Blog

Vices in the ratification of the last state of calamity
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
21 Oct 2022

Las dos reformas a leyes ordinarias que el Congreso aprobó mediante el decreto legislativo 50-2022 son inconstitucionales

El 10 de octubre pasado el Presidente de la República, en consejo de ministros, declaró estado de calamidad por los efectos de la tormenta julia y para el efecto emitió el decreto gubernativo 5-2022. El Congreso, en sesión de fecha 11 de octubre, decidió ratificar el estado de calamidad mediante el decreto legislativo 50-2022.

Sin embargo, el decreto 50-2022 hizo varias modificaciones al estado de calamidad decretado por el presidente. Por una parte, modificó el artículo 4 del decreto gubernativo 5-2022 para excluir el derecho de tenencia y portación de armas durante el estado de calamidad, se reformó el artículo 7 para establecer el uso de la plataforma de Guatecompras dando como margen un periodo de 8 horas entre publicación del evento y recepción de ofertas, entre otras.

 Pero adicionalmente hizo dos cosas más. Primero, en el decreto legislativo 50-2022 donde aprueba el decreto gubernativo 5-2022, además, reforma dos leyes ordinarias. Mediante el artículo 5 reforma la ley de presupuesto del Estado para 2022 (decreto 16-2021) agregando el artículo 104 Quáter que asigna Q540 millones al Fondo de Emergencia; y, dos, el artículo 6 “modifica” el decreto 21-2022, aprobado en marzo y que dio Q3 millardos al Ministerio de Comunicaciones, para tomar de ahí los Q540 millones para el Fondo de Emergencia.

 Ahora bien, ¿cuál es el problema? En primer lugar, hay que recordar que el artículo 138 de nuestra Constitución establece que una vez que el ejecutivo declare un estado de excepción, debe dar aviso al Congreso para que “dentro del término de tres días, lo conozca, lo ratifique, modifique o impruebe”.

De este modo, el Congreso se reúne con el único propósito de emitir el decreto legislativo que determine la suerte del estado de excepción. No se reúne para otro propósito. Ahora bien, aunque el estado de calamidad se ratifique mediante un decreto legislativo, éste no es equiparable a un decreto legislativo ordinario.

 Ya dentro del expediente 919-2019 la Corte de Constitucionalidad argumentó que en virtud del artículo 30 de la Convención Americana de Derechos Humanos la ratificación de un estado de excepción debe hacerse mediante decreto legislativo y no mediante acuerdo legislativo en virtud de que se trata de una limitación de los derechos fundamentales. Sin embargo, nos recuerda que lo que está haciendo el decreto es aprobar un decreto gubernativo que emitió el presidente.

En tal sentido, si el decreto legislativo busca aprobar y/o modificar un decreto gubernativo (acto del ejecutivo), ¿puede el decreto gubernativo tener poder reformatorio sobre leyes ordinarias? Sería un peligroso precedente y una violación al principio de separación de poderes.

Recordemos un punto más. Prueba adicional de que los decretos legislativos que ratifican estados de excepción no son equiparables a las leyes en sentido estricto lo encontramos en la tan cacareada sentencia que ha invocado el pleno del Congreso en todos los estados de excepción que ha aprobado desde hace un año.

Me refiero al expediente 4466-2021, auto de aclaración y ampliación de fecha 23 de agosto de 2021. En esa oportunidad, la Corte de Constitucionalidad resolvió que el Congreso tenía a su alcance dos fórmulas para aprobar estados de excepción: en un solo acto por mayoría absoluta o en tres debates que deben ser en tres días distintos. En esta ocasión, un diputado presentó una moción privilegiada para que se aprobase en un solo debate.

Pero más importante aún, la Corte agrega: “es factible que el Congreso de la República, supletoriamente, emplee las formas que usualmente utiliza para la formación normativa a efecto de decidir si ratifica, modifica o imprueba…” (Resaltado propio). ¿Por qué “supletoriamente”? Porque la Corte está indicando que, de nuevo, no se trata de un decreto legislativo que apruebe una ley ordinaria. 

De este modo, las dos reformas a leyes ordinarias que el Congreso aprobó mediante el decreto legislativo 50-2022 son inconstitucionales. Un grupo de diputados presentó objeciones al decreto y también interpusieron un amparo. Ojalá esto se resuelva a la brevedad por el bien del orden constitucional.

 

Vicios en la ratificación del último estado de calamidad
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
21 Oct 2022

Las dos reformas a leyes ordinarias que el Congreso aprobó mediante el decreto legislativo 50-2022 son inconstitucionales

El 10 de octubre pasado el Presidente de la República, en consejo de ministros, declaró estado de calamidad por los efectos de la tormenta julia y para el efecto emitió el decreto gubernativo 5-2022. El Congreso, en sesión de fecha 11 de octubre, decidió ratificar el estado de calamidad mediante el decreto legislativo 50-2022.

Sin embargo, el decreto 50-2022 hizo varias modificaciones al estado de calamidad decretado por el presidente. Por una parte, modificó el artículo 4 del decreto gubernativo 5-2022 para excluir el derecho de tenencia y portación de armas durante el estado de calamidad, se reformó el artículo 7 para establecer el uso de la plataforma de Guatecompras dando como margen un periodo de 8 horas entre publicación del evento y recepción de ofertas, entre otras.

 Pero adicionalmente hizo dos cosas más. Primero, en el decreto legislativo 50-2022 donde aprueba el decreto gubernativo 5-2022, además, reforma dos leyes ordinarias. Mediante el artículo 5 reforma la ley de presupuesto del Estado para 2022 (decreto 16-2021) agregando el artículo 104 Quáter que asigna Q540 millones al Fondo de Emergencia; y, dos, el artículo 6 “modifica” el decreto 21-2022, aprobado en marzo y que dio Q3 millardos al Ministerio de Comunicaciones, para tomar de ahí los Q540 millones para el Fondo de Emergencia.

 Ahora bien, ¿cuál es el problema? En primer lugar, hay que recordar que el artículo 138 de nuestra Constitución establece que una vez que el ejecutivo declare un estado de excepción, debe dar aviso al Congreso para que “dentro del término de tres días, lo conozca, lo ratifique, modifique o impruebe”.

De este modo, el Congreso se reúne con el único propósito de emitir el decreto legislativo que determine la suerte del estado de excepción. No se reúne para otro propósito. Ahora bien, aunque el estado de calamidad se ratifique mediante un decreto legislativo, éste no es equiparable a un decreto legislativo ordinario.

 Ya dentro del expediente 919-2019 la Corte de Constitucionalidad argumentó que en virtud del artículo 30 de la Convención Americana de Derechos Humanos la ratificación de un estado de excepción debe hacerse mediante decreto legislativo y no mediante acuerdo legislativo en virtud de que se trata de una limitación de los derechos fundamentales. Sin embargo, nos recuerda que lo que está haciendo el decreto es aprobar un decreto gubernativo que emitió el presidente.

En tal sentido, si el decreto legislativo busca aprobar y/o modificar un decreto gubernativo (acto del ejecutivo), ¿puede el decreto gubernativo tener poder reformatorio sobre leyes ordinarias? Sería un peligroso precedente y una violación al principio de separación de poderes.

Recordemos un punto más. Prueba adicional de que los decretos legislativos que ratifican estados de excepción no son equiparables a las leyes en sentido estricto lo encontramos en la tan cacareada sentencia que ha invocado el pleno del Congreso en todos los estados de excepción que ha aprobado desde hace un año.

Me refiero al expediente 4466-2021, auto de aclaración y ampliación de fecha 23 de agosto de 2021. En esa oportunidad, la Corte de Constitucionalidad resolvió que el Congreso tenía a su alcance dos fórmulas para aprobar estados de excepción: en un solo acto por mayoría absoluta o en tres debates que deben ser en tres días distintos. En esta ocasión, un diputado presentó una moción privilegiada para que se aprobase en un solo debate.

Pero más importante aún, la Corte agrega: “es factible que el Congreso de la República, supletoriamente, emplee las formas que usualmente utiliza para la formación normativa a efecto de decidir si ratifica, modifica o imprueba…” (Resaltado propio). ¿Por qué “supletoriamente”? Porque la Corte está indicando que, de nuevo, no se trata de un decreto legislativo que apruebe una ley ordinaria. 

De este modo, las dos reformas a leyes ordinarias que el Congreso aprobó mediante el decreto legislativo 50-2022 son inconstitucionales. Un grupo de diputados presentó objeciones al decreto y también interpusieron un amparo. Ojalá esto se resuelva a la brevedad por el bien del orden constitucional.

 

Politics and Economics, two sides of the same coin
32
Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

14 Oct 2022

La crisis multisistémica que vive el mundo afecta a cada persona, familia, sociedad y gobierno.

 

Si te preguntaran lo que más quieres y necesitas en la vida, las palabras que vendrían a tu mente son: salud, bienestar, seguridad y garantías mínimas.

Asumiendo que tienes razonablemente resueltos los temas del espíritu y las emociones, la salud y el bienestar te los da la economía; la seguridad y las garantías mínimas te las debe dar la política.

Tener ingresos suficientes para vivir y buen gobierno son las dos dimensiones que identifican a las naciones modernas y desarrolladas.

Hoy vivimos diversas crisis sociales – humanas, personales – en gran medida por razones económicas debido a malas decisiones políticas.

Hoy vivimos en un mundo en el que la economía global se hizo insuficiente, hay escasez de oportunidades y las expectativas tropiezan con la realidad. Esto provoca frustración y resentimiento.

Comprender el proceso económico y exigir responsabilidad política se hacen imprescindibles para entender y enfrentar los tiempos que vivimos. Tiempos de enfermedad, inflación, recesión, desempleo, inseguridad alimentaria, incertidumbre.  

A estos dramas se suma que las sociedades no estamos siendo capaces de digerir la era exponencial en la tecnología. Las prioridades del diario vivir no nos dejan tiempo ni espacio para aprender a interactuar con la hiperinformación y la mentira, con la biotecnología, la inteligencia artificial y otras maravillas.

Sin duda alguna, la tecnología ofrece oportunidades y soluciones indiscutibles, pero, también trajo peligros y amenazas.

El posible mal uso de la tecnológica no tiene precedentes en un mundo donde la conflictividad geopolítica, la decadencia cívica y la inestabilidad social tampoco los tienen.

Vivimos tiempos extraordinarios que demandan virtudes extraordinarias. Pareciera mentira, pero la humildad, el conocimiento, el respeto, la honradez, el compromiso, la responsabilidad, no debieran ser virtudes extraordinarias, pero, en el mundo de hoy, lo son. Lo deben ser.

Estas virtudes serán indispensables para aplacar las amenazas que hemos permitido y resolver los conflictos que hemos provocado.

Por el momento, lo responsable es preguntarnos si podremos manejar el mundo que construimos.

Al menos yo, no lo sé, pero, como dicen, cuando se tienen muchos problemas, hay que resolverlos de uno en uno y poco a poco. Sin prisa, pero sin pausa.

La crisis multisistémica que vive el mundo afecta a cada persona, familia, sociedad y gobierno.

La racionalidad económica se debe aplicar a los 4 por igual. No se deben endeudar por arriba de sus posibilidades y no se puede gastar más de lo que ingresa.

Cuando no hay suficiente inversión hay pocas oportunidades y cuando los gobiernos abusan de la deuda pública y del déficit fiscal se pagan las consecuencias.

Parece mentira que los valores que construyeron y desarrollaron el mundo libre occidental se desprecien como a un relato antiguo. El problema es que se pretenden sustituir con el populismo, la incompetencia, el autoritarismo y la corrupción; cuando lo que habría que hacer es fortalecerlos.

Por eso la gente vota con los pies y emigra a Estados Unidos y Europa. O lo hacían a Chile y Colombia, antes de Boric y Petro. Nunca se escucha de pueblos que emigren a Cuba, Venezuela, Rusia o China, o a países gobernados por el narcotráfico y la corrupción.

Pretender, soñar con un futuro de salud, bienestar, seguridad y garantías mínimas, más que importante, es cuestión de sobrevivencia espiritual; por eso, lo primero que debemos hacer es volver a los valores y a las virtudes que construyeron esa parte del mundo a la que llamamos libre y desarrollada.

Harán falta compromiso y honestidad intelectual para reconocer que América Latina debe pagar el precio y sufrir los dolores que permiten alcanzar el desarrollo.

Ese camino solo pasa por la democracia institucional, la división de poderes, el respeto a la ley y la libertad.

¿Alguien conoce uno distinto?

 

 

 

Política y Economía, dos caras de una misma moneda
32
Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

14 Oct 2022

La crisis multisistémica que vive el mundo afecta a cada persona, familia, sociedad y gobierno.

 

Si te preguntaran lo que más quieres y necesitas en la vida, las palabras que vendrían a tu mente son: salud, bienestar, seguridad y garantías mínimas.

Asumiendo que tienes razonablemente resueltos los temas del espíritu y las emociones, la salud y el bienestar te los da la economía; la seguridad y las garantías mínimas te las debe dar la política.

Tener ingresos suficientes para vivir y buen gobierno son las dos dimensiones que identifican a las naciones modernas y desarrolladas.

Hoy vivimos diversas crisis sociales – humanas, personales – en gran medida por razones económicas debido a malas decisiones políticas.

Hoy vivimos en un mundo en el que la economía global se hizo insuficiente, hay escasez de oportunidades y las expectativas tropiezan con la realidad. Esto provoca frustración y resentimiento.

Comprender el proceso económico y exigir responsabilidad política se hacen imprescindibles para entender y enfrentar los tiempos que vivimos. Tiempos de enfermedad, inflación, recesión, desempleo, inseguridad alimentaria, incertidumbre.  

A estos dramas se suma que las sociedades no estamos siendo capaces de digerir la era exponencial en la tecnología. Las prioridades del diario vivir no nos dejan tiempo ni espacio para aprender a interactuar con la hiperinformación y la mentira, con la biotecnología, la inteligencia artificial y otras maravillas.

Sin duda alguna, la tecnología ofrece oportunidades y soluciones indiscutibles, pero, también trajo peligros y amenazas.

El posible mal uso de la tecnológica no tiene precedentes en un mundo donde la conflictividad geopolítica, la decadencia cívica y la inestabilidad social tampoco los tienen.

Vivimos tiempos extraordinarios que demandan virtudes extraordinarias. Pareciera mentira, pero la humildad, el conocimiento, el respeto, la honradez, el compromiso, la responsabilidad, no debieran ser virtudes extraordinarias, pero, en el mundo de hoy, lo son. Lo deben ser.

Estas virtudes serán indispensables para aplacar las amenazas que hemos permitido y resolver los conflictos que hemos provocado.

Por el momento, lo responsable es preguntarnos si podremos manejar el mundo que construimos.

Al menos yo, no lo sé, pero, como dicen, cuando se tienen muchos problemas, hay que resolverlos de uno en uno y poco a poco. Sin prisa, pero sin pausa.

La crisis multisistémica que vive el mundo afecta a cada persona, familia, sociedad y gobierno.

La racionalidad económica se debe aplicar a los 4 por igual. No se deben endeudar por arriba de sus posibilidades y no se puede gastar más de lo que ingresa.

Cuando no hay suficiente inversión hay pocas oportunidades y cuando los gobiernos abusan de la deuda pública y del déficit fiscal se pagan las consecuencias.

Parece mentira que los valores que construyeron y desarrollaron el mundo libre occidental se desprecien como a un relato antiguo. El problema es que se pretenden sustituir con el populismo, la incompetencia, el autoritarismo y la corrupción; cuando lo que habría que hacer es fortalecerlos.

Por eso la gente vota con los pies y emigra a Estados Unidos y Europa. O lo hacían a Chile y Colombia, antes de Boric y Petro. Nunca se escucha de pueblos que emigren a Cuba, Venezuela, Rusia o China, o a países gobernados por el narcotráfico y la corrupción.

Pretender, soñar con un futuro de salud, bienestar, seguridad y garantías mínimas, más que importante, es cuestión de sobrevivencia espiritual; por eso, lo primero que debemos hacer es volver a los valores y a las virtudes que construyeron esa parte del mundo a la que llamamos libre y desarrollada.

Harán falta compromiso y honestidad intelectual para reconocer que América Latina debe pagar el precio y sufrir los dolores que permiten alcanzar el desarrollo.

Ese camino solo pasa por la democracia institucional, la división de poderes, el respeto a la ley y la libertad.

¿Alguien conoce uno distinto?

 

 

 

October 12: between Hispanophilia and the postmodern indigenist guerrilla
113
Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
12 Oct 2022

Estas posturas radicales falsean la historia y buscan hacer encajar los hechos por la fuerza a las miradas presentistas del momento.

 

El tema del 12 de octubre se vuelve cada vez más espinoso de analizar para los historiadores, probablemente porque es una fecha que, en los últimos años, se ha salido de los linderos de la historia y ha entrado al terreno de la política y de la ideología, atravesando a todo el continente americano y también a España.

Mientras que del otro lado del Atlántico, la fecha es un festejo de ribetes nacionalistas y de reafirmación de la identidad hispana como imperio civilizador e instrumento de unidad nacional; de este lado vemos discursos por parte de jefes de Estado y grupos indigenistas que derriban estatuas de los conquistadores y alegan que aquello se trató de un genocidio. Ambos extremos se declaran como enemigos del otro, lo que dificulta el diálogo entre las partes y el entendimiento de nuestro pasado histórico común.

Todos recordamos hace un par de años cuando el presidente de México, declaró que el rey de España y el Papa tenían que “pedir disculpas” por la conquista de los pueblos originarios americanos. Y también, en respuesta a AMLO, las declaraciones de la alcaldesa de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, afirmando que “el indigenismo es el nuevo comunismo”. Si bien ambas posiciones se hallan en las antípodas de la otra, parecieran ser realmente dos gemelos especulares, dos reacciones extremas del mismo discurso refractario frente al hecho incontrovertible que representa la conquista de América. La constatación es que, en efecto, el tema del 12 de octubre dejó de ser un debate académico para pasar a tener un uso político al servicio de todo tipo de agendas ideológicas nacionalistas e identitarias.

De forma preocupante, la caricaturización del 12 de octubre y la conquista de América ha dejado de ser patrimonio exclusivo de los políticos, pues también la academia se ha salido del carril de la objetividad y del abordaje serio y riguroso del objeto de estudio. De hecho, muchas veces los intelectuales/activistas, en lugar de aplacar estas furias nacionalistas e identitarias, parecieran más bien echarle más leña al fuego de los extremos políticos.

Por un lado, hay una corriente de hispanofílicos[1] e hispanomaníacos[2] y toda suerte de propagandistas (de ningún modo hispanistas, una corriente académica de larga data y gran prestigio) que buscan re-semantizar conceptos como “conquista” y “colonia”, pues afirman que fueron implantados en la historiografía oficial con el fin de perpetuar la "Leyenda Negra". De tal suerte, argumentan que el 12 de octubre de 1492 no comenzó una "conquista", sino una "asimilación", ni tampoco los territorios de la América española fueron "colonias", sino que se trataban de una "extensión de los dominios de la Corona". A pesar de la jergonza que se busca imponer, la verdad es que los reyes, virreyes y gobernadores, e incluso, los propios cronistas de las Indias usaban esos términos (hoy casi vetados) al calor de los propios hechos, para describir y relatar lo que sucedía en el Nuevo Mundo. 

Igualmente sucede del lado de sus contrapartes, pues los indigenistas post-coloniales y decoloniales también tienen problemas con la terminología que se ha utilizado en la historiografía tradicional sobre el tema, ya que aducen que muchos términos no encajan con su propuesta desde la teoría crítica frente a la "modernidad eurocéntrica y europeizante" implantada por los imperialismos.

Ambas posiciones hispanofílicas e indigenistas, por cierto, tienen en común su animadversión (y muchas veces odio rotundo) al criollo pues los ven como los artífices del fracaso de los proyectos nacionales republicanos desde el siglo XIX hasta el presente. También tienen en común la añoranza a un pasado idílico perdido que es necesario “restaurar”, bien sea que se trate del viejo Imperio Español o de los extintos imperios prehispánicos.

En lugar de profundizar en el entendimiento de nuestra conformación histórica como hispanoamericanos (no como europeos ni indígenas), estas posturas radicales falsean la historia y buscan hacer encajar los hechos por la fuerza a las miradas presentistas[3] del momento.

Dirá el celebérrimo escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, a modo de zanjar la estéril discusión entre las viejas leyenda negra y leyenda dorada: «Ambas leyendas son, por descontado, falsas. Lo que pasó en América es bastante más complejo que una leyenda negra o que una leyenda dorada, es la complejidad del alma humana y de los hechos».

 

 

 

 

 

 

[1] Más allá del «Hispanismo», que es una corriente intelectual y académica interesada en el estudio de la cultura española; la hispanofilia es más bien la admiración, propagandística y justificadora, de lo español en su vertiente más nacionalista.

[2] La Hispanomanía es el relato, usualmente de los extranjeros curiosos y fascinados con la cultura española, que perpetúa estereotipos y tópicos sobre España.

[3] El presentismo es un vicio historiográfico que plantea juzgar el pasado bajo la óptica y los valores del presente sin tomar en cuenta el contexto y el momento del fenómeno histórico que se estudia.

12 de octubre: entre la hispanofilia y la guerrilla posmoderna indigenista
113
Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
12 Oct 2022

Estas posturas radicales falsean la historia y buscan hacer encajar los hechos por la fuerza a las miradas presentistas del momento.

 

El tema del 12 de octubre se vuelve cada vez más espinoso de analizar para los historiadores, probablemente porque es una fecha que, en los últimos años, se ha salido de los linderos de la historia y ha entrado al terreno de la política y de la ideología, atravesando a todo el continente americano y también a España.

Mientras que del otro lado del Atlántico, la fecha es un festejo de ribetes nacionalistas y de reafirmación de la identidad hispana como imperio civilizador e instrumento de unidad nacional; de este lado vemos discursos por parte de jefes de Estado y grupos indigenistas que derriban estatuas de los conquistadores y alegan que aquello se trató de un genocidio. Ambos extremos se declaran como enemigos del otro, lo que dificulta el diálogo entre las partes y el entendimiento de nuestro pasado histórico común.

Todos recordamos hace un par de años cuando el presidente de México, declaró que el rey de España y el Papa tenían que “pedir disculpas” por la conquista de los pueblos originarios americanos. Y también, en respuesta a AMLO, las declaraciones de la alcaldesa de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, afirmando que “el indigenismo es el nuevo comunismo”. Si bien ambas posiciones se hallan en las antípodas de la otra, parecieran ser realmente dos gemelos especulares, dos reacciones extremas del mismo discurso refractario frente al hecho incontrovertible que representa la conquista de América. La constatación es que, en efecto, el tema del 12 de octubre dejó de ser un debate académico para pasar a tener un uso político al servicio de todo tipo de agendas ideológicas nacionalistas e identitarias.

De forma preocupante, la caricaturización del 12 de octubre y la conquista de América ha dejado de ser patrimonio exclusivo de los políticos, pues también la academia se ha salido del carril de la objetividad y del abordaje serio y riguroso del objeto de estudio. De hecho, muchas veces los intelectuales/activistas, en lugar de aplacar estas furias nacionalistas e identitarias, parecieran más bien echarle más leña al fuego de los extremos políticos.

Por un lado, hay una corriente de hispanofílicos[1] e hispanomaníacos[2] y toda suerte de propagandistas (de ningún modo hispanistas, una corriente académica de larga data y gran prestigio) que buscan re-semantizar conceptos como “conquista” y “colonia”, pues afirman que fueron implantados en la historiografía oficial con el fin de perpetuar la "Leyenda Negra". De tal suerte, argumentan que el 12 de octubre de 1492 no comenzó una "conquista", sino una "asimilación", ni tampoco los territorios de la América española fueron "colonias", sino que se trataban de una "extensión de los dominios de la Corona". A pesar de la jergonza que se busca imponer, la verdad es que los reyes, virreyes y gobernadores, e incluso, los propios cronistas de las Indias usaban esos términos (hoy casi vetados) al calor de los propios hechos, para describir y relatar lo que sucedía en el Nuevo Mundo. 

Igualmente sucede del lado de sus contrapartes, pues los indigenistas post-coloniales y decoloniales también tienen problemas con la terminología que se ha utilizado en la historiografía tradicional sobre el tema, ya que aducen que muchos términos no encajan con su propuesta desde la teoría crítica frente a la "modernidad eurocéntrica y europeizante" implantada por los imperialismos.

Ambas posiciones hispanofílicas e indigenistas, por cierto, tienen en común su animadversión (y muchas veces odio rotundo) al criollo pues los ven como los artífices del fracaso de los proyectos nacionales republicanos desde el siglo XIX hasta el presente. También tienen en común la añoranza a un pasado idílico perdido que es necesario “restaurar”, bien sea que se trate del viejo Imperio Español o de los extintos imperios prehispánicos.

En lugar de profundizar en el entendimiento de nuestra conformación histórica como hispanoamericanos (no como europeos ni indígenas), estas posturas radicales falsean la historia y buscan hacer encajar los hechos por la fuerza a las miradas presentistas[3] del momento.

Dirá el celebérrimo escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, a modo de zanjar la estéril discusión entre las viejas leyenda negra y leyenda dorada: «Ambas leyendas son, por descontado, falsas. Lo que pasó en América es bastante más complejo que una leyenda negra o que una leyenda dorada, es la complejidad del alma humana y de los hechos».

 

 

 

 

 

 

[1] Más allá del «Hispanismo», que es una corriente intelectual y académica interesada en el estudio de la cultura española; la hispanofilia es más bien la admiración, propagandística y justificadora, de lo español en su vertiente más nacionalista.

[2] La Hispanomanía es el relato, usualmente de los extranjeros curiosos y fascinados con la cultura española, que perpetúa estereotipos y tópicos sobre España.

[3] El presentismo es un vicio historiográfico que plantea juzgar el pasado bajo la óptica y los valores del presente sin tomar en cuenta el contexto y el momento del fenómeno histórico que se estudia.

Risk management in the face of natural disasters in Guatemala, a great pending task
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
12 Oct 2022

Mientras más se deteriore la institucionalidad pública, más tragedias habrá que lamentar.

Los eventos naturales extremos no pueden evitarse, pero las tragedias humanas sí pueden reducirse. 

Según la CONRED, “Guatemala es un territorio sometido a múltiples amenazas de origen natural como huracanes, inundaciones, deslizamientos, erupciones volcánicas, sismos, debido a su posición geográfica, geológica y tectónica. Es un territorio bioceánico, ubicado en el istmo centroamericano entre los océanos Pacífico y Atlántico, precisamente en la ruta de los huracanes y tormentas tropicales del Caribe de la zona de convergencia intertropical y en la zona de influencia de los fenómenos del Niño y de la Niña, lo que contribuye a la presencia de eventos extremos, tanto en términos de inundaciones, como de sequías y de variaciones extremas de temperatura.” 

Según el Foro Económico Mundial en su Global Risk Report 2022, las 6 amenazas actuales más importantes para Guatemala son: la proliferación de la actividad económica ilícita, el colapso del Estado como resultado de conflictos internos, la destrucción del Estado de Derecho, el deterioro institucional o la inestabilidad política; los eventos climáticos extremos, el fallo de la infraestructura pública, la erosión social provocada principalmente por las desigualdades, el aumento de la polarización y el resentimiento dentro de las sociedades; y el daño ambiental provocado por el ser humano. 

Todas estas condiciones físicas, sociales y políticas pintan un panorama complejo para un país de ingreso medio como Guatemala que parece no contar con las capacidades institucionales, políticas y económicas para plantearse una estrategia de gestión del riesgo seria. 

Muchos de los problemas anteriormente mencionados parecen no tener relación entre sí, o no tener relación con la gestión del riesgo y la prevención de tragedias humanitarias como producto de los eventos climáticos extremos pero la evidencia demuestra lo contrario. Si bien no es posible evitar la llegada de los eventos climáticos extremos, sí se pueden reducir sus efectos destructivos sobre la vida y la propiedad. 

Los expertos en gestión de riesgo señalan al crecimiento poblacional desordenado como una las principales causas de los llamados desastres naturales, refiriéndose a la escasa planificación urbana que existe en la mayor parte del país, una responsabilidad que tanto las municipalidades como el gobierno central eluden o apenas logran cubrir; también la formación de viviendas precarias o asentamientos alrededor de los urbanizaciones de mayor tamaño, particularmente la Ciudad de Guatemala, son un potencial foco de tragedias humanitarias ante las lluvias fuertes en ciertos meses del año o un eventual sismo de gran magnitud. 

La deforestación es otro problema serio para la prevención de desastres, todos los años miles de hectáreas de bosques se pierden en Guatemala por culpa de la tala ilegal de árboles y el uso de leña como combustible. Este problema ha sido incluso señalado en publicaciones como el Washington Post, denunciando a complejas mafias que extraen y exportan maderas de lujo como el granadillo, poniendo en riesgo la viabilidad de llamado corredor verde y la biodiversidad de la Selva Maya, corredor que atraviesa México, Guatemala y Belice. La deforestación deja secuelas irreparables en el medioambiente pues pone en peligro las fuentes de recarga hídrica, aumenta la temperatura, afecta a la fauna y provoca erosión en montañas y barrancos, lo que provoca peligrosos deslizamientos de tierra en temporadas de lluvias intensas. 

También la precaria inversión en infraestructura se ha convertido en un riesgo para los guatemaltecos. El estado de las carreteras, puentes y calles en todo el país ya no es solo un obstáculo para el transporte y el comercio, sino que también ha provocado la pérdida de vidas por falta de mantenimiento y obras mal construidas. Según datos de FUNDESA, el Estado de Guatemala invierte cerca del 1.5% del PIB en infraestructura vial, siendo una de las cifras de inversión más bajas de Latinoamérica, una cifra que además ha venido a la baja en los últimos 10 años. Actualmente Guatemala construye alrededor de 216 kms de infraestructura vial nueva al año, a esta velocidad la brecha actual de red vial sería cubierta en un período de 134 años. Esta es una responsabilidad que eluden tanto las municipalidades como el gobierno central, a través del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda.

La solución para estos problemas no es sencilla, se necesita resolver muchas de las condiciones estructurales del sistema político y la administración pública para comenzar a dar algunos pasos en la dirección correcta. La corrupción, la debilidad institucional y la falta de capacidades técnicas en el sector público provocan que el país no pueda gestionar adecuadamente los riesgos a los que se enfrenta y el costo humano y económico que esto tiene difícilmente puede calcularse.

 A pesar de los grandes problemas que derivan de la falta de prevención y la incapacidad de gestionar adecuadamente los riesgos, estos temas no generen interés en los políticos y los votantes. 

Resolver problemas como la tala ilegal de árboles o la corrupción que afecta la construcción de obra pública, pasan por reformar la institucionalidad del sistema de justicia y las instituciones de seguridad. También se necesitaría un servicio civil profesional y especializado para la tarea. La construcción de infraestructura es un enorme botín para políticos de distintos niveles del sistema y eso explica en parte la mala calidad de las obras que se licitan y construyen. Los trabajos de mantenimiento que se hacen bajo tierra, no son vistosos para los vecinos como una cancha de fútbol y por lo tanto no suelen ser de interés para los alcaldes que buscan la reelección. Así podemos nombrar uno por uno los problemas que no son atendidos y las carencias de un país que, además, es particularmente propenso a los eventos naturales extremos.

De ahí que los presupuestos asignados para estas necesidades difícilmente cubren lo mínimo necesario y los políticos no hablan de esto hasta que ya es demasiado tarde. Mientras más se deteriore la institucionalidad pública, más tragedias habrá que lamentar. De momento solo queda seguir exaltando la inagotable solidaridad del guatemalteco que siempre está dispuesto a ayudar cuando golpea la tragedia y la valentía de los rescatistas, que, contra viento y marea, realizan su labor sin mayor recompensa. Esto es importante, pero no suficiente.

Gestión del riesgo ante los desastres naturales en Guatemala, una gran tarea pendiente
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
12 Oct 2022

Mientras más se deteriore la institucionalidad pública, más tragedias habrá que lamentar.

Los eventos naturales extremos no pueden evitarse, pero las tragedias humanas sí pueden reducirse. 

Según la CONRED, “Guatemala es un territorio sometido a múltiples amenazas de origen natural como huracanes, inundaciones, deslizamientos, erupciones volcánicas, sismos, debido a su posición geográfica, geológica y tectónica. Es un territorio bioceánico, ubicado en el istmo centroamericano entre los océanos Pacífico y Atlántico, precisamente en la ruta de los huracanes y tormentas tropicales del Caribe de la zona de convergencia intertropical y en la zona de influencia de los fenómenos del Niño y de la Niña, lo que contribuye a la presencia de eventos extremos, tanto en términos de inundaciones, como de sequías y de variaciones extremas de temperatura.” 

Según el Foro Económico Mundial en su Global Risk Report 2022, las 6 amenazas actuales más importantes para Guatemala son: la proliferación de la actividad económica ilícita, el colapso del Estado como resultado de conflictos internos, la destrucción del Estado de Derecho, el deterioro institucional o la inestabilidad política; los eventos climáticos extremos, el fallo de la infraestructura pública, la erosión social provocada principalmente por las desigualdades, el aumento de la polarización y el resentimiento dentro de las sociedades; y el daño ambiental provocado por el ser humano. 

Todas estas condiciones físicas, sociales y políticas pintan un panorama complejo para un país de ingreso medio como Guatemala que parece no contar con las capacidades institucionales, políticas y económicas para plantearse una estrategia de gestión del riesgo seria. 

Muchos de los problemas anteriormente mencionados parecen no tener relación entre sí, o no tener relación con la gestión del riesgo y la prevención de tragedias humanitarias como producto de los eventos climáticos extremos pero la evidencia demuestra lo contrario. Si bien no es posible evitar la llegada de los eventos climáticos extremos, sí se pueden reducir sus efectos destructivos sobre la vida y la propiedad. 

Los expertos en gestión de riesgo señalan al crecimiento poblacional desordenado como una las principales causas de los llamados desastres naturales, refiriéndose a la escasa planificación urbana que existe en la mayor parte del país, una responsabilidad que tanto las municipalidades como el gobierno central eluden o apenas logran cubrir; también la formación de viviendas precarias o asentamientos alrededor de los urbanizaciones de mayor tamaño, particularmente la Ciudad de Guatemala, son un potencial foco de tragedias humanitarias ante las lluvias fuertes en ciertos meses del año o un eventual sismo de gran magnitud. 

La deforestación es otro problema serio para la prevención de desastres, todos los años miles de hectáreas de bosques se pierden en Guatemala por culpa de la tala ilegal de árboles y el uso de leña como combustible. Este problema ha sido incluso señalado en publicaciones como el Washington Post, denunciando a complejas mafias que extraen y exportan maderas de lujo como el granadillo, poniendo en riesgo la viabilidad de llamado corredor verde y la biodiversidad de la Selva Maya, corredor que atraviesa México, Guatemala y Belice. La deforestación deja secuelas irreparables en el medioambiente pues pone en peligro las fuentes de recarga hídrica, aumenta la temperatura, afecta a la fauna y provoca erosión en montañas y barrancos, lo que provoca peligrosos deslizamientos de tierra en temporadas de lluvias intensas. 

También la precaria inversión en infraestructura se ha convertido en un riesgo para los guatemaltecos. El estado de las carreteras, puentes y calles en todo el país ya no es solo un obstáculo para el transporte y el comercio, sino que también ha provocado la pérdida de vidas por falta de mantenimiento y obras mal construidas. Según datos de FUNDESA, el Estado de Guatemala invierte cerca del 1.5% del PIB en infraestructura vial, siendo una de las cifras de inversión más bajas de Latinoamérica, una cifra que además ha venido a la baja en los últimos 10 años. Actualmente Guatemala construye alrededor de 216 kms de infraestructura vial nueva al año, a esta velocidad la brecha actual de red vial sería cubierta en un período de 134 años. Esta es una responsabilidad que eluden tanto las municipalidades como el gobierno central, a través del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda.

La solución para estos problemas no es sencilla, se necesita resolver muchas de las condiciones estructurales del sistema político y la administración pública para comenzar a dar algunos pasos en la dirección correcta. La corrupción, la debilidad institucional y la falta de capacidades técnicas en el sector público provocan que el país no pueda gestionar adecuadamente los riesgos a los que se enfrenta y el costo humano y económico que esto tiene difícilmente puede calcularse.

 A pesar de los grandes problemas que derivan de la falta de prevención y la incapacidad de gestionar adecuadamente los riesgos, estos temas no generen interés en los políticos y los votantes. 

Resolver problemas como la tala ilegal de árboles o la corrupción que afecta la construcción de obra pública, pasan por reformar la institucionalidad del sistema de justicia y las instituciones de seguridad. También se necesitaría un servicio civil profesional y especializado para la tarea. La construcción de infraestructura es un enorme botín para políticos de distintos niveles del sistema y eso explica en parte la mala calidad de las obras que se licitan y construyen. Los trabajos de mantenimiento que se hacen bajo tierra, no son vistosos para los vecinos como una cancha de fútbol y por lo tanto no suelen ser de interés para los alcaldes que buscan la reelección. Así podemos nombrar uno por uno los problemas que no son atendidos y las carencias de un país que, además, es particularmente propenso a los eventos naturales extremos.

De ahí que los presupuestos asignados para estas necesidades difícilmente cubren lo mínimo necesario y los políticos no hablan de esto hasta que ya es demasiado tarde. Mientras más se deteriore la institucionalidad pública, más tragedias habrá que lamentar. De momento solo queda seguir exaltando la inagotable solidaridad del guatemalteco que siempre está dispuesto a ayudar cuando golpea la tragedia y la valentía de los rescatistas, que, contra viento y marea, realizan su labor sin mayor recompensa. Esto es importante, pero no suficiente.

About initiative 6141, State Procurement Law
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
11 Oct 2022

Es inaceptable que una ley de semejante calibre e importancia haya recibido un dictamen en tan corto tiempo.

En el Congreso avanza a velocidad supersónica la iniciativa 6141, Ley de Adquisiciones del Estado. Se presentó al pleno el pasado 21 de septiembre y el pasado 5 de octubre pasó en “segunda lectura” sin discusión alguna. El proyecto busca sustituir a la actual Ley de Contrataciones del Estado (decreto 57-92).

No cabe duda de que la reforma al sistema de contrataciones públicas es uno de los cambios más importantes y urgentes. Pero la iniciativa en cuestión no es la respuesta. Esencialmente porque no cambia sustancialmente el modelo actual ni nos acerca a los estándares internacionales ni mejores prácticas.

Un sistema de contrataciones públicas debe garantizar la transparencia, la igualdad de condiciones para los oferentes y la eficiencia del gasto público. Está claro que bajo el esquema actual estas condiciones no se cumplen.

Sabemos que hoy el 40% de las contrataciones se hacen en modalidad de compra directa y baja cuantía, modalidades que no cuentan, en nuestro sistema, con mecanismos adecuados de transparencia ni garantizan la eficiencia del gasto. Vicios que no se corrigen con la ley propuesta.

Por otra parte, la 6141 prácticamente lo único que hace es modificar los montos de las modalidades de compra. Para compra de baja cuantía pasa de Q25,000 a Q35,000, la compra directa (ahora compra simplificada) pasa de Q25,000 a Q90,000 al rango de Q35,000 a Q125,000, la adquisición por proveedor único queda prácticamente igual y se agrega un esquema especial de adquisición de alimentos. 

Lo mismo ocurre con la cotización. Simplemente se cambia el rango de montos que hoy son los que exceden de Q90,000, pero alcanzan un máximo de Q900,000 y se modifica a un rango de Q125,000 y Q2,000,000. Todo esto es una versión light de lo establecido en el decreto 4-2021 que fue vetado en abril de 2021.

Hay otros aspectos que se han mencionado en varios pronunciamientos públicos que es importante reiterar. Por ejemplo, desaparece la exigencia del certificado de disponibilidad presupuestaria (hoy en artículo 3) y el arbitraje. 

Se trata de una ley compleja y sobre todo altamente técnica. La iniciativa de ley llegó al pleno el jueves, 21 de septiembre y para el martes, 26 de septiembre este cuerpo legal de 139 artículos ya había recibido un dictamen favorable de la comisión de finanzas públicas y moneda.

Es inaceptable que una ley de semejante calibre e importancia haya recibido un dictamen en tan corto tiempo. Aún peor es que en su segundo “debate” no haya recibido un solo comentario y discusión en el pleno. Se debe exigir al Congreso que tenga una discusión técnica y que no apruebe este texto a la carrera.

Sobre la iniciativa 6141, Ley de Adquisiciones del Estado
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
11 Oct 2022

Es inaceptable que una ley de semejante calibre e importancia haya recibido un dictamen en tan corto tiempo.

En el Congreso avanza a velocidad supersónica la iniciativa 6141, Ley de Adquisiciones del Estado. Se presentó al pleno el pasado 21 de septiembre y el pasado 5 de octubre pasó en “segunda lectura” sin discusión alguna. El proyecto busca sustituir a la actual Ley de Contrataciones del Estado (decreto 57-92).

No cabe duda de que la reforma al sistema de contrataciones públicas es uno de los cambios más importantes y urgentes. Pero la iniciativa en cuestión no es la respuesta. Esencialmente porque no cambia sustancialmente el modelo actual ni nos acerca a los estándares internacionales ni mejores prácticas.

Un sistema de contrataciones públicas debe garantizar la transparencia, la igualdad de condiciones para los oferentes y la eficiencia del gasto público. Está claro que bajo el esquema actual estas condiciones no se cumplen.

Sabemos que hoy el 40% de las contrataciones se hacen en modalidad de compra directa y baja cuantía, modalidades que no cuentan, en nuestro sistema, con mecanismos adecuados de transparencia ni garantizan la eficiencia del gasto. Vicios que no se corrigen con la ley propuesta.

Por otra parte, la 6141 prácticamente lo único que hace es modificar los montos de las modalidades de compra. Para compra de baja cuantía pasa de Q25,000 a Q35,000, la compra directa (ahora compra simplificada) pasa de Q25,000 a Q90,000 al rango de Q35,000 a Q125,000, la adquisición por proveedor único queda prácticamente igual y se agrega un esquema especial de adquisición de alimentos. 

Lo mismo ocurre con la cotización. Simplemente se cambia el rango de montos que hoy son los que exceden de Q90,000, pero alcanzan un máximo de Q900,000 y se modifica a un rango de Q125,000 y Q2,000,000. Todo esto es una versión light de lo establecido en el decreto 4-2021 que fue vetado en abril de 2021.

Hay otros aspectos que se han mencionado en varios pronunciamientos públicos que es importante reiterar. Por ejemplo, desaparece la exigencia del certificado de disponibilidad presupuestaria (hoy en artículo 3) y el arbitraje. 

Se trata de una ley compleja y sobre todo altamente técnica. La iniciativa de ley llegó al pleno el jueves, 21 de septiembre y para el martes, 26 de septiembre este cuerpo legal de 139 artículos ya había recibido un dictamen favorable de la comisión de finanzas públicas y moneda.

Es inaceptable que una ley de semejante calibre e importancia haya recibido un dictamen en tan corto tiempo. Aún peor es que en su segundo “debate” no haya recibido un solo comentario y discusión en el pleno. Se debe exigir al Congreso que tenga una discusión técnica y que no apruebe este texto a la carrera.