En los últimos años y meses se han visto síntomas de debilitamiento de los organismos multilaterales creados en el siglo pasado. Donde antes las sanciones o pronunciamientos servían como disuasorios para actores disruptivos con los valores de la democracia, hoy son simplemente eso: pronunciamientos. En un contexto donde hay actores contestatarios al poder hegemónico de Estados Unidos, pareciera que estamos viendo -y seguiremos viendo- cambios en el sistema internacional que transformarán la arena internacional durante el Siglo XXI.
Estados Unidos se consolidó como el poder hegemónico después de la Segunda Guerra Mundial, durante la segunda mitad del siglo XX. Con la creación del sistema internacional, se pretendía que asumiera un liderazgo en las relaciones entre los países. El propósito era promover la paz y los valores de la democracia en todos los rincones del mundo. Durante mucho tiempo, este sistema “funcionó”, varios países hicieron una transición hacia la democracia y había optimismo de hacia dónde iría el mundo. Esta esperanza creció aún más cuando cayó el Muro de Berlín en 1989.
Sin embargo, el mundo cambia. Y los cambios de ciclo político son la norma en las dinámicas sociales. Desde hace algunos años hemos visto cómo estos cuerpos multilaterales han perdido cada vez más la influencia que tienen en las dinámicas internacionales e internas de los países. Sus pronunciamientos de alarma respecto a lo que sucede en determinados países o regiones del mundo expresan preocupación y alarma al respecto, pero no alteran los resultados.
Esto es cierto, por ejemplo, para las múltiples expresiones de preocupación que ha habido en las últimas semanas entorno al proceso electoral en Nicaragua. Varios organismos multilaterales y países se han pronunciado para desconocer los resultados entre ellos Estados Unidos, Canadá, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, Naciones Unidos, etc. Sin embargo, tal y como ha sucedido con las falsas elecciones en Cuba o Venezuela, Daniel Ortega probablemente seguirá en el poder. Al mismo tiempo, el Parlamento Centroamericano, Rusia y el dictador Nicolás Maduro, enviaron mensajes de apoyo por el proceso electoral.
Quizá la razón por la que poco o nada importan ya los pronunciamientos de la comunidad internacional es porque donde antes se aceptaba a Estados Unidos como el poder hegemónico del mundo, hoy hay contestatarios. China y Rusia están volviéndose cada vez más relevantes en la arena internacional. Se prevé que China supere a Estados Unidos como la economía más fuerte del mundo antes del 2030.
Para el caso de América Latina, la relación con China cada vez se intensifica más. China es uno de los principales socios comerciales para la región y en el caso especifico de América del Sur, China es su principal socio exportador. La relación no es solo económica sino también se ha vuelto política. En los últimos 4 años, 3 países se han sumado a la lista de actores que reconocen a Beijing por sobre Taiwán. Cabe mencionar que en la reunión de la CELAC celebrada en septiembre 2021, estaba presente China. Una reunión donde se propuso una alternativa a la Organización de los Estados Americanos.
Quizá lo que estamos presenciando es la creación de una nueva comunidad internacional. Una donde no hay consenso respecto a los valores que se quieren promover. Donde antes la democracia, la libertad, el estado de derecho, la libertad de expresión y la libertad de prensa eran condicionantes para participar del concierto de naciones; hoy parecen surgir espacios alternativos donde estos no son tan relevantes.