Pedro Castillo será el próximo presidente de Perú. Su agenda propone cambios agresivos al sistema político peruano. Guatemala y Perú guardan muchas similitudes: instituciones débiles, corrupción, un sistema de partidos fragmentado, ineficiencia en la respuesta de la pandemia… tantas que algunos aseguran que en un futuro próximo podríamos ver un escenario electoral parecido al que los peruanos acaban de enfrentar. ¿Cómo llegó aquí el Perú? 4 puntos para entenderlo.
Cada día que pasa, se hace más oficial: Pedro Castillo, el candidato de extrema izquierda por el partido Perú Libre, será el próximo Presidente de Perú. Según información de la ONPE, el 50.13% de los votantes, es decir 8, 835,970 personas votaron por él, 44 mil 240 personas más que su contrincante de extrema derecha, Keiko Fujimori (49.88%). Algunos expertos aseguran que la sociedad peruana cometió un suicidio democrático. Pero, ¿cómo llegó el Perú a esto? ¿Qué elementos hay en el sistema peruano que provocó el malestar suficiente para llevar a dos candidatos radicales y con cuestionables credenciales democráticas a la segunda vuelta?
1. Corrupción
Es prácticamente imposible analizar este fenómeno y no identificar a la corrupción como uno de los factores del desencanto con el sistema. En 2016 se destapó la crisis de Odebrecht y se descubrieron varios casos de corrupción. 4 presidentes, 4 exgobernadores regionales, 2 exalcaldes y 4 líderes políticos (entre ellos Keiko Fujimori) fueron vinculados a ellos. Los peruanos se movilizaron a las calles durante varias semanas para mostrar su descontento.
En los últimos 4 años, Perú ha tenido 4 presidentes (Kuczynski, Vizcarra, Merino y Sagasti) y los últimos 6 mandatarios se han visto envueltos en escándalos de corrupción. A tan solo 5 meses de las elecciones generales, el congreso destituyó a Martín Vizcarra como presidente luego de aprobar una moción de vacancia por supuesta “incapacidad moral”, asumió Manuel Merino quien renunció a los pocos días y finalmente Sagasti fue el encargado de conducir el proceso de transición democrática para las elecciones.
En Perú, más del 60% de la población considera la corrupción como su principal preocupación. Ante un sistema político desarmado de funcionarios porque una gran mayoría estaban vinculados a casos de corrupción, surgieron varios actores nuevos en el terreno político, entre ellos Pedro Castillo. El plan de gobierno de Perú Libre lleva por nombre “Perú, al bicentenario sin corrupción”.
2. Pandemia
Con la pandemia los escándalos de corrupción no cesaron y los números de fallecidos eran alarmantes, más de 180 mil personas han muerto por covid19. Se registró un 150% más de muertes de lo esperado. A pesar de que los criterios para contabilizar las muertes por covid son diferentes para cada país, la tasa de mortalidad por la enfermedad per cápita en Perú es una de las más altas del mundo.
El 70% de la fuerza laboral en Perú participa en el sector informal (en Guatemala la tasa también es del 70%) por lo que a pesar de las restricciones muchos salían a trabajar y con ello los números de contagio estuvieron al alza. La vacunación también avanza lento, un escaso 4% de la población ha sido vacunado. Una de las promesas de Pedro Castillo es que para fin de año se vacunará a toda la población mayor a los 18 años.
La corrupción y la ineficiente gestión del gobierno con la pandemia prácticamente empaparon los debates electorales.
3. Fragmentada primera vuelta
Una de las instituciones más importantes de la democracia son sus partidos políticos. En Perú, al igual que en Guatemala, los partidos políticos sirven como meros vehículos electorales y para las elecciones abundan nuevos partidos. La primera vuelta electoral fue caótica. 18 partidos postularon candidatos a la presidencia de la República. Esta fragmentación tan amplia en las propuestas provocó que los dos candidatos de los extremos se vieran beneficiados y resultaran favorecidos.
En el extremo izquierdo, Pedro Castillo (quien en primera vuelta obtuvo el 18.9% de los votos), líder del sindicato de maestros, y candidato del partido Perú Libre que se autodenomina de corte marxista-leninista-maoísta y heredero de Sendero Luminoso. En el extremo derecho, Keiko Fujimori (quien obtuvo el 13.4% de los votos), hija del dictador Alberto Fujimori (1990-200) y lideresa del partido Fuerza Popular.
Quizá lo más revelador de aquella primera vuelta fue que a pesar de la diversidad de opciones, el 17% de los votantes (3% más que Keiko Fujimori) escogiera el voto nulo. Esto se podría interpretar como una manera de demostrar el rechazo a las ofertas electorales que se perciben como “parte del sistema”.
4. Una segunda vuelta radicalizada
Así se encaminó Perú a la segunda vuelta. Enfrentaba un escenario complejo: dos radicales compitiendo por ser el “ente conciliador” de la voluntad peruana. Sin embargo, en lugar de moderarse y negociar, los candidatos se radicalizaron aún más. A los unos se les vendió como los asesinos de la democracia, a los otros, como los salvadores de ella, cuando en realidad ambos, a pesar de sus diferencias, tenían dudosas credenciales democráticas y representaban serias amenazas a la estabilidad política y a la libertad.
La segunda vuelta electoral se celebró el pasado 6 de junio. Durante las primeras horas del conteo de los votos, Keiko Fujimori parecía salir victoriosa de su tercer intento por llegar a la presidencia. Sin embargo, con el paso de las horas y el cierre de los resultados, Pedro Castillo arrebató esa sensación triunfalista y se declaró ganador. Aunque la ONPE ya terminó de contabilizar los votos, los datos aún están pendientes de oficializarse hasta que se resuelvan algunas impugnaciones que se presentaron.
Lo que le espera al Perú en el bicentenario de la independencia es una serie de reformas al sistema. La población en diferentes momentos ha manifestado su rechazo en contra del “status quo”. Según la propuesta de Castillo, uno de los principales puntos a los que dará atención es a la salud en el contexto de la pandemia. Luego, propone cambios en el sistema de educación, en la economía, en el sistema tributario, en la nacionalización de recursos como el gas, sobre una posible reforma agraria y hasta cambios en la constitución. Es complejo predecir lo que viene, pero sin duda, como dijo Vergara en New York Times, tiempos recios vive el Perú.